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CAPÍTULO SEGUNDO LA PAREJA

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Con la memoria llena de la desnudez de Ariadna y todavía un poco agitado, Antínoo permaneció inmóvil en la cama mirando el techo. Luego encendió un cigarrillo, y mientras observaba la punta roja del tabaco quemándose y flotando en la oscuridad, visualizó sin esfuerzo el cuerpo de Ariadna bajo la ducha. Imaginó las gotas de agua estallando sobre su piel sedosa y brillante, y su rostro levemente inclinado hacia arriba enjuagándose el pelo, el cual totalmente húmedo se adheriría como un velo a su perfecto cráneo. Con esa imagen en su mente, dio un ligero suspiro, se inclinó hacia la derecha y tanteó con sus manos durante unos segundos sobre la mesa de luz hasta que encontró el control remoto del televisor. Luego aplastó el cigarrillo a medio consumir contra el cenicero, y se mintió mentalmente pensando en dejar de fumar y en comprarse caramelos de nicotina, cigarrillos electrónicos o cualquier otro tipo de sustituto a su fuerza de voluntad. Por supuesto, no se creyó. Esa mentira había dejado de ser eficiente hacía más de diez años. Claro, ya no fumaba tanto como antes, y había logrado racionar las dosis de nicotina para después del almuerzo y la cena, y en ocasiones antes de dormir. Pero el punto era que seguía haciéndolo. Respiró profundo decidido espantar la molesta culpa con la luz del televisor.

Comenzó cambiando los canales con la meticulosidad y rapidez de quien no busca nada en particular. Sonrió pensando en que si Ariadna hubiese estado en ese momento en la cama junto a él, seguramente le habría pedido que cambie los canales más despacio, porque no se entendía nada. A lo que él seguramente hubiese respondido con alguna de sus bromas de siempre. Como, por ejemplo, “el cerebro es más rápido que la vista y analiza el contenido de los canales antes que los ojos”. Por su parte, ella respondería a su tonto comentario diciendo: “entonces tu cerebro ya habrá analizado mi rostro, y sabrá que si seguís apretando los botones como un loco, esta noche va a ser lo único que apretarás”.

Pero Ariadna en aquel momento estaba en el baño, por lo que Antínoo se dio el gusto de cambiar los canales a su antojo. Botón… un documental en el que aseguraban haber encontrado a “Pie Grande”. Se detuvo unos segundos. Le pareció un tanto inútil seguir viéndolo. Si realmente lo hubiesen encontrado ya lo habrían difundido en todos los medios de comunicación posible, pensó. Lo mismo sucede con los documentales sobre ovnis. Sesenta minutos (incluidos los comerciales y adelantos de otros documentales sobre el mismo tema sin resolver) observando el desarrollo de una idea que, al final, lo deja a uno con más dudas que antes de verlo. Preguntándose, por ejemplo, si las líneas de Nazca son o no pistas de aterrizaje para ovnis.

>¿Por qué estos seres con una tecnología con millones de años de evolución necesitarían algo tan pedestre como una pista de aterrizaje? Dicen los ufólogos que son capaces de atravesar el cosmos a velocidades tan sorprendentes que rozan lo ridículo… ¿pero no pueden aterrizar sobre un lugar que no esté señalizado? <se preguntó.

Al instante cambió de pensamiento y de canal. Un periodista de chismes y espectáculos le preguntaba algo sobre política a una mujer que lleva un superescotado vestido verde. Era la tradicional mujer que oscila entre los boliches y restaurantes vip, participando con gusto de las más cómicas y degradantes escenas; insultos, mechonazos, llantos exagerados y amores de cotillón… en síntesis, la pantomima completa. Exhibiendo a su vez una colorida y costosa costra de cosméticos sobre un rostro que con el tiempo se irá desgastando, endureciendo y haciendo desaparecer a la verdadera mujer. El periodista ávido de otro escándalo espera expectante. La mujer vestida de verde no lo desilusiona y responde mostrando un seno. Oliver observa por unos segundos y aprieta el botón del control remoto…un tipo de barba y camisa a cuadros explicando el ensamblaje de algún tipo de mueble… botón, canal de deportes… botón, Woody Allen y Diane Keaton toman una copa de vino mientras conversan en un balcón desde el cual se puede apreciar el inconfundible diseño de los edificios que llenan el horizonte en la ciudad de Nueva York. Annie Hall buena película, pensó. Pero ya habían pasado más de treinta minutos desde que comenzó, se propuso descargarla por internet y verla en otra ocasión. Botón otra vez… la mujer de verde mostrando los dos senos, ¿será que el periodista repitió la pregunta?, murmuró… botón una vez más… Tom y Jerry, allí se detuvo por unos minutos. En aquel capítulo, Tom dormía al lado de una chimenea. Pronto saltarían unas chispas a su pelaje azul.

