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EGOÍSMO SIN DOMINIO PROPIO

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No me dejarás mentir, todos tenemos un amigo que solamente piensa en él, solo está pensando en cómo verse mejor, como tener mejores cosas, como obtener beneficios, pero únicamente para él.

El típico amigo que tiene todo, al que nunca le falta nada.

Y nos da cosa, ¿no? Es decir, como que sí lo apreciamos mucho, pero al final de todo, muy dentro de nuestro corazón, no aceptamos mucho su egoísmo, y es porque es algo que realmente incomoda.

El egoísmo nos mata poco a poco, es un sentimiento con el que, sin darte cuenta, alejas a tus amigos, a tu pareja y, claro, te alejas de Dios.

Aparentemente es bueno, porque todos quieren tener todo. Todos queremos estar cómodos, vivir bien, y pensamos en nosotros mismos, olvidando e ignorando todas las personas que están a nuestro alrededor, y aun las que no están, que forman parte vital de nuestro camino en este mundo.

¿Te has puesto a pensar de verdad por qué hay tantos pleitos y discusiones entre parejas, entre familias, entre mismos cristianos? Y si has pensado en esto, concluirás que ha sido y todo ha empezado con un brote de egoísmo.

Ahora quiero dejar en claro el significado literal de lo que es el egoísmo.

Como egoísmo se denomina la actitud de quien manifiesta un excesivo amor por sí mismo, y que solamente se ocupa de aquello que es para su propio interés y beneficio, sin atender ni reparar en las necesidades del resto. La palabra, como tal, proviene del latín ego, que significa ‘yo’, y se compone con el sufijo “-ismo”, que indica la actitud de quien solo manifiesta interés por lo propio.

El egoísmo también puede reconocerse en todas aquellas acciones realizadas por interés personal, para provecho propio, y sin mirar en las necesidades, opiniones, gustos o intereses de los demás. Los actos así realizados pueden calificarse de egoístas.

El egoísmo, como tal, es una actitud que dificulta la relación con el prójimo, pues la persona egoísta trata y hace sentir a los demás como si no existieran, o como si sus preocupaciones o ideas no importaran. De allí que también se lo compare con el individualismo.

En este sentido, el egoísmo es un antivalor, opuesto a valores tan importantes para la convivencia humana como la solidaridad, la gratitud o el altruismo.

Vemos ahora el significado de la palabra, y de verdad, para darnos cuenta de cómo solucionar nuestro problema debemos saber primero lo que significa nuestro problema.

Estoy tan sorprendido, y creo que tú también, porque nos cuesta tanto aceptar que tenemos este problema la mayoría de la gente, es decir, no solamente aquel amigo que solo está pensando en él, que solo está viendo su propio beneficio, sino que también tu y yo, a veces en otros ámbitos o situaciones.

La razón por la cual no aceptamos que somos egoístas, es porque nos gusta, nos causa cierto placer el amor excesivo, pero no hacia otras personas, sino hacia nosotros mismos. El egoísmo es algo muy grave que, de verdad, si no lo dominas, terminarás muy mal en tu vida.

La Biblia nos habla de situaciones así.

De hecho, no tenemos que esperar mucho en la Biblia para que algo de egoísmo se asome por ahí, y haga de las suyas.

Eva, la mujer de Adán.

Qué “perfecto” hubiera sido si Eva no hubiera pensado egoístamente. De verdad, no puedo imaginar cuál hubiera sido la historia que contara, que Eva lo que hizo fue obedecer lo que Dios había mandado, pero he allí el egoísmo.

Satanás, nuestro enemigo, usa palabras claves y siempre son las mismas, solo disfrazadas.

Leamos…

Génesis 3 (NTV)

1 La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el Señor Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer:

—¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?

2 —Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer.

3 —Es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”.

4 —¡No morirán! —respondió la serpiente a la mujer.

5 —Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal.

6 La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió.

Me da tristeza leer esto, siento que no era una decisión difícil, creo que no era como el mejor árbol del huerto, porque obviamente Dios siempre les da a los suyos lo mejor, en este caso no fue diferente.

Satanás atrapó a la mujer con unas cuantas frases, para que ella pudiera ser víctima de este egoísmo, de querer la sabiduría de Dios.

“¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?”

Satanás hizo que la mujer viera a Dios como un hombre malo, que prohíbe cosas buenas, que son agradables para la carne pero que, a su vez, le iban a traer consecuencias a la mujer, y ella, en el momento de la crisis del egoísmo, lo ignoró por completo.

Hizo caso a la Serpiente, porque ella le dijo: “No morirás”.

Si eres egoísta, no pasa nada, tú preocúpate por ti, no le digas a tu marido, no consultes a Dios, ellos no saben. Mejor come de este fruto para que seas como Dios.

Y, ¿qué paso?

¿Sorpresa, no?

Para nada, es lo que el egoísmo causa al final: vergüenza, temor, angustia, soledad, miedo, inseguridad y sobre todo tristeza.

Ojalá todo se quedara allí, que solamente se terminara en sentimientos, pero no, van aún más lejos las consecuencias que vienen por ser egoísta.

¿No crees?

Leamos…

7 En ese momento, se les abrieron los ojos, y de pronto sintieron vergüenza por su desnudez. Entonces cosieron hojas de higuera para cubrirse.

8 Cuando soplaba la brisa fresca de la tarde, el hombre y su esposa oyeron al Señor Dios caminando por el huerto. Así que se escondieron del Señor Dios entre los árboles.

9 Entonces el Señor Dios llamó al hombre:

—¿Dónde estás?

10 El hombre contestó:

—Te oí caminando por el huerto, así que me escondí. Tuve miedo porque estaba desnudo.

11 —¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?

12 El hombre contestó:

—La mujer que tú me diste fue quien me dio del fruto, y yo lo comí.

13 Entonces el Señor Dios le preguntó a la mujer:

—¿Qué has hecho?

—La serpiente me engañó —contestó ella—. Por eso comí.

14 Entonces el Señor Dios le dijo a la serpiente:

«Por lo que has hecho, eres maldita

más que todos los animales, tanto domésticos como salvajes.

Andarás sobre tu vientre,

arrastrándote por el polvo durante toda tu vida.

15 Y pondré hostilidad entre tú y la mujer,

y entre tu descendencia y la descendencia de ella.

Su descendiente te golpeará la cabeza,

y tú le golpearás el talón».

16 Luego le dijo a la mujer:

«Haré más agudo el dolor de tu embarazo,

y con dolor darás a luz.

Y desearás controlar a tu marido,

pero él gobernará sobre ti».

17 Y al hombre le dijo:

«Dado que hiciste caso a tu esposa y comiste del fruto del árbol

del que te ordené que no comieras,

la tierra es maldita por tu culpa.

Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella.

18 Te producirá espinos y cardos,

aunque comerás de sus granos.

19 Con el sudor de tu frente

obtendrás alimento para comer

hasta que vuelvas a la tierra

de la que fuiste formado.

Pues fuiste hecho del polvo,

y al polvo volverás».

Que trágica historia, todo mal, todo un caos, todo un problema, todo hecho un desastre. Todo se fue a la basura, por una crisis de Egoísmo.

¿Ahora entiendes lo que quiero decirte?

No es difícil no ser egoísta pero, ¿sabes?, es más sencillo y más placentero serlo. Es por eso que estamos llenos de eso, es por eso que cada vez hay más familias en problemas, es por eso que a veces hay Iglesias que se separan, o peor aun, Iglesias peleadas, que no conviven porque según ellas una tiene mejor “doctrina” que otra.

Si tan solo nos diéramos cuenta de que realmente estamos perdiendo la confianza de Dios con nuestros ataques, seriamos capaces de solucionar nuestro problema, pero lo único que hacemos es dejar que siga creciendo cada día más.

Y entre más crece, más nos alejamos, más nos bloqueamos, más nos hundimos.

Jesús es el mejor ejemplo y él nos ayuda con nuestro problema. De hecho, él tiene soluciones muy claras a nuestra necesidad, es como un doctor que tiene todo tipo de medicina para todo tipo de enfermedad, es maravilloso.

La cuestión aquí es si realmente queremos la medicina, porque cuando nos sentimos enfermos, la mayoría de nosotros lo que menos queremos son los famosos “piquetes” porque duelen, y nos lastiman, a veces tanto que nos cuesta trabajo caminar.

