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Capítulo 2

El cubo del autoliderazgo

Vistas las bases que determinan el desarrollo de un liderazgo efectivo, vamos a abordar ahora un modelo que nos permita definir, planificar y desplegar nuestro propio estilo de liderazgo. Lo llamamos «el cubo» porque está compuesto de seis caras o facetas que se retroalimentan entre ellas.

Se lo vamos a contar para que encuentre en él un método sencillo para construir su propio modelo de liderazgo. Es una metodología que a los autores nos ha servido en nuestro día a día, pero que cada uno hemos aplicado de manera distinta. Cada uno con sus propios matices, con distintos grados de énfasis en cada una de las áreas del cubo y, sobre todo, alineado con las distintas motivaciones, intereses y roles de cada cual.

Esperamos que este cubo le aporte, que le ayude a construir su propio modelo, un modelo en el que se reconozca, que le cautive, le ayude y le empuje a ser su mejor yo. Una vez que lo pruebe, decida usted mismo. Si le sirve para este propósito, utilícelo y perfecciónelo a su medida. Si no, descártelo y busque su propia caja de herramientas.

El liderazgo tiene mucho más de arte que de ciencia; conviértase en el propio escultor de su modelo.

Veamos de qué elementos está compuesto el cubo:

1 Una misión

2 Sus valores

3 Sus roles y dimensiones

4 Su visión-objetivos de largo

5 Sus objetivos de corto

6 Sus capacidades y el plan de acción

A su vez, el modelo se soporta en unos elementos de carácter transversal que permiten su sostenibilidad: riesgos, recompensas y monitorización.

Pasemos a analizar cada cara del cubo.

Una misión

Su misión representa su razón de ser. La seña de identidad que quiere dejar en su paso por el mundo. Eso que nos contamos al oído antes de dormirnos para aliviar un día malo. Aquello que le aconsejamos a nuestro hijo cuando le vemos perder el norte. Este ejercicio ha sido útil para mucha gente y representa el marco sobre el que construir todo lo demás.

Es muy habitual encontrarnos con definiciones de misión en el ámbito corporativo. De alguna manera se trata de postular por qué existe una empresa, cuál es la razón por la que continúa con sus operaciones, para después aterrizarlo al «cómo» y al «de qué manera». En el ámbito personal es mucho más extraño conocer a alguien que se ha planteado algo así. Muchas veces nos dejamos llevar sin más, como hámsteres subidos a la rueda, corriendo, dando vueltas una y otra vez sin pensar más allá de eso.

La definición de la misión personal trata de poner un poco de distancia con nuestro día a día y conviene realizarla en un ámbito de quietud, calma, silencio, de encuentro con uno mismo. Si bien tiene un elemento de base, de transversalidad, no tiene por qué ser inmutable durante toda la vida; puede cambiar, como cambiamos todos.

Hay autores que utilizan el símil de imaginarse a sí mismos tumbados en su propio lecho de muerte, con mucha gente alrededor inundada por la tristeza. Y, en la visualización de esa escena, una pregunta: ¿cómo quiero que me recuerden?, ¿qué huella quiero haber dejado?, ¿qué quiero que comenten de mí mis allegados, mis colegas de trabajo, mis amigos? La gente que de verdad le importa, no los que están por compromiso o chismorreo.

La definición de la misión personal es por tanto algo exclusivamente suyo. No las hay buenas ni malas, ni nadie tiene por qué juzgarlas. Se trata tan solo de que se identifique con ella, que haga que le brillen los ojos, que le ponga el vello de punta.

Por si puede serle útil y ayuda a capturar la esencia de lo que significa, aquí van algunos ejemplos reales de misión personal:

 «Cada mañana empezaré por comprometerme a que ese día: no temeré a nadie en la Tierra, solo temeré a Dios, no guardaré rencor contra nadie, no soportaré las injusticias de nadie, conquistaré la falsedad con la verdad, y, al resistir la falsedad, toleraré cualquier sufrimiento». Esta misión era de una persona que realmente dejó huella a su paso: Mahatma Gandhi.

 «Ser una maestra. Y ser conocida por inspirar a mis estudiantes a ser más de lo que pensaron que podían ser». Corresponde a otra personalidad bien conocida, Oprah Winfrey.

 «Divertirme en mi viaje a través de la vida y aprender de mis errores». Es la misión del millonario de éxito y fundador de Virgin, Richard Branson.

 «Aprovechar el viaje, vivirlo coherentemente con mis principios y valores y cumplir en todos mis roles y dimensiones con excelencia. Éxito más allá del éxito. Camino de excelencia, grandeza, sabiduría, liderazgo y ejemplo». Es la misión de uno de los autores de este libro.

 «Disfrutar del camino (la vida) con trascendencia en un Dios que nos observa y unos compañeros de viaje que debemos cuidar, amar, respetar y comprometer en el viaje». Es la perspectiva de otro de los autores.

Le recomendamos que busque el entorno de silencio, quietud y encuentro que comentábamos antes, piense en su misión, la escriba y la reformule hasta sentir que es efectivamente la suya. Y, una vez la tenga, la relea tantas veces como necesite, especialmente por la mañana y en sus «momentos de la verdad» para que le aporte claridad de acción.

Algunos líderes recurren a técnicas de relajación, meditación o yoga. Todo lo que contribuya a equilibrar cuerpo y mente ayuda. Elija su propio método. En el liderazgo no existen dogmas, solo caminos personales que funcionan o no.

Sus valores

«Sus valores» representan el aterrizaje a su día a día de la manera en la que piensa, cómo ve las cosas, qué mueve su vida, qué es aceptable y qué no lo es para usted. Su importancia es poder después verificar el grado de alineamiento de los mismos con su vida. Entre lo que cree y lo que hace. La existencia de brechas significativas es uno de los mayores problemas que puede encontrar. Si es el caso, mejor identifíquelas cuanto antes y empiece a ponerles remedio.

¿Por qué hablamos de valores y no de principios? Básicamente porque los principios son universales. Los principios son leyes naturales, externos a nosotros. Son por tanto independientes de nosotros. Los valores, sin embargo, son internos y subjetivos, y representan nuestra manera de ver la vida. Son aquellos paradigmas que orientan o deben orientar nuestra conducta. Son sus propios códigos morales. Respetar la vida de las demás personas, no matar, es un principio. El optimismo o el altruismo son valores. Como dice Covey, hasta un asesino tiene valores; lo que no tiene son principios.

La importancia de esta cara del cubo es plantearse qué ejes, qué pilares concretos, deben sustentar su propia vida. Los principios ya los conoce; aunque no piense en ellos los tiene interiorizados, salvo que sea un psicópata en serie, en cuyo caso seguro que no es un lector de este libro. Por tanto, plantéese cuáles son sus valores, para posteriormente identificar y corregir cualquier brecha que pueda existir con su comportamiento.

Ejemplos de valores tiene muchos, como pueden ser: esfuerzo, fidelidad, autonomía, justicia, gratitud, puntualidad, superación, sacrificio, sencillez o solidaridad.

El cubo del líder

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