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Prólogo a varias manos

En el mundo no hay democracia porque existe el impe­rialismo. Democracia tiene que significar siempre igual­dad en libertad.

Imperialismo es sinónimo de armas para defender la desigualdad.

Desigualdad es la peor fase de la injusticia y de la falta de Libertad. Es lo que nos trae el imperialismo reinan­te. Nuestros héroes de 1813 nos hicieron cantar “ved en trono a la noble Igualdad: Libertad, Libertad, Libertad”. La mejor definición del antiimperialismo.

Lenin nos precisó correctamente lo que es imperialis­mo: desigualdad y explotación. Y a la vez sometimiento de los pueblos del mundo.

Osvaldo Bayer

Una obra al servicio de la revolución socialista

Lenin publicó “El imperialismo” a inicios de 1916. Fue otro eslabón importante en función de su objetivo de preparar a la militancia revolucionaria para lo que se vendría a poco más de un año: la Revolución Rusa y la toma del poder en octubre de 1917.

Es que Lenin no desarrollaba la elaboración marxis­ta sólo para avanzar a nivel de la teoría, sino sobre todo para fortalecer al partido bolchevique como herramien­ta política para intervenir activamente en la lucha viva de clases, disputar la dirección del movimiento obrero y campesino, y así poder cambiar el curso de la historia.

A cien años de aquellos hechos, la propaganda capi­talista e imperialista sigue bombardeando nuestras ca­bezas. A diferencia de los ’90 ya no repiten tanto que “el socialismo fracasó”, porque lo que hoy más bien sal­ta a la vista es el estrepitoso fracaso económico, social, político e incluso ético de su propio sistema. Pero aun en crisis, igualmente montan discursos confusionistas

o posibilistas.

No, señor. Que no nos tilden de “antiguos”. Antiguos son los que defienden este sistema de explotación y opre­sión, extractivista y contaminador, guerrerista, machista, que mientras siga en pie lleva a la humanidad y al plane­ta a la barbarie. Antiguos y funcionales son también los que se limitan a proponer reformas a un sistema que es inhumano por naturaleza.

La obra de Lenin es válida, porque a un siglo de su aparición sigue habiendo capitalismo imperialista. Y por eso la batalla teórica, ideológica, cultural y política con­tra dicho sistema sigue siendo válida. Y por eso, más que nunca, la batalla por la revolución socialista sigue siendo válida en nuestro país y en todo el mundo.

Héctor “Cacho” Bidonde

Para quienes seguimos creyendo que la única socie­dad aceptable sería aquella en la que no existiera nin­gún tipo de explotación y en la que cada hombre y cada mujer pudieran vivir con dignidad y desarrollar plena­mente sus posibilidades, no hay mucho que festejar en estos días. Pero sí algo que reafirmar: la convicción de que ese y no otro es el mundo que queremos. Confieso que no veo el camino con la nitidez con que lo veía en la adolescencia, a la luz de la Revolución Cubana y de los aires de liberación que se respiraban en nuestros paí­ses. Pero, por turbios que resulten hoy los juegos políti­cos, por brutal y todopoderoso que sea el accionar del neoliberalismo, por ineficaces o anacrónicos que resul­ten muchas veces los movimientos populares -o sus di­rigentes-, no acepto renunciar al sueño de una sociedad cuyo principio, bellamente, enunció Marx hace más de ciento veinte años: “De cada cual según sus capacida­des, a cada cual según sus necesidades”.

Liliana Heker

En la evolución natural de la historia, cuando su pro­ceso se estanca por intereses particulares de un grupo so­cial en el poder, se produce lo que se llama habitualmente “revolución”. En tal sentido, hay dos grandes ejemplos, entre las muchas que se han producido: La Revolución Francesa y la Revolución Rusa. Ambas han quedado como faros mas allá de los procesos crueles, e incluso de retroceso que pudieron haber sufrido. La Revolución Rusa, cien años después sigue siendo un gran ejemplo para el porvenir, y, sin duda alguna, fue el acontecimiento entre los muchos fundamentales que hubo más trascen­dentes del siglo XX. Un año antes Lenin pudo concebir su libro sobre el imperialismo: “fase superior del capitalis­mo”. En ese sentido es hoy todavía un libro fundamental para entender el presente y el futuro. El despertar creati­vo que significó en los primeros años la Revolución Rusa, fue no sólo político sino también artística. Luego vino la deformación estalinista, pero La Revolución Rusa en sí misma, sigue siendo un ejemplo para nuestro porvenir.

