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La felicidad está aquí
ОглавлениеLa felicidad radica en ser autosuficiente rompiendo las cadenas de la dependencia.
Aristóteles
Un joven directivo de una gran empresa multinacional decidió ir de vacaciones a un pequeño pueblo de pescadores, en el que la invasión turística aún no existía. Al día siguiente de su llegada, de mañana, temprano, debidamente vestido con sus zapatos náuticos Tumberland, bermudas de Coronel Tapioca, polo de Lacoste, gafas Ray-Ban y gorra Nike, salió a pasear para confraternizar con los escasos vecinos. Al acercarse a la pequeña dársena del puerto donde descansaban los pocos barcos sardineros, encontró a un viejo marinero que terminaba de atracar su bote y se disponía a descargar sus captura del día.
—¡Buenos días, buen hombre! –saludó amigablemente el ejecutivo.
—¡Buenos días! –respondió el marinero sin apenas inmutarse.
—¿Qué tal la faena? ¿Ha pescado mucho hoy? –añadió el joven.
—Una caja, lo suficiente.
—¿Y, cuántas horas le ha llevado pescar eso? –preguntó de nuevo el foráneo.
— Algo más de dos horas —añadió lacónicamente el viejo.
—Y, perdone la indiscreción, ¿cuánto sacará por ese pescado?
—Quitando el que yo consumo, unos veinticinco euros —respondió el marinero.
— ¿Y por qué no pesca más? Si estuviese más tiempo en la mar pescaría más. ¿Qué hace usted el resto del día? —preguntó una vez más el directivo.
—El resto del día lo dedico a limpiar mi barco, a charlar con los amigos, a pasear por la playa. ¿Para qué querría pescar más? Con esto ya tengo suficiente —contestó.
—Hombre, muy sencillo, si usted pesca más obtendrá más beneficios, que ahorrándolos e invirtiéndolos bien le permitirán más adelante comprarse un barco más grande e ir más lejos con él, obtendrá mayores capturas y aún mayores ingresos. Más adelante podrá adquirir un barco de altura, contratar marineros e incluso tener una flota que vaya hasta caladeros muy lejanos donde existen grandes bancos de pesca —argumentó el ejecutivo.
—Sí, muy bien, ¿y para qué quiero yo hacer todo eso? —preguntó un poco intrigado el pescador.
—De ese modo podrá tener una gran empresa con muchos empleados, distribuidores, incluso podría cotizar en la bolsa, tener socios, una expansión internacional y obtener unos beneficios impresionantes. Podría comprarse un yate de treinta metros, un chalet en una urbanización de lujo, e incluso un avión privado para visitar sus caladeros lejanos —expuso el joven directivo con un tremendo énfasis.
—Sí, muy bien, ¿y todo eso para qué? —volvió a preguntar el viejo.
—Así mientras sus empleados y directivos gestionan su empresa multinacional, usted podrá ir a pasear y charlar con sus amigos, sentarse tranquilamente a contemplar los atardeceres desde la terraza de su casa, tomarse los días libres que quiera, ir a donde le apetezca, ¡ser feliz! —exclamó el joven.
—Muchacho, yo no necesito nada de eso, pues ya lo tengo: paseo con mis amigos, charlo y juego con ellos a las cartas, contemplo los atardeceres desde la puerta de mi casa y cuando no me apetece no salgo a pescar. ¡Yo ya soy feliz!
La felicidad, como forma de ser, requiere de un diseño completo de vida, un proyecto que incluya las secuencias a desarrollar de modo autosuficiente; una vez que hayas creado tu propia representación –como si fuese una película–, ésta, si la mantienes en tu mente de forma estable, actuará sin esfuerzo para elevar tu existencia, ya que se convierte en colaborador leal y silencioso que trabaja para ti día y noche.
El mundo actual “obliga” a seguir un patrón determinado por los poderes fácticos, la mayoría de la gente está programada y manipulada sin posibilidad de elección, o mejor dicho, haciéndoles creer que pueden elegir: huevo frito o tortilla.
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre la cantidad de condicionamientos y programas a los que has sido sometido y te dominan? ¿Te has percatado de cómo los programas que tienes instalados te condicionan? ¿Te has dado cuenta de cómo tu atención, credulidad e incredulidad, tu conciencia del bien y el mal, son programas que te manejan?
Para alcanzar la autonomía, la libertad3 individual para elegir, condiciones previas al desarrollo de la felicidad, tienes que borrar o desinstalar los programas infectados que te obligan a seguir con las pautas erróneas con las que operas día a día.
¿De dónde proceden esos programas que aún hoy te obligan? ¿Quién o quiénes fomentan el mantenimiento de los programas condicionadores?:
1. Medios de comunicación: televisión, prensa, radio, cine y publicidad directa y subliminal, que te instan permanentemente a qué comprar, cómo vestirte, qué hacer, cómo divertirte, qué consumir, incluso qué pensar o en qué creer.
2. El núcleo familiar es quien instala gran parte del sistema de valores o los valores contrarios4: lo que es bueno o malo, peligroso o seguro, lo que importa o lo que no importa, con quién o con quién no salir, jugar, ser amigo.
3. Los centros educativos. Instituciones laicas o religiosas que tendenciosamente inclinan los programas hacia sus intereses, presionando para odiar todo lo que sea contrario a sus idearios.
