Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano - SAMC - Страница 8

Оглавление

La violación

Mi hermana se quedó en casa de su mejor amiga y yo me quedé solo en mi casa.

Esa noche ocurrió algo que seguro cambio mi vida, estaba en el patio de mi casa duchándome con la manguera que teníamos, de la que también sacábamos el agua para toda la casa, ya que era de contrabando. Estaba desnudo y pude sentir la mirada de Jimmy.

Jimmy era el hijo mayor de un matrimonio con tres hijos de la casa de al lado, exactamente donde vivió Michael. Me caían muy bien todos ellos, en especial Jimmy, que seguro me recordaba al chico que me enseñó a jugar a la Nintendo, era muy extrovertido, bastante maricón y se burlaba mucho de mí, pero esa noche en su terraza estaba metiéndose alguna droga y empezó a masturbarse enfrente de mí, yo hice como si no lo hubiera visto, ya que la oscuridad de su terraza no permitía verle bien. Sin embargo, empecé a tocarme y acariciarme el culo e incluso pudo ver que me estaba poniendo cachondo, en cuestión de segundos la silueta de Jimmy desapareció.

Nunca pensé que Jimmy bajara de su casa y abriera mi puerta, para luego cogerme con fuerza, tirarme en la cama de mi madre y con la polla dura y gorda me penetró sin estar yo preparado, ni consentirlo.

Era obvio de que yo era responsable que él estuviera cachondo, jugué con fuego y me quemé. En vez de gritar de dolor, empecé a gritar de placer, independiente de la sangre que salía de mí. Pude notar que cada vez que manejaba bien la respiración me dolía menos y en cierto modo me daba morbo que aquel Jimmy, con su aspecto de hombre amanerado, algo guapo y con tan buena polla, me estuviera follando tan duro y me había reventado el culo.

Fueron casi veinte minutos eternos follándome, seguro que le gustaba, porque me decía que tenía un culo muy rico y que me iba a dejar toda la leche dentro. Pude sentir su leche caliente que resbalaba por las heridas que había dejado la polla a su paso, al sacarla de mi culo pude ver lo grande que era, también gorda, rosada y con un gran capullo.

El muy maricón después de follarme no fue capaz de ni ayudarme, se puso el pantalón y se marchó de mi casa dejándome allí dolorido y sucio, pero me levanté de la cama y le dije por la ventana que algún día me las iba a pagar.

Aún no había cumplido los diez años. Fue una violación de libro a un menor.

El tiempo transcurrió, fueron tiempos de cambios, a los pocos días mi madre regreso del médico con mis hermanas y nos fuimos a quedar en casa de la señora Magnolia mientras mi madre pasaba el postparto.

Al poco tiempo, pasé el examen para entrar al colegio. Allí pude encontrar nuevas amistades y empezó el declive de mi infancia, mi madre cambió radicalmente, nos había pasado las responsabilidades de mis hermanas y de la casa y empezó a pasar todas las tardes en las casas de los vecinos con la excusa de ver la televisión.

Yo con el tiempo había hecho buenas relaciones con los que iban a ser mis padrinos, había conocido a su nieto Sebastián y sus hijas aceptaban de buena fe que yo fuese el ahijado de sus padres. Así ocurrió, Doña Rosalba se encargó del papeleo y al poco tiempo me bautizaron y por ahí derecho hice mi Primera Comunión.

Al notar la mala situación de mi casa y que las facturas no se pagaban, no teníamos los servicios básicos como son el agua o la energía y que a duras penas teníamos qué comer. El negocio de las arepas de antes del parto, nunca se volvió abrir, así que vivíamos de la voluntad de lo que nos daban los vecinos, tanto que el plomero, nos conectaban el agua sin pagarle, otro nos conectaba la energía y poco a poco nos acomodábamos. Pero un día le pedí a Don Hernando que me llevara a trabajar con él y que me pagara lo que pudiese.

Don Hernando, era el que iba a ser mi padrino. Él y su familia, es decir, él y sus hermanos con sus esposas, tenían un negocio de venta ambulante en una zona muy central en el polígono industrial de Cali, eso quiere decir que atendían a muchas personas.