Felipe Luís Noé

La importancia de la obra de Lenin, confirmada por la historia, se ha consolidado con el paso del tiempo. Su presencia siempre oportuna, se afirma ahora en la par­ticular vigencia del sistema de expoliación imperialista.

Es ejercida en nuestro país en estrecha alianza con la gran burguesía terrateniente, financiera, comercial y de servicios, y se ha traducido contemporáneamente en in­éditos grados de subordinación, enajenación, hipoteca­miento y saqueo económico, así como en el agotamiento y degradación de preciosos recursos naturales.

Con el telón de fondo de una formidable descapitali­zación y desindustrialización, las últimas cuatro décadas han visto a la nación en el remedo de un país verdade­ramente ocupado: tuvimos campos de concentración y de muerte, mientras irrumpieron para quedarse la extre­ma pobreza y una explotación sin parangón de nuestra clase obrera y amplios sectores del pueblo; en medio de una producción que decuplica las necesidades alimenta­rias del país, nacen generaciones diezmadas por grandes deficiencias físicas y mentales, a causa de la insuficiencia nutritiva, falta de medicamentos, de cuidados y educa­ción en la primera infancia.

Se instaló en el país un estado mayor económico, políti­co y financiero de las clases dominantes, con las siguientes facultades de un real soberano que decide: a) qué produ­cir, b) en qué condiciones, c) para quiénes. Estos intereses antinacionales han agravado la distribución desigual, a pe­sar de la resistencia y luchas populares, alcanzando la tasa de plusvalía y en particular, la renta absoluta de la tierra, uno de los índices más elevados del mundo.

En concordancia con este cuadro, se puede estimar que sólo el 0.5% de la población económicamente acti­va, se apodera del 60% de la Renta Nacional del país. Esta concentración del ingreso en una porción minúscu­la de personas da una medida del desangramiento de la economía nacional, no sólo porque allí está la persone­ría del capital imperial, sino porque la propia burguesía nativa se integra en la transnacionalización capitalista remitiendo al exterior siderales cifras por ganancias y ca­pitales fugados.

Es frecuente escuchar de voces académicas y políti­cas, incluida una presunta izquierda progresista, que la obra de Lenin está envejecida y no se corresponde con la realidad actual.

Lenin, sin embargo, expuso lo esencial del fenómeno imperialista, su basamento social: la transformación del capitalismo de la libre competencia en un capitalismo monopolista financiero; en relación con esto, el estado burgués se convirtió en estado de los monopolios y así la democracia burguesa redujo aún más su base de repre­sentación. Por ello, en la medida en que la concentración económica ha avanzado, vivimos en una institucionali­zación cada vez más ficticia, humillante, que reduce a la retórica las garantías constitucionales de libertad, seguri­dad alimentaria, vivienda, jubilación, educación y salud.

Apoyándose en el Estado, el capitalismo monopóli­co llevó adelante, desde su inicio, una política agresiva de expansión mundial; fue y es el responsable directo o indirecto de la totalidad de las guerras contemporáneas, sacudiendo la conciencia soberana de los pueblos, algu­nas veces al límite de lo revolucionario.

Resultó así que la marcha del dominio imperialista no ha sido lineal, por el despliegue de las luchas de la clase obrera y los movimientos sociales, sobre todo, por la exis­tencia de un mundo socialista encabezado por la Unión Soviética, surgido al cabo de las dos guerras mundiales.

Sin embargo, la más importante forma de dominio imperialista es la económica, y a pesar de las proporcio­nes abrumadoras que ha asumido, permanece invisible no sólo a la conciencia espontánea de los pueblos, sino a la mayor parte de su cultura social.

Actualmente se presenta bajo la forma de globaliza­ción capitalista, que tiene como protagonista principal a empresas transnacionales diseminadas por el mundo, pertenecientes a las principales potencias capitalistas, con predominio del capital financiero especulativo. El tra­bajo titulado Transnacionalización y Desnacionalización. Ensayos sobre el capitalismo contemporáneo, de los cubanos Rafael Cervantes Martínez, Felipe Gil Chamizo, RobertoRegalado Álvarez y Rubén Zardoya Loureda, editado en nuestro país por Tribuna Latinoamericana, Bs.As, 2000, es una investigación de enorme trascendencia, sobre los cambios operados en el sistema imperialista, desde la época que fue investigado por Lenin y su actualidad. Anticipó la profunda crisis global del sistema iniciado en los EE.UU., en 2008, que perdura. Nos alienta para ahondar la inves­tigación de los nuevos procesos y sugiere valiosas herra­mientas para los cambios revolucionarios que se avecinan. Lamentablemente no ha tenido amplia difusión.

