Читать книгу El Reto de ser Abogado - Óscar Fernández León - Страница 9
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¿Qué cuesta a un despacho la pérdida de un cliente?*)
Tras investigar sobre lo que expertos en marketing opinan sobre la pérdida del cliente, decidí implementar dichas ideas a las consecuencias que para un despacho de abogados tiene dicha merma. El resultado es un post repleto de ideas que nos ofrecen una visión de conjunto muy realista sobre estas situaciones anómalas, pero no infrecuentes. |
La situación de crisis económica no sólo ha tenido como efecto un mercado de servicios profesionales más competitivo (especialmente en los precios), sino que por añadidura, el cliente se ha vuelto más exigente en su demanda, sabedor de que en un escenario de falta de liquidez, cualquier esfuerzo económico que realice deberá ser justamente compensado por el profesional. Por ello, consciente de que ahí fuera existe una amplia oferta de servicios, las posibilidades de pérdida del cliente son hoy mayores, quebranto que, en la actual situación económica, será más costosa que nunca.
En este contexto, es fundamental para el abogado desplegar todas sus habilidades para fidelizar al cliente y evitar su pérdida, si bien, con independencia de esta realidad que trataremos en próximos posts, en el presente vamos a referirnos al coste que supone para el despacho la pérdida de un cliente.
Por ello, si bien todos los abogados damos importancia al cliente y al riesgo que supone su pérdida, lo que pretendemos a través del presente post es tratar de ofrecer una argumentación basada en datos que nos permita reflexionar y concienciarnos aún más sobre la gravedad que puede suponer una incidencia de este tipo.
Expuesto lo anterior, los costes que suponen la pérdida del cliente pueden clasificarse en costes directos y costes indirectos. Los primeros se refieren a aquellos costes que son percibidos por el profesional de forma inmediata; los segundos, son aquellos que no son aparentes y que se manifiestan a largo plazo. A continuación, procedemos a su detalle:
1. Costes directos.
La pérdida de ingresos: Lógicamente, la pérdida del cliente supone un quebranto económico para el despacho, ya que el cliente nos proporciona unos ingresos periódicos o irregulares, pero en cualquier caso ingresos. Basta con realizar una estadística de la facturación relativa a dicho cliente para tener una idea aproximada de este coste tangible y directo. Naturalmente, la pérdida de ingresos supondrá una reducción del beneficio o, a veces, una mayor pérdida del ejercicio.
2. Costes indirectos.
Pérdida de oportunidades de recomendación: Un cliente satisfecho con nuestros servicios es nuestro mejor embajador ante potenciales clientes, ya que cuando tenga la ocasión, nos recomendará a sus amigos, familiares y conocidos. De hecho, el boca a boca es uno de los sistemas de publicidad más eficientes con los que cuenta el despacho. Aunque sea difícil de imaginar, gran parte de los ingresos futuros de la firma dependerán de cómo se resuelva esta situación.
Pérdida de reputación: Un cliente insatisfecho no se limitará a marcharse del despacho, sino que en cuanto disponga de la oportunidad, transmitirá su insatisfacción a su círculo personal, generándose así un daño a la reputación del despacho y, lógicamente, la pérdida de oportunidad de captación de futuros clientes que se dirigirán a otra firma que disponga de mejores referencias. Si bien hay multitud de estadísticas al respecto, un cliente insatisfecho contará su experiencia a una media de 10 personas.
Costes generados en la captación del cliente: Aunque sea un concepto difícil de cuantificar, lo cierto es que la captación del cliente perdido nos supuso un importante coste, el cual, en numerosas ocasiones no habrá podido ser compensado en el momento de la marcha del cliente, y por tanto, supondrá una verdadera pérdida económica.
Costes necesarios para captar nuevos clientes: Los expertos estiman que captar a un cliente cuesta siete veces más que mantenerlo. En consecuencia, la pérdida de un cliente conlleva necesariamente la realización de nuevos esfuerzos para la captación de otro con el que podamos recuperar la facturación perdida, esfuerzos éstos que nos supondrán un elevado costo añadido.
El daño generado a la moral del equipo: En la mayoría de los casos, cuando un cliente se marcha, el resto de los abogados del despacho y el personal administrativo sienten la pérdida del cliente desde una perspectiva más vinculada a la reputación del despacho que respecto a la pérdida de ingresos. Si las pérdidas se reiteran, es probable que se produzca una rotación peligrosa para el despacho que impida crear al mejor equipo.
Por lo tanto, cuando nos encontremos ante una situación de potencial pérdida de un cliente, tendremos valorar el coste directo e indirecto que su marcha puede generar para el despacho y, de esta forma, con más razones que el simple prurito profesional, tendremos que esforzarnos por evitar que se vaya, máxime cuando está demostrado que si hacemos un esfuerzo por satisfacer las demandas de un cliente insatisfecho, entre un 82 y un 95 % permanecerá con nosotros. Por el contrario, el 95 % de los clientes insatisfechos (incluso los que no nos han abandonado) jamás volverán a contratar nuestros servicios.