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Las consecuencias del sistema sobre nuestra salud


Mi hermano estudió porque mis padres le repitieron infinidad de veces que, si no lo hacía, no sería nada en la vida. No coincidí con ellos en su aseveración. Y allí me di cuenta, por tercera o cuarta vez consecutiva, de que la escuela y mis padres estaban fallando. Porque no preparas al alumno para ser algo en la vida, lo dispones para tener una herramienta para sobrevivir en ella, ya que él es algo desde que nace. Lo leí una vez y no puedo estar más de acuerdo. Normalmente, cuando ves que no encajas en este sistema, piensas que eres un inútil, porque claro, según el instituto serás inexistente. Entonces los alumnos piensan que están destinados al fracaso y es cuando la negatividad los invade.

Hay que destacar que no tienen toda la culpa, por no decir que no la tienen en absoluto. Simplemente son víctimas del decepcionante sistema. Me gustaría saber por qué tenemos que llegar hasta el punto de sentirnos menos por no adherirnos correctamente a esta cruel organización. Vamos a ponernos en una situación cotidiana que nos ocurre cada fin de trimestre, o semestre para algunos: se juntan los exámenes de todas las materias y empieza a extenderse la presión y el malestar. Noches y noches estudiando para llegar a la nota deseada, pero el camino está lleno de pensamientos negativos que irrumpen en la mente humana. Mensajes a medianoche preguntándole a tu compañera/o de clase cómo va con el tema 5, cuando quedan otros diez por estudiar. Cuando su respuesta es que va igual de mal, te tranquilizas y te permites un suspiro. Porque sabes que no eres el único o la única que está pasando por un mal momento. Os intentáis tranquilizar los unos a los otros para procurar sobrevivir a la «semana trágica», como la llamo yo, conteniendo vuestras emociones, aunque a veces no las tengáis en cuenta. No cuidamos nuestra salud mental, pero creedme, si no nos la cuidamos nosotros, no habrá otro ser que lo haga.

Este fue otro hecho que me dejó dudas en la educación. Me planteé muchas preguntas, como por ejemplo: ¿estudiar hasta las dos de la noche es eficaz? Rápidamente se me vino a la cabeza la típica frase de algún profesor que decía «Tenéis que estudiar cada día, ir haciendo cada día un poco para llegar bien al examen». Vale, entonces, si lo entendí bien, dijo que teníamos que ir estudiando unos conceptos durante los días para no tener que pasar por una mala semana. Ahora bien, cada tarde vamos a ejercitar nuestra inteligencia memorística sometiéndola a una empollada de nociones, de las cuales muchas de ellas son innecesarias. Todo esto, para subsistir a la tragedia que más adelante nos esperaría. No sé qué es peor, si lo que dijo o lo que pasamos durante la semana. Analizando bien las palabras no suenan tan bonitas y útiles como parecen ser.

Ningún niño tendría que sentir esa presión, ese estrés o ese llamado fracaso, en caso de que lo haga, alguna cosa no va del todo bien. Tristemente, en caso de aprobar se nos acaba olvidando el mal trago que pasamos. Esto sucede porque la misma escuela se empecina en evaluar el resultado sin tomar nota del recorrido. Tarde o temprano recaeremos en la idea equivocada que nos transmiten, si por desgracia suspendemos algún examen, no valoramos ni por un momento nuestro sacrificio y dedicación. Inmediatamente buscamos en el papel aquel significante número, el que supuestamente acaba de evaluar tu nivel de conocimiento. Discrepo absolutamente de la utilidad que se le da al examen, ya expondré mis ideas sobre ello.

Con relación al estrés, debemos hacernos la pregunta principal y hallar cuanto antes la respuesta y así poder solventar este gran problema. No vale ese «Va, que queda poco, por favor aguanta, no dejes que tus nervios actúen por ti, ya casi estás» de tu queridísima amiga que no soporta verte así. Por consiguiente, lo único que logramos es acabar interiorizando esta emoción como algo normal, pero no, no lo es.

