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Presentación

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Los cuatro estudios sobre la filosofía política de Francis Bacon presentados en este libro son los frutos del trabajo realizado en el Seminario de Filosofía Política del Programa de Investigación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM. Todos comparten una de las preguntas recurrentes en dicho seminario: ¿cómo y por qué se inició esa gran revolución del pensamiento llamada “Modernidad”? Implícita en la pregunta se encuentra una amplia gama de interrogantes anejas que abarcan desde la difícil cuestión de la ruptura con las tradiciones clásicas y cristiana, las razones y motivaciones de los pensadores fundadores de la Modernidad, hasta la profundidad y claridad con la cual concibieron tanto la posibilidad de implementar como los beneficios que con su nueva ciencia esperaban otorgar a la humanidad. La esencia del proyecto moderno consiste en proponer una nueva concepción de la relación entre teoría y praxis o, en otros términos, entre filosofía y sociedad. Por primera vez se afirma que el filósofo no sólo puede sino que está obligado a realizar investigaciones que beneficien al género humano. Esta tesis se opone radicalmente a la de los filósofos de la antigüedad, quienes mantenían que la armonía de saber y poder, el filósofo-rey, era una quimera imposible de realizar. Es evidente que la tesis de los modernos sólo podría sostenerse si el poder de la inteligencia humana es mucho mayor de lo que concibieron los antiguos. Descubrir el poder de la inteligencia humana requería purificarla de los dogmas que la limitaban, tanto los de índole metafísica como los teológicos. Además, puesto que el propósito era incrementar el poder humano, era insoslayable demostrar que la razón más poderosa también sería más benéfica para la humanidad. Para ello se requería una revolución en la ética. Poner en marcha una revolución tan radical a su vez hacía indispensable una estrategia retórica para entusiasmar a quienes veían con buenos ojos las innovaciones sin despertar la desconfianza y la oposición de los ortodoxos y conservadores. Cumplir con ambos fines simultáneamente hacía necesaria una mezcla de argumentación explícita con indicios más o menos velados. Era menester mostrar la innovación como motivada por fines inobjetables. Francis Bacon fue el gran maestro de esta sutil retórica cuyo éxito se constata con las grandes transformaciones del mundo realizadas, conforme su teoría determinó a la praxis, durante los últimos cuatro siglos.

Sólo atendiendo cuidadosamente a los diversos modos de presentación utilizados por Bacon en sus obras se puede penetrar hacia el núcleo de su pensamiento. Dado que sus obras están dirigidas a diferentes clases de lectores, y en cada caso se utiliza la retórica ad hoc, la tarea hermenéutica es compleja. Cada uno de los escritos presentados aquí aborda una de las obras del filósofo inglés, realizando una hermenéutica cuidadosa con la cual se hacen evidentes las modalidades de discurso aplicadas en ellas: Nueva Atlántida, La Sabiduría de los Antiguos, El Avance del Saber y los Ensayos o Consejos Civiles y Morales, son los textos interpretados.

En su trabajo sobre la Nueva Atlántida, intitulado “Las leyes secretas de Bensalem, ciudad de la Nueva Atlántida”, Teresita García González explora cuidadosamente los pasajes ricos en alusiones y magros en explicaciones de esta obra, publicada póstumamente por William Rawley en 1627. En este libro Bacon describe a la sociedad que, según lo imagina, su nueva ciencia podría originar. Aunque usualmente se le ha considerado una utopía sin mayor relevancia para la comprensión de la doctrina política de Bacon, la interpretación presentada por Teresita García nos permite ver que la obra contiene indicaciones muy importantes para entender el tipo de leyes y costumbres necesarias para una sociedad regida por una élite de sabios científicos. Destaca como tema principal la adaptación del cristianismo a los nuevos órdenes de la sociedad; asimismo, se atiende de manera especial a la legislación respecto de la familia, cuya función principal se reduce a la reproducción. Bacon ciertamente parece creer que la sociedad de la Nueva Atlántida es la más feliz que puede haber entre los hombres. En su interpretación, Teresita García se pregunta en qué consiste esta felicidad y qué tan deseable es. Esta pregunta es de gran relevancia para quienes vivimos en las postrimerías de la Modernidad porque al comparar la felicidad baconiana con nuestras propias nociones podemos reflexionar más a fondo sobre la relación entre los fines imaginados por el padre de la ciencia moderna y la situación en que de hecho nos encontramos nosotros sus herederos después de cuatro siglos. Ciertamente, nuestro mundo, con sus abismales contrastes entre pobres y ricos, la crisis ecológica y la amenaza de guerra nuclear, en nada se parece a la sociedad soñada por Bacon. ¿Esta diferencia se debe a alguna deficiencia inherente en el proyecto o a la falla de las instituciones políticas gestadas por la Modernidad?

