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RECONOCIMIENTOS

Este libro se ha beneficiado de la extraordinaria generosidad de amigos y colegas tanto en México como en los Estados Unidos. Rodrigo Amerlinck, Linda Arnold, Alfredo Ávila, Ann G. Carmichael, Francie Chassen-López, William Christian, María José Esparza Liberal, Dian Fox, Juan Martín Gama Jaramillo, Nina Gerassi Navarro, Pilar Gonzalbo, Guadalupe Jiménez Codinach, Marcela López Arellano, María Dolores Lorenzo, James Mandrell, María Dolores Morales, Erika Pani, Anne Staples, Sonia Pérez Toledo, Ibrahim Sundiata, Angélica Velázquez Guadarrama, Judith Weiss Tayar y Verónica Zárate Toscano contestaron mis preguntas, compartieron fuentes o comentaron sobre secciones del manuscrito. En particular le agradezco a Marjorie Agosín, Gene Bell-Villada y June Erlick la lectura del manuscrito completo; a mi hijo, Daniel Oran, su asistencia con la preparación de las ilustraciones y del mapa; a Julia Tuñón que me haya ayudado a localizar y ver la película La Güera Rodríguez en la Filmoteca de la UNAM; y a Nelly Ramírez Delgado su ejemplar trabajo en copiar documentos de los archivos de la Ciudad de México. A todos les debo mi más profunda gratitud.

Además, recibí sugerencias valiosas sobre versiones preliminares del proyecto de los miembros del Boston Area Workshop on Latin American and Caribbean History, de los Latin American Historians of Northern California y del Seminario Permanente de Historia Social en México. Las ponencias que comentaron resultaron en un artículo que precede el libro: “La Güera Rodríguez: la construcción de una leyenda”, publicado en Historia Mexicana #274, vol. lxix, núm.2 (octubre-diciembre 2019), pp. 471-510.

También reconozco mi deuda a dos escritores que nos dejaron hace mucho tiempo. Primero, a Fanny Calderón de la Barca, cuyo fascinante relato de la vida en México no solamente fue mi introducción a la Güera Rodríguez, sino que fue el texto clave en mantenerla viva en la memoria de generaciones posteriores. Segundo, a Artemio de Valle-Arizpe, cuya maravillosa biografía novelada de María Ignacia Rodríguez despertó mi interés en su figura y la convirtió en ícono de la historia mexicana.

Finalmente, le doy las gracias a mi esposo, David Oran, por haber aceptado la presencia de la Güera en nuestras conversaciones diarias y por haber respondido a mis dudas, siempre con inteligencia, paciencia y cariño.

NOTAS AL LECTOR

1) Se ha modernizado la ortografía de las citas de documentos originales para agilizar la lectura del texto.

2) Todas las traducciones al español son de la autora.

La Güera Rodríguez

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