Pero ¿realmente sabemos qué es el estrés, por qué se produce o qué consecuencias tiene? La vida estudiantil está sometida a la acción de diversos agentes que dificultan su rendimiento académico y, por ello, provocan daño a la salud. Estos agentes son llamados estresores y acaban generando una respuesta directa de nuestro cuerpo ante situaciones atemorizadoras e ineludibles. En sí, el estrés es una parte normal y natural de nuestras vidas y se desencadena como una respuesta ante unas circunstancias. Es una sensación de falta de control, y avisa a nuestro cuerpo para enfrentarse a una situación complicada. Nos prepara para el suceso del momento y tenemos como opciones luchar o huir.

Según mi punto de vista, la principal causa del estrés académico es el nivel de exigencia en el aula, puesto que la vida del estudiante es sinónimo de infinidad de obligaciones que debemos cumplir durante el año. Se acumulan entregas de trabajos y muchos exámenes, uno detrás de otro, y así sucesivamente. Sabes que algo está fallando cuando intentas poner en el trabajo de Word, Arial 14 o 16 e interlineado de 1,5 con tal de llegar a las páginas establecidas. Se nos exige obtener las mejores calificaciones, y con ello una serie de cargas que conllevan la desazón de los jóvenes.

En lo relativo a las causas, diversos estudios disienten sobre el verdadero origen del estrés académico. A pesar de eso, coinciden ciertamente en que la inquietud, y por ello el provocar estrés académico, es debida a la ansiedad de alcanzar el éxito. De esa manera, asumimos la tensión que nos provocan nuestros padres, maestros y, en general, todo nuestro entorno, e intentamos cumplir con las expectativas que se nos atribuyen. Dejando que la presencia de dichas expectativas perturbe nuestro camino, hay que dejar claro que los elogios de nuestros allegados, ya sean hermanos, amigos, familiares, etc., causan inseguridades en nosotros como estudiantes, y esa ansiedad llega incluso a causar una falsa impresión de lo que nuestro entorno espera de nosotros.

No obstante, un estudio de Research in Higher Education en el 2000 mostró que el estrés académico y la ansiedad por alcanzar el éxito pueden tener un efecto positivo sobre la motivación, y a causa de ello mejorar notablemente la calificación final. Este estudio quizá debería alegrarme, pero tristemente me preocupa. Realmente me desmotiva que los jóvenes tengan que pasar por el estrés, la ansiedad, y otros factores que pueden alterar la salud mental, simplemente para conseguir el numerito redondeado en la hoja, donde queda en evidencia tu supuesta inteligencia.

Con respecto a las consecuencias del estrés, podrían llegar a ser muy graves si se prolonga el estado de alarma en tu cuerpo. Por esas y algunas peculiaridades más no me parece nada bien la conclusión de dicho estudio. En sí, el estrés no deja de ser, por su naturaleza intrínseca, una respuesta inmediata para enfrentarse con un peligro físico. Mientras que la educación o el sistema se desarrollan a largo plazo, y si analizamos bien ambas partes combinándolas sin piedad alguna, podrían producir un cataclismo durante la era del estudiante que llegaría a alargarse en un período de tiempo indeterminado.

Todo lo que estoy diciendo es sin tener en cuenta la opinión de mi hermana. Ella, en cambio, intenta hacerme entender hoy en día que un poco de estrés no va nada mal. Ahora mismo, después de varios días de búsqueda sobre ello, me he dado cuenta de que tiene razón: un cierto grado, sin excederse, de esta sensación llamada estrés no está mal.

Me refiero a que, con moderación, sin superar altos niveles, mejora nuestro rendimiento y salud, ya que sin algo de estrés surge el aburrimiento y la falta de estímulo. Hay que destacar que un nivel óptimo de estrés es necesario, nos ayuda tanto física como psicológicamente.

Así, motiva a aprender nuevas habilidades para dominar nuevos retos. En pequeñas cantidades nos ayuda a sentirnos relajados y satisfechos, es un ingrediente importante en el aprendizaje sano y productivo. Pero repito que sirve únicamente cuando se administra en pequeñas dosis, ya que nuestro rendimiento comienza a disminuir a medida que vamos aumentando el nivel de estrés. Hay que tener cuidado con el grado de estrés que soportamos. Si después del punto óptimo, el estrés continúa elevándose, comenzaremos a sentir ansiedad, problemas para dormir, ira y muchas otras complicaciones.

El poder de la buena educación

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