Así que hablé con mi madre y le dije que me iba a trabajar con Don Hernando y ella quedó encantada. Ese día dormí lo que pude durante el día y a las 12:00 de la noche me dirigí a su casa para ayudar a sacar los termos llenos con café y chocolates, aparte de otros productos, al motocarro en el que se transportaba todo, que era lo que se preparaba en Sameco.

Esa noche aparte de Don Hernando, venía su esposa Rosalba, su hija Yeimy, otras dos personas y yo. En el camino pude ver por donde pasábamos y me gustaba esa sensación de libertad, sentí que todo lo de atrás no me molestaba, quería ir hasta donde llegara ese motocarro.

Pude notar que el ambiente a esas horas de la noche era bastante movido, cuando llegamos a Sameco, Don Hernando dejaba a una parte de los que venían en el motocarro en los puestos principales, para que adelantaran y abrir los negocios, mientras él llevaba a su esposa Rosalba donde ella tenía un puesto independiente, más cerca, en la zona de los prostíbulos, discotecas y algunas fábricas, sin contar que estaba en la entrada de una autopista. Esa noche todos se bajaron y Don Hernando me dijo que yo iba con Rosalba, así que me tocaba ir con ellos.

En el camino, estando yo solo, mi padrino se metió por calles muy oscuras y pude ver que en ciertos lugares había movimientos extraños. Al llegar a la última parada, nos bajamos y tuvimos que sacar parte de la carga de los productos para su esposa Rosalba, para luego él seguir solo de regreso hacia Sameco donde estaban los puestos principales.

Nada más bajar del motocarro, vi que era una esquina donde había una empresa de pollos en frente de él, un parking gigantesco, donde los carros pesados de transporte de diferentes sectores guardaban todos los días sus carros, es decir que el suelo era mero polvo. Nos encontrábamos bajo un puente de una autopista, con subida y bajada. Frente a nosotros se encontraba un motel y al lado una discoteca. La zona en sí era un polígono industrial.

Cuando bajamos los termos llenos de café y otros complementos para preparar allí, pude notar que al fondo del parking en medio de la oscuridad salía un hombre con pasamontañas negro empujando un carro, que era donde Doña Rosalba tenía sus implementos* de trabajo.

Nos saludamos y entre los tres empezamos a organizar el plástico para cubrir por si llovía, Rosalba encendió la cocina de gasolina y puso a calentar una gran sartén con aceite. El señor era el vigilante del parking y conocía a Doña Rosalba, pues sabía perfectamente donde iba cada cosa y me fue enseñando mientras Rosalba me explicaba en qué consistía mi trabajo.

Al terminar me sentí a gusto, el olor a café en medio de la madrugada era excitante. Poco a poco empezaron a llegar clientes para tomar café, mientras esperaban que salieran los alimentos calientes y frescos, así que mientras Doña Rosalba fritaba* yo ayudaba a atender a los clientes, en poco tiempo ya había empanadas, buñuelos y sin duda quise comer, fue lo máximo, me sabían a gloria esos buñuelos y el café en leche era delicioso.

Al rato Rosalba me dijo, que tenía que ir al puesto de Don Hernando a llevarle buñuelos para que él vendiera en su negocio, pues él hacía hojaldras y empanadas, me explicó el camino para llegar a allí y a mi regreso traer hojaldras para vender ella en su puesto, o sea intercambiaban las hojaldras por los buñuelos.

Con la explicación que me dio, cogí camino hacia Sameco, pude notar en el camino que había un ambiente muy movido, ya que había una discoteca de travestis, bares y muchos taxistas, aparte de la gente que estaba en la calle. Ese mundo llamó mi interés, me gustaba el ambiente que se sentía de “sexo y peligro” por donde pasaba me llamaban diciéndome: “Bebé, venga le chupo esa verga” y eso me gustó mucho.

Al llegar a Sameco, me di cuenta de que no solo estaba Don Hernando, también estaban casi todos sus hermanos y otras familias, con puestos de diferentes productos e incluso también atendían en plan bar, o sea, que se encontraban prostitutas acompañando a hombres bebiendo alcohol.

