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¿Qué es la felicidad?

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En una lejana ciudad donde todos sus habitantes eran ciegos, en cierta ocasión llegó un rey con su poderoso ejército que acampó a las afueras. Entre sus pertrechos las tropas llevaban un gigantesco elefante que usaban para atacar e incrementar el temor a sus enemigos.

Los lugareños estaban deseosos por conocer al elefante, y algunos de la ciega población se precipitaron como locos para encontrarlo.

Cuando lo encontraron, como no conocían siquiera la forma y aspecto del elefante, tantearon ciegamente, para reunir información, palpando alguna parte del cuerpo del cuadrúpedo. Cada uno pensó que ya sabía algo, porque pudo tocar una parte de él.

Cuando volvieron junto a sus conciudadanos, impacientes grupos se apiñaron alrededor de los que habían visitado las cuadras de rey. Todos estaban ansiosos, buscando equivocadamente la verdad de boca de aquellos que se hallaban errados. Preguntaron por la forma y aspecto del elefante, y escucharon todo lo que aquellos dijeron.

El hombre que había tocado la oreja dijo: “Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo”.

El que había palpado la trompa dijo: “Yo conozco los hechos reales, es como un tubo recto y hueco, horrible y destructivo”.

Aquel que había tocado sus patas dijo: “No, no, nada de eso, es poderoso y firme como un pilar”.

Cada uno había palpado una sola parte de muchas. Cada uno lo había percibido erróneamente. Ninguno conocía la totalidad: el conocimiento no es compañero de los ciegos. Todos imaginaron algo, algo equivocado.

Me gustaría, antes de entrar a fondo en el modo de alcanzar ese rincón de nosotros mismos que esconde la felicidad, dar una definición que nos satisficiera a todos de a qué nos referimos cuando hablamos de ella. Si consultamos cualquier diccionario de la lengua nos dirá que se trata de un estado de ánimo placentero, de goce completo. Pero, ¿cómo sabremos que nos encontramos con un estado de ánimo placentero, o, cuándo alcanzamos ese goce completo? ¿Acaso existe un límite?

Ya hemos visto que para cada época y situación el goce puede ser uno. Si profundizamos más en el término encontraremos que filosóficamente hablando se entiende la felicidad como un estado de satisfacción debido a la propia situación en el mundo. Es decir, si estoy satisfecho, y si no existen discrepancias entre lo que quiero y lo que tengo, entonces soy feliz. Pero... ¿quién, hoy en día, está satisfecho con el lugar que tiene en el mundo?

Recuerda la historia del pescador, es tan real como la vida, es un hecho que se repite constantemente en cualquier lugar del planeta. Pero, para llagar a poder decir como el viejo: ¡Yo ya soy feliz!; primeramente hemos de romper las cadenas que nos aprisionan e impiden ser libres. Y me refiero a la libertad de pensamiento, a la libertad de opción, a la libertad de decisión. Estoy seguro de que algún incauto dirá: “¿Pero... yo ya soy libre, puedo elegir, puedo decidir”. Sí, puede elegir entre “huevo frito o tortilla”, ése es el espejismo deslumbrante de la sociedad consumista y amoral. Para ser feliz debes deshacerte de los condicionamientos mentales, de las trampas, de los engaños que social, familiar, educacional, política y laboralmente te han ido inoculando cual droga desde la infancia. Esos condicionamientos que limitan tu libertad con falsas promesas de felicidad, placer y autonomía, cuando en realidad lo que hacen es covertirte en esclavo del sistema. Hipotecas, préstamos, vacaciones, propiedades, modas, etc., te convierten en siervo y prisionero de los mismos que te incitan a ello, con el argumento falaz de que si caes en sus redes serás feliz. Pero no creas que con negarte ya has ganado la batalla de la libertad, no. Si no entras en su maquinaria consumista, si no adquieres, consumes o te empeñas, serás amenazado e intimidado, y te acusarán de inadaptado social, rebelde e incluso sectario al que hay que reprogramar, cuando no, encerrar o eliminar. Los poderes fácticos que controlan la sociedad no quieren que ningún individuo se les escape, se libere y sea feliz, puesto que en el momento en el que unos pocos hombres y mujeres corrientes, como tú y como yo, se den cuenta de que la felicidad jamás se la darán aquellos que mandan, que la felicidad les pertenece desde siempre y que no necesitan de nada ni de nadie para ser felices, ese día los poderosos manipuladores se desplomarán de sus pedestales. Pero esos políticos y magnates saben muy bien que el arma más poderosa de la Tierra es el miedo, que con el miedo dominan y controlan, y es la que ellos manejan con astucia y malas artes. Únicamente es el miedo lo que nos impide que emprendamos la marcha hacia la libertad, hacia la felicidad y hacia la Paz interior.

