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LA VENGANZA NUNCA ES BUENA,
MATA AL ALMA Y LA ENVENENA.

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Quisiera continuar, hablando de otro problema.

Te hablaré de la venganza, esa que “nunca es buena”, esa que “mata al alma y la envenena”, dijo el famoso don Ramón.

Aunque nos cause gracia, esta frase es muy cierta.

Para entenderla, primero debes saber que el alma es el centro de las emociones, es por eso que mucha gente dice: “Te amo con toda mi alma”, o dice también: “Te odio con toda mi alma”, porque en el alma es donde se crean y se desarrollan los sentimientos hacia los demás, tales como el amor, el odio, el rencor, etc.

Teniendo eso en mente puedes pensar, ahora sí, que cuando don Ramón dice: “la venganza nunca es buena”, es verdad.

Siempre la venganza es resultado de una acción.

Mayormente en una acción mala, que te hicieron pasar quizá alguna mala jugada, tal vez algún mal que te hicieron a ti o a alguien de los tuyos, llámese amigo o familia.

Lo que siempre buscaremos por naturaleza es la venganza, que la persona que nos hizo daño pague por lo que hizo. A veces buscamos que paguen de una peor manera, y es una cadena que, si no decides cortar tú, seguirá por mucho tiempo.

Lo peor de esto es que es un cáncer que, igual que todos los cánceres, o bueno, al menos la mayoría de ellos, mata.

La venganza es un sentimiento que también se crea en el alma. Poco a poco se va maquinando para después llevarlo a efecto, y que este tenga una repercusión en la persona que queremos que sea atormentada a través de nuestra venganza.

¿Por qué queremos vengarnos?

Hay muchas respuestas para esta pregunta. La más común que logro ver, es que creemos que nadie nos puede hacer daño, que nadie tiene derecho a lastimarnos, que nadie tiene por qué hacernos sentir mal, o jugarnos chueco. Y por eso cuando alguien lo hace, tratamos de pagarle de la misma manera.

Y es verdad, nadie tiene por qué hacer todo eso, el problema es que nosotros sí lo hacemos con la demás gente.

Nos aprovechamos de las personas, lastimamos a otras personas y las dañamos, hablamos mal unos de otros, nos deseamos mal unos a otros, y es por eso que de allí nace la respuesta. Queremos vengarnos porque no merezco lo que me hacen.

Si, pero los demás tampoco merecen.

Ahora, si nos ponemos a pensar en muchas desgracias que han pasado en nuestro entorno, podremos concluir que, en muchas ocasiones, el resultado es consecuencia de alguna venganza.

Si hay algún pleito por aquí, si hay algún otro por acá, es porque aquel primero le hizo a aquel.

Es muy raro todo esto, porque no nos dejamos de nadie Creemos que al no hacer nada nos convertiremos en débiles, en cobardes, la gente se reirá de nosotros Creemos que conocemos la justicia, y por eso la hacemos por nuestra propia mano.

Ahora, si bien es cierto, hay una línea muy delgada, entre ser tolerante y ser indiferente.

No puedes permitir que alguien se aproveche de ti, de tu familia Si eres buena persona, déjame decirte que mucha gente querrá aprovecharse de ti, de lo que haces, quizá hasta de los bienes que tienes.

Debes tener cuidado en ser tolerante, pero no en ser indiferente.

Ahora, también debes cuidar eso que permite que despierte ese sentimiento hacia los demás, que es la cero tolerancia. Porque después vives tu vida creyendo que todos quieren hacerte daño, que todos son malos, y es un tormento del cual no tienes control, pero tú mismo provocaste ese tormento emocional, en donde piensas que todos son malos, y el único bueno en esta vida eres tú. Eso hace que siempre estés a la defensiva, que siempre quieras tener la razón, pero tranquilo: aún hay gente buena, y siempre habrá gente buena.

No creas que eres el único ser honesto (si es que lo eres) en la faz de la Tierra. Hay mucha gente que se siente así, pero quizá sea porque un día se aprovecharon de ellos y cerraron sus puertas totalmente.

