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9. Acción

Dato coyuntural del caso que registra el tipo de actividad que la persona estaba realizando al fallecer.

Una variable que finalmente permite estructurar el heterogéneo rango de expresiones que esta recopilación comprende, con un no evidente modelamiento inédito que se origina en los diferentes tipos de interacción riesgosa que se pueden ocasionar.

Colocar a un esquiador, un comando militar o un montañista en los alrededores de un paso fronterizo a gran altitud, provocará diferentes lecturas del escenario por parte de estos actores: el primero se fijará en algunas pendientes nevadas planteándose descenderlas, el segundo en aquellos rasgos que le den una mayor ventaja táctica y el tercero en una adecuada línea de ascenso a un punto prominente. Los tres representando perfiles disímiles pero teniendo en común que la ejecución de su actividad la realizarán con un mínimo de ayuda externa.

En cambio, si mineros, arrieros o funcionarios públicos se ven localizados en el mismo espacio anterior, para realizar sus tareas ellos no vacilarán en usar cualquier medio que tengan a su disposición (un tractor, un caballo, un automóvil). Un enfoque que no implica ningún negativo juicio de valor para con ellos, sino que nada más que la representación de la situación en la que se encuentran; una en donde cumplir el objetivo asignado, lo antes posible y sin poner en riesgo su integridad, es un imperativo.

Expresado de otra manera, la misma moto de nieve cuyo uso para un montañista significaría invalidar la esencia misma de su propósito, para un nivólogo podría ser irresponsable no emplearla.

Explicaciones que van delineando la existencia de enfoques disímiles de interacción riesgosa en los ambientes de montaña. Con sus diferencias no construyéndose, por ejemplo, sobre las dicotomías recreacional versus laboral (porque guiar también es un trabajo) o voluntario versus obligatorio (ya que un comando también obedece órdenes), sino que sobre la actitud que se tiene con respecto a la opción de recibir ayuda “externa”. Sobre la cual hay de 3 distintos tipos.

La primera, denominada “Explotación”, es aquella en la que el único límite teórico de privación logística para realizar el objetivo planteado es la disponibilidad de los recursos no propios; con los involucrados utilizando cada oportunidad disponible para sacarle ventaja al terreno (de ahí la razón para denominarlo “explotación”; en el sentido de “aprovechamiento”).

Las acciones que comprende, y que están presentes en al menos un incidente del Listado Central, son:


El segundo tipo de interacción riesgosa es “Aventura”. El que reúne a las actividades en las cuales, por alguna razón, para cumplir el objetivo planteado existe algún grado de privación logística no vinculado a la disponibilidad de recursos externos. Lo que causa que sus actores tengan que lidiar con un número apreciable de vicisitudes e imprevistos que la sociedad normalmente asocia a una aventura (que es el motivo para rotularlo de tal manera).

Sus acciones, presentes en al menos un incidente de la recopilación, son:


El tercer y último tipo de interacción riesgosa es “Exótica”, la cual agrupa las situaciones especiales o extrañas. Sus acciones, presentes en al menos un evento en la recopilación, son:


Así, usando casos ya mencionados anteriormente, la acción registrada para Harris Hoff (La Campana, 1953) es “Montañismo” (y, por ende, su tipo de interacción es Aventura), para René Bishop (Los Libertadores, 1983) es “Control” (y tipo de interacción Explotación), para Daniel Maspons (caída del avión uruguayo, 1972) es “Aérea” (tipo de interacción Exótica) y para el Cabo 2º Julio Toro (glaciar García, 1997) es “Militar” (tipo de interacción Aventura).

Esta clasificación de las acciones según el tipo de interacción podrá ser pertinente pero definitivamente no es obvia, requiriéndose explicaciones adicionales para dimensionar correctamente su alcance, dentro de las cuales hay 5 puntos en particular que es conveniente desarrollar ahora.

Para comenzar, se admite que inicialmente puede ser confuso diferenciar las acciones “Paseo” y “Turismo”. Si bien ambas están enfocadas en aspectos lúdicos y recreativos con un grado de riesgo mínimo, la primera de ellas, “Paseo” (ubicada en Aventura), se refiere a las clásicas visitas a la naturaleza donde existe un continuo contacto con el ecosistema que puede, incluso, durar algunos días; como acampar en algún terreno agreste o hacer un asado en un área protegida. En cambio “Turismo” (clasificada bajo Exótica) agrupa las actividades como las subidas a los centros de esquí para conocer la nieve o el viaje al Lago Chungará por el día desde Arica; actividades donde la exposición tiende a ser breve, mínima y típicamente en torno al apoyo de vehículos motorizados. Por eso, los fallecimientos de Wilson Molina y Teddy Silva en el sector del Cabrerío en 1990, cuando se desencadenó una tormenta mientras acampaban, se entiende como una propia de la acción “Paseo”; mientras que el deceso de la turista francesa Margaret Francois en el 2015, tras haber caído en uno de los pozones de los Géiseres del Tatio, es uno asignado a “Turismo”.

La segunda observación se aboca a responder la pregunta de por qué la acción Militar está ubicada en Aventura y no en Explotación; como se podría haber esperado dada la reconocida característica de las actividades castrenses por cumplir sus objetivos utilizando todo lo que tengan a mano. Y la razón es simple: cuando hay ambientes de montaña involucrados, para el éxito operativo es fundamental que sus ejecutantes sepan desenvolverse en él; habilidades que, además, son imprescindibles por un asunto de sobrevivencia personal dadas las condiciones extremas que tales entornos presentan. Por lo tanto, las FF.AA. regularmente realizan acciones en terreno bajo la premisa de la privación logística (es decir, Aventura) con la finalidad de capacitar y entrenar a su contingente para que este, después, pueda desenvolverse proficientemente en dichos contextos para hacer viables los planes estratégicos formulados (o, expresado de otra manera, para controlar una nevada vertiente en un glaciar, un soldado esquiando puede ser más efectivo que un tanque).

