Читать книгу El tratamiento natural de las alergias - Rosa Graciela Guerrero - Страница 7

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¿Qué altera la inmunidad?

Se han formulado numerosas hipótesis para explicar las causas del vertiginoso crecimiento de las alergias. Ninguna ha sabido proporcionar una respuesta única y definitiva, aunque no hay duda de que la contaminación, el sofisticado procesado de los alimentos, el abuso de los fármacos y la proliferación en el ambiente de sustancias químicas potencialmente o efectivamente tóxicas son factores que hay que tener en cuenta. No es extraño que nuestro sistema inmunitario, agredido por este excepcional arsenal de tóxicos, en ocasiones enloquezca y reaccione con un comportamiento anómalo frente a sustancias o materias totalmente inocuas como el polen, el polvo doméstico, el moho o el pelo de gato.

LAS CAUSAS DE LA ALERGIA

Sin duda, las alergias constituyen una patología multifactorial que hace difícil relacionarlas con una causa única. La alteración de la respuesta inmunológica tiene diferentes causantes.

El exceso de higiene

Durante miles de años, el sistema inmunitario del ser humano se especializó en hacer frente a amenazas como bacterias, virus, hongos y parásitos intestinales. En las sociedades acomodadas muchos de estos enemigos potenciales han desaparecido debido a las mejoras en la higiene y al estilo de vida urbano.

Cuando no hay peligros a los que enfrentarse, el sistema inmunitario se vuelve ocioso y rebaja el umbral de lo que considera tolerable. Sin que notemos apenas síntomas, se va formando en nuestro organismo un increíble arsenal de armas frente a algunas sustancias presentes en el polen, el polvo, los ácaros, el pelo de los animales, los alimentos, etc., cuyo único «delito» es que su estructura recuerda vagamente a la de las proteínas presentes en las paredes celulares de bacterias, virus y parásitos. Por tanto, el sistema inmunitario las identifica como una amenaza y actúa en consecuencia.

El bombardeo químico

Se ha comprobado que los habitantes de las ciudades sufren más alergias que los del campo. La causa parece estar en la exposición constante de los urbanitas a los residuos de la combustión de los automóviles y a la polución ambiental.

Uno de los motivos del aumento de las alergias y las intolerancias alimentarias es la exposición a un gran número de sustancias químicas

Se da la paradoja de que el sistema inmunitario tiene menos microorganismos a los que enfrentarse en una ciudad, pero cada día está expuesto a miles de sustancias químicas, muchas desconocidas para él. Basta un dato: en las últimas décadas se han llegado a clasificar más de 300 compuestos nuevos, con los que convivimos cada día, capaces de provocar algún tipo de manifestación alérgica.

Los antibióticos y las vacunas

Enfermar forma parte del proceso de desarrollo del sistema inmunitario. El aumento de las alergias y otras enfermedades crónicas de tipo inmune parece estar directamente relacionado con el descenso de las infecciones en la infancia, lo cual se debe a un mayor consumo de antibióticos y a la práctica masiva de la vacunación. Por otro lado, ante el primer síntoma de infección (tos, fiebre, mucosidad, etc.) las personas tienden a automedicarse con fármacos que cortan de raíz las reacciones de eliminación del organismo, con lo que el sistema inmunitario no puede actuar por sí mismo y acaba debilitándose.

La influencia de la herencia

Una de cada diez personas posee una predisposición innata para desarrollar alergias: se las llama personas atópicas. Estas personas tienen tendencia a producir excesivas cantidades de inmunoglobulinas tipo E (IgE). El estado atópico es hereditario; es decir, se hereda la predisposición a desarrollar ciertas patologías de tipo alérgico. Pero ello no significa que todas las personas atópicas vayan a tener una alergia e incluso es posible que muchas de ellas permanezcan libres de síntomas toda su vida. Desde un punto de vista estadístico, se calcula que alrededor de un 50% de hijos de alérgicos llegan a sufrir con el tiempo reacciones de hipersensibilidad. Si es uno solo de los progenitores el que las sufre, entonces el porcentaje disminuye a un 30%.

Factores psicológicos

El sistema inmunitario está muy vinculado al plano mental. Prueba de ello es que una persona alérgica a los gatos, por ejemplo, puede sufrir un ataque de estornudos con solo ver la fotografía del animal o pensar que hay algún gato cerca, aunque en realidad no lo haya.

También se ha comprobado que existe una relación entre ciertos rasgos de la personalidad y la propensión a padecer alergias: la desconfianza y la inseguridad exageradas suelen caracterizar a la mayoría de alérgicos. En este aspecto, el vínculo que se establece durante la infancia con los padres parece desempeñar un papel importante, especialmente en los asmáticos. Los niños que padecen asma alérgico suelen tener una fuerte dependencia de la madre, temen perder su afecto y, en general, ser ignorados o poco queridos por los demás.