La venganza produce placer después de llevarla a cabo, causa satisfacción, pero esa satisfacción y placer que causa son pasajeros. Solamente nos deja más vacíos de lo que ya estamos.

Por eso bien dice don Ramón: La venganza NUNCA es buena. Ni en el momento más oportuno, tampoco es buena. Aunque sea quizá el tiempo perfecto para vengarnos.

Jesús conoce nuestra mente e intenciones, por eso dice en su palabra: “Mía es la venganza, yo daré el pago…” Por algo la palabra de Dios nos dice eso, sabía Dios que nuestra justicia no es justa, sabe que no somos capaces de poder darle a nuestro prójimo algo justo. La venganza de la que Cristo habla siempre, y la cual es la que siempre da, es justa, pero se basa en su misericordia, bondad y amor.

Es por eso que él hace venganza de diferente manera que nosotros, porque nuestra venganza se basa en el enojo, en los impulsos y en la injusticia, sobre todo. Por eso todo termina mal, porque no somos capaces de vengarnos por nuestra propia mano.

Cristo, como en todos los casos, nos extiende su mano para ayudarnos, pero igual que en las otras ocasiones, se requiere de voluntad. Cuando le dejamos nuestras situaciones a él, él se encarga de la venganza. Y es mejor que un especialista, y alguien que tenga compasión, sea quien tome venganza por nosotros.

Recuerdo un caso muy particular.

Mis hermanos y yo siempre sufrimos burlas en las escuelas, únicamente por ser cristianos. Había niños que querían pelear con nosotros solamente porque éramos cristianos, y pues en varias y repetidas ocasiones sufrí de golpes por esa causa.

Yo siempre seguía la recomendación que mis padres me daban. En ocasiones llegaba llorando a mi casa, porque no podía responder de la misma manera que ellos, y eso me frustraba. En mi corazón sentía odio por no poder vengarme por mi propia mano, pero al ver la justicia de Dios, el odio que tienes se convierte en misericordia hacia los demás.

En una ocasión, mi hermano regresaba de su escuela y fue golpeado por varios niños, solamente por ser cristiano. Mi hermano llegó con golpes a la casa, llegó llorando, se sentía impotente. Los que conocen a mi hermano, sabrán que es un hombre muy duro, de carácter muy fuerte.

Entiendo la impotencia que sentía en ese momento, de solamente dejarle las cosas a Dios, yo creo que para mis padres también era difícil ver a su hijo llorar porque lo golpearon solo por ser cristiano.

Solo le dejamos las cosas a Dios…

Pasaron algunas semanas, y llegó una noticia, el niño que había golpeado a mi hermano había sufrido un accidente y se encontraba muy mal de salud.

Ahí es cuando te digo que el odio que el mal causa se convierte en misericordia cuando Jesús toma el control de nuestra situación.

Recuerdo que oramos por el jovencito, para que pudiera recuperarse de su accidente. Un carro lo golpeó y quedó la mayor parte de su cuerpo en muy mal estado. Recuerdo cuando el jovencito llegó a su casa, después de su recuperación, que mi hermano y mis padres fueron a verlo. Le llevamos algunas cosas que, en su estado de enfermedad, le iban a hacer falta. Pudimos orar por él y pedir por su recuperación.

Hoy en día, ese joven camina con dificultades, batalla para hablar, y el golpe afectó su cerebro.

Cuento esto, no para declarar victoria sobre una situación, sino para que veas que quizá mi hermano hubiera podido tomar venganza por su propia mano, pero decidió dejárselo a Dios y nos parecerá algo muy fuerte, pero lo justo para Dios fue ese resultado.

Quizá hubiéramos querido que fuera de manera diferente, pero tal vez los otros compañeros que también golpearon a mi hermano pudieron ver la consecuencia del mal que estaban haciendo, que decidieron no hacerlo más.

No sabemos. Pero Dios sí sabe, él quizá enseñó al joven, nos enseñó a nosotros y quizá a algunos cuantos más.

