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Confianza
Un mensaje de Jesús, identificándose a sí mismo como “el Cristo viviente que vive en ti”
I. Observación
Amado hijo mío.
Hoy quiero que hablemos acerca de la confianza. Observa cómo los patrones de pensamientos de preocupaciones parecen asaltarte una y otra vez. Preocupaciones de todo tipo. Esas preocupaciones proceden en realidad, de una creencia que es contraria a la confianza. Existe preocupación cada vez que crees que preocupándote puedes cambiar lo que es y lo que será, en vez de permitir que tus problemas se resuelvan de otra manera, para que des espacio a lo nuevo.
Hijo mío, confía en mí. Yo ya sé de todas tus preocupaciones. Sé acerca de eso que tanto te angustia. No te olvides que yo soy hombre, y como tal advierto todas tus necesidades. Sé que las cuentas tienen que pagarse. Sé que tienes necesidad de comer. Yo proveo.
Te pido que observes el patrón de preocupación. Al observarlo verás que es un patrón de preocupación recurrente. Siempre tiene formas concretas y similares. El dinero, quizá una compañía, quizá la salud, quizá la seguridad de los hijos. En fin, todos tienen un área en la que se sienten más inseguros. Tal vez sean dos o tres, pero siempre son pocas y muy específicas. Trabajamos ahora con esas áreas para poder experimentar esos patrones de pensamiento y respuesta emocional y poder transmutarlos.
Cuando te sientas preocupado, siéntate, relájate, haz una respiración profunda, conéctate con el deseo y espera a que te sea dada la respuesta. La respuesta al deseo te va a ser dada a su debido tiempo y en la forma perfecta. Vendrá alguien que toque la puerta y te traerá la solución, o se destrabará una situación, o vendrá una idea acertada, o simplemente el problema se resolverá.
Observa cómo el patrón de pensamiento de preocupación bloquea el acceso a la paz y, por ende, a tu verdadero ser. Una vez que el patrón de pensamiento de preocupación se hace presente, y haces real esa preocupación, entonces empieza a abarcar todo el espacio de tu mente y corazón y ahí pierdes la paz. Pasan los días y parece que el problema no se ha resuelto o no se resuelve, pero después miras para atrás y te das cuenta de que lo que veías como un problema fue una bendición. Quizá no lo entiendas al principio. Quizá incluso te moleste, tal como le molesta a un niño cuando la madre amorosa le da una medicina que quizá sepa un poco amarga, pero que le hace bien a su salud.
Si hay algo que la cuaresma ha pretendido traer es la enseñanza de la confianza ilimitada en Dios.
Las preocupaciones son el producto de un programa de pensamiento. Ahora te pido que observes ese mecanismo, que lo reconozcas, y aceptes el hecho de que proceden del miedo. Es miedo a la incertidumbre. Es miedo a no saber qué te deparará el futuro. Este miedo a la incertidumbre genera un estado de angustia que hay que aceptar primero, y luego soltar.
II. Despreocupación
Vivir la vida despreocupadamente es algo que el ego no se puede permitir porque cree que estar preocupado constantemente es estar en alerta. Podemos decir que estar en alerta en razón del miedo es la consigna egoica. Se te pide en estos tiempos de cuaresma que estés alerta a favor del amor. Lo mismo les he pedido a mis amados apóstoles cuando estaban orando y se quedaron dormidos. Lo mismo les pido a todos los que han hecho la opción del amor. Velad, estad alertas en razón del amor. Mirad que el amor siempre viene como amante que siempre busca a su amada.
Estar alerta a favor del amor significa confiar plenamente en el amor actuante de Dios. Esta aclaración que hacemos en referencia a confiar en el amor actuante de Dios no es ociosa. Confiar en tus hermanos para que ellos te resuelvan lo que crees que son tus problemas es llevarte constantemente a un estado de desilusión. Esto se debe a que dos seres semejantes no pueden tener cada uno lo que le falta al otro, para resolverle sus aparentes problemas. Si esto fuera verdad habría que considerar que uno es incompleto y otro no, y eso anularía la igualdad de los hijos de Dios. Esos patrones mentales que llevan a crear preocupaciones inútiles siguen instalados en la mente y es tiempo de dejar que se vayan.
III. Salvación
El miedo siempre busca producir lo que teme. Por lo tanto, cuando uno empieza a desconfiar de la vida o, dicho de otro modo, cuando uno comienza a crear en su interior esos mecanismos de desconfianza, entonces empiezan a suscitarse hechos que confirmen que está justificado desconfiar. Esto se debe a que en realidad la confianza en estos casos está siendo depositada en lo que no es confiable.
Si confías en que el dinero te va a dar la seguridad que estás buscando, tarde o temprano experimentarás que el dinero no es suficiente, o que aparecen nuevos gastos, y así dirás: “nunca es suficiente”. Si depositas tu confianza en el cuerpo, un día aparece una enfermedad, entonces comienzas a decir: “aquí está la prueba de que no puedo confiar en nada ni en nadie”. Cuando depositas tu confianza en una relación con un semejante, padre, hijos, colegas, pareja, amigos, vecinos y haces de esa relación tu salvador, no pasará mucho tiempo antes de que te des cuenta de que tu salvador te va a fallar o que te falló. Si tu salvador es el dinero, tampoco pasará mucho tiempo antes de que experimentes el hecho de que te falle. Y cuando te falla tu salvador, entras en estado de desesperación.
La pregunta que he venido a hacerte hoy es: ¿quién es tu verdadero salvador?
Yo he venido al mundo a salvarte a ti. Te hablo directamente al corazón, porque no hay un todo el mundo a quien yo le hable. Te hablo a ti, y te recuerdo lo que sabes pero que aún te cuesta reconocer, para que en este tiempo de cuaresma aceptes tu absoluta y total dependencia del amor, es decir, de mí. Un día te dije que en la medida en que tu confianza sea plena en mí, en esa medida me hago totalmente dependiente de tu confianza.
Hijo amado, es a mí a quién le corresponde crear la energía necesaria para producir los bienes materiales o situaciones inmateriales o espirituales, necesarias para que cumplas el propósito de tu existencia.