Читать книгу En voz alta y en silencio - Sofía Rodríguez Benítez - Страница 12

Ejercicio 3. La entonación

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Cada lengua tiene su propia curva melódica, que es la modulación que damos a la voz en cada expresión oral. Incluso, hablantes de la misma lengua pero que viven en distinto país o región se caracterizan por tener un particular tono al hablar. Y también en una misma ciudad, algunos grupos sociales refuerzan su identidad o pertenencia al grupo al hablar con una inflexión distinta de la de los demás. En nuestro país, ¿te has dado cuenta cómo hablan los habitantes de otros estados? Y en tu escuela, cuando un compañero habla, ¿puedes identificar si se trata de una “chava fresa” o de un “cholo”, por ejemplo, tan sólo por el tono de su voz?

Para una buena entonación en la lectura en voz alta, respeta el acento prosódico de cada palabra, da a cada frase la modulación que exige el carácter de su contenido.

1. Lee el siguiente texto para identificar primero el tono adecuado de cada momento de la narración y comprender su intención, es decir, lo que el autor quiere comunicar. Un poema no se lee con el mismo tono que un cuento, por ejemplo.

2. Con un marcatextos subraya lo que dice un personaje y con otro de distinto color lo que corresponde a otro.

Ciudades desiertas

José Agustín

(Fragmento)

Susana lo miró, despectivamente, unos segundos y salió del baño. Eligio fue tras ella.

La vio tomar asiento en la cama y él se recargó junto a la ventana. Estaba sudando, qué desagradable. Y la boca seguramente le apestaba, qué pérdida de galanura. Bueno, dijo finalmente, a ver, por qué te fuiste. Susana suspiró con fuerza, vio su derredor con la esperanza de que la salvara la caballería de los Estados Unidos y después se reclinó en la almohada. No sé, respondió, es la verdad. ¿Entonces nada más sigues cualquier impulso pendejo que se te viene a la cabeza? Dime la verdad, Susana, esto lo pensaste muy bien.

¿Ya no me quieres? Dímelo derecho, y ya estuvo. No, no te quiero, dijo Susana, enfática. ¡Puras mentiras! ¡Cómo que no me quieres! ¡Claro que me quieres! ¡Por eso te fuiste! ¿Me fui porque te quiero? Bravo, maestro, qué bien te explicas. No me maestrees, Susana. Mira, vamos a decirlo así: me abandonaste, explicó Eligio lentamente, muy inseguro también; porque sabes que me quieres, y eso te obliga a ciertas cosas, pero ya estás hasta la madre de mí, por otra parte, ya estabas hasta la madre de todo, y por eso te fuiste, pero a donde vayas es lo mismo, porque la bronca no está en mí ni en nadie sino en ti. Oye, resultas patético de sicoanalista, mídete, ¿no? Es que no entiendo, Susana, exclamó Eligio, te juro que no entiendo entonces, ¿no te pusiste a pensar cómo iba a reaccionar yo cuando te fuiste? Me pegaste un susto del carajo. Primero ahí estuve esperándote como imbécil, y cuando vi que no llegabas te busqué por todas partes, por supuesto hice la visita de las siete delegaciones y hospitales y cruces, hasta el locatel hablé, y sólo hasta entonces me empezó a latir que ya habías volado, te juro que de pronto me di cuenta clarito: este pájaro ya voló, y lejos además. Primero creí que te habías ido con algún tipejo, que habías conocido a alguien desde mucho tiempo antes y que te veías con él sin que yo me diera cuenta y que los dos habían decidido irse a la mierda.

3. Reúnete con otros dos compañeros para leer en voz alta. Decidan quién leerá los diálogos de cada personaje y quién fungirá como narrador. Traten de caracterizar su personaje con el tono de voz que podría tener. Hagan tres rondas para interpretar a un personaje distinto cada vez.

A continuación te presentamos otro texto en el cual participan cuatro personajes. Es un fragmento de una breve obra teatral llamada Los sordos.

1. Reparte entre tus compañeros los papeles y prueben a hacer una lectura dramatizada o incluso a actuarla. Ensayen cambiar la entonación en cada lectura; entonen como si tuvieran sueño, como si estuvieran enojados, incluso como si lo que dicen fuera un secreto. ¿Cómo influye esto en el sentido del texto?

Los sordos

(Fragmento)

Cae: Hágame el favor de hablar más alto, porque soy bastante sordo.

Manuel: ¡Si no grita más no podré entenderle porque soy un poco torpe de oído!

Cae: ¿Podría indicarme dónde queda la estancia “Los Leones”?

Manuel: ¡Claro que tienen fragancia mis melones! Es que son muy buenos; le haré traer algunos para que los pruebe.

Cae: ¿Nueve? ¿Nueve qué? ¿Nueve leguas? ¿Tanto? ¡No puede ser!

Manuel: (Por la Patrona, que aparece en este momento en la puerta del rancho.) Sí, esa es mi mujer. (A la Patrona.) Oye, tráele a este hombre una docena de melones, para que elija algunos.

Maryblandy: ¡Ahá, muy bien! ¿Así que este caballero quiere tener relaciones con nuestra hija? Tanto gusto, señor. En seguida se la presentaremos. (Gritando hacia el interior de la casa.) ¡Mariquita!... ¡Mariquita!... Esa chica es más sorda que yo, todavía... Un momentito, siéntese... (Se introduce en la casa.)

Cae: ¿De modo que usted dice que la estancia “Los Leones” queda a nueve leguas de aquí?

Manuel: Sí, señor; se lo he dicho y se lo repito. La fragancia de mis melones es exquisita... (Aparece la Patrona con la Sordita.)

Maryblandy: No grites, hombre; aquí está Mariquita. (A su hija.) Bueno, hija, aquí tienes a tu pretendiente...

María José: ¡Ay, mamá! ¿Cuántas veces quiere que le diga que no me duelen los dientes ni nada?

Maryblandy: ¿Que no tiene nada? ¿Y tú qué sabes? A lo mejor resulta que es rentista.

María José: ¡Mamá, por favor! ¿Para qué quiero un dentista si yo no tengo enferma la boca?

Maryblandy: Ya sabes que tu madre pocas veces se equivoca: ha de ser rentista nomás.

Manuel: ¿Y los melones, mujer?

Maryblandy: Es lo que yo le digo, ¿por qué te pones así, hija?

Manuel: Pero, si no le traes ninguno, ¿cómo quieres que elija?

Maryblandy: Es que tú ya sabes cómo es esta niña; ella quiere salir siempre con la suya. (Al Pasajero.) Esta es mi hija, se llama Mariquita.

Cae: ¿Cómo cerquita, si su esposo me ha dicho que faltan nueve leguas?

Maryblandy: (Al Chacarero.) ¿Qué dice este hombre de las yeguas?

Cae: No sé si quiera, si es bueno el camino.

María José: Ah, yo no pretendo que usted sea adivino, me he limitado a hacerle saber que a la fecha sigo soltera.

Cae: Ah... ya entiendo, llegando a la tranquera sigo a la derecha… y de ahí a “Los leones”.

Manuel: Ah, como buenos, le aseguro que son buenos... y puedo mandarle los que quiera.

Cae: Sí, ya me dijo la señorita, de la tranquera a la derecha.

2. Escribe tu conclusión acerca de la relación que existe entre la entonación y el sentido de lo que se dice.

En voz alta y en silencio

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