Tercero, relacionado con lo anterior, y más allá de donde se sitúe la acción Militar (si en Explotación o Aventura), debe aclararse que esta no es una que aglutine a todas las víctimas sucedidas en ambientes de montaña a los miembros de las Fuerzas Armadas, sino que solo a aquellas producto de actividades de neta orientación militar (como las campañas o instrucciones). Siendo un buen ejemplo de ello la diferencia que se hace entre los decesos del Cabo 2do. Fernando Campos (Muela del Diablo, 1978) y el del Cabo 2do. Adolfo Millón (Paine Grande, 1989); la acción del primero catalogada como “Militar” (al suceder durante el transcurso de un curso de montaña del Ejército de Chile), la del segundo como “Montañismo” (por ocurrir mientras se estaba involucrado en un ascenso deportivo).

Lo que deriva a su vez (cuarto punto) en la necesidad de no dilatar más el ejercicio de definir qué se entiende por montañismo. La descripción ubicada en la recién presentada tabla de Aventura es nada más que un esbozo (propio del limitado espacio donde se encuentra), y las reflexiones realizadas en las sección I.B.4 no terminan concretándose en una declaración definitiva (a pesar de que entregan antecedentes útiles, tales como que se trata de una macro agrupación de actos de límites difusos).

Formalizarlo, sin embargo, no es fácil. Con las definiciones existentes siendo tan instrumentales a los contextos que las generan que ineludiblemente se convierten en no universales. Como lo que sucede por ejemplo con la provista por la RAE, la que especifica que “montañismo” es “alpinismo” y a este, luego, lo cataloga como un deporte que consiste en la ascensión a altas montañas. Un conjunto de descripciones que le es útil a esta organización para explicar tal vocablo de alguna forma, pero que evidentemente es insuficiente (a la par de recursivo) porque, entre otras falencias, no da cuenta del conocido hecho que un porcentaje relevante de sus cultores lo considera un estilo de vida (más que un mero acto atlético). Uno que, además, no necesariamente se practica ni en lugares “altos” ni en “montañas”.

La definición desarrollada por esta investigación no está libre de tales inconvenientes pero al menos intenta ser más completa, usando como punto de partida la noción intuitiva que la sociedad tiene de ella, para luego depurarla con aspectos que aportan la experticia y la comprensión teórica de las dinámicas involucradas.

El resultado es el siguiente:

Montañismo es un superconjunto de heterogéneas expresiones que se llevan a cabo en ambientes de montaña, caracterizadas por la consecución explícita de un objetivo por medios propios, con algún grado de privación logística y bajo el principio del Riesgo Asumido.

Esta definición usa conceptos ya declarados (ambientes de montaña, medios propios, privación logística) y otros que son explicados más adelante (Riesgo Asumido, en IV.A.2); todos los cuales redundan en una descripción de tipo inclusivo que permite abarcar actividades tan diversas como ascensiones, escaladas, travesías, esquí de montaña, randonés, big walls, records de velocidad y todas las derivaciones y combinaciones que se puedan dar entre ellas.

La quinta y última consideración es acerca de la pertinencia de incluir en este estudio la acción del Trail Running. La que (y siempre con la idea de no entrar en discusiones semánticas) aquí se utiliza en forma genérica para reflejar tanto a las expresiones del mismo nombre, como aquellas otras con las que guarda similitudes (carreras en altura, maratones de montaña, desafíos extremos, etcétera). Cuyas incorporaciones a la investigación están justificadas porque tales acciones calzan con lo que se entiende es la interacción riesgosa; sin importar que en ellas el aspecto competitivo explícito sea una arista importante, a que en teoría sus recorridos tiendan a circunscribirse a un “sendero” (de ahí su nombre), o a que exista el potencial de una ayuda externa que en otras acciones de Aventura serían vistas como inapropiadas (apoyo médico, red de comunicaciones, pacers, etcétera).

Lo que sí, agregarlas ocasiona subjetividades adicionales; especialmente cuando el accionar de sus víctimas se localiza en la imprecisa frontera que separa la acción Trail Running de la del Montañismo o Excursionismo. Una complicación que solo puede resolverse evaluando caso a caso y sin perder de vista el principio desarrollado en la sección anterior: que lo relevante para el estudio no es lo que las víctimas “son” o “dicen que son”, sino lo que “hacen”. Por lo tanto, más allá que uno de sus ejecutantes sea o se considere turista, cliente, corredor, policía, esquiador o militar, e independientemente a sus motivaciones, experiencia, certificaciones o entrenamiento... si este se adentra en un ambiente de montaña con un accionar que la mayoría de los expertos reconocería como propios del, digamos, Trail Running, entonces la actividad se catalogará como eso; Trail Running (ídem para Montañismo o Excursionismo).

Un ejemplo que ilustra bien este tipo de dificultades es el incidente de Joaquín Castillo y Vicente Charpentier en el cerro Provincia el año 2016. Quienes se movían, al menos inicialmente, según una estética que el grueso de la comunidad identificaría como propia del Trail Running. No obstante, en la medida que ellos ganaban altura, y las condiciones se hacían marginales, la problemática de su actividad se iba haciendo crecientemente similar a la que enfrentan quienes hacen montañismo. Lo que deriva en el dilema de decidir cuál de las dos acciones aquí es la prevalente, conformando un ejercicio que no es trivial y en donde cualquier respuesta alcanzada es válida e insatisfactoria al mismo tiempo (al final, se catalogó como Montañismo).

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