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Capítulo 3

El Plan

Pasaron varias semanas, y Fernando decide ir unos días con su familia a Córdoba, a pasar las vacaciones de invierno, de paso aprovechar y encontrarse con Damián.

Era jueves, 13 de julio de 2006, cuando Damián y Fernando se encontraron en un lindo bar en plena ciudad cordobesa.

— Hola Fernando, cómo estás?

— ¡Hola! , Bien, y vos?

— ¡y acá me ves!

— Pero te tengo una sorpresa, me llamó Oscar, y me dijo que iba a venir ahora con nosotros.

— ¡pero qué sorpreson!, y como lo convenciste?

— en realidad él ya estaba aquí por algo de su familia, entonces se quedó unos días más para juntarse con nosotros. Asique ya debe estar al llegar

— Bueno, mientras esperamos, pidamos algo ¿te parece?

Al momento en que llamaban al mozo y pedían un café, Oscar entraba por la puerta del bar, y comenzaba a observar dentro, para ubicar a sus compañeros y amigos. Cuando los vio, una mezcla de sensaciones y emociones, le vinieron a la mente, recordando aquellos días, cuando se reunían para planificar las misiones con su grupo de comandos para pasar detrás de las líneas enemigas, cumplir la misión y poder regresar a salvo. Pues ahora esta reunión también iba a ser algo similar. Dejando la puerta tras de sí, se enfiló hacia sus camaradas y acercándose los saludó con una gran emoción.

— Viniste no más. Dijo Fernando

— Y te parece que podía faltar? Ni loco

— Bueno sentáte que primero tomamos un cafecito y después arrancamos.

Sentados en un rincón del bar, el que favorecía su intimidad y secreto, comenzaron a arrojar ideas sobre la mesa.

Fernando y Damián acordaron que lo más conveniente, en relación a conseguir la mayor cantidad de datos era el sobrevuelo rasante sobre las islas. Oscar opinó que la cosa así, era muy arriesgada y peligrosa, pero que si también estaba de acuerdo, el tema era planearla perfectamente, para que solo la conocieran aquellas personas directamente involucradas, para evitar cualquier fuga de información que alertara a personas o entidades no deseadas. Fernando comenzó diciendo que su hijo, el Puma, había ya reunido a algunos aliados de su confianza dentro de la fuerza, y que estaban dispuesto a llegar al final.

— Buenísimo, dijo Oscar, contando con gente interna la tarea se facilita algo. Tenés que pedirle a tu hijo que averigüe, cuando la fuerza aérea, va a ejecutar algún tipo de ejercicios hacia el sur, que medios va a desplegar, y lo más importante para que fecha.

— ¡¡Pará!!, saltó Damián, para eso lo consultamos a Danilo, que estuvo en el edificio Cóndor, todavía tiene buenas conexiones ahí.

— Entonces hay que comunicarse pronto con él y averiguarlo, porque yo sé que cada tanto envían aviones al sur como escuadrones aeromóviles y utilizan Comodoro Rivadavia como base, en ese caso podríamos meter la mano y obtener los materiales necesarios para volar y llegar a las islas y tener un buen control de la misión.

— Es muy cierto y acertado lo tuyo Oscar. Fernando acotó. Bueno suponiendo que alcanzásemos lo necesario para el viaje, ¿Qué hacemos? ¿Una pasada y listo? Creo que deberíamos dejarles algún recuerdito, ¿no creen?

— ¡¡Y si!! Algo vamos a dejar caer.− Dijo Damián.

— También es bueno saber los movimientos de buques en la zona, es por eso que me adelanté y le pedí a Francisco, que averiguara todo lo pudiera al respecto, y quedó en avisarme en cuanto lo supiera.

— Muchachos, yo sé que la emoción es mucha, pero esto va a necesitar de tiempo y mucha paciencia para que esté bien planeado.

El edificio Cóndor, es donde se encuentra la plana mayor de la Fuerza Aérea, donde salen todas las decisiones y planificaciones de ejercicios y o envíos de misiones al exterior, etc.

Generalmente los oficiales que trabajan y transitan este edificio, son los de alto rango, y que han seguido una carrera acercándose a las gestiones burocráticas y políticas, que en algunos casos son necesarias para hacer que la fuerza permanezca actualizada y activa. Es aquí donde encontramos a la Dirección General de Planes, Programas y Presupuestos, lugar de donde nacen las actividades de acuerdo a los presupuestos de lo que sucederá durante cada año.