Creo que ya es el momento de emprender la marcha, de romper las cadenas y de que te dirijas hacia el lugar de la felicidad. No quieras esperar a sentirte seguro para dar el paso, recuerda que cuando niño arriesgaste una y otra vez hasta que aprendiste a caminar, ahora es lo mismo. Las estrategias aprendidas no se olvidan nunca, como montar en bicicleta, tal vez hayan transcurrido muchos años desde que mantuviste el equilibrio sobre dos ruedas, pero si hoy tomaras una bicicleta sabrías usarla. No pretendas atar todos los cabos para ponerte manos a la obra, no es posible, si haces eso nunca lo conseguirás, pues jamás te sentirás lo suficientemente seguro como para soltarte de manos y dar el primer paso. Abre tu mente a otras dimensiones.

LIBÉRATE de los traumas y miedos

Consideramos traumas a toda experiencia impactante de naturaleza negativa que produjo daño físico o psíquico y que reproduce alteraciones orgánicas similares a las producidas en su momento cada vez que se presentan ciertos elementos que ponen en contacto consciente o inconscientemente al sujeto con el recuerdo —objetivo o subjetivo— del hecho causante del trauma.

Antes de proceder a usar la técnica léela detenidamente toda seguida, para que te resulte familiar su posterior práctica.

Ahora...

Siéntate cómodamente en un lugar en el que puedas estar tranquilo sin que nadie te interrumpa durante veinte minutos o media hora. Identifica el hecho que quieres neutralizar: trauma, bloqueo, miedos, etc., Y a continuación haz lo siguiente:

Paso 1. Imagina que estás en una sala de cine, sentado en una butaca, mirando la pantalla.

Paso 2. En la pantalla, en una proyección pequeña y en blanco y negro, te ves a ti mismo haciendo algo neutro, cualquier cosa: aseando, lavándote, leyendo, durmiendo, etc.

Paso 3. Ahora, te imaginas que una parte de ti que estás ahí sentado en la butaca sale de tu cuerpo y se dirige flotando hacia la cabina de proyección. Una vez dentro de ella, puedes verte sentado allá abajo en la butaca mirando la escena que protagonizas en la pantalla, y también te puedes ver en la película.

Paso 4. A continuación, desde la cabina, vas a cambiar la película y a proyectar y a observar, en esa pequeña pantalla, otro film en blanco y negro de ti mismo viviendo la experiencia que te resulta tan desagradable: la experiencia traumática, fóbica o lo que sea, y que has decidido “neutralizar”. Mira la película hasta el final.

¡Atención!: Comienza la proyección desde antes de que ocurriera nada, es decir, cuando todo está bien; sigues por la experiencia a neutralizar, hasta que todo acabó y volvió la normalidad para ti. La normalidad de ese hecho, no de las consecuencias. Por ejemplo, si se trata de un accidente, inicias la proyección antes de que éste ocurriera, continúas con lo que ocurrió y finalizas una vez que físicamente salieses de esa situación, aunque posteriormente te quedaran secuelas.

ES MUY IMPORTANTE QUE: Durante la proyección del hecho a “neutralizar” te mantengas siempre dentro de la cabina manteniendo a distancia la pantalla. Si te introduces durante esta secuencia dentro de la pantalla, le técnica no funciona.

Paso 5. Cuando haya finalizado la película de esa situación y todo vuelva a estar bien, detén la proyección, congelando la imagen. Ahí todo está ya bien. Es muy importante que tanto esta secuencia final como la inicial sean situaciones en las que te veas en un estado de normalidad o bienestar.

Paso 6. Y ahora imagina que bajas de la cabina y te introduces en ti mismo, que estás sentado en la butaca de la sala; sigue imaginando que te diriges hasta la pantalla y métete dentro de esa imagen. Ahora dale color, incluso sonido, y ¡RÁPIDAMENTE, REBOBINA LA PELÍCULA! Como si acelerases la cámara, proyecta la película hacia atrás. Será como si el tiempo hubiese cambiado de dirección a cámara rápida, marcha atrás.

Paso 7. Bien. Ahora baja de la pantalla, observa desde tu butaca una nueva proyección de aquella experiencia que has visto antes y que tú protagonizabas.

Si todo ha funcionado bien podrás recordar los hechos con neutralidad, sin que te afecten. En el caso contrario vuelve a repetir todo el proceso, pero esta vez teniendo la certeza de que te separas y mantienes las distancias, viéndote en la cabina, en la butaca y en la película. Haz un esfuerzo para mantenerte alejado siempre de las imágenes de la pantalla.

Paso 8. Por último, imagínate una situación en el futuro, en la que si se hubiesen presentado las circunstancias anteriores a la realización de este trabajo, te encontrarías mal. Comprueba de esta forma que la técnica ha funcionado.

La felicidad a tu alcance

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