Don Hernando me presentó a toda su familia. Todos me dieron la bienvenida y me daban a probar sus productos, que me encantaban, aunque casi todos hacían buñuelos, cada uno tenía un sabor diferente, lo que hacía que cada uno tuviese su propia clientela. Luego tuve que esperar a que Don Hernando tuviese las hojaldras que tenía que llevar hacia el negocio de su esposa Doña Rosalba, mientras tanto, él me explicaba cómo era el funcionamiento del trabajo y ayudaba a atender a los clientes que llegaban, pues sus hojaldras eran las mejores por lo deliciosas que eran.

Cuando por fin estuvieron listas, me fui hacia al negocio de Doña Rosalba. En el camino pasé por otro camino mucho más solitario, debía cruzar por una estación de gasolina y una parada de taxis. Pasé por en medio y salí hacia el lateral del puente que daba a una calle oscura y solitaria, en la mitad de la calle había un callejón mucho más oscuro, pues no había postes de luz y me metí por ahí, quería observar si en ese callejón había algo que me interesara, ver si me encontraba a alguien y efectivamente fue así.

Había un taxi con el motor y las luces apagadas y fuera estaba su conductor follando con una travestí, pude notar que la travestí se lo estaba follando a él. Yo para disimular me disculpé y pregunté por donde estaba la fábrica de pollos y vi cómo le colgaba la polla. La travestí tenía unas tetas grandes y la polla erecta. Salí corriendo de aquel callejón, pero con cierto morbo, pues me excitó aquella escena.

Al llegar al puesto de Doña Rosalba, había muchas personas y ella atendiéndoles con la ayuda del vigilante del parqueadero*. Doña Rosalba me regañó, pues me había demorado mucho y ella no podía quedarse sola mucho tiempo, porque tenía que fritar* para no quedarse sin producción. Yo como pude me excusé y le dije que no había hojaldras listas.

Las personas que estaban allí eran travestis y gays, ya que más adelante había una discoteca de ambiente y después de salir de la discoteca, todas esas personas venían buscando algo que comer y el puesto más cercano era el de Doña Rosalba. Me puse a atender a cada uno y hay decir que algunos ya conocían mucho a Doña Rosalba, pues tenían una gran confianza con ella. Había travestis muy lindas tanto que parecían mujeres y chicos muy guapos. En un momento cuando a uno de ellos se le estaba enfriando el chocolate, con todo el descaro, llevó la mano hacia mi polla, yo me quedé sorprendido, más no quería alertarme para no darles a entender que eso me gustaba.

Después de que todos se marcharan, hubo un tiempo que nos quedamos solos hablando, ya que la discoteca había cerrado, comí un poco, pero pensaba cómo sería el ambiente en aquella discoteca y me puse muy caliente, pues me imagine cosas muy morbosas en aquel sitio. Le dije a Doña Rosalba donde había un baño y ella me mandó al parqueadero*. Era un baño horrible, tenía que pasar entre los carros y el sanitario no funcionaba bien, el sitio era oscuro, así saqué mi polla y empecé a masturbarme, ya que lo visto en aquella madrugada me había puesto muy caliente.

Pasaron las horas y ya estaba amaneciendo, cada vez había más gente, unos salían y otros entraban a las fábricas, era todo muy caótico, el trabajo se volvió más estresante, debía hacer varias idas y vueltas para que ningún puesto se quedaran sin café y producción, tanto que ese día terminé rendido, llegué a casa a las 12:30 del mediodía. Ese día no fui a estudiar y me quedé durmiendo el resto del día.

Transcurrieron los días poco a poco, compaginaba mis estudios con el trabajo, eso significaba que no rendía en mis estudios, ya que en ocasiones me quedaba dormido en las clases y bajé las notas de forma brusca. Mis profesores se preocuparon y llamaron a mi madre a una reunión, para informarle de lo que estaba aconteciendo. Ese día después de la reunión, mi madre hablo con Doña Rosalba, decidieron que sería ella la que trabajase y yo seguiría estudiando.

Está claro que cuando empecé a ganar mi propio dinero, ya no estaba muy interesado en estudiar, aunque debía hacerlo porque mi madre y Don Hernando me obligaban. En el colegio ya no era muy aplicado porque me la pasaba siendo el chico rebelde de las clases con mis amigos.