En 1982 un grupo de soldados, que cumplía una misión de rastreo, a causa de que la noche anterior, se habían encontrado rastro e indicios dejados, por posibles grupos comandos, cerca de las fuerzas propias, casi con seguridad grupos comandos, SBS o SAS. El oficial al mando conducía un pequeño equipo, que aunque no estaban especializados en este tipo de misiones, se habían ofrecido como voluntarios para tratar de localizarlos y enviar las coordenadas a la artillería argentina y que ellos se encargaran. Tras 4 horas de caminata, uno de los suboficiales localizó con sus binoculares, leves movimientos a 300 metros cerca de un pequeño montículo de piedras, inmediatamente enviaron los datos por radio, pero al término de la comunicación, comenzaron a llover disparos, sorprendiendo por completo al grupo, ya que provenían desde otra dirección, tirándose al suelo comenzaron a devolver el fuego, afortunadamente el enemigo superado en número comenzó a replegarse hacia donde se encontraba el grupo principal, y es ahí en ese momento, que se hizo presente la artillería descargando sus obuses con gran efectividad, nuestro oficial y sus subalternos comenzaron el repliegue hacia nuestras líneas para lograr un escape hacia zona segura. En el campamento un oficial a cargo del grupo artillero, al escuchar por radio las circunstancias transcurridas avisó inmediatamente al grupo de búsqueda y rescate de helicópteros, donde estaba nuestro compañero piloto Danilo, al recibir la novedad inmediatamente partieron dos helicópteros hacia la zona en su búsqueda, llegando al lugar sin novedad, y logrando la extracción completa del grupo, y regresando sin ningún herido. Éste fue uno de los oficiales que agradecieron a los pilotos por arriesgarse en su rescate, solo diremos su primer nombre, Samuel, que en la actualidad se desempeñaba en la oficina de planeamiento en el edificio cóndor.

La charla seguía, café de por medio, Oscar sugirió también que teníamos que conseguir especialistas en el mantenimiento y preparación de las aeronaves, para poder preparar un avión que estuviera apto con toda la aviónica y mecánica en óptimas condiciones, ya que no se podía permitir ni un mínimo fallo.

Damián les recordó que Alberto, era esa persona, y que tan pronto pudiera lo llamaría para tratar de integrarlo, a lo que sería éste un pequeño grupo de estrategia, y encargados de la misión más peligrosa y motivada de sus vidas.

La charla había llegado al final, después de casi tres horas, y los tres hombres, quedaron en ir comunicándose a medida que lograban recopilar algún tipo de información al respecto.

El tiempo iba pasando y la información que se requería, llegaba muy despacio, agosto estaba en su segunda quincena, Francisco ya había iniciado una mini investigación con oficiales y suboficiales de la prefectura, para ver en quien podría confiar para recurrir a él y solicitarle los datos que quería. Juan Carlos, un suboficial que estaba embarcado en el patrullero guardacostas GC 25 Azopardo, había dado claras señales de ser un hombre de confianza y muy patriota, entonces Francisco decidió que él iba ser con quien tiraría el primer anzuelo.

— ¿Cómo está suboficial? ¿Preparándose para zarpar?

Sorprendido, giro su cabeza, mirando por sobre su hombro izquierdo, descubriendo a Francisco, un Capitán de Fragata, quien se dirigía hacia él, inmediatamente se incorporó, ya que estaba en cuclillas desenganchando los amarres, y lo saludó respetuosa y enérgicamente.

— Tranquilo, descanse, ¿Qué tal son estas patrullas, son largas, hacen muchas millas mar adentro o como es su trabajo?

— Bueno señor, a veces solo son patrullas cortas, pero en ocasiones nos envían más al sur cuando somos alertados de que los pescadores ilegales extranjeros están haciendo de las suyas y hay que correrlos de nuestra zona de pesca.

— ¿Y han llegado a localizar buques ingleses por ahí?

— ¿Se refiere a buques militares?

— Si

— Pues la verdad que no, pero conozco pescadores amigos que navegando bien adentro si han sido intimidados por los ingleses.

— pero ¿Qué tan adentro estaban?

