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Los académicos y Felipe Calderón
ОглавлениеHace meses conversé con Rogelio Villarreal Cueva, director general de Océano. Como aún no empezaba la interminable travesía por el covid, hablamos del mundo editorial, y derivamos en la creciente producción de títulos sobre violencia criminal en México. Fui muy enfático, recuerdo, sobre la urgencia de incorporar a la literatura sobre el tema el papel desempeñado por Estados Unidos. La inseguridad que azota a México en el siglo xxi es resultado de la relación bilateral impuesta por una frontera común. Se sigue entonces que el problema sólo podrá contenerse con un acuerdo entre los dos países.
Tiempo después recibí la invitación para ser el editor de una colección sobre libros de seguridad. En los próximos años (que espero sean muchos) recomendaré a Océano obras que aporten nuevos conocimientos sobre la interacción entre Estado, delincuencia organizada y sociedad, incorporando, siempre, el papel de Estados Unidos.
El primer libro de esta serie es de los profesores Guadalupe Correa-Cabrera y Tony Payan, y cubre a plenitud los criterios arriba mencionados. Los autores abordan un tema central: los orígenes de la guerra decretada por Felipe Calderón contra los cárteles del crimen organizado, y conceden a Estados Unidos el papel que se merece en los inicios de la guerra.
Un aspecto que me llamó la atención de esta obra es que armaron la explicación tomando como materia prima treinta y cuatro entrevistas hechas entre 2014 y 2018. Los libros de entrevistas generalmente comienzan con una introducción, luego incluyen las transcripciones de la conversación y cierran con conclusiones y recomendaciones. Son útiles, pero trasladan al lector la tarea de contrastar y relacionar las diferentes opiniones. Correa-Cabrera y Payan siguieron un camino más arduo, lento y difícil, pero más fructífero: desmenuzar, contrastar y ordenar las docenas de entrevistas que realizaron a académicos y funcionarios de los dos países.
El resultado es una obra depurada que explica lo que sucedía en la sala de mandos del gobierno de Calderón, en la embajada de Estados Unidos, en los cuarteles y en cubículos de diversas instituciones académicas. Se confirma la tesis central del trabajo expresada en el título del libro: Felipe Calderón desplegó una guerra improvisada y seguimos pagando los resultados.
Este análisis permite entender mejor lo acontecido durante aquellos años. Por ejemplo, en los medios se hablaba con insistencia sobre la falta de coordinación del gabinete de seguridad. El libro lo confirma. Arturo Sarukhán, embajador en Washington durante el sexenio de Calderón, reconoce “que sí había un desmadre”; algunos miembros del gabinete “se daban hasta con la cuchara”. Sigrid Arzt, secretaria técnica del Consejo de Seguridad Nacional entre 2006 y 2009, lo reconoce, pero minimiza la importancia que tuvo: “Sí había falta de coordinación, pero esto no era tan grave”. Correa-Cabrera y Payan ubican el “desmadre” en el contexto de aquellos años.
Los treinta y cuatro entrevistados difieren en mucho, pero confirman la profundidad del conocimiento acumulado y la disposición de funcionarios, militares y académicos a compartir sus experiencias, conocimientos y reflexiones.
En lo negativo estaría la renuencia de los cuatro presidentes mexicanos citados en el libro a utilizar el conocimiento para elaborar una mejor política pública. Vicente Fox se reunía con académicos durante su primer trienio, pero luego se esforzaba por evitarlos. Calderón tuvo su primer diálogo público con académicos hasta agosto de 2010, tres años y medio después de iniciadas las hostilidades. El profesor Carlos Flores definió muy bien a Enrique Peña Nieto: “Llegó con mucha enjundia a ignorar el problema”. Y Andrés Manuel López Obrador rehúye a académicos, a los que desprecia (tal vez porque teme confrontarse con el conocimiento).
En lo positivo estaría que en el trabajo de Correa-Cabrera y Payan se confirma que existe diálogo entre académicos y funcionarios de México y Estados Unidos. Esto es importante por una razón mencionada en el inicio de este prólogo: si la violencia tiene raíces binacionales, la solución tiene que venir de los dos países bajo la tesis de la responsabilidad compartida.
Este libro aparece cuando se inicia la presidencia de Joe Biden. Pese al diferendo por el caso del general Salvador Cienfuegos Zepeda, existen las condiciones para una puesta al día de las relaciones de seguridad. Es urgente que México y Estados Unidos adopten una estrategia común, así que el libro de Correa-Cabrera y Payan llega en buen momento. Está bien investigado y utiliza una prosa clara para explicar un sexenio crucial en las guerras del narco. Una obra indispensable que tuvo la suerte de aparecer a tiempo.
Sergio Aguayo,
El Colegio de México