Читать книгу La ciudad como utopía - Sebastián Salazar Bondy - Страница 9
“La ciudad como utopía” en Salazar Bondy
ОглавлениеUn primer paso en la aproximación crítica a los artículos de nuestro autor consiste en entender cuál es la visión de la ciudad que subyace a estos. La expresión –como ya he señalado anteriormente–4 aparece empleada por primera vez en un artículo titulado “Lima y su destino”:
Una ciudad es siempre una utopía, un proyecto de dicha común, de coexistencia humana y paz social. Lima no escapa a esa norma y no podremos estar conformes, aunque la embellezcan edificios gigantescos y pulule en ella una muchedumbre ya innumerable, si todos los días sus hombres –por lo menos sus hombres conscientes– no luchan porque el arquetipo que está en el origen de la agrupación civil se cumpla en cierta medida. (“Lima y su destino” en El Comercio, 18 de enero de 1961, p. 2; subrayado del editor)
Más tarde, este mismo pasaje sufrirá algunas modificaciones para ser incluido en el prólogo de Lima la horrible:
Toda ciudad es un destino porque es, en principio, una utopía, y Lima no escapa a la regla. No estaremos conformes, aunque la ofusquen gigantescos edificios y en su seno pulule una muchedumbre ya innumerable, si todos los días la inteligencia no impugna el mentido arquetipo y trata de que al fin se realice el proyecto de paz y bienestar que desde la fundación, y antes de ella también, cuando el oráculo predestinaba en las incertidumbres, incluye la comunidad humana que a su ser pertenece. (Salazar Bondy, 2014, p. 50; subrayado de A.S.)
En ambos casos, Salazar Bondy invoca una concepción de la ciudad como espacio utópico, es decir, un espacio de realización futura de un “proyecto de paz” y bienestar común. Como bien señala Rodrigo Vidal Rojas (2011), el concepto de “utopía” reúne dos acepciones distintas:
Etimológicamente, utopía es outopia y eutopia. Outopia u outopos es lugar en ninguna parte o no lugar. Es seguramente la definición más conocida. Ella explica principalmente el carácter a-histórico y a-geográfico de un gran número de utopías. En este sentido, sería más propio hablar de a-topia. Eutopia o eu-topos es lugar de felicidad. Aunque menos conocida, en esta acepción la utopía recupera su carácter teleológico. (Vidal Rojas, 2011, p. 70; subrayados del autor)
Para ser entendido cabalmente, sin embargo, el concepto de “utopía” requiere de un segundo concepto sobre el cual se funda, el ideal-ciudad, que debe distinguirse a su vez de la ciudad ideal:
El ideal-ciudad (…) es la fuente principal de la utopía urbana, una construcción mental colectiva que recorre toda la historia urbana. El ideal-ciudad se diferencia de la ciudad-ideal por el lugar que ocupa y el rol que satisface en el proceso urbano: mientras la ciudad ideal es una finalidad, un estado último al que se aspira, revelando con ello un carácter teleológico, el ideal-ciudad es una fuente genérica, una matriz inspiradora, un concepto colectivo supuestamente universal y cuyos valores identifican a la totalidad de los individuos. Esta última revela entonces un carácter mitológico y fundador. (Ibid., p. 68; subrayados del autor)
A diferencia del concepto de ciudad ideal que implica el surgimiento de una ciudad soñada sobre un territorio específico, “para el ideal-ciudad, la ciudad existente debe desaparecer para permitir la aparición de la ciudad que subyace a lo existente, a la espera de su manifestación, y que se reproduce y subsiste en el imaginario colectivo” (Ibid., p. 68).
Ciertamente, en los artículos de Salazar Bondy se expresa esta noción del ideal-ciudad a través del ejercicio de la crítica en distintos niveles: el poder político, las relaciones económicas y sociales, los códigos que regulan la conducta de los habitantes de la urbe, la estética de determinados espacios públicos, entre muchos otros aspectos. Ya sea a través del cuestionamiento de las decisiones políticas, el examen de los mecanismos que (re)producen la desigualdad entre los limeños, la censura que merecen ciertas conductas que atentan contra la convivencia pacífica o la defensa del patrimonio histórico y cultural de Lima, resulta evidente que en todo ello el cronista aspira a la creación de una nueva ciudad expresando con ello las frustraciones y deseos de quienes la habitan5.
En tal sentido, el concepto de utopía es empleado por Salazar Bondy como instrumento de crítica al estado de cosas en que se encuentra una ciudad de la que él es también habitante. La utopía, en tanto visión del futuro, ha de contraponerse al presente; aun cuando, por una parte, revista un carácter irrealizable, es decir, evoque la dimensión de aquello que no tiene cabida en ningún lugar –outopia= lugar en ninguna parte– resulta también evidente que trasluce una orientación o, como el mismo autor señala, un destino. La utopía, por lo tanto, “no es el fruto de una imaginación delirante sino que, al contrario, es el fruto de una mente creativa que busca en la irrealidad los fermentos de transformación de una realidad concebida como decadente” (Vidal Rojas, 2011, p. 70).
Esa “mente creativa” es la que constantemente resurge en las crónicas de Salazar Bondy respondiendo a las necesidades del presente y las del futuro de la ciudad, manifestando con ello su compromiso y amor por ella. En este diálogo permanente con la realidad cotidiana se hacen necesarias propuestas, soluciones viables que contribuyan a hacer posible el destino de la ciudad; por ello, en sus crónicas todo parece tener un carácter de urgencia y nada merece ser ya por más tiempo postergado u olvidado. A través de la escritura, el autor se aboca a perfilar el boceto de un ideal-ciudad que no solo refleje su propio deseo sino el de sus conciudadanos, vocación cívica en la que también cabe el compromiso político.