El persistente agravamiento de los males estructura­les del capitalismo en su etapa imperialista y la vertigi­nosa descomposición de su superestructura, abonan la tesis de Lenin cuando, con su profundo análisis cientí­fico y visión política, ha expresado que más tarde o más temprano, la etapa actual del capitalismo es la antesala de la revolución socialista.

Jaime Fuchs

Lenin: El Imperialismo

Este escrito fue un invalorable aporte a la teoría marxis­ta, en tanto permite concebir que el sistema capitalista ha sido siempre “imperialista” con las distintas modalidades que precedieron esta etapa: la acumulación primitiva y el colonialismo. Lo cual significa que la explotación y extrac­ción de plusvalía absoluta y relativa desde las áreas periféri­cas, constituye un factor de significativa importancia en el proceso de acumulación de capital, que se suma a la extrac­ción de plusvalía de los proletarios en las naciones centra­les. Al mismo tiempo, introduce una mayor complejidad en el análisis de las contradicciones del sistema, ya que en las áreas periféricas el conflicto de clases se articula con la pro­blemática nacional y étnico-cultural, mientras en los países centrales los proletariados han tendido a establecer alianzas con sus propias burguesías, tanto en las guerras inter-hege­mónicas como en los procesos de expansión imperial, donde las identidades nacionales lograrían imponerse a los intere­ses de clase. En la actual etapa de globalización neoliberal y disputa entre antiguos y nuevos polos de poder mundial, la reconversión tecnológica salvaje está creando a nivel plane­tario una inmensa masa de población sobrante para la lógi­ca de este modelo, que se combina con una concentración creciente de la riqueza y gesta condiciones objetivas de alta conflictividad: el sistema no puede sostenerse sin promovergenocidios, como en África o Medio Oriente. La otra alter­nativa es un cambio radical de carácter civilizatorio, basado en valores de solidaridad, cooperación, soberanía y justicia.

Alcira Argumedo

El narcotráfico es la etapa superior del imperialismo. Lenin lo sabía.

Monopolios por encima del estado y sistema financie­ro capaz de manipular los pulsos internos de la vida co­tidiana de los pueblos, en especial los de estos arrabales del mundo, en Sudamérica.

La superestructura construye el enemigo a través de los grandes medios de comunicación, algo que también podía vislumbrarse en este texto tan vigente, y las gran­des mayorías piden la intervención de las fuerzas de se­guridad nacionales en las ex ciudades obreras para tener algo de seguridad.

Estados Unidos repite la mecánica que Gran Bretaña impuso a través de las llamadas guerras del opio y en el tercer milenio, Lenin sigue abriendo cabezas y corazones para pelear por lo mejor del género humano.

Carlos del Frade

El imperialismo como enemigo del pueblo y antesala de la revolución

“La época del imperialismo es la víspera de la revolu­ción socialista” dice Lenin en el prólogo del 26/04/1917 y agrega que escribe para comprender “la esencia econó­mica del imperialismo” y, “valorar la guerra actual y la política actual”. A un siglo de la escritura del texto si­guen en pie las razones de aquel estudio, especialmente ante la universalización del régimen del capital y la sub­sunción formal y real del trabajo, los bienes comunes y la sociedad en el capital.

Nuestro desafío supone la crítica al capitalismo de nuestro tiempo y la construcción de las condiciones de posibilidad subjetiva para hacer realidad el socialismo y el comunismo. El capitalismo actual es la ofensiva de las transnacionales, los principales Estados del capitalismo mundial y los organismos internacionales, que como tría­da se constituyen en sujetos impulsores de la liberaliza­ción contra las/os trabajadoras/es y los pueblos.

Son efectos de esa ofensiva la miseria extendida, la desigualdad, la destrucción de la naturaleza y la vida, la criminalidad y el delito como norma del capitalis­mo. Todo es resultado de la recurrente violencia con­tra la mayoría explotada y dominada, siendo la crisis mundial el mecanismo del chantaje para exacerbar y potenciar el objetivo de máxima del gran capital por la rentabilidad a cualquier costo. La revolución socialista proponía Mariátegui como horizonte de lucha para los pueblos de Nuestramérica. Con Lenin y el amauta rei­vindicamos el propósito y la necesidad de la revolución.

