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Movilidad y sedentarismo
ОглавлениеSi bien la experiencia de la movilidad configura una parte fundamental del perfil como actor transnacional, también resulta crucial el construir conexiones fuertes (acumular capital político y simbólico) en el lugar donde han decidido establecerse, lo cual implica permanecer ahí un tiempo suficiente para comprender y adaptar sus códigos culturales, como bien señalan Antje Dietze y Katja Naumann (2018). Kapil Raj resalta que un cierto sedentarismo es esencial para que los mediadores culturales ( go-between) puedan actuar como tales: “sólo pueden actuar como mediadores porque son comparativa o explícitamente estáticos” (Raj, 2016: 51).5 Eso no anula que la experiencia de la movilidad produce una marca indeleble en el actor transnacional, lo mismo que su capacidad de adaptarse y asentarse en un nuevo contexto. En todos los casos que aquí se presentan, los actores se asentaron por un tiempo considerable, en términos vitales y profesionales, en un contexto nacional diferente al de su origen. Sus casos remiten a diferentes circunstancias de la migración de científicos, voluntaria o forzada.
Manuel Sandoval Vallarta migró a Estados Unidos en 1917 y permaneció ahí por casi 25 años (Minor, 2019a). Provenía de una familia de la clase política e intelectual de México, que costeó sus estudios de ingeniería en el extranjero. Según llegó a decir, al finalizar sus estudios de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria en Ciudad de México, se planteó seguir una carrera científica en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, pues le interesaba estudiar con el fisicomatemático Joseph Larmor.6 La Primera Guerra Mundial lo hizo desistir de ir a Europa y optó por ir al Cambridge de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos. Sandoval Vallarta viajó a Estados Unidos con el propósito de continuar sus estudios universitarios en el Massachusetts Institute of Technology (mit), donde se inscribió en la carrera de ingeniería electroquímica. Al terminar decidió seguir una carrera científica y obtuvo el doctorado en ciencias, con orientación en física, en 1924. Manuel Sandoval Vallarta (mejor conocido entre sus colegas como Manuel S. Vallarta) llegó a ser profesor del Departamento de Física del mit, fue un investigador joven y entusiasta que se especializó en la naciente teoría cuántica. En 1927, el profesor Vallarta (así llamado en Estados Unidos) obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim (concedida por lo general a estadounidenses) para tomar cursos y seminarios especializados de física en Alemania, en algunos de los centros de física más importantes del continente europeo. Tal distinción y la calidad de sus investigaciones, particularmente en el tema de la radiación cósmica, lo situó entre los físicos más importantes de Estados Unidos. En 1935, formó parte del directorio científico American Men of Science, a propuesta de sus colegas físicos (Visher, 1947). Se puede notar que Manuel Sandoval Vallarta fue un participante activo, involucrado en la comunidad de físicos de Estados Unidos, sobre todo en la institución y la disciplina a los que dedicó su talento y producción científica.
La migración de este científico fue voluntaria y tenía la expectativa de volver a México una vez que terminara sus estudios, lo cual no ocurrió, sino hasta 1942.7 No obstante, durante su permanencia en Estados Unidos se mantuvo enlazado a México de múltiples formas. Por un lado, volvía durante las vacaciones de verano, así se constata en varios reportes de reincorporaciones tardías al mit debido a diferentes contingencias que complicaban su regreso, el cual solía hacerlo en coche.8 Por otro lado, nunca solicitó la naturalización en Estados Unidos, a pesar de reunir los requisitos; esta situación a veces complicó su estancia allá, como cuando se vio en la necesidad de requerir la visa a inicios de la Segunda Guerra Mundial.9 Al respecto, supongo que sus vínculos y quizá la expectativa de volver algún día a México lo llevaron a evitar la opción de la naturalización. Más adelante se explica que mientras trabajó en el mit mantuvo fuertes vínculos personales y profesionales con su país de origen, que más tarde rendirían frutos en favor de los esfuerzos por crear instituciones y fortalecer la ciencia en México. Más allá de separar sus logros en uno y otro país, resulta más relevante comprender su trayectoria a través de diferentes contextos y su capacidad de crear conexiones entre ellos.
Gleb Wataghin nació en 1899 en Birsula (actualmente Podilsk, ubicado en la región de Odessa, hoy territorio de Ucrania), entonces parte del Imperio ruso (Silva, 1975; Bustamante y Passos, 1993). Su primera formación la cursó en Kiev, pero la Revolución rusa provocó que su familia huyera a Italia, donde se establecieron alrededor de 1919. Wataghin continuó sus estudios profesionales en la Universidad de Turín, ahí obtuvo el doctorado en física en 1922; después, entre 1922 y 1926, fue asistente en el Politécnico de Turín y, a partir de 1927, profesor asociado. Perteneció a una dinámica comunidad de físicos en Italia, entre quienes destacaban Enrico Fermi (recibió el premio Nobel en 1938, año en el que emigró a Estados Unidos) y Bruno Rossi (joven físico que destacó en el estudio de los rayos cósmicos y también emigró a Estados Unidos). El periodo de su formación y consolidación profesional fue notable en cuestión del intercambio intelectual en Europa, gracias a los múltiples congresos científicos, las conferencias Solvay o las estancias de investigación. Éstas lo llevaron al laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge, con Ernest Ruther-ford, y a Copenhagen, con Niels Bohr.
