Читать книгу La Duquesa de Escobedo - Sergio Telles - Страница 13
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Estoy comiéndome unos Tostitos en el panteón y pienso en mi difunto.
Seguro extrañaré esas manos de carrocero que solían deshilacharme la panocha.
Siempre su nalgada rasposa y fría.
Siempre una maña al oído que mojaba mi entrepierna.
El sol y la polvareda apaciguan los sollozos y sudo y lloro no porque se haya ido, sino porque estoy enchilada y el agua de panteón no me gusta.