Tenía un amigo llamado Brayan que me gustaba muchísimo, era sin duda el chico guapo del salón*. Éramos muy cómplices compartíamos novias, ya que por ser los rebeldes de la clase, eso nos hacía populares entre las chicas, pero yo siempre estuve enamorado de mi amigo, tanto que nos tocábamos las pollas y nos poníamos cachondos. Un día en la clase, nos tocamos por debajo de los pupitres y fue tanta la excitación que nos hicimos una paja en medio de la clase y nadie se enteró, llevábamos puesto el uniforme de educación física y nos sentábamos en el pupitre de la última fila.

Otro día, en la clase de educación física nos juntamos todos los chicos del salón*, o sea, mis amigos Diego, Nicolás, Alfer, Manuel, Brayan, Martín y yo, estábamos en el patio del colegio y en un momento de distracción de nuestra profesora nos fuimos todos a la parte de atrás y nos subimos a un tejado. Allí todos empezamos a hablar de la profesora de lo guapa que era, de su culo grande y poco a poco cada uno de nosotros nos pusimos cachondos tanto que Nicolás sacó la polla y después lo hicimos todos.

Ese momento fue fantástico, pues pude ver las pollas de mis amigos y ellos la mía, sin duda la mía era mayor que las de todos ellos, tanto que Nicolás me la tocó y luego los demás y cada uno masturbaba al otro e hicimos una competición de quién se corría más lejos.

Por supuesto ninguno eyaculaba con esa edad, pero fuese lo que fuese lo que salía, Nicolás nos ganó pues era el morenazo del grupo. Después de esto nos pusimos a jugar, como si no hubiese pasado nada aquella tarde en clase de educación física.

Un día estando en casa me llamó mi vecino David, que era de mí misma edad, él estaba solo en casa y quería jugar conmigo, pero su intención era otra, pues después de un momento me dijo si nos hacíamos una paja, yo le dije que sí, ya que todo lo que tuviese que ver con sexo me producía mucho morbo.

David era un amigo muy tímido, pero morboso, ese día me pidió que le mostrase la polla, lo hice y fue tanto su morbo que me la acarició provocando que se me pusiera muy dura, en ese mismo momento nos pusimos a pajearnos mirándonos uno al otro. Su polla era normalita, pero muy dura, se la toqué y le pedí que me la dejase chupar, a lo que él accedió, era tanto su placer que le lubricaba mucho, hasta que los dos llegamos al momento del clímax, pero era tan tímido que al terminar me pidió que me fuese, porque estaba al llegar su madre y su hermano.

Los días transcurrieron y seguí mi rutina de estudiar en casa y salir a jugar con mis amigos, típicas cosas de un chico de mi edad.

Un día mi amigo Óscar y yo nos pusimos a jugar con nuestros muñecos de Dragon Ball, en una montaña de arena que había fuera de su casa, ya que en su casa estaban construyendo. Llegó un momento en el que Óscar me invitó a jugar en su habitación, él tenía muchos más juguetes allí, acepté y nos dirigimos a su habitación, al llegar nos pusimos a jugar con todos sus juguetes, eran mejores que los míos, pero las intenciones de Óscar eran otras, en un momento dado, él empezó a tocar mi polla y eso me gustó, yo le besé y le comí su boca, estaba claro que entre los dos siempre hubo una atracción, porque desde que nos conocimos siempre fuimos buenos amigos, ese día él dio el siguiente paso y esa noche nos dejamos llevar por el morbo.

Nada más tocarme la polla Óscar, yo le besé y él respondió con el mismo ímpetu, tanto que le bajé el pantalón y empecé a chupársela, también el ojete, eso le encantó porque se me abrió de piernas y la tenía muy dura, sudaba de lo cachondo que le había puesto, al mismo tiempo él me comió la mía. Se notaba que ya lo había hecho antes, pues lo hacía con mucha experiencia, tanto que me decía: “Tu verga me encanta y quiero que me la metas por el culo” y yo sin inmutarme acepté, pues él me gustaba muchísimo.