EL MECANISMO DE LA REACCIÓN ALÉRGICA

La memoria inmunitaria evita que nos afecten miles de veces las mismas enfermedades. Esta memoria funciona muy bien, incluso en el caso de la alergia. La primera vez que nos topamos con un alérgeno, el sistema inmunitario fabrica armas específicas contra él. Nosotros no nos damos cuenta porque el alérgeno no es nocivo y por tanto no hace que enfermemos.

Pero el sistema inmune lo cataloga como enemigo peligroso y, cuando se lo encuentra de nuevo, puede decidir atacarlo. Este mecanismo se denomina sensibilización. En los alérgicos, la sensibilización siempre se produce, aunque no dé lugar a una manifestación clínica inmediata.

Prácticamente todas las materias, sean orgánicas o inorgánicas, además de algunas bacterias y hongos, pueden actuar como alérgenos, es decir, que el cuerpo puede reaccionar ante ellas. También determinados tipos de individuos y de situaciones pueden interiorizarse como alérgenos y, cada vez que se presenten en la vida de una persona, son susceptibles de provocarle una reacción alérgica.

LOS DIFERENTES TIPOS DE RESPUESTA

Las reacciones alérgicas se clasifican en cuatro tipos, aunque en algunos casos pueden darse varios de ellos al mismo tiempo.

Alergia tipo I: atópica

En este tipo de alergia la reacción es inmediata, ya que se presenta en minutos o incluso a los pocos segundos de entrar en contacto con el alérgeno.

El 90% de todas las reacciones alérgicas se pueden inscribir en este grupo. La inmunoglobulina de la clase E (IgE), es la causante de este proceso.

Ejemplos típicos de este tipo de alergias son la conjuntivitis y rinitis alérgica, el asma bronquial (alergia al polvo, al polen, al moho, etc.), la urticaria, así como las reacciones inmediatas producidas por una intolerancia a ciertos alimentos, a venenos de insectos o a algunos medicamentos.

Alergia tipo II: citotóxica

El sistema inmunitario se organiza contra superficies celulares propias del organismo porque algunas sustancias extrañas se han adherido a ellas.

La partícula extraña hace que toda la célula sea catalogada como intrusa y los anticuerpos de las clases IgG e IgM se encargan de atacarla. El tiempo de reacción puede ser de horas o de días.

Son ejemplos de este tipo de alergia: el rechazo de trasplantes, la anemia causada por fármacos, la intolerancia de grupos sanguíneos en el embarazo, etcétera.

Alergia tipo III: a inmunocomplejos

La unión entre un antígeno y un anticuerpo forma un inmunocomplejo y las inmunoglobulinas G y M desencadenan este tipo de alergias, que se presentan al cabo de unas horas.

Las afecciones más habituales de este tipo de alergias son las vasculitis, las alveolitis alérgicas, las nefritis y la artritis.

Alergia tipo IV: retardada o inmunológica celular

En este caso, las inmunoglobulinas ceden su papel a los linfocitos T. Al igual que ocurre en el caso de las reacciones de tipo II, los alérgenos se originan al unirse sustancias intrusas con moléculas proteicas de las células del organismo. Entre estas sustancias intrusas destacan muchos de los aditivos que se añaden a los productos alimentarios, así como diversos componentes de las fibras textiles, los cosméticos, etc. Los síntomas se manifiestas tras un periodo que varía entre uno y diez días después de la exposición a la sustancia.

El calor, el frío, el cansancio o el nerviosismo son estímulos que pueden provocar la liberación de mediadores de la alergia

La dermatitis de contacto es una de las formas más usuales de reacción inmunológica celular.

LOS MEDIADORES DE LA HIPERSENSIBILIDAD

Las sustancias que transmiten las reacciones alérgicas —también llamadas mediadores— son las causantes de la sintomatología de las respuestas tanto de tipo inmediato como de las retardadas y de las de largo plazo. No hay un solo mediador, sino que suelen concurrir varios.

Además de la reacción antígeno-anticuerpo, hay otros estímulos —como el calor, el frío, el cansancio, el nerviosismo— que pueden liberar mediadores. Según su acción, los mediadores producen hinchazón, rubefacción, mucosidad, picor o disnea.

Histamina. Es una sustancia liberada en los tejidos por los mastocitos en caso de contacto con un antígeno o un alérgeno. Cumple la función de dilatar los vasos para reclamar la ayuda de otras células o sustancias defensivas. Es el mediador esencial de las alergias inmediatas, las inducidas por IgE (ver el apartado «Anticuerpos: el alfabeto Ig»). Los efectos biológicos que produce son: prurito, hipotensión, aumento de las secreciones salivar, lagrimal, gástrica y pancreática, espasmos bronquiales, contracción de la musculatura lisa. Es la causante de los síntomas alérgicos inmediatos como la rinitis, la urticaria y la conjuntivitis.

