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Prólogo

Sergio de Castro S.

No tuve la suerte de asistir a su curso de Teoría Monetaria, o a sus seminarios sobre dicha materia, pero leí todas sus publicaciones y las disfruté intensamente. Por sus amigos creo haber llegado a conocerlo y apreciarlo. No cabe duda de que era un científico ciento por ciento, dedicado a revelar la verdad sobre los problemas económicos más importantes que deben enfrentar los países en general. Era un fanático de la comprobación de las teorías, pues analizaba si las predicciones hechas sobre la base de aquellas coincidían o no con la realidad.

Contrariamente a las acusaciones de sus detractores, Friedman no adscribía a ninguna ideología en particular. Su relación con Ronald Reagan, de sincera amistad, se prestó para tacharlo de conservador. Pero por amigo que fuera Friedman de Reagan, no habría aceptado asesorarlo si hubiera pensado que no estaba dispuesto a hacer reformas que permitieran una aplicación más profunda de los principios de una economía de libre mercado, que dinamizara el desarrollo económico de Estados Unidos, y eso fue lo que hizo, con gran éxito.

Milton Friedman era un hombre sencillo, cálido y que comunicaba su alegría de vivir. No tengo ninguna duda de que es lejos el mejor economista del siglo XX. Cuando Keynes ganó aceptación general predicando que la política fiscal era necesaria para evitar las crisis económicas, Friedman postuló y luego demostró que la gran crisis financiera de 1929 se debió a la errada política de la Reserva Federal, que redujo la cantidad de dinero. También criticó la exagerada intervención del Estado en el funcionamiento de la economía, por las ineficiencias que introducía. En la batalla de las ideas, las suyas en pro de la libertad y de la competencia de los mercados se han impuesto en gran parte del mundo, y desde luego en los países que han logrado progresos notables.

El caso más espectacular es sin duda China. El fracaso del “Gran salto adelante” de Mao, que lo indujo el año 1966 a decretar la “Revolución Cultural”, duró una década y generalizó el caos social y económico.

En 1976 fallece Mao y asciende al poder Deng Xiaoping. Este descubre que no es importante el color del gato, sino que cace ratones, e inicia reformas económicas promercado. A inicios de los 80, Friedman es invitado a China, donde expone sobre las ventajas de que sean los mercados libres y competitivos los que determinen el óptimo en la distribución de los recursos productivos en un país. El episodio de Tiananmen, en 1989, interrumpe el progreso en la apertura económica a los incentivos de mercado, pero este se reanuda en 1992, con Deng decidido a profundizar el uso de los mercados en la agricultura y la industria, con resultados sorprendentes.

Este es el punto de inflexión para el espectacular desarrollo económico de China, desplazando el año 2010 a Japón del segundo lugar en el PIB mundial. Varios cientos de millones de chinos han dejado la pobreza y la seguirán dejando.

Se cumple así lo que pronosticaba Friedman. Falta ver si se cumplirá lo que podríamos llamar el corolario de Friedman, de que una economía libre exitosa llevará a un régimen político democrático.

Milton Friedman: la vigencia de sus contribuciones

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