Читать книгу Silencio - Teresa Guardans Cambó - Страница 6
INTRODUCCIÓN
ОглавлениеEl interés por el silencio –y por las distintas formas de practicarlo– se va extendiendo y, en general, va ganando «buena prensa»; se relaciona con una serie de beneficios como pueden ser la calma frente al estrés, una mayor capacidad de atención, mayor claridad mental y creatividad, como vía de autoconocimiento y apertura hacia la realidad... Mientras que para algunos parece ser la panacea a todos los males también hay voces críticas que lo ven como una huida, como una búsqueda egoísta del propio bienestar que olvida a los demás. Pero ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de silencio?
Ya hace unos años, antes de que estuviera tan en boga ese amplio abanico de propuestas silenciosas, o que se planteara, por ejemplo, su introducción en el ámbito educativo, ya me llamaba la atención la importancia que se daba al silencio desde la poesía, el arte, la filosofía, la creatividad científica, desde tantos campos de la actividad humana, apelando –de una manera u otra– a «conocer desde el silencio». Empecé a preguntarme a qué se referían, qué podía implicar eso... Y siguiendo ese rastro, fue inevitable ir a parar a las distintas tradiciones espirituales de la humanidad y descubrir ahí verdaderas «escuelas del silencio». Encontré ayuda y orientación para no quedar ahogada entre tantos textos «raros», tan alejados de las lecturas a las que mi mente racional estaba acostumbrada. Y, poco a poco, el concepto de silencio fue creciendo, enriqueciéndose, y las voces de todos esos maestros y maestras del silencio fueron entrando en diálogo con las aportaciones de la lingüística y de las ciencias del conocimiento, mostrando una honda sintonía entre ellas.
Me gustaría poder compartir en estas páginas toda esa riqueza, en la medida en que pueda y sepa; y quizás sirva para ayudar a separar el grano de la paja. Duele oír o leer opiniones tan beligerantes con las prácticas del silencio hechas en nombre de una espiritualidad solidaria, metiendo en el mismo saco realidades muy distintas. Desearía poner mi granito de arena para que, quien así lo ve, pueda descubrir la profunda generosidad que ha impulsado e impulsa a ese andar por las vías del silencio, y su aportación a la sociedad contemporánea.
Por otra parte, quienes puedan pensar que la nuestra es una época en la que la humanidad presenta una sensibilidad o unos niveles de conciencia superiores o más evolucionados que los de las generaciones pasadas, espero que puedan darse cuenta de que tenemos mucho, muchísimo, que aprender del pasado. Que cada época ha vivido sus particulares retos y ha procurado responder a ellos de la mejor manera posible; y gracias a ello disponemos de un valioso legado de sabiduría, muy plural, que nos llega desde todos los rincones del planeta. Sería una pena desaprovecharlo, aunque pueda costarnos algún esfuerzo «traducirlo» e interpretarlo desde las coordenadas culturales contemporáneas.
Y con todas esas personas con las que compartimos el andar «en búsqueda», y especialmente con quienes no disponen del tiempo que yo he tenido para explorar textos, escuelas y propuestas, espero poder ofrecer algo de lo que voy aprendiendo y responder quizás a algunas de las preguntas que se puedan estar haciendo.
«El yoga me ha cambiado», me decía una sobrina que ha descubierto el yoga y lo practica desde hace más de un año con asiduidad. Me comentaba que no le faltan recursos y grupos con los que practicar, que no deja de mejorar a nivel técnico; pero le gustaría saber algo más sobre sus bases teóricas. Sentía que sin conocer los fundamentos, no podía ir más allá de la repetición de una serie de posturas o ejercicios. ¿Por dónde empezar?
Era solo un comentario al paso, en plena celebración familiar; no me estaba pidiendo nada pero entendí bien a qué se refería. Es la inquietud que puede aparecer cuando alguien se toma una práctica en serio durante un tiempo. En la fase inicial nos basta con prestar atención a la respiración o al movimiento corporal, nos basta con el bienestar y pacificación que esa atención genera. Pero pronto empieza a notarse el cambio que ella mencionaba, se intuye que hay más, que estamos como en la antesala... ¿antesala de qué? Surgen las preguntas, no se trata solo de la condición física, ni de ganar en calma interior; el cambio es más hondo, es otra cosa, se percibe. Como si alguien fuera a clases de pintura para relajarse y poco a poco empezara a cogerle el gusto a ese esfuerzo de la mirada que procura «ver» y penetrar en la realidad, y cada vez se olvida más de si se relaja o no, porque hay otra cosa que está atrapando su interés, ¿qué es? Algo así ocurre con cualquier estilo de práctica silenciosa cuando se va ahondando en ella. A medida que se le dedica tiempo y energía se huele que hay gato encerrado, que ahí hay algo más; y que ese «más», sea lo que sea, vale la pena. Aparecen entonces las preguntas. ¿De dónde nació esa práctica? ¿Por qué?, ¿para qué?, ¿hacia dónde me lleva?... Crece el deseo de saber más. Leer alguna buena introducción teórica a esa práctica y a su mundo cultural ayuda, seguro. Pero, en el fondo, comprender las bases de cualquier vía de cultivo del silencio nos lleva a explorar las bases del silencio mismo. El yoga, en todo su riquísimo despliegue de formas y escuelas, nació al servicio del conocimiento silencioso de la realidad. No podemos pues hablar de lo uno sin referirnos a lo otro.
Este abanico de inquietudes y de deseos son el punto de partida de las siguientes páginas. Y no se me ocurre mejor manera de ahondar en lo que pueda ser y ofrecer el silencio que «cabalgar» sobre la experiencia y las palabras de quienes lo han explorado hondamente: escucharlas, dejarnos interpelar por ellas, ver hacia dónde nos conducen.