— Creo que como a 250 o 300 millas de las islas

— ah!! Se acercaron bastante.

— si es que ellos generalmente andan por esa zona muy seguido, es su zona preferida de pesca, o sea, es el lugar donde más han pescado.

— Y dígame Ud. ¿Cabría la posibilidad de solicitarle a su amigo cierta información sobre el tráfico marítimo que ven sobre esa zona?

Aunque en ese momento, Francisco no lo sabía, el suboficial de la prefectura, había ingresado a la misma motivado por todos aquellos héroes que habían actuado en la guerra de Malvinas, y como a él le encantaban los barcos y todo lo relacionado, hizo su incorporación para ayudar a expulsar a aquellos que se acercaban a nuestra zona económica y se llevaban nuestros recursos marinos.

Dudando un poco en dar una respuesta, Juan Carlos, percibió que la pregunta venía con algo más de por medio, y mirándolo fija y seriamente a los ojos, le respondió

— Señor, dígame claramente de que estamos hablando. Ud. puede confiar en mí plenamente para lo que necesite, pero veo que me está tratando de hacer morder el anzuelo.

Sorprendido por tan inesperada respuesta, Francisco no supo que decir, y sintiéndose al descubierto le dijo

— No!!, en realidad no se trata de nada importante, olvide lo que le dije, y que tenga un buen viaje.

Inmediatamente, se retiró y sintiéndose como un prófugo, regresó hacia su oficina de trabajo, pensando en el grave error que podría haber cometido.

Pasó toda la mañana, maldiciéndose y reprochándose, por haberse apresurado y cometer aquel grave error, aunque si lo hubiera pensado tranquilamente, se daría cuenta de que en verdad no había pasado nada, ya que solo había hecho una pregunta sin haber revelado ninguna intención o detalle de nada.

Cuando se hizo la hora de retirarse a su hogar, ya más tranquilo pasó en su coche y observó que el buque guardacostas ya no estaba en el muelle, sin duda había zarpado a alta mar.

Juan Carlos, el suboficial de prefectura, había partido con su embarcación rumbo hacia el atlántico sur para reemplazar a la GC 26 Thomson, que necesitaba volver al puerto para un mantenimiento y reparaciones, y la Azopardo ocuparía su zona de trabajo bien al sur del continente. Después de haber zarpado, Juan Carlos, había quedado algo descolocado ante la súbita reacción de aquel oficial que se le había acercado en la mañana, y que parecía interesado en los pescadores ilegales y en los ingleses. Después de unos días de navegación, fueron informados por parte de un avión de reconocimiento de la armada, de haber localizado varios pesqueros, al parecer japoneses, de que estaban dentro de la zona argentina, y tras recibir las coordenadas tomaron rumbo para correr a los invasores. Cerca de las 4.30hs de la tarde llegaron al lugar, pero no veían a los buques, la tripulación decidió ir un poco más allá, cerca de los limites jurisdiccionales, a veces estos pesqueros cuando saben que los buscan se alejan un poco de los límites territoriales durante un tiempo y así evitan ser capturados, pero luego vuelven y siguen con la pesca ilegal. Al ir mar adentro después de unos minutos observaron algo de humo en el horizonte, que a medida que se aproximaban corroboraron que se trataba de un barco de bandera japonesa y que aparentemente presentaba un pequeño incendio a bordo. Cuando vieron al guardacostas, los nipones inmediatamente hicieron señas para que los ayudaran, el oficial a cargo ordenó acercarse y comunicarse por radio con ellos, al contactarse con el buque, el radio-operador japonés hablando en inglés y muy nervioso contó al oficial, que habían sido atacados por un helicóptero inglés, que se produjo un pequeño incendio pero estaba controlado y que afortunadamente no había heridos de consideración, al interrogarlo en qué circunstancias fueron atacados, este contestó que el helicóptero primero hizo un pasaje a baja altura y sin ningún tipo de comunicación radial efectuaron otra pasada pero esta vez disparando con sus cañones, los que hicieron blanco en un contenedor que tenía aceite, e inmediatamente comenzó a arder y produciendo gran cantidad de humo, luego la nave agresora desapareció, el capitán volvió a preguntar en qué lugar había sucedido y si necesitaban algún tipo de ayuda con los tripulantes, y los orientales respondieron que todos estaban bien que tenían un médico y dieron las coordenadas del incidente, las cuales los ubicaban a una sesenta millas fuera de la zona de exclusión impuesta por los ingleses en las islas, entonces decidieron tomar rumbo al continente en busca de ayuda temiendo que la situación en el barco se agravara. El operador japonés le dijo a nuestro capitán que iban a tomar rumbo al continente para dirigirse a Punta Arenas, Chile, y allí tratarían de reparar los daños, agradeció a nuestro capitán por su ofrecimiento de ayuda, ambos se desearon buena suerte y se despidieron, nuestra nave volvió a tomar rumbo al continente pues el ocaso ya estaba sobre nosotros.