Julio C. Gambina

En 1916 se produjeron una serie de hechos de máxi­ma significación en la historia del movimiento popu­lar que preanunciaban el gran acontecimiento social del siglo XX: la Revolución de Octubre. Muchos de los derechos que los pueblos oprimidos y los trabaja­dores gozamos hoy están vinculados a lo que desde la acción y la reflexión se aportó entonces. El libro que se presenta en esta edición fue uno de esas contribu­ciones. Su publicación coincidió con el Alzamiento de Pascuas que libertó parcialmente Irlanda de las garras del Imperio Británico. James Connolly, dirigente sin­dical y revolucionario católico, admirado por Lenin e incomprendido aún hoy por gran parte de los marxis­tas, fue su principal referente. Sus palabras no pierden vigencia: “Si mañana echáis al ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que emprendáis la organización de una república socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano. Inglaterra todavía os dominará. Lo hará a través de sus capitalistas, sus terratenientes, a través de todo el conjunto de insti­tuciones comerciales e individuales que ha implantado en este país y que están regadas con las lágrimas de nues­tras madres y la sangre de nuestros mártires”. Connolly -patriota, no patriotero- comprendía algo que sole­mos olvidar: el imperialismo no es la política exte­rior de una potencia en particular sino la forma que adopta ese caníbal polimorfo e insaciable cuando de­voró suficiente carne humana. Es la tiranía imperial del dios Dinero que describe el Papa Francisco y que hoy muestra un nuevo rostro en su ofensiva contra los pueblos y la naturaleza. Bajo la inmensa masa de ex­plotados hoy se acumulan millones de hermanos des­cartados y sin esperanza siquiera de vender su fuerza de trabajo. La propia Creación desbastada y en peli­gro de extinción. El capitalismo imperialista, que hoy combina consumismo alienante, guerra permanente y la más flagrante desigualdad, es la causa de este pa­norama desolador. El clamor de los pobres y la Tierra nos llama a todos los militantes a unirnos -sin repe­tir los crímenes que se han cometido en nombre de la revolución durante el siglo XX- para construir eso que algunos llaman socialismo, otros suma qamaña, küme mogñen, justicialismo, confederalismo demo­crático o el Reino, pero que en todos los casos impli­ca un cambio revolucionario en el eje de rotación del mundo para que la mujer, el hombre, la naturaleza y la dignidad estén primero.

Juan Grabois

Conceptos de El imperialismo, fase superior del capitalismo

A pesar de sus aportes a la teoría del socialismo cien­tífico, o más probablemente a causa de ello, la obra de Lenin está prácticamente proscripta en el mundo univer­sitario y académico en general. Son muy pocas las cáte­dras y las investigaciones en ciencias sociales que recogen esos aportes y muchos los que los reducen y tergiversan.

Entre esos aportes está sin duda el concepto de país dependiente, una de cuyas formas, diferente de la semi­colonia, ejemplifica la relación de Argentina con el im­perialismo británico. En el planteo de Lenin no se trata de un capitalismo dependiente: el capitalismo es uno solo. Su planteo permite introducir dos dimensiones -relaciones capitalistas y dependencia entre países- que dan cuenta de una especificidad argentina hoy vigente: el ser un país dependiente donde las relaciones capita­listas -relaciones salariales bajo sus distintas formas- se encuentran ampliamente extendidas, con la consiguien­te centralidad de la clase obrera, lo que explica la agu­dización de las contradicciones propias del capitalismo en un país que tiene pocas posibilidades de descargar­las sobre otros países.

Otro aporte de este texto, continuando el planteo de Marx, es la identificación entre la fase superior del de­sarrollo capitalista y su descomposición como modo de producción de la vida social. Descomposición que no significa derrumbe sino la imposibilidad de garantizar la reproducción del conjunto de la población inserta en sus relaciones, lo que conduce no sólo a una agudiza­ción de la lucha de clases, sino también, como ya lo se­ñalara Engels, a la guerra de todos contra todos.

Nicolás Iñigo Carrera

[…] Lenin no aceptaba la presentación de la guerra como una decisión aberrante de las elites. Estimaba que el curso belicista correspondía a tendencias objetivas del capital, derivadas de la competencia por la ganancia. Sostenía que el único sendero de pacificación genuina era el inicio de una transición al socialismo. El estalli­do de la Primera Guerra confirmó las caracterizaciones de Lenin y puso de relieve todos los errores de la apues­ta pacifista de Kautsky.

Esta diferencia de percepciones obedeció a causas y posturas políticas. El dirigente bolchevique detectó las principales contradicciones del capitalismo de su época y mantuvo una actitud revolucionaria. El líder socialde­mócrata privilegió sus deseos a la consideración de las tendencias reales y demostró una gran permeabilidad a las exigencias de los poderosos.