Después de ponernos cachondos en su habitación nos fuimos al baño, ya que en su habitación no había puerta, entramos y él se sentó en el inodoro y me volvió a chupar la polla, mientras se metía el dedo por el culo, hasta el punto de ponerse de pie y poner su pie izquierdo en el sanitario para así ayudar a abrirse más el culo. Su agujero era rosadito y su polla preciosa, gorda y bien dura, aunque yo tuviese dos años más que él, estaba claro que él ya había tenido alguna complicidad, pues tenía incluso más experiencia que yo en el área sexual. Le chupé el culo y la polla hasta que llegó el momento en el que me dijo: “Métemela ya” y cuando fui a hacerlo su padre nos golpeó la puerta fuertemente y nos jodió el maravilloso momento.

Salimos muy asustados, los dos sabíamos que estábamos haciendo algo “malo” y más, porque el que nos había pillado fue Don Hamir, su padre, y nos dio mucha vergüenza. Yo me fui para mi casa y él, seguro que, en la suya aguantó el regaño de su padre.

Al día siguiente en horas de la tarde, vino su madre y empezó a hablar con mi madre, después de un buen rato hablando entre ellas, mi madre vino a mi habitación y me dio una pela*, me regañó y de paso me castigó, ya que Óscar había dicho que yo le había obligado a hacer lo que estábamos haciendo, entonces fui el que corrió con todo el castigo y el título de violador, porque tenía dos años más que él y eso mi madre me lo recalcó mientras me pegaba.

A partir de entonces me alejé de mis amigos de la cuadra y empecé a juntarme con otros chicos más grandes y más “malos”, pues sus hermanos hacían parte de la gallada* de los malandros* del barrio.

Allí empecé a seguir a las chicas, ya que quería demostrarles a mis nuevos y actuales amigos que yo podía tener una novia.

Mientras estudiaba, empecé a frecuentar a mis nuevas amistades e incluso también a enamorar a alguna chica del barrio.

Mientras hacía las nuevas amistades, me fui alejando de mis amigos de la cuadra y empecé a empeorar en el colegio, había dejado de ser el niño dulce y me convertí en el chico rebelde.

Había hecho muy buena amistad con un chico de otra cuadra llamado Diego, no era especialmente guapo, pero me gustaba, ya que desde el principio fuimos muy cómplices y estábamos siempre juntos.

Un día me invitó a su casa a jugar en la computadora con un juego llamado “Pacman”, desde entonces nuestra amistad cambió e incluso desde ese día nos unimos mucho más y en un momento dado, se sacó la polla y empezó a masturbarse, entonces me pidió que también lo hiciera yo y ni corto ni perezoso le seguí, pues me dio mucho morbo su descaro y la forma de cómo lo pidió, estaba claro que le daba morbo ver otra polla, por eso estaba deseoso de vérmela y como siempre mis amigos quedaban encantados con mi polla, él sin pensarlo me la tocó y pude notar que le encantaba. Ese día solo nos tocamos y morboseamos* viendo como cada uno llegaba al clímax del placer, pues él ya eyaculaba y eso me encantaba.

Pasaron los días y nuestra amistad fue muy cómplice, siempre permanecíamos juntos desde la mañana hasta la noche, tanto que él se hizo novio de una chica de otra calle y yo estaba enamorando a su amiga.

Siempre que teníamos oportunidad y estábamos solos, ya fuera en su casa o en la mía, aprovechábamos para darle rienda suelta a nuestra complicidad, tanto que un día le pedí que me echara la leche en mi mano y con ella me masturbaba. Esa sensación fue maravillosa, hacerme aquella paja con su leche aún caliente, pude sentir su olor y me encantaba hacerlo, hasta que hubo un momento en el que él sin decir nada, me la chupó aún con su leche, seguro que esa experiencia, la recordaríamos siempre los dos. Y así fue cada vez que teníamos oportunidad, nos masturbábamos y terminábamos chupándonos las pollas.

Un día nos fuimos todos a la piscina municipal y allí mismo me encontré a mis amigos de la cuadra, pero ya casi no les prestaba atención, pues había entrado en el círculo de “chicos malos” del barrio. He de decir que Ximena, la chica que tanto me gustaba nunca me había dado un beso y aunque yo le gustaba, no quería darme un beso, ya que tenía una pequeña verruga en mi labio y eso siempre fue el hazmerreír de mis amigos, pero nunca me importó.

