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Del narrador y su relato

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Entre las inquietudes que suscita la Nueva Atlántida se encuentra la relacionada con la identidad del narrador, la que si bien no está a la mano, puede inferirse a través de los datos que se van presentando a lo largo del texto. El inicio, “Partíamos del Perú”,5 anuncia el interés de Bacon por acercarnos al relato,6 dotándolo de una verosimilitud que va en aumento según nos enteramos que el narrador, sin ser el jefe de la expedición europea que involuntariamente arriba a la desconocida isla, posee o adquiere tal autoridad que es elegido por sus propios compañeros para escuchar los más preciados secretos de la ciudad.

La expedición que naufraga está conformada por cincuenta y un marineros que, aunque venidos desde diferentes partes de Europa,7 ;utilizan el español para expresarse por primera vez ante quienes los hospedarán.8 Es notorio el interés de Bacon por enfatizar la diversidad y jerarquía en la tripulación, mismas que parecen enfocar la diversidad y jerarquía en la ciudad que la acoge. Asimismo, el texto nos da a conocer que quien narra no es tampoco el segundo hombre de la expedición; pero lo ubica entre los cuatro marineros que acompañan a este último en tanto emisario ante el dignatario que los recibe,9 y también entre la comitiva conformada por seis náufragos que es guiada por algunas calles de la ciudad, como parte del protocolo de traslado a ella. En la descripción de la instalación de los recién llegados a la Residencia para Extranjeros, nos enteramos que cuatro habitaciones fueron destinadas para los cuatro principales hombres de la compañía, e inferimos que el narrador no se encontraba en este grupo, pues de ser así hubiese descrito el carácter de estas habitaciones, como lo hace con las quince cámaras destinadas para el resto de los hombres que no estaban enfermos.10 El texto deja ver, además, que el narrador no es de clase humilde,11 y que ha sido instruido en diferentes colegios europeos.12 Es él quien, solucionadas las dificultades de traslado de hombres a la ciudad, convoca a todos y los amonesta para que en los tres días de encierro a los que han sido destinados no muestren sus vicios y debilidades, pues piensa que de ello depende su futuro en la isla.13 Pasados estos tres días, lo encontramos formando parte de un grupo de seis hombres que platican con el gobernador de la Casa para Extranjeros, interrogándolo sobre la cristianización de Bensalem.14 Curiosamente no es el narrador quien en primera instancia se interesa por el llamado carácter sobrenatural de la isla, ni tampoco es él quien asiste a la fiesta representativa de la ciudad;15 en cambio, llama la atención su interés en los detalles de vestimenta propia de los principales hombres de la isla, así como la gran amistad que entabla con un judío comerciante, descrito como sabio, ilustrado y cortés.16

Quien narra es un hombre con amplia cultura y avisado, elegido por la comitiva europea para participar en una conferencia privada con el padre de la Casa de Salomón, hombre de mayor jerarquía en la ciudad, de quien adquiere autorización para hacer público todo lo referente a la ciudad hasta entonces desconocida, con la convicción de que reportará beneficio a otras naciones.17 Esta convicción obliga a atender la narración ofrecida en forma de un diario de navegación; aunque –como veremos en adelante– sólo la primera parte refiere con precisión los días transcurridos, mientras que en la segunda el tiempo se desdibuja.

Estudios sobre la Filosofía Política de Francis Bacon

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