Pero lo que ignoramos es que es la solución más rápida y efectiva para nuestra enfermedad.

Así Jesús, él tiene exactamente lo que necesitamos.

Pero te advierto que cuesta muchísimo trabajo poder someternos al tratamiento que nos ayudará a controlar nuestro egoísmo, se trata de un reto, de una decisión.

Si crees que tienes un problema, y quieres saber cómo Jesús puede ayudarte, estás en el lugar correcto, sigue leyendo.

Si crees que no tienes un problema con esto, te felicito. Son pocas las personas que no batallan con esto. Pero sé que, en algún momento, fuiste o has sido egoísta, y le agradezco a Dios porque te ha ayudado a sobrellevar ese problema.

Antes de seguir, ora a Dios, arrodíllate allí donde estas, o busca algún otro lugar. Dile a Dios que estás dispuesto a doblegar tu egoísmo, pero díselo de corazón, reconoce que tienes un problema y que él es el único que tiene la solución.

¿Estás listo? ¡Empecemos!

Recuerdas aquella historia, ¿no? Un gran Rey, un hombre que lo tenía absolutamente todo, y en parte aquí empieza algo mal.

Cuando aparentemente tenemos todo, y pensamos que todo lo tenemos porque nos hemos esforzado tanto para conseguirlo…

Hum, sí, y no.

Sí porque Dios te ha dado las fuerzas para poder trabajar de alguna u otra manera y que tú puedas obtener eso.

No, porque no eres tú quien domina el tiempo, tus fuerzas y sobre todo tu vida, como te acabo de mencionar, todo es porque Dios te lo permite, y si alguna cosa tienes, es porque Dios así lo ha permitido.

Este rey pensaba como muchos de nosotros pensamos hoy en día. Mientras tengamos todo nosotros, lo que pase a nuestro alrededor, nos interesa poco, o nada.

Un día el rey paseando por su palacio, alzó sus ojos y vio todo lo que tenía, vaya error.

Dice la Biblia, allí en Daniel 4 (NVT), que habló el rey y dijo:

30 ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?

31 aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: “A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti;

32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere.

33 en la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves.

¡Qué vergüenza!

De verdad, nada de esto tenia que pasar; bueno, al menos así lo pienso yo, aunque esta historia esté en la Biblia para enseñarte algo muy especial.

En la mañana despiertas y estás en un palacio, pero por la tarde estás entre los animales, actuando como ellos.

No olvidemos 2 cosas:

1.- Nunca te jactes de lo que tienes. Por más cosas materiales que tengas, no te jactes, no presumas, no exhibas, y si tienes la oportunidad de compartir con alguien lo que tienes, hazlo.

2.- Es importante que reconozcas quién te ha dado lo poco o mucho que tienes. Como te lo dije anteriormente, no eres tú quien domina tu fuerza, mente y vida.

Es Dios totalmente, quien te permite vivir y hacer las cosas que tienes que hacer, por eso, de verdad toma estas 2 cosas en cuenta.

Para Nabucodonosor no era tan importante ni relevante eso. Él era el rey. Quizá tú y yo podríamos pensar: “¿Y qué tiene de malo? Él era el Rey, ¿no?”

Sí, pero no por eso se podía jactar de esa manera.

No pensó acaso que Dios esta en todo lugar, y eso también se nos olvida a nosotros.

Hay una ley en la Biblia, y creo que más de alguna vez la has escuchado, o leído: “Todo el que se enaltece será humillado”. No lo creemos hasta que nos pasa, y te lo digo por experiencia.

A la edad de 7 años aprendí a tocar la guitarra, Dios me dio ese talento, el cual le agradezco bastante que me lo haya dado.

Mi papá era Pastor de la Iglesia, y a todos les admiraba que un niño de 7 años tocara la guitarra bien, inclusive, llegamos a ir a tocar varias veces a diferentes Iglesias de Monterrey, SLP, Aguascalientes, Veracruz, etc.

Consciente o inconscientemente, el ego se te va subiendo, y más en un niño de 7-8 años, donde controlarlo es casi imposible.