Entonces Ximena era solo una pantalla para hacerles creer que me interesaban las chicas y aunque ella me gustaba no le daba tanto interés, pero sí a su primo Wilmar, que era un chico guapo, alto, moreno y me ponía muy cachondo.

Ese día en la piscina municipal, Diego y yo nos estábamos masturbando en una zona que nadie frecuentaba y Wilmar y otros amigos nos pillaron, pero en vez de irse, empezaron a masturbarse allí mismo con nosotros.

Estaba claro que a todos nos gustaba vernos las pollas, pero siempre la mía llamaba la atención por ser de mayor tamaño que las de ellos. Pude notar cómo todos me miraban y se ponían más arrechos* al ver cómo me masturbaba, porque siempre lo hacía con tanta fuerza, que mis huevos golpeaban sobre mi mano.

Hubo un momento que Katherine, la novia de mi amigo Diego nos encontró y en vez de irse, se escondió y pudo ver aquel morbo que hubo entre los ocho chicos que allí estábamos. Lo sé porque luego en la piscina se acercó y me dijo al oído que mi polla era la más preciosa de todas.

Un día, Diego y yo estábamos en su casa masturbándonos y chupándonos las pollas y en cierto momento sentimos un grito “les pillé” y nos pusimos muy nerviosos, era su hermano mayor el que nos había visto, que tampoco era muy guapo, pero tenía mucho morbo.

Él en lugar de irse de allí, se sentó al lado de su hermano y también sacó la suya, esta si era de grandes dimensiones, pues nada más sacarla vimos que era grande, con un capullo enorme, preciosa y sobre todo gorda, allí pude notar que me encantaba y él lo notó, me pidió que se la chupara y ni corto ni perezoso les hice la mamada a los dos hermanos, hasta que los dos me llenaron la cara con su leche. Después hubo un silencio de vergüenza, su hermano se levantó de la cama y nos dijo: “¡Maricones!”, nos reímos con cierta vergüenza, pero con mucha complicidad.

Nuestra amistad cayó en rutina y como a todos los jóvenes, nos gustaba jugar también, así que gracias a mí, cada grupo de chicos de cada cuadra, nos hicimos todos amigos y jugábamos juntos en la calle a diferentes juegos (Beisbol, Yeimy, Escondite, etc.) y así reinó un poco la tranquilidad entre todos.

Un día cualquiera después de jugar, las chicas y los chicos nos juntamos por separado, algunos tenían que recogerse más temprano, así que quedamos los más vagos y nos fuimos hacia el Jarillons, donde había muchos árboles y allí nos encontramos al hermano de Diego, nos sentamos todos a su lado y empezamos hablar de las chicas, de sexo y hubo un momento en el que uno por uno, empezamos a decir que se nos había puesto la polla dura. Todos nos subimos a un árbol y nos empezamos a masturbar hasta el punto de corrernos y luego soltamos las carcajadas, pero a mí me había encantado ver las pollas de mis amigos, aunque ya con algunos había tenido alguna complicidad.

Al finalizar el curso, mi madre se enteró de que tenía que recuperar muchas materias y me castigó, así que no pude seguir con tanta libertad para estar en la calle, pero un día, Sebastián un amigo de mi cuadra, entró para saber cómo me estaba yendo con las clases, aunque sus intenciones eran otras, al rato me tocó la polla haciendo que se me pusiera dura. Sebastián tenía un año más que yo, pero sin ninguna experiencia, me abrazó y frente a frente empezamos a sentir nuestros cuerpos, rozando nuestras pollas duras, pero yo poco a poco fui bajando hasta que se la mamé, él se corrió en mi boca y aunque no tenía una gran polla, me gustaba mucho porque era un moreno guapo y siempre imaginé como sería su polla Y a pesar de irse corriendo de mi casa, supe perfectamente que había venido para eso.

Pude pasar a 4º de primaria y llegaron las ansiadas vacaciones con ellas pude seguir trabajando en Sameco y así poder ganar dinero.

Habían pasado varios meses y Sameco seguía igual, pero yo había cambiado un poco, tenía ganas de hacer dinero y hacer cualquier morbo que se me cruzara, me sentía grande y con la libertad de hacerlo.