¿Cuál es el peor mal que pueden hacerte, que no le hayan hecho a Jesús y lo haya tolerado?

El problema es que ahora todo es un problema. Buscamos venganza, por más pequeña que sea.

Hubo personas en la Biblia que pudieron hacer venganza por su propia mano, cuando el enemigo o los enemigos se descuidaban. Uno de ellos fue David. Tuvo varias oportunidades de poder vengarse de Saúl, su rey, quien quería matarlo a como diera lugar.

David decidió dejárselo a Dios. Y Dios hizo justicia con David, en cuanto a Saúl.

¿Qué le costaba a David vengarse por su propia mano? Nada, y todo.

Pudo hacer cosas imaginables mientras que, por otro lado, le dejó las cosas a Dios, y he ahí el resultado. David matando a Goliat, David siendo rey, David derrotando a sus enemigos. De éxito en éxito, mientras Saúl, de fracaso en fracaso. Eso pasará con las personas con las cuales el mundo se mete, Dios actuará conforme a su justicia, así que no tenemos por qué preocuparnos por la venganza, ella llega sola, y llega en el momento indicado, justo cuando es necesaria.

Con José, el soñador, pasó lo mismo. Tuvo todos los medios para poder vengarse y para poder ver sufrir a los que le hicieron sufrir a él primero.

Pero cuando Dios está en la vida de las personas, estas se dejan llevar por él, aunque el mundo no entienda.

Cualquiera de nosotros lo hubiera hecho, quizá hubiéramos dejado sin comer en este tiempo de escasez a toda nuestra familia, por lo que nos hubieran hecho.

Y si hoy en día sientes rencor hacia alguien más, por mil cosas que te han hecho pasar, tal vez te lastimaron, pero te aseguro que la venganza no es la solución.

Un consejo que podemos tomar de la Palabra de Dios, en cuanto a esto, es en 1 de Pedro 3:9.

“No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición…”

Pero qué horror, ¿no crees?

Lo único que Dios trata de hacer por ti es que seas feliz, que seas libre de ese rencor que tienes hacia los demás, de ese odio, que lo único que está logrando es que en tu pensamiento maquines venganza.

Y al final, traerá un momento de satisfacción, pero un momento solamente. Cuando pase ese dulce trago, te sentirás mal.

Es por eso que entre mejor puedas estar con los demás, es felicidad para ti.

La gente piensa que los cristianos somos ignorantes, que no nos damos cuenta cuando ellos quieren hacer de las suyas, creyendo de una manera errónea, que no podemos hacer nada ante una injusticia, de otra persona hacia nosotros. Lo que no saben es que detrás de nosotros está alguien justo, que le hará pagar por todo lo que hizo.

¿Se aprovechan de ti? ¿Hablan mal de ti? ¿Tratan de hacerte daño?

Dejarle las cosas a Dios suele ser complicado, pero es la mejor opción, y la más efectiva, que está comprobadísima, tanto en la Biblia como en la vida diaria. Aunque al final puede ser amarga, porque el resultado, como ya lo vimos, puede ser triste, es la manera justa de Dios, y no podemos tratar de cuestionarlo o hacer que cambie su justicia.

Recuerda que todo lo que él hace es con un propósito, y más allá de eso, siempre es justo.

Ya basta de venganza, repito lo que he venido diciendo: no podemos cambiar el mundo, pero tú y yo sí podemos cambiar, mejorar como personas y como cristianos.

Pidamos a Dios por más paz, pero esa paz la tenemos que dar nosotros, así que la oración hacia Dios sería:

“Señor, me siento lastimado por otras personas que han querido dañarme, incluso ya lo han logrado, pero no quiero dejarme llevar por mis impulsos. Oro por esas personas, para que tengas misericordia de ellos y les des paz en su corazón. Dame paz y tranquilidad a mí también, para tener siempre presente que, a su tiempo, pondrás justicia a mi causa. Amen”

Caos en el Cristianismo

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