> ¿Cómo se llamaba ese capítulo? ¿”Escalera al cielo”? < se preguntó. > De todos modos qué buen capítulo < se dijo a sí mismo.

De niño lo había visto tantas veces que, cuando no podía dormir, solo tenía que cerrar los ojos y repetirlo en su mente desde el principio. Detalle por detalle, hasta quedar dormido.

A diferencia de muchos de los programas actuales esa caricatura lo tenía todo, pensaba Antínoo; sus personajes eran auténticos, ingeniosos y divertidos. Además cada uno y a su manera poseía un delicado toque creativamente criminal. Pero sobre todo y lo más importante, era que tenía un contenido en extremo pedagógico. ¿Al fin y al cabo quién no fue Jerry o Tom alguna vez en su vida?

Disfrutó del recuerdo por unos instantes, y volvió a cambiar de canal. Una atractiva mujer, con un hermoso pelo largo y lacio color azabache, entrevistaba vía telefónica a un médico. Hablaban sobre la posibilidad del desarrollo de una droga que en un futuro dotaría a las parejas de la facultad de tener hijos sin la necesidad de recurrir a los Aleatorios. Droga que serviría también para que estos últimos pudiesen procrear entre ellos sin recurrir a parejas.

Médico: … Disculpe pero no podría responder adecuadamente a esa pregunta en solo ocho minutos de entrevista, y por cierto que los mismos términos que utilizaría para conceptualizar la idea requieren una explicación en sí mismos…

Periodista: Sin embargo estoy segura de que un pequeño resumen nos serviría tanto a mí como al resto de los televidentes, quienes desde que se propagó esta noticia no paran de llamar al canal.

Médico: Les aclaro que no solo será un resumen pequeño, sino que también bastante incompleto, sin embargo intentaré ser lo más claro posible.

Periodista: Gracias, doctor, prosiga por favor.

Médico: Como la mayoría sabe, los “polispérmicos quiméricos” nombre científico con el que se designa a las personas que nacen sin pareja, y que son conocidas popularmente con el nombre de “Aleatorios”, son la unión de dos cigotos de gemelos de diferente sexo…

Periodista: Perdón, doctor… ¿cigotos?

Médico: Cigoto… es la célula huevo consecuencia de la fusión de un espermatozoide y un óvulo, a partir del cual se desarrolla el embrión… bueno… como les decía, en el caso de los Aleatorios, durante la tercera semana de gestación estos dos cigotos se unen, o sea que el embrión se desarrollará a partir de dos espermatozoides y dos óvulos, en los cuales habitan dos tipos de células quiméricas genéticamente diferentes, pero sin consecuencias físicas. En resumen, hombres y mujeres perfectamente normales por fuera, pero con una genética mucho más compleja por dentro. Lo que los hace, en resumen, extremadamente fértiles a la hora de procrear. Por supuesto vale aclarar, que los “polispérmicos quiméricos”, tanto los masculinos como los femeninos, solo poseen el cromosoma “x y”, razón por la cual entre ellos no pueden tener hijos, puesto que es indispensable para la fecundación el cromosoma “x”, el cual solo tienen los miembros fértiles de las personas que nacen en parejas. Para ser más claro, la existencia del cromosoma “y” es indispensable para la proliferación de la raza humana.

Periodista: Doctor, ¿podría explicarnos por qué solo un miembro de cada pareja es fértil?

Doctor: Respondí a esa pregunta unas mil veces, y la mitad de esas veces fue en este programa... ¿no podrían grabar mi respuesta una vez y repetirla cada tanto?

Periodista: Muy ocurrente, doctor, me encanta su sentido del humor… pero usted sabe que el público se renueva constantemente, y eso hace que de vez en cuando repitamos ciertos temas… además la reiteración de su respuesta no desgasta el concepto ni agota la curiosidad de la gente.

Doctor: Usted gana. Vamos por la respuesta mil uno entonces… esa infertilidad con la que nacen tiene que ver en la mayoría de los casos con la obstrucción de conductos, dicha obstrucción ocurre para las mujeres en las trompas de Falopio y en los hombres tanto en el epidídimo como en el conducto deferente.

Periodista: Gracias, doctor, ¿vio que no era tan difícil?... ahora háblenos sobre el desarrollo de esta nueva droga.