Un día llevando hojaldras del puesto de Don Hernando adonde su esposa, pasé por la estación de gasolina y pude conocer a un chico que trabajaba allí, desde que le vi me pareció un chico guapo, su uniforme le hacía más sexy, con el tiempo me gané su confianza, hasta que se dio cuenta de que me gustaba, aproveché y le pedí que me dejase pasar al baño. Claramente mis intenciones eran otras, un chico joven a esas horas de la madrugada y con ganas de sexo, estaba a disposición de la noche.

Me llevó hacia donde estaba el baño, primero orino él, que poco a poco fue bajando el cierre de su mono, hasta dejar la polla destapada, pude ver su cuerpo macizo con algo de vello en el pecho y abdomen, la polla gorda rasurada, ver salir su orina fue muy excitante, tanto que pudo notar mi interés en ver como orinaba. Al terminar se puso de frente y me dijo que si se la quería tocar y le respondí: “Tocar y chupar, porque tu verga es preciosa”, él soltó una carcajada, me cogió y me sentó en el inodoro para que se la chupase.

Pude sentir poco a poco como se le ponía dura en mi boca, hasta el punto de que no me cabía en la boca de lo gorda que era, incluso así yo seguía, porque ese hombre me gustaba demasiado, su masculinidad era maravillosa, le besé el pecho, él me tocaba el culo y pude sentir como me metía unos dedos y se corrió mientras yo me masturbaba, fue tanto placer sentir su leche caliente, que él la tomó con la mano y me la puso en la boca, me dijo que me la tragase y yo tenía tantas ganas de complacerle, que así lo hice.

Al salir de aquel baño pude ver que Don Hernando venía a lo lejos, al llegar a la estación de gasolina me regañó por mi demora, pero él me defendió diciéndole: “Que le dejase, que el chico había estado en el baño”, con lo cual Don Hernando se quedó callado.

Nuestra complicidad era tanta que cada vez que aquel chico le tocaba trabajar de madrugada, yo pasaba para darle una buena mamada, hasta que un día me pidió que me la dejase meter, yo estaba ansioso de poder sentir esa polla, pero era tan gorda que me iba a doler muchísimo, así que él se empleó en chuparme el culo y meterme sus dedos hasta correrse, luego me metió su leche con los dedos y así lo hacíamos cada vez más, hasta que aquel chico dejó de trabajar en aquella estación de gasolina.

Siempre me gustó la idea de ir a trabajar a Sameco, allí sentía una sensación de libertad que no tenía en mi barrio, me gustaba la vida de la noche y aunque supiese que era peligroso para un chico de mi edad, estaba dispuesto a correrlas, solo con el objetivo de vivir todas las experiencias que la noche me presentara.

Como era imaginable, trabajar y seguir con mis amigos del barrio era poco factible, ya que, para mí era primordial conseguir dinero, para así poder ayudar a mi madre con la comida y guardar algo de dinero para mis fines de semana.

Un día unos amigos me habían invitado a una fiesta en el barrio, yo había invitado a Ximena para que viniese conmigo, pero ella no podía venir porque su madre no le dejaba, así que me fui solo con Diego y su novia Katherine. Al llegar a allí y saludar a nuestros amigos pude ver a Ximena bailar con el anfitrión de la fiesta, al igual que yo, él también estaba enamorado de ella y mientras bailaban pude ver, que él le agarraba del culo y la besaba.

Ese día sentí tanto odio, yo siempre la había respetado e incluso la trataba muy cariñosamente, como si de una flor se tratase, era una chica dulce que no era de calle. Pero ese día me di cuenta de que solo era fachada, era igual o peor que otra cualquiera, así que salí de la fiesta y fui a buscar a la prima de mi amigo Diego, que siempre estuvo enamorada de mí. Ella pudo ver en mí tanta rabia, que me pidió un beso y que ella misma le pegaría a Ximena para que me respetara. Pero yo antes le dije, que cuando terminara de pegarle le dijera: “Esto va de parte de Sam, por ser una perra”, porque estaba deseando que sintiera mi rabia.

