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PRÓLOGO

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Cuando hablamos de caos, generalmente hay desastre, y es que un caos es poco peor que algo malo; cuando nos toca hablar de caos, describimos cosas que no estamos acostumbrados a describir a diario.

Ahora, todos los caos o catástrofes, de los cuales algún día hemos hablado, (terrenalmente) todos se han logrado estabilizar a la normalidad y, si bien hoy en el cristianismo hay caos, es totalmente remediable.

Créeme que no estoy en contra de algún cristiano en particular, ni siquiera de aquel que dice serlo, pero en su corazón sabe que no lo es.

Estoy en contra de las ideas generalizadas, de los problemas que ya son parte del orden del día en nuestra familia, en nuestra escuela, en nuestro trabajo y también en las Iglesias.

Es decir, me considero en lo personal alguien que puede tolerar algunas cosas de las cuales hablaremos a lo largo de estas páginas, pero la verdad es que no comparto las ideas que mucha gente tiene al respecto.

¿Por qué te digo esto?

Porque es importante que sepas que el cristianismo de hoy se ha cuidado “tanto” de no mezclarse con el mundo, o que el mundo no se mezcle con las Iglesias. Lo malo de esto, es que miran lo de menos importancia.

Dios está más interesado en nuestras vidas interiores que exteriores, sin embargo, el cristianismo de hoy se enfoca más en el exterior que el interior.

Tampoco digo que hablar del exterior de la persona es malo, para nada; estoy de acuerdo, porque también me ha tocado compartir unas cuantas enseñanzas, pero lo que trato de decirte es que el enfoque principal, lo hemos cambiado por otro, que, al parecer, se nos hace más interesante que el enfoque que Dios puso.

Hablar del peinado, se nos ha hecho más gratificante que hablar del egoísmo, hablar de la vestimenta se vuelve más gratificante que hablar de la envidia, hablar de la música se hace aún más gratificante que hablar de perdonar, de sanar, de restaurar.

No te espantes, quizá caos sea una palabra exagerada, o quizá muestra una realidad clara pero, si bien tal vez no haya un caos como tal, hablando del cristianismo en general, sí que se ve un desastre en la mayoría de los cristianos.

Ahora, cuando hablo de cristianismo moderno no estoy hablando de lo que quizá estás pensando, sino de la nueva generación.

Tal vez, también llamarlo cristianismo moderno se preste para varias interpretaciones.

No quiero eso, por eso te lo explico ahorita, yo no tengo nada en contra de ti en cuanto a tu persona exterior.

Mi objetivo es diferente, quiero atacar los problemas interiores, las guerras que necesitamos pelear y nos quitan a veces el sueño.

Y quiero que, desde el principio, pienses en eso. Hay guerras, enemigos, actitudes, con los cuales hasta el más espiritual e intelectual en cuanto a las cosas de Dios, necesita luchar.

Y desde ahorita te lo advierto, este no es un libro teológico, es decir, no vas a encontrar aquí estudios profundos de los pasajes (aunque sí encontraras algunos versículos). Solo usaremos ciertos pasajes para que nos sirvan como ejemplo y apoyo.

Si vienes en busca de errores o de falta de experiencia, también los vas a encontrar. Yo vengo solamente a compartir algo que Dios puso en mi corazón para compartir, si no estas de acuerdo con lo que estas leyendo, desde el inicio te invito a que mejor inviertas tu valioso tiempo en otra cosa.

Y sobre todo, si vas a seguir leyendo, que Dios sea el que nos ayude a poder comprender y a darnos cuenta de la realidad de nuestra situación interior.

Olvida por completo al autor, te lo pido de corazón.

Y que este libro te sea de mucha bendición

Caos en el Cristianismo

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