Читать книгу Proyecto fotográfico personal - Rosa Isabel Vázquez - Страница 64
Ecosistemas creativos
ОглавлениеCristina Vivares, experta en creatividad, siempre me habla de la importancia de mantener en torno nuestro un ecosistema creativo, que se construye a través de todo lo que nos rodea y hace posible que el proceso inventivo emerja (la famosa visita de las musas). Se trata del lugar físico en el que solemos trabajar, las personas que nos rodean y el contexto (momento social, político, económico e histórico) en el que nos encontramos.
Sentir que disponemos de un espacio personal en el que trabajar a gusto, es fundamental para que las ideas fluyan. No hay un prototipo de lugar ideal y, de hecho, hay opiniones muy encontradas al respecto, desde aquellos que necesitan que todo esté muy limpio y ordenado hasta los que, cuando están plenamente concentrados en su proceso creativo, se olvidan de todo lo que les rodea.
Trabajar en un ambiente que nos resulta agradable contribuye a mejorar nuestro ecosistema creativo.
A nivel general, suele funcionar que el diseño de nuestro espacio (muebles y otros elementos, así como la manera de situarlos) sea agradable y funcional a la vez, con todas las herramientas necesarias a mano, un espacio lo más abierto posible que incluya objetos que nos gusten. No en vano solemos imaginar a los grupos de creativos jugando en la oficina con un futbolín, encestando en una pequeña canasta de baloncesto o incluso tirándose por un tobogán. Una planta o una ventana pueden ser de gran ayuda. Incluso hay aspectos generales del espacio, como la altura de los techos, que puede influirnos a la hora de crear; es lo que se conoce como El efecto catedral: los techos altos fomentan el pensamiento creativo y los bajos, el concreto y orientado al detalle. Quizá no podamos cambiar las medidas de nuestra habitación de trabajo pero sí podemos mejorar otros muchos aspectos. El objetivo de todo esto es que trabajemos en un lugar que nos haga sentir bien.
Y, si el entorno físico es muy importante, más aún lo es el emocional. La gente de la que nos rodeamos tiene un impacto directo en nuestro estado anímico. Mantener cerca a personas positivas, que nos valoran, nos dan seguridad y nos hacen felices propiciará una mejora en nuestra creatividad. Igualmente, también es importante evitar esas amistades tóxicas que absorben nuestra energía y tiran abajo nuestras iniciativas, socavando, en ocasiones, nuestra seguridad.
La sociedad en la que vivimos, así como el momento histórico en el que nos encontramos, forman parte también de nuestro ecosistema creativo. Es muy difícil aislarnos de nuestro entorno y, aunque puede haber ocasiones en que no favorezca la creatividad, en general, siempre se le puede sacar partido. Por ejemplo, en España, en los años 80, vivimos una explosión creativa en el ámbito artístico, potenciada por la fuerte sensación de libertad que disfrutaba la juventud de aquel momento. Los testimonios de las personas que vivieron este contexto coinciden en que, en esa época, lo importante y común era crear, algo contagioso y viral que favoreció numerosas iniciativas artísticas.
Resulta evidente que el ambiente que nos rodea nos influye en mayor o menor medida pero no sólo es importante el momento y el lugar en el que nos encontramos, también lo es el contexto familiar particular de cada uno: cómo ha sido nuestra educación, qué valores nos han inculcado o qué ambiente se ha respirado en nuestra casa desde que éramos niños.
Pese a que no siempre es posible alterar todos los aspectos del entorno, vale la pena intervenir en aquello que se encuentre en nuestra mano para que resulte óptimo para nosotros. Quizá no podamos cambiar el contexto histórico o social pero sí tenemos la capacidad de modificar el entorno de trabajo, rodearnos de personas interesantes y positivas, mejorar el clima familiar o colocar una bonita planta cerca del escritorio. Todo este conjunto va a conformar nuestro ecosistema creativo.