Читать книгу Clinica de la identidad - Stéphane Thibierge - Страница 8
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
¿Por qué la pregunta por la identidad es asumida hoy como una pasión, y sin duda, nuestra pasión más moderna? Si nos afecta de la manera en que lo constatamos, a la vez simple e imperiosa, a menudo urgente al punto de volverse asesina, es porque esta pregunta se nos presenta de forma totalmente diferente a las modalidades que solían caracterizarla, es decir: la búsqueda, la iniciación o también la cuestión particular de las formas y objetos de la cultura. Esos abordajes de la identidad supuestamente debían dar acceso a un sujeto, a un lugar asumido en el lazo social y en una filiación –de la forma en que esta última fuera concebida.
La dificultad actual es que estamos ante una crisis de la que nada nos dice que se encuentre una solución, por lo menos en los términos en los que estamos habituados a formularla. Si la identidad hace síntoma hoy, en efecto, no es porque ella se busque como una pregunta en el sentido que acabamos de decirlo. Es más bien porque los elementos y los términos mismos de la pregunta se nos han vuelto opacos y a veces hasta inalcanzables. Es la razón por la cual las respuestas que reenviamos y que la actualidad nos reenvía, aparecen completamente desorientadas y cada vez más automáticas, cosas que a menudo van a la par. No hay evidentemente ninguna razón para que esta situación, por sí sola, no tenga sino una salida brutalmente automática, como sucede en tales casos: es la lógica que Freud mostraba, desde 1921, bajo el nombre de la psicología de las masas.
Si un psicoanalista puede tomar posición respecto de esta pregunta, es porque el psicoanálisis nos da los medios para plantearla de una manera completamente inédita, tanto en la forma como en el fondo. Además el psicoanálisis puede esclarecer las razones del impasse en el que nos encierran las problemáticas identitarias.
El descubrimiento de Freud de eso que llama inconsciente, interviene justamente en un momento histórico en que las referencias tradicionales de la identidad se diluyen. Es debido a aquello que en ese momento el psicoanálisis pudo aislarlas, al tiempo que renovaba nuestro abordaje de dicha pregunta. Siguiendo a Freud, Lacan precisa lo que modificará completamente nuestra relación con la identidad: él aísla un objeto, jamás identificado de esa manera hasta ahora, aunque Freud ya señalaba su incidencia en las formaciones del inconsciente (sueños, síntomas, actos fallidos, etc.). Este objeto es lo que nos afecta más radicalmente, nos hace hablar y desear –en una palabra, nos determina. Lacan escribe objeto a, precisando que si hay que buscar autonomía en el hombre, es del lado de este objeto que ella puede encontrarse y no del sujeto.
Este libro quisiera mostrar de qué manera los descubrimientos del análisis esclarecen lo que está en juego en nuestra relación con la identidad, por qué esta relación se nos ha vuelto tan difícil y cómo podemos eventualmente volver menos imperativos y con menos deflagración los efectos individuales y los efectos sociales.
Partamos de los hechos de la psicosis, donde se libran mejor los fenómenos automáticos y pasionales de esta relación con la identidad, cuando esta no encuentra ya otra modalidad que una imaginaria en forma de un cara a cara especular. Esto nos permite aislar los primeros elementos simbólicos e imaginarios de esta relación, a partir de estructuras clínicas donde esos elementos faltan: evocamos aquí, en particular, el síndrome de Frégoli y el transexualismo.
La forma de la imagen del cuerpo –la imagen especular– juega un rol importante en el emplazamiento y en los síntomas de la identidad. La segunda parte de esta obra está consagrada a tocar este tema, deteniéndonos igualmente en las lesiones neurológicas de esta imagen, así como en el sentido de la distinción entre esquema corporal e imagen especular.
Precisamos enseguida lo que podemos designar como condiciones mínimas de un emplazamiento subjetivo de la identidad. Entendemos por esto una relación con la identidad que no sea solamente automática, sino que admita algo del orden de una subjetividad y de una responsabilidad del sujeto. Esto nos lleva a evocar dos preguntas en el primer plano de la neurosis moderna. La primera es la pregunta por el padre y el rol de la función paterna en la ubicación de esa relación con la identidad. Investigamos especialmente por qué el padre es recibido como un síntoma en el lazo social –en el sentido en que el psicoanálisis lo representa e identifica con el término de la castración– y por qué aparece hoy más como una dificultad que como una función propiamente dicha. Evocamos después la pregunta correlativa de la precedente, por la alteridad, que alude necesariamente a la identidad y sus condiciones. Mostramos de qué forma ella está ligada a la diferencia sexual y por qué la aprehensión posible de una alteridad pasa necesariamente por el lugar reconocido a una mujer en la cultura. Al final abordaremos las mutaciones rápidas e importantes que afectan las condiciones de la identidad subjetiva. Aquellas corresponden, en primer lugar a las transformaciones contemporáneas del goce y sus consecuencias, que conciernen a las reivindicaciones identitarias o comunitarias del sujeto moderno. Es también esto lo que podemos evocar respecto al nombre propio y a su función en un contexto marcado por el carácter más difícil y precario de las condiciones del reconocimiento. En última instancia, es la imposibilidad contemporánea, resultante de lo que precede de no asegurar ninguna concepción del mundo (en el sentido clásico de una Weltanschauung), y las consecuencias que resultan de ello en clínica y en la teoría, concerniente a la identidad como pregunta y como síntoma.
En conclusión, indicamos lo que parece ser la consideración, práctica y política, de las proposiciones avanzadas y puestas a prueba aquí. 21