En el ensayo “La sabiduría en la Sabiduría”, Luis Octavio García Mondragón se aplica, con amplia erudición y finísima sensibilidad hermenéutica, a recorrer los complejos laberintos construidos por Francis Bacon en su La Sabiduría de los Antiguos. En la superficie, esta obra parece meramente mostrar que los mitos de los verdaderos antiguos contienen una sapiencia más profunda que la de los antiguos espurios. Con esta distinción Bacon pretende que la filosofía clásica (entiéndase la elaborada desde Tales hasta Aristóteles) no sólo es falsa, sino que además oculta a la sabiduría comunicada mediante los mitos clásicos. Con este artificio retórico se sientan las bases para presentar la nueva ciencia baconiana como si fuera una recuperación de la sapiencia más profunda de los antiguos genuinos y no una mera polémica contra los filósofos clásicos. Mediante esta argucia se desafía al lector a ejercer su talento hermenéutico interpretando una obra en la cual lo serio y lo juguetón siempre están entremezclados. Sin embargo, esta superficie es uno de múltiples velos usados por Bacon para mostrar y ocultar el sentido más profundo de su nueva ciencia. Luis Octavio García Mondragón acepta el desafío y con paciencia y atención extraordinarias nos guía por las galerías del laberinto baconiano como un nuevo Teseo hermenéutico. Un aspecto clave de su trabajo es el develamiento del orden concéntrico elegido por Bacon para relacionar las treinta y una fábulas interpretadas en esta obra. Es imposible resumir la complejidad de este orden concéntrico y menos aún hacer justicia en pocas líneas a las observaciones, tan lúcidas como penetrantes, que ofrece esta obra de deslumbrante virtuosismo hermenéutico. Quien dedique el cuidado requerido al estudio de este ensayo constatará que estas apreciaciones nada tienen de exageración.

En el ensayo “La filosofía baconiana de la naturaleza y sus implicaciones éticas y políticas en El Avance del Saber", José Gerardo Valero Cano interpreta y explica la filosofía de la naturaleza de Bacon exponiendo su conexión sistemática con la nueva filosofía política requerida necesariamente por su implicación recíproca. La nueva ciencia ofrece nuevos poderes para el hombre y por consiguiente es menester mostrar a qué fines se pretende aplicarlos y por qué esos fines son deseables. Para llevar a cabo esta tarea, José Gerardo Valero examina las bases epistemológicas de la nueva ciencia y su rechazo de la metafísica aristotélica. Destaca especialmente la relación entre el cambio en los fines de la ciencia y la innovación en sus bases epistemológicas y metodológicas. Muestra cómo el gran énfasis en la experimentación obedece al propósito utilitario y no a la búsqueda de la verdad en el estudio de la naturaleza. También aporta evidencias fuertes para mostrar que Bacon no considera necesaria ni pertinente una confrontación cuidadosa con la ciencia aristotélica y por consiguiente no es una “superación” de ésta. En el nivel metafísico, argumenta José Gerardo Valero, tampoco hay una crítica cuidadosa. Bacon introduce una nueva idea de naturaleza (inspirada en el pensamiento de Demócrito) que cumple los requisitos ontológicos supuestos por la nueva ciencia, tales como la transformación y la maleabilidad de todo lo natural conforme al designio humano. Es así como la naturaleza deviene en almacén de “recursos naturales”. Tanto el rechazo de la teleología como el de la noción de sustancia aristotélica son examinados a la luz de este cambio en los fines de la ciencia. En este ensayo también se exploran los vínculos con la nueva ciencia política inaugurada por Maquiavelo, evidenciándose que Bacon es un fervoroso discípulo del florentino. Se recalca la relación dialéctica entre ambos filósofos modernos, mostrando que la verità effettuale de la nueva ciencia consiste en verdades cuya validez se corrobora por sus efectos prácticos. En cuanto a la revolución en la comprensión de la naturaleza humana y sus consecuencias para la ética, se dirige la atención tanto a la diferencia con la ética aristotélica como con la ética cristiana. El rechazo tanto del bios theoretikos de la filosofía antigua como de la beatitud cristiana es consecuencia insoslayable de la nueva ciencia y su nuevo mundo. José Gerardo es muy crítico de la nueva ética y dedica extensas reflexiones al tema. Una de sus preguntas clave es si puede haber tal cosa como la felicidad en un universo concebido conforme al materialismo baconiano. En suma, este trabajo ofrece un panorama completo y crítico de la nueva ciencia baconiana y sus implicaciones para la política y la ética. Muestra, así, las intenciones profundamente revolucionarias de Francis Bacon.