Durante el regreso Juan Carlos y los demás tripulante comentaban entre sí, de con que impunidad los británicos actuaban en los alrededores de las islas, sabiendo que nadie se atrevería a denunciar estos esporádicos ataques, Juan Carlos ya tenía conocimiento de hechos similares, relatados por su amigo pescador. De regreso a la costa recordó la breve conversación con el oficial en el puerto, y lo consideró como una situación que tal vez le interesaría conocer. Después de varios días de navegación y cumplir con la misión de patrullaje la embarcación debía volver a Puerto Belgrano. Arribaron a última hora de la tarde y solo hicieron el trabajo principal, ya que todos querían ir a ver a sus familias, dejando lo menos urgente para el día siguiente.

Esa mañana Francisco llegaba a su trabajo, ya habiendo superado y casi olvidado su experiencia con el suboficial, pero a eso de las 10 de la mañana inesperadamente se presentaba en su despacho, el suboficial de la prefectura Juan Carlos.

— Sr. buenos días. Enérgicamente lo saludó como normalmente lo hacen los militares

— Buenos días suboficial, ¿que lo trae por acá?

— Como recordará, aquel día que tuvimos esa pequeña charla, ya hace varios días, yo zarpaba junto con el guardacostas.

— Sí, claro lo recuerdo bien

— Pues bien, fuimos enviados a remplazar a otro patrullero que necesitaba ir a puerto para reparaciones, y nosotros éramos su reemplazo, hete aquí que durante nuestra patrulla nos encontramos con una situación que está relacionada con los británicos, y pensé que tal vez a Ud. le interesaría conocer.

— Bueno, sí, me gustaría saber ¿por qué no?

El suboficial lo miró con picardía y complicidad, y le comenzó a relatar la experiencia suscitada con el buque japonés y el helicóptero inglés, y cuando terminó le dijo a Francisco.

— Sr. ¿puedo hablar libremente?

Francisco dudando un poco, le contestó:

— Sí, tome asiento relájese y hable

— durante aquella breve charla que tuvimos la primera vez pude notar de su interés en la actividad que hacen los ingleses por el sur, y deduje que Ud. o alguien está tratando de investigar todas estas situaciones de los ingleses con los ataques y violaciones a los pesqueros extranjeros para así denunciarlos a los organismos internacionales ¿Estoy en lo correcto Sr.?

— digamos que sí, que es algo así.

— Bien, yo también quiero que estos piratas reciban algún tipo de sanción o reprimenda por su actuar malintencionado y soberbio, si Ud. quiere lo puedo comunicar con mi amigo pescador, que él conoce mucho más de estas situaciones que yo.

Francisco entonces vió cómo se abría una puerta, para la búsqueda de información del posible movimiento de los buques ingleses.

— Me parece una muy buena ayuda, esto nos dará posiblemente la información que necesitamos para lograr nuestro cometido.

— Yo sabía que lo podía ayudar.

Después de dejarle los datos del pescador, Juan Carlos se levantó y se despidió de Francisco, dejándole saber que estaba a su entera disposición con total discreción en lo que fuera necesario.

Francisco, en ese momento pensó que aquel suboficial, sería una necesaria y muy buena herramienta en la búsqueda de información, la que era indispensable en aquel intrincado y también peligroso juego de ajedrez, que los patriotas estaban gestando.

También se dijo para sí, de que solo, le sacaría los datos que necesitaba pero no debía hacerle saber nada acerca de la operación. De momento sabían que los ingleses hacían de las suyas sin control en las zonas cercanas y no tanto a las islas, Francisco comenzó a anotar toda la data en una pequeña libreta.

