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La Relación del Hijo Eterno con el Universo
Оглавление7:0.1 (81.1) EL Hijo Original se ocupa constantemente de la ejecución de los aspectos espirituales del eterno propósito del Padre en su desarrollo progresivo de los fenómenos de los universos evolutivos con sus múltiples grupos de seres vivientes. Nosotros no comprendemos plenamente este plan eterno; pero el Hijo Paradisiaco indudablemente lo entiende.
7:0.2 (81.2) El Hijo es semejante al Padre en cuanto procura otorgar todo lo posible de sí mismo a sus Hijos coordinados y a los Hijos subordinados de éstos. El Hijo participa también de la naturaleza autodistributiva del Padre en la entrega de sí mismo sin restricciones al Espíritu Infinito, el ejecutivo asociado de ellos.
7:0.3 (81.3) Como el sustentador de las realidades espirituales, la Segunda Fuente y Centro es el eterno contrapeso de la Isla del Paraíso, que tan espléndidamente sostiene todas las cosas materiales. Así, la Primera Fuente y Centro se revela eternamente en la belleza material de los exquisitos modelos originales de la Isla central y en los valores espirituales de la excelsa personalidad del Hijo Eterno.
7:0.4 (81.4) El Hijo Eterno es el sustentador auténtico de la vasta creación de realidades del espíritu y seres espirituales. El mundo espiritual es el hábito, la conducta personal, del Hijo y las realidades impersonales de naturaleza espiritual responden siempre a la voluntad y el propósito de la personalidad perfecta del Hijo Absoluto.
7:0.5 (81.5) Sin embargo, el Hijo no es personalmente responsable de la conducta de todas las personalidades espirituales. La voluntad de la criatura personal es relativamente libre y por consiguiente determina las acciones de tales seres volitivos. Por lo tanto, el mundo espiritual del libre albedrío no es siempre verdaderamente representativo del carácter del Hijo Eterno, así como la naturaleza en Urantia no revela verdaderamente la perfección e inmutabilidad del Paraíso y la Deidad. Pero independientemente de lo que pueda caracterizar la libre acción de un hombre o de un ángel, el dominio eterno del control universal de la gravedad sobre todas las realidades espirituales que tiene el Hijo sigue siendo absoluto.