Quininas. Son sustancias mediadoras con efectos similares a los de la histamina. La diferencia es que no necesitan ser activadas por una reacción antígeno-anticuerpo. Por lo tanto, determinados agentes extraños pueden producir una liberación de quininas que acaba provocando los mismos síntomas que la histamina.

Otras sustancias mediadoras. Además de la histamina y de las quininas, hay una serie de mediadores que pueden desencadenar en el organismo reacciones de hipersensibilidad. El sistema del complemento (ver la página 9, apartado «Células y sustancias interactivas»), por ejemplo, presenta grandes similitudes con el sistema productor de quininas. En este grupo de mediadores entrarían las linfocinas, las interleucinas I o III, determinadas prostaglandinas (PGE2), los fibroblastos, los linfocitos B y T o los neutrófilos, por solo aludir algunos y no abrumar al lector.

ALERGIAS, SEUDOALERGIAS E INTOLERANCIAS

Cuando un alimento sienta mal y provoca síntomas reaccionales es habitual pensar que se trata de una alergia. Ello es debido a que las molestias de una seudoalergia o de una intolerancia alimentaria son muy similares a los de la alergia: gastritis, picores, urticaria, cara enrojecida, sofocos, malestar general. Sin embargo, hay muchas diferencias entre estos fenómenos.

En primer lugar, hay que decir que las alergias inducidas por alimentos son raras, especialmente en los adultos. Hay una persona alérgica de cada diez, frente a cinco o seis afectadas de intolerancia.

Las seudoalergias

Mientras que una alergia se forma después de estar en contacto con el alérgeno al menos una vez y se requieren varias veces para desarrollar los síntomas, las seudoalergias se crean al primer contacto. Aunque los síntomas son parecidos a los de una alergia, no están producidos por una reacción antígenoanticuerpo. No hay, por tanto, sensibilización y la gravedad de las manifestaciones clínicas dependerá de la dosis.

Las seudoalergias pueden surgir en respuesta a muchos desencadenantes. Por ejemplo, son habituales las provocadas por alimentos como el pescado, las fresas, el chocolate, los quesos o el vino. Estos productos contienen sustancias que pueden estimular una liberación inespecífica de histamina y, por consiguiente, provocar una respuesta alérgica en forma de mucosidad, picor de ojos, urticaria o asma. Otros desencadenantes frecuentes de seudoalergias son los medios de contraste para pruebas radiológicas, los aditivos alimentarios, los anestésicos locales y diversos fármacos.

Las intolerancias

Son reacciones adversas de tipo crónico a alimentos consumidos frecuentemente. Los que provocan más problemas son la leche y derivados lácteos, los tomates, el trigo, el café, etc., pero cualquiera puede ser causa de una intolerancia.

Mientras que la alergia es una reacción inmediata que afecta al sistema inmunitario, la intolerancia está relacionada con las características del propio alimento y del sistema gastroentérico de la persona. De ahí que en la alergia basta con poca cantidad de alérgeno para desencadenar la reacción, mientras que en la intolerancia los trastornos están directamente relacionados con la frecuencia y la cantidad de alimento ingerido. Además, aunque los síntomas sean molestos, la intolerancia nunca llega a provocar un shock anafiláctico (ver el capítulo «Manifestaciones clínicas»), situación que sí puede ocasionar una alergia.

A diferencia de la reacción alérgica, que se desencadena rápidamente en el transcurso de las 24 horas siguientes, los trastornos provocados por la intolerancia surgen en un lapso de tiempo más amplio, hasta llegar a las 72 horas. Cualquier órgano, aparato o sistema puede verse afectado por los síntomas; es posible, por ejemplo, que la reacción adversa a un alimento se manifieste en forma de migraña o de hinchazón ocular.

Al contrario que la alergia, que es permanente y se manifiesta igualmente aunque se consuma el alimento causante años después, la intolerancia suele desaparecer cuando se suspende la ingesta del alimento durante cierto periodo, que normalmente oscila entre dos y cuatro meses. Luego se puede volver a introducir gradualmente sin que ocasione problemas.

El método más simple para descubrir una intolerancia es la dieta de rotación (ver el capítulo «La influencia de la dieta en las alergias»), que consiste en consumir cíclicamente alimentos diferentes cada tres o cuatro días. En cada ciclo se suprime de la dieta un grupo entero de alimentos y se observa si aparecen síntomas o no. Se repite el ciclo dos o tres veces hasta tener la certeza de qué grupo de alimentos es el que provoca la intolerancia.

El tratamiento natural de las alergias

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