¿A quién no le gusta ser aplaudido?

¿A quién no le gusta ser reconocido? Que la gente hable bien de ti.

“Qué bonito tocas la guitarra”, me decían, “qué bonito requinteas”, y pues sí, me gustaban mucho ese tipo de comentarios, pero llegó el momento en que tocar ya no era para Dios, sino para que me reconocieran, para que hablaran de mí, para que la gente me viera, y qué error estaba cometiendo.

Pero como te explico, era algo que, a esa edad, es casi imposible controlarlo. Si un adulto o joven mayor batalla y le es difícil controlarlo, más un niño.

Un día, tocaba cantar en nuestra Iglesia local, y ahí fue donde Dios me hablaría. Nunca imaginé que Dios me tuviera que enseñar así, terminé avergonzado ese día, deseando que nunca hubiéramos pasado a cantar. Pero yo no conocía los planes de Dios, así que pasé, como normalmente pasaba.

Nuestro templo tenía una plataforma (altar) que aproximadamente tenía 35-45 cm de alto, tenían también unas escaleras, pero no sé por qué ese día se me ocurrió no subir por las escaleras.

Subí sin usar las escaleras, y me tropecé yo mismo, y caí, delante de toda la congregación.

La vergüenza de ese día, no puedo describirla, pero fue una vergüenza que no he sentido más en mi vida.

Después de esa caída, a la gente le causó gracia, porque obviamente fue una caída muy graciosa, lo admito. Pero aprendí que no tenía porque levantarme el cuello, entendí que Dios es quien debe llevarse los créditos, porque él me patrocina, él es quien me dio esta habilidad.

Después de ese día, he recibido halagos de parte de gente que admira o reconoce de alguna manera el trabajo que hago y el talento que tengo, pero he sabido reconocer yo también que todo es por gracia de Dios.

Sé que quizá dirás: “Pero solo fue una caída, ¿a poco por eso vas a decir que Dios te habló?”

Amigo, si no eres sensible a la voz de Dios, nada llamará tu atención, y pensaras que las cosas que pasan en tu vida son simple casualidad, pero no es así. Pensarás que todo te pasa porque te tenía que pasar, incluso pensarás que es algo que a todos les tiene que pasar.

¿Caerse?

A todos les pasa, ¿no?

¡Claro que sí! Pero no te caes frente a una congregación, cuando pasas a cantar un canto especial, teniendo 7-8 años, cuando crees que nada se haría sin ti, sin tu requinto.

Solo hay una manera de decirlo, y es: “Dios me habló, y aprendí”.

No seas apático, no seas cerrado a la voz de Dios, ni indiferente porque, ¿sabes?, el egoísmo te cierra, te ciega de una manera que ni siquiera te das cuenta. Y es cuento de no terminar, ¿y sabes por qué no termina? Porque tu egoísmo no te permite terminar este cuento.

Si solamente fueras sensible a la voz de Dios, quizá ya hubieras entendido que tienes un problema, que tarde o temprano te va a cobrar factura, no dudes ni un segundo que vas a pagar por ese problema.

El egoísmo te va a cobrar amistades, te cobrará tus hijos, tu familia. No dudes también que a veces tu egoísmo te va a cobrar el lugar donde te congregas, de verdad es algo urgente que puedes solucionar.

Arréglalo ya, es sencillo.

1.- No pienses solamente en ti, piensa en los demás (como Jesús lo haría).

En todo actúa así, piensa primero en los demás, en sus necesidades, sus problemas y cómo puedes ayudarles, y así podrás atacar y vencer ese mal.

Es sencillo si quieres y decides hacerlo. Aunque es más sencillo ver solamente por ti, sigue siendo fácil dejar a un lado nuestro egoísmo.

Empieza haciendo cosas fáciles, pregunta a las personas qué necesitan, no sabes si algún amigo, hermano o quizá tus padres, tu esposa o esposo está pasando por un mal momento, y puedes hacer algo.

Te sentirás bien, porque hacer lo bueno siempre trae satisfacción.

Tu vida tomará un rumbo distinto, y te resultara más fácil no ser egoísta con las personas que te rodean.

Caos en el Cristianismo

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