El reto fundamental para instaurar la nueva ciencia era cómo difundirla y atraer adeptos sin provocar la oposición y censura de quienes verían afectados sus intereses, cuestionados sus conocimientos y ofendida su religión. Responder debidamente a estas preguntas es el objeto de varias disciplinas que abarcan desde la historia de la filosofía, la historia política, económica y literaria, hasta la historia religiosa de Europa entre los siglos XIV y XVI. Es muy probable que en cada una de las perspectivas se produzcan respuestas variadas a las preguntas. Por una parte, el número de los pensadores que fundan la Modernidad es entre cinco y diez, y, en todo caso, no más de cincuenta, según el criterio que se aplique para determinarlos. Por otra, los contextos en los cuales ocurre la innovación radical se concentran principalmente en el noroeste de Europa, en las naciones protestantes. En el ensayo intitulado “La estrategia retórica de Francis Bacon para difundir su Nueva Ciencia”, Antonio Marino López centra la atención en los recursos usados por el principal fundador de la Modernidad para evitar suscitar la animosidad de sus enemigos potenciales y atraer a los predispuestos a favor de las innovaciones. Los centros de oposición, naturalmente, eran las universidades con sus facultades de filosofía y teología, y las autoridades tanto civiles como eclesiásticas. Bacon los clasifíca en tres grupos: teólogos, políticos y sabios. A cada uno de ellos dedica argumentos de gran astucia retórica para persuadirlos de que su nueva ciencia tiene propósitos del todo ortodoxos y nada tienen que temer de su instauración. En su ensayo, Antonio Marino examina cada una de las “apologías” dedicadas a cada grupo, las cuales aparecen al inicio del Advancement of Learning (El Avance del Saber) con la intención de abrir brecha sin provocar escozores. Si bien este es el tema central del trabajo, su autor comienza por una interpretación detallada del primer ensayo de los Essays, or Councils Civil and Moral, cuyo título es “Of Truth”. Esta obra fue la más difundida durante la vida de Bacon y en ella se pueden ver en toda su magistral plenitud los recursos retóricos del filósofo. Sus Essays son el caballo de Troya de su nueva ciencia. Con la interpretación del ensayo “Of Truth” (“De la verdad”) se muestra cómo Bacon logra encubrir con una capa de aparente ortodoxia sus propuestas heterodoxas y hasta herejes. Mediante este ejercicio hermenéutico se obtienen las directrices para detectar usos retóricos semejantes en los argumentos de las tres apologías ya menciondadas. Uno de los propósitos centrales del trabajo de Antonio Marino es mostrar que Bacon se afilia a la comprensión maquiavélica de la verdad como determinada desde la práctica: la verdad de una proposición es inseparable de sus efectos. La verità effettuale se constata en la praxis. Y esto vale tanto para la nueva ciencia como la nueva política, lo cual a su vez requiere de una nueva retórica. Cabe advertir que se trata de una comprensión de la verdad en la cual la diferencia entre filosofía y sofística se obnuvila propositivamente.

Los cuatro ensayos presentados aquí muestran la importancia de realizar interpretaciones del pensamiento de Francis Bacon como parte de la investigación sobre la Modernidad y por ende como instrumentos insoslayables de nuestra autocomprensión. Comparten todos la necesidad de atender cuidadosamente a los aspectos retóricos y herméticos de la obra del filósofo inglés, pues ciertamente recurrió a lo que él llama “escritura enigmática”. Como Maquiavelo, Bacon ni dice todo lo que piensa ni piensa todo lo que dice. Una de las consecuencias del éxito de su retórica y de la implementación de su proyecto es que se fue eliminando la necesidad de este tipo de composición, y por lo mismo se fue perdiendo conciencia de la necesidad de aplicar la hermenéutica idónea a la lectura de sus obras. Sin embargo, como se hace constar en los cuatro ensayos, captar el carácter revolucionario de la filosofía de Bacon sólo es posible cuando se puede distinguir entre su ortodoxia superficial y su radical cuestionamiento de la filosofía aristotélica y escolástica, así como de la teología cristiana.

Antonio Marino López

FES Acatlán UNAM

abril de 2018

Estudios sobre la Filosofía Política de Francis Bacon

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