Hablando en voz baja y para sí mismo, Francisco comenzaba a escribir en su pequeña agenda.

— Ok, por ahora tengo que anotar, que los gringos navegan hasta los límites en la zona de exclusión que ellos impusieron, pero sus aeronaves vuelan más allá de esos límites. También sabemos que han atacado a barcos sin ninguna provocación, o sea, que no les tiembla la mano a la hora de disparar sus armas, cosa esta que ninguna autoridad sabe. Bien mañana tratare de localizar al pescador y haber que más recopilo para pasárselo a Damián.

Francisco sabía que a partir de ahora su búsqueda por información ya había empezado. Al salir de su despacho y llegar a casa, buscó la dirección y el teléfono que el suboficial le había dado sobre su amigo pescador. Este era oriundo de Punta Alta, a unos pocos kilómetros de Bahía Blanca. Esa misma tarde-noche le llamó a su casa para saber si se encontraba en tierra o navegando. La llamada fue contestada por una mujer quien era la esposa del pescador.

— Hola con la casa de Marcos, así se llamaba nuestro pescador.

— Sí, aquí es, respondió la mujer.

— ¿Se encontrará en casa? Preguntó Francisco.

— Sí, ¿quién le habla?

— Mi nombre es Francisco, amigo de Juan Carlos y necesitaba hablar con él si es posible.

— en este momento se está dando un baño, pero si quiere puede llamarlo dentro de una hora.

— Muy bien, si no es molestia lo llamo enseguida, gracias

Al cortar la llamada, Francisco se puso a pensar donde podría concertar una reunión para que nadie los pudiera reconocer y mantener el sigilo, pensó y pensó, hasta que recordó, que en Punta Alta hay un centro de veteranos de guerra y caídos en Malvinas. Sería el lugar ideal para juntarse.

Después de esperar algo más de una hora, volvió a llamar.

— Hola, soy yo de nuevo, Francisco, ¿podría hablar con Marcos?

— Ah! Si ya lo comunico.

— Hola, habla Marcos ¿Quién llama?

— Que tal, mi nombre es Francisco, soy amigo del Suboficial de Prefectura Juan Carlos, y él me dio su número de teléfono.

— Ah sí!! Juanca, ¿en qué puedo ayudarlo?

— Bueno yo soy oficial de la armada estoy en Puerto Belgrano, y estamos haciendo un censo a los pescadores que circulan más allá de nuestra zona económica de pesca, pero lo que necesito preguntarle debe ser personalmente porque, me debe firmar un formulario, ¿habrá alguna posibilidad de que podamos reunirnos?

Marcos algo desorientado dudo en lo que debía responderle, y le dijo.

— Pero, no sería mejor si habla con el capitán del pesquero?

Entonces Francisco, quedo todavía mucho más desorientado por esta respuesta, y tartamudeando un poco mientras inventaba algo le dijo.

— Si por supuesto, con el quedé en reunirme dentro de unos días (obviamente mentía), pero necesito censar a la mayor cantidad de marinos mercantes que pueda conseguir, tal vez usted también me pueda dar el nombre de alguien más que crea que me ayude en mi tarea.

— Este, bueno, ¿cuándo y dónde quiere que nos veamos?

— Mire yo mañana en la tarde tengo que ir a Punta Alta, cerca del centro de veteranos, ¿le parece si nos encontramos en ese centro, como a las 17 hrs?

— Perfecto, estoy a unas pocas cuadras de allí, está bien nos vemos a las 17.00hs.

— Bien no lo molesto más y mañana nos vemos.

Después de la conversación telefónica, Francisco trato de idear algún tipo de argumento con el cual poder lograr conseguir la información que necesitaba, sin que el pescador sospechara nada. Después se dio cuenta, que si solo preguntaba lo que quería saber, aquel hombre no sospecharía nada, pues el cómo oficial de la armada, estaba haciendo un trabajo para el estado, o eso debería pensar, entonces solo haría preguntas puntuales y de ahí iría profundizando si veía que podía conseguir algo firme y concreto.

Durante la mañana en su despacho, Francisco estaba algo nervioso, pensando en la futura reunión. Al hacerse la hora de salida, llamó a su casa para avisar a su esposa que volvería por la tarde, ya que se quedaría trabajando, luego se dirigió a un restaurant y almorzó algo liviano, antes de viajar a Punta Alta.