En este contexto, en 1934, Wataghin fue invitado a Brasil para dirigir el Departamento de Física de la naciente Universidade de São Paulo (usp). Al principio consideró que si aceptaba la oferta se aislaría de la comunidad de físicos italianos y, en general, de Europa (Silva, 1975). La invitación fue planteada por Teodoro Ramos, matemático brasileño encargado de visitar diferentes países para reclutar científicos e intelectuales europeos para liderar sus áreas de especialidad en la usp (Schwartzman, 1979). Al parecer, Ramos buscó en Italia opciones para cubrir los campos de física y matemáticas, en parte por una petición de la numerosa comunidad italiana en São Paulo que había hecho importantes donaciones para crear la usp. En principio, Ramos se interesó por Fermi, quien rechazó la oferta y sugirió a Wataghin. Aunque éste se resistió, Fermi lo convenció al hacerle notar que en Brasil tendría un futuro más prometedor que en Italia, donde el fascismo iba en ascenso. En una entrevista de la década del setenta, Wataghin afirmó: “O curso da minha vida foi fortemente influen-ciado, mais uma vez, por uma mudança de pais”, la primera de Rusia a Italia, la segunda de Italia a Brasil (Silva, 1975: 3). El periodo que aquí compete son los 15 años que permaneció en Brasil (1934 y 1949); no obstante, esta migración no implicó un rompimiento ni con la física en Europa ni con sus colegas físicos italianos, con quienes mantuvo comunicación, aun tras el exilio de muchos de ellos.
La trayectoria de movilidad de Guido Beck fue mucho más variada, en términos de las múltiples migraciones que se vio obligado a hacer. Nació en 1903 en Reichenberg (por entonces parte del Imperio austrohúngaro, hoy llamado Liberec en territorio de la República Checa), estudió en Suiza y obtuvo el doctorado en física teórica en la Universidad de Viena, en 1925. Se formó y consolidó su carrera científica en una época de grandes discusiones sobre los fundamentos de la física, conoció y trabajó con importantes físicos teóricos y estuvo en algunos de los grandes centros de investigación europeos, como Leipzig (asistente de Werner Heisenberg por cuatro años), Cambridge (estancia de algunos meses en el laboratorio Cavendish), Copenhague (estancia en el Instituto de Niels Bohr) y Praga (Pinto y Schwartzman, 1977; Videira, 2001). Su búsqueda de opciones para establecerse profesionalmente lo llevó por primera vez al continente americano en 1934, donde consiguió una beca de la Fundación Rockefeller para la Universidad de Kansas, en Estados Unidos.10 Aunque manifestó su deseo de extender su estancia en ese país no obtuvo más opciones de financiamiento. En 1935 aceptó una oferta en la Unión Soviética para ir a Odessa (de donde era originario Wataghin, a quien por cierto conoció en 1930 en un congreso organizado por Fermi, en Roma) (Pinto y Schwartzman, 1977: 26). Sin embargo, las tensiones en Europa y las dificultades a las que se enfrentaba por su origen judío, lo obligaron a buscar nuevas opciones. Volvió a Dinamarca, al Instituto de Niels Bohr, luego probó suerte en París y Lyon, pero debido a su origen austriaco y judío terminó en un campo de concentración en Francia (Pinto y Schwartzman, 1977: 34). Por esta razón intentó volver a Estados Unidos a través del Emergency Committee in Aid of Displaced German Scholars, de la Fundación Rockefeller, pero su solicitud fue desatendida una vez que se supo que estaba a salvo.11 A finales de 1941, aceptó una oferta de trabajo en Portugal, donde permaneció por año y medio. Ahí recibió la invitación para ir al Observatorio Astronómico de Córdoba (oac), en Argentina, que le hizo llegar Ramón Gaviola, quien se había formado en Alemania y, al igual que Beck, había tenido una beca del International Education Board de la Fundación Rockefeller, para realizar una estancia de investigación en Estados Unidos (Ortiz y Rubinstein, 2009).12
A partir de 1943 y hasta su muerte, en 1988, Beck permaneció en América del Sur, donde se desempeñó profesionalmente de manera alternada entre Argentina y Brasil (Videira, 2001). Beck fue un profesor que inspiraba a muchos de sus estudiantes, le preocupaba fortalecer la investigación en física en ambas naciones, pero tenía una idea muy clara: en América Latina sólo sería posible sumando fuerzas. Aunque Beck mantuvo contactos en los múltiples lugares por donde pasó, este capítulo se centra en su trayectoria a través de los mencionados países y por las conexiones que generó entre sus comunidades de físicos.
Guido Beck, Gleb Wataghin y Manuel Sandoval Vallarta son ejemplo de migraciones científicas, si bien en situaciones diferentes. Los tres pertenecieron a una generación de físicos que aprendió mucho de los intercambios académicos, una dinámica que acompañó la constitución de la nueva física, justo en la época de su formación profesional (Kragh, 1999). Sin embargo, las estrategias de intercambio académico que formularon fueron diversas, como se verá a continuación.