Esa noche tuve que ir al farallón y dejar que la prima de Diego me besase y hasta tuve que dejar que me hiciera una mamada, ya que estaba en sus manos, sentí asco porque no me gustaba nada, pero la complací para que hiciese lo que yo no podía hacer, así que nada más acabar, la llevé cerca de la fiesta y me quedé en la oscuridad, viendo como le pegaba a Ximena y como habíamos acordado, le dio mi mensaje.

Ese día no hubo más fiesta, nada más irse Ximena golpeada para su casa, yo llegué porque tenía que pegarle a mi supuesto amigo, que sabía cómo todos, que Ximena me gustaba y como fue él, el que planeó la fiesta, seguro que también había planeado lo de Ximena. Así que ese día hubo muchos golpes en la fiesta, yo castigado y de paso la pela* que me dio mi madre, pues Ximena llego a mi casa con sus primos y su tía para informar a mi madre de lo que yo había hecho, pero mi mensaje fue: “Yo encantado de recibir esta pela*, así dejas de gustarme “perra”. Y tranquila, que tú serás más arrastrada que cualquier otra chica” y desde entonces nunca más volví a hablarle.

Un día mi madre llegó con buenas noticias, pues se había reencontrado con su mejor amiga de la infancia, esta le dijo que su hija Leidy era la amante desde hacía varios años, de un primo de mi madre, que era unos de los capos del norte del valle, mi madre se alegró de ver a su amiga y gracias a ella, mi madre pudo contactar con Leidy.

Cuando mamá la localizó, nos invitó a su apartamento, allí pasamos todo el día, sin duda fue un día especial, ella se encargó de que estuviésemos bien atendidos. Leidy le propuso trabajar en su casa y mi madre sin dudar aceptó, así que dejé el trabajo en Sameco y empezó a irnos bien en casa.

Mi madre trabajaba y ganaba un buen salario, mientras mi hermana y yo nos dedicábamos a estudiar y a ayudar en casa para que todo marchase bien. Yo en especial le pedía a mi madre que me llevara los fines de semana a trabajar con ella, pues me encantaba estar en ese apartamento y escapar de mi realidad.

Un día mi madre nos llamó al teléfono de Mariela, que era nuestra vecina y nos dijo que alistáramos* ropa y tomáramos un taxi hacia Sameco, porque Leidy nos había invitado a su chalet del Lago Calima y pasaba por Sameco a buscarnos.

Mi hermana y yo, no sabíamos bien qué era el lago Calima, así que alistamos* ropa sencilla y nos fuimos vestidos como si fuésemos a ir a un río, al llegar, mi madre y Leidy nos regañaron porque parecíamos gamines*, a Leidy le dio vergüenza que esos cuatro niños pobres se subiesen a su gran camioneta Ford, ya que por donde ella pasaba, todos la admiraban, por su porte elegante y por su belleza, también por sus joyas, que le hacían más sorprendente y sobre todo su ternura que hacía que la amaras.

En ese mismo momento Leidy dio media vuelta y nos llevó al Centro Comercial Chipichape, allí mismo se gastó 5.000.000 pesos en ropa nueva para todos y botó* a la basura toda la que habíamos llevado, fuimos el centro de atención aquella tarde, pues íbamos con muchos escoltas, cada uno llevaba nuestras bolsas y al terminar nos fuimos hacia el Lago Calima.

Ese viaje para mí y mi familia fue muy especial. Al llegar allí, mi hermana y yo nos dimos cuenta de que no era ningún río al que íbamos, era un lago precioso rodeado de montañas, más bien era un lugar de ensueño. Era una casa gigante, y cuando digo gigante, es que era gigante, tenía piscina, sauna, una cancha de fútbol y otra de tenis, discoteca y también caballerizas, era como si estuviéramos en una película.

Esa noche, Leidy abrió la discoteca y empezó a beber, mi hermana y yo estábamos felices, ese día bailamos toda la noche y Leidy bailaba con nosotros, estaba feliz de vernos alegres. Hasta que todos nos fuimos a dormir, yo no quise dormir y como cada uno teníamos nuestra propia habitación preferí estar fuera y disfrutar de cada sitio.

Diario de un adolescente precoz colombiano

Подняться наверх