Miró su reloj, y siendo las 16.00, se levantó de la mesa, previo de haberse tomado un pequeño café, y subió a su auto para dirigirse en busca del centro de veteranos.

Mientras manejaba su coche y a poco de llegar, sintió como un hormigueo en su estómago, mezcla de nervios y miedo, por una situación que jamás había pasado en toda su carrera, hacer el papel de un espía, que busca la información que le dará la pauta para cumplir una arriesgada misión.

Era las 16.50hs y se estacionaba frente a la entrada del centro de veteranos, y vio que ya había una persona dentro del mismo observando las instalaciones. Bajó del auto y hacia él se dirigió con toda decisión, encarándole y diciéndole.

— ¿Es Ud. Marcos?

— Sí, supongo por el uniforme, que fue Ud. quien me llamó.

Ambos se saludaron con un fuerte apretón de manos; apretón que hizo que Francisco sintiera, de aquella persona, una personalidad fuerte, segura y de total confianza.

— Claro, es muy obvio lo mío. Bueno me gustaría saber si puedo contar con su sincera colaboración.

— Yo diría que sí, pero cuénteme ¿de qué tipo de censo esta Ud. hablando?


Se ubicaron debajo del avión Aermacchi de la armada, en donde comenzaron a hablar.

— Bueno, Marcos, los datos que estoy buscando en realidad se relaciona con las cosas que están pasando con los buques pesqueros que han sido acosados o incluso atacados por los ingleses, como sabrá nuestra naves no llegan hasta tan cerca de la zona de exclusión que han puesto los británicos, pero sabemos que ustedes por su trabajo si, y con encuentros en muchos casos con los gringos. Juan Carlos el suboficial de prefectura me confió que usted sabía algo sobre tales situaciones y que me podría contar al respecto.

— Sí, es cierto, yo trabajo con una empresa pesquera multinacional, pero casi toda la tripulación es argentina. Muchas veces hemos encontrado buques extranjeros con algunas averías producto de los ataques ingleses, pero además, nos tocó vivir dos situaciones similares, en una de ellas salimos salvos por pura suerte.

— Que pasó exactamente, ¿puede relatármelo?

— La primera vez que nos topamos con ellos fuimos muy afortunados, pues estábamos como a unas 80 millas de su zona prohibida, la pesca nos había hecho llegar hasta allí, a causa de que habíamos estado buscando los cardúmenes para conseguir una buena carga y así regresarnos a puerto, era como las 11.00 de la mañana, ya casi estábamos terminando, cuando el capitán nos avisa que veía un helicóptero que se acercaba, todos nos imaginábamos que eran ellos, pues nadie más tiene aeronaves cerca. Bien continuamos con lo nuestro, cuando el helicóptero pasó casi rozando el mástil del barco, eso nos sorprendió a todos, e inmediatamente comenzamos a seguirlo con la mirada. El aparato hizo una vuelta amplia y regresó, pero esta vez notamos que algo pendía en su panza, al acercarse a nosotros empezó a ganar altura, y de pronto lo que colgaba cayó en la embarcación golpeando una de las grúas para remolcar las redes y después cayó al agua, imagínese el susto que todos teníamos, no sabíamos que hacer, pues no hay para donde correr o esconderse. En el alboroto el helicóptero desapareció, obviamente no vimos para donde tomó. Cuando comenzamos a calmarnos un poco y ver que solo había daños materiales decidimos volvernos. Creo que lo que nos arrojó era como una de esas bombas de profundidad, porque se veía como una especie de barril.

— ¿Recuerda la ubicación exacta del lugar del encuentro?

— Bien, bien no, pero si la necesita se la puedo conseguir.

— Y sígame contando, ¿qué pasó con el segundo encuentro?