Doctor: En realidad todavía está en su etapa experimental, y será hasta dentro de muchos años que recién podremos aplicarla en pacientes humanos, sin embargo, muchos expertos en el área de los cultivos e injertos de células madre somáticas… y lo diré en términos que todos puedan entender, se ha logrado crear células proteicas a partir de diferentes tipos de sangre para reconstituir el tejido de los órganos sexuales obstaculizados. Debo aclarar además, y no por decirlo en este momento es menos importante, las legislaciones actuales son muy estrictas en lo que se refiere a la fertilización in vitro y a la clonación de células madre pluripotentes humanas, a menos claro que sean exclusivamente para su investigación. Sin embargo, a pesar de las trabas leguleyas y morales, y por supuesto, el dinero y el tiempo que este tipo de investigaciones implica, se han logrado grandes avances, pero limitados. Una vez solucionado esto, nos queda el tema de los cromosomas. ¿Oyó hablar sobre el éxito que se obtuvo en la creación artificial de un cromosoma de levadura, o sobre la clonación de cromosomas animales para posteriormente modificar su sexo?

Periodista: Sí, doctor, justamente de eso hablábamos con el invitado que estuvo antes que usted.

Doctor: Perfecto, eso me ha ahorrado mucho tiempo. Y ahora lo único que me queda por decirles es que una vez que la ley nos lo permita, haremos lo mismo con cromosomas humanos…

En el instante en que apagó el televisor, Ariadna salía del baño. Llevaba puesta una remera vieja que le quedaba un poco grande en los hombros, y que en algún tiempo fue de Antínoo. Era una de las tantas que solía usar siempre que dormía, y que la hacían parecer conmovedoramente frágil, vulnerable. Su pelo castaño todavía húmedo le caía solo un centímetro por debajo de las orejas, y una película casi imperceptible de lápiz labial rojo aún permanecía en sus labios. Los que en aquel momento se estiraban levemente hacia la izquierda, dibujando la clásica semisonrisa típica de ella, y que avisaba antes de tiempo que estaba por plantear algo importante.

En la vida de Antínoo y Ariadna existían instantes lentos y maravillosos. Momentos luminosos que parecían durar tanto como un día en la Antártida los meses de verano. Él valoraba cada segundo de su vida con Ariadna, del mismo modo y con la misma intensidad con que lo hizo desde el día que nacieron.

Antínoo se levantó de la cama, sacó una pequeña toalla de uno de los cajones del ropero y la ayudó a secarse el pelo, al tiempo que le daba un beso en la nuca. La luz del amanecer se filtraba a través de la cortina que cubría la ventana, y un caprichoso rayo de sol intermitentemente los iluminaba como si estuviesen en un escenario.

—Lo estuve pensando… y la verdad es que hace mucho tiempo que estamos solos. Tenemos la edad y económicamente estamos bien. Quiero formar una familia, creo que ya es tiempo de que conozcamos a alguien —dijo Ariadna sabiendo que él, Antínoo, era quien tenía la última palabra. Al fin y al cabo él era el “apto reproductor” en la pareja.

Al miembro fértil de las parejas se lo conoce con el nombre de “apto reproductor”. Y como el otro miembro es estéril, están obligados, en el caso de que quieran tener hijos, a emparejarse con un aleatorio, que será del sexo conveniente al “apto reproductor”. De ser el apto reproductor la mujer, será una “pareja matriarcal”, de serlo el hombre, llevará el nombre de “pareja patriarcal”. De todos los embarazos, solo un treinta por ciento de los niños nacen en estado aleatorio. La infancia, la niñez, la adolescencia, la vida del aleatorio es muy diferente a la de los que nacen en parejas. Mientras los primeros nacen tomados de las manos de quienes amarán y los amarán para toda la vida. Ellos ocupan la mitad de la suya en la búsqueda de ese alguien. El amor se les presenta a ellos por partes, racionado. Y así pasan gran parte de sus vidas, esperando ser elegidos.

—Me parece bien que tocaras ese tema… porque conocí alguien… es una Aleatoria muy atractiva e inteligente, estoy seguro de que te gustará —dijo Antínoo con voz calma, casi susurrándole al oído. Luego se inclinó y acarició con sus labios los todavía húmedos y perfumados pechos de Ariadna.

—¿Y cuál es el nombre de esta mujer tan especial? —preguntó Ariadna con los ojos cerrados. Su respiración se aceleraba lentamente, los incansables labios de Antínoo empezaban a excitarla.

—Selene.

—¿Te acostaste con ella?

—Podría haberlo hecho anoche… —respondió Antínoo descendiendo con sus labios suavemente hacia su ombligo.

—¿Y por qué no… lo… hiciste? —La voz de Ariadna se había convertido en un entrecortado susurro.

—Vos lo sabés.

—Decímelo.

—Porque te amo… y además sabés bien que no me gusta hacer el amor con otra mujer si no estoy con vos.

—Te amo —dijo casi imperceptiblemente Ariadna, al tiempo que acariciaba los cabellos de Antínoo, quien en ese momento estaba a punto de recorrer a besos aquel ineludible y húmedo lugar.

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