4. La religión dominante condiciona nuestra relación con lo divino, exigiendo una única forma de establecer esa conexión. De igual modo, la ausencia o marginación de lo religioso conduce a comportamientos sociales que rayan en lo antinatural e inhumano. Platón nos advertía: Una nación no puede ser fuerte si no cree en Dios.
5. Gobiernos e instituciones, las ideas políticad y sus servidores interesados. Los dirigentes que con tal de mantenerse en el poder mienten, ocultan y manipulan para que el vulgo acepte sus paranoias y delirios. Los legisladores que con sus “avanzadas” leyes perfilan el modelo de sociedad por ellos diseñada y que nada o muy poco tiene que ver con las necesidades e intereses del ciudadano de a pie.
En muchos casos, sobre todo en los bloques dos, tres y cuatro, los programas han llegado a ser tan catastróficos para la persona que se han transformado en traumas, fobias o miedos tan intensos que bloquean cualquier posibilidad de acción relacionada con el programa en cuestión. Necesitas liberarte de estas cadenas que te aprisionan y te sumergen día a día cada vez más en el fango de la dependencia. Así, en el momento que descubres que tu forma de pensar no te es propia, cuando tomas conciencia de que lo que sale por tu boca son las palabras de tal o cual personaje público, padre, tutor, locutor, periódico o “famosillo”, entonces, y sólo entonces, es cuando comienza la auténtica independencia y liberación. El siguiente paso es eliminar el virus.
¿Cómo eliminar esos traumas y miedos?
¿Cómo desinstalar los programas condicionadores?
¿Cuál es la vacuna contra el virus?
La nueva y maravillosa técnica, las estrategias y modelos para felicidad que encontrarás aquí, ya fueron descubiertas en la antigüedad. Lo que hemos hecho ha sido solamente sistematizar, organizar y describir los modus operandi, aquello que han venido usando los grandes maestros de las épocas en beneficio de miles de hombres y mujeres. Hemos puesto al descubierto el método para hacer que cantidad de herramientas disponibles –metamodelo, metáforas, visualizaciones, ejercicios– alcancen su máxima eficacia en los procesos de evolución y excelencia humana. El resultado es un sorprendente sistema de gran efectividad, investigado, desarrollado y experimentado con éxito durante muchos años.
El beneficio y enriquecimiento que aporta el canon presente comienzan desde el primer momento en que se realizan los ejercicios, visualizaciones, se responden las preguntas planteadas y se ejecutan las prácticas propuestas. Pero has de darles tiempo para que actúen con mayor profundidad en ti. La utilidad está en tu mano, tómalo con interés, lee y reflexiona, haz de este texto tu inseparable compañero. Cumple los entrenamientos con disciplina, constancia y paciencia, entonces, puedes estar seguro del despertar de ese “gigante” interior que todos llevamos dentro y que es el anuncio de tu transformación.
Para desinstalar los programas condicionadores primeramente debes adquirir la conciencia de ser, que no es ni más ni menos, que abrirte totalmente al aquí y ahora, es el desarrollo óptimo de la capacidad que tenemos todos los seres humanos para percibir el inmenso campo de energías que nos circundan a cada instante. Energías que nos llegan a todos y cada uno de los órganos de percepción –e incluso a otros sentidos mucho más sutiles que se irán desarrollando– y que trasmiten información valiosísima sobre la Realidad.
Cierto discípulo le preguntó un día a su maestro:
—Maestro, ¿cuándo podré alcanzar la iluminación de la que tanto hablan los místicos y santos?
—Ahora mismo si quieres —respondió el maestro.
—¿Qué es lo que tengo que hacer? —preguntó el joven.
—Tan sólo tienes que tomar conciencia y enterarte: ver, oír, sentir, oler y saborear lo que hay aquí y ahora.
Cuando la gente utiliza de manera exclusiva el razonamiento, introduce filtros: distorsiones, eliminaciones y generalizaciones para encajar lo externo a sus respectivos mapas, mientras que al usar la percepción corporal completa, íntegra y limpia, sin pensamientos condicionadores, alcanzamos a saber la naturaleza (esencia) de las cosas y la realidad objetiva. Esto sólo ocurre cuando utilizamos los sentidos de una forma diferente a lo ordinario. El cuerpo, como un sistema global y holístico, tiene su propio modo de conocimiento y memoria. Cada plano de ser, cada nivel de existencia, y en consecuencia cada estado de conciencia, exige el uso de herramientas adecuadas para su conocimiento que unidas permiten una concepción completa de lo observado. El individuo corriente carece de los términos de referencia adecuados para conocer la realidad de las cosas. Es como si alguien que no ha saboreado jamás algo dulce deseara conocerlo, si no prueba un alimento que contenga azúcar no podrá saber nunca lo que es. ¿De qué servirían mil explicaciones teóricas sobre una sensación suave y agradable al paladar si no lo experimenta sensorialmente con sus papilas gustativas? Si no degusta el almíbar, la miel, un caramelo u otra sustancia que contenga glucosa, sacarosa o melitosa, jamás podrá saber lo que es, por muchos razonamientos mentales que haga y muchas teorías que domine sobre el efecto que producen ciertas moléculas orgánicas en las papilas gustativas de la boca. El que prueba sabe.