— En la segunda vez, estábamos en otra zona más al norte de la primera


— Ya había pasado como tres meses de la primera vez, y ahora cada vez que salíamos usábamos el radar del buque que más que nada era meteorológico para tratar de ver si ellos andaban cerca, también por radio trasmitíamos a otros barcos que sabíamos por dónde andaban y consultábamos si ellos los habían visto cerca o si sabían de alguno que los hubiera encontrado por esa zona, creo que a partir de ahí, todos los pesqueros comenzaban a preguntarse entre sí, para así tratar de evitar estos cruces. Bueno como dije hablábamos con un pesquero noruego, y de pronto el capitán comenzó a relatar que estaban viendo a un helicóptero que estaba disparándole a otro barco a unas 3 millas de donde estaban ellos y luego se retiraban. En realidad, luego nos confirmaron que el helicóptero disparó con sus armas pero no directamente al barco, sino, hizo fuego por delante de la línea de navegación del pesquero. La mayoría de estos cruces han sido así, los disparos no van directamente a las embarcaciones, pero ha sucedido que si, como nos sucedió a nosotros, y alguno que otro también.

— Ok, bien estos sucesos son los que tratamos de investigar, aunque no tenemos pruebas, por lo menos podemos iniciar una denuncia para que los organismos internacionales tomen cartas en el asunto. ¿Ud. cree que en los pocos casos que hicieron blanco en las naves, fue intencional, o como que le fallaron los cálculos?

— La verdad no sabría decirle, pero todo puede ser posible.

— Yo necesitaría dentro de lo posible contar con la información precisa del lugar de los ataques, si Ud. pudiera conseguirla, me sería de gran ayuda.

— ¿Pero no tiene que entrevistar a mi capitán?

— Bueno, para serle sincero, la única entrevista que he conseguido fue con usted, y es debido a que ambos conocemos a Juan Carlos, lo de su capitán fue una pequeña mentira que usé para poder hablarle.

— La verdad que algo presentía al respecto, como que no me cerraba esto de entrevistarme a mí en vez del capitán. Pero sí, puedo conseguirla, no habría problema, todos tenemos acceso a estos datos y el capitán que tenemos es muy accesible.

— Yo tuve un hermano que peleó contra los ingleses, él estuvo como conscripto en el ARA Guerrico, ahora vive en Mar del Plata, pero siempre ambos hemos pensado igual en contra de la usurpación de las islas, y si esto sirve para la causa, será un placer ayudar.

— Verdaderamente, me siento algo mal por haber comenzado con una mentira, pero me alegro del resultado que hemos logrado. Cuando consiga las coordenadas por favor avíseme, le dejo mi tarjeta, y nos encontramos de nuevo. Realmente ha sido un gusto hablar con Ud.

— Lo mismo digo, y lo llamo cuando tenga eso. Adiós.

Ambos hombres salieron del centro de veteranos, Francisco subió a su automóvil y partió de regreso a Bahía Blanca, Marcos solo caminó, ya que su casa estaba muy próxima al lugar.

De esta manera el viejo Capitán de Fragata, iniciaba su recopilación de datos, sobre los movimientos de las naves inglesas por la zona de exclusión por ellos impuesta.

Por otro lado Damián, empezaba a entrelazar los eslabones, que necesitaba, para que esta cadena de hombres e información lograran alcanzar su objetivo. Es así que su siguiente movida sería hablar con Julián, Brigadier en Rio Gallegos, quien había sido radarista durante los primeros días del conflicto en las islas, y luego fue trasladado a San Julián, de donde partían los A-4C, ahora cerca de culminar su carrera militar, estaba dispuesto a poner la frutilla del postre que lo haría sentir vivo otra vez.

A principio de Septiembre, saldría desde Córdoba un vuelo hacia el sur que partiría muy temprano para estar de regreso a la noche de ese mismo día. Damián vio la oportunidad para ver a Julián, y hablarle de la misión. Entonces le mandó un mail, diciéndole que el día 6 de septiembre estaría en la brigada por solo unas horas y que era urgente que se encontraran.

Julián, recibió el mensaje y sabiendo de que se trataba, solo respondió: “Ok te espero sobre la pista y desde allí me encargo de tu alojamiento. Julián”

El miércoles 6 de septiembre a las 5.00hs de la mañana, Julián arribaba al aeropuerto, llevando consigo solo un maletín, ya que el viaje sería por solo unas horas. El avión, un C-130, llevaba material para la IX Brigada, y también iría un pasajero de último momento. La hora de partida establecida era a las 5.45hs, aún de noche, para llegar con los inicios de la mañana.

La partida ocurría con toda normalidad, y el viaje se presentaba con buen tiempo y despejado, las temperaturas para esa época comenzaban a subir un poco debido a la proximidad de la primavera.

Malvinas Misión Secreta

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