Estas asimetrías ilustraron también la distancia que separaba a los políticos revolucionarios y reformistas de ese período. El punto en discordia era el rechazo o la re­signación frente a una guerra interimperialista. Lenin encabezó la resistencia al desangre bélico e impulsó el internacionalismo. Su teoría del imperialismo se cimen­tó en esta estrategia política. […] 1

Claudio Katz

Lenin y la teoría del imperialismo: preguntas abiertas

El capitalismo como sistema mundial

A diferencia de otros integrantes de la familia mar­xista […] Lenin constituye el elemento de la discordia. Es el verdadero parteaguas en las ciencias sociales y en la política contemporáneas. La cultura de las clases do­minantes, entrenada en el ejercicio cotidiano de ejercer su hegemonía, intentó dulcificar, neutralizar e incluso fagocitar o incorporar a Walter Benjamin, a Antonio Gramsci, a Rosa Luxemburg, llegando al límite de ma­nipular al mismo abuelo fundador de la familia, Karl Marx. Con Lenin jamás pudieron. Les sigue generando pánico, desesperación y horror. […]

¿Hay un solo Lenin? Creemos que no. Como hipó­tesis de trabajo sostenemos que existen muchos Lenin. No sólo porque su obra fue variando al calor y al rit­mo de la lucha de clases, sino porque las apropiaciones posteriores priorizaron un aspecto de su obra por so­bre otro, según el ángulo político de sus interlocutores o seguidores. No es el mismo Lenin el joven que co­menzó a estudiar El Capital a los 18 años, […] el que luchaba en 1894 contra el populismo ruso tardío y ya degradado mientras postulaba a Marx como el funda­dor “objetivista” de la sociología y las ciencias sociales (sin haber estudiado todavía a Hegel), el que a comien­zos del siglo XX se convierte en teórico de la organi­zación revolucionaria con su inolvidable ¿Qué hacer?, […] el que reflexiona sobre la insurrección de 1905, el teórico del abstencionismo, la organización clandesti­na y la guerra de guerrillas, el que polemiza durante 1908 con fracciones liquidacionistas en el exilio sedu­cidas por el neopositivismo de Mach y Avenarius, el que rompe con sus maestros Plejanov y Kautsky (tanto en la teoría como en la práctica) mientras recopila y re­construye la correspondencia incendiaria de Marx con Kugelmann, el que discute con su admirada camara­da Rosa Luxemburg sobre cinco problemáticas distin­tas, el que durante la primera guerra mundial estudia en las bibliotecas de Zurich la Ciencia de la Lógica de Hegel (revisando sus propios libros anteriores), el que lee y anota en ese tiempo De la guerra de Clausewitz, El capital financiero de Hilferding, El estudio del imperia­lismo de Hobson construyendo mientras tanto su pro­pia teoría del imperialismo que verá la luz en 1916, el que sistematiza la teoría marxista del Estado recorrien­do la obra de Marx y Engels, al calor de la Comuna de París, el que regresa en el famoso tren blindado y plan-tea las rupturistas e iconoclastas Tesis de abril de 1917 (que descolocan a todo el comité central bolchevique), el que prepara la insurrección de octubre de 1917, el que comanda la guerra civil y vence con el comunismo de guerra a varios ejércitos invasores, el fundador de la Internacional Comunista, el que no le queda más re­medio que retroceder económicamente con la NEP y cambiar la estrategia internacional adoptando el frente único, el que profundamente enfermo deja -ya sin poder escribir con sus propias manos- un testamento con sus secretarias donde alerta sobre las enormes dificultades de los demás miembros del comité central para dirigir el partido bolchevique y el estado soviético. ¿Es siempre el mismo Lenin? Sí y no. Es invariablemente el mismo revolucionario indomesticable, radical, inclaudicable. […] Pero su obra va cambiando, se va enriqueciendo y complejizando, va enfatizando uno u otro aspecto de la realidad y de la teoría según el análisis concreto de la situación concreta y según los variados niveles de la re­lación de fuerzas en el enfrentamiento de las clases so­ciales, a nivel internacional y a escala nacional. Por eso congelar a Lenin en un solo libro, en un solo folleto, en una sola frase de algún modo “traiciona” o por lo me-nos deforma y petrifica el espíritu de su pensamiento en permanente ebullición. […]

¿Desde dónde leer a Lenin? Nuestro Lenin es: (a) el del Che Guevara y sus Apuntes críticos a la economía polí­tica; (b) el de Roque Dalton y su entrañable Un libro rojo para Lenin; (c) el de Ruy Mauro Marini, tal como éste se vale de sus categorías, hipótesis y teorías en sus obras Dialéctica de la dependencia, Subdesarrollo y revolución y en su artículo polémico “Crítica del eurocomunismo”; (d) el de Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, principalmente el de los Cuadernos 11 donde Lenin se convierte a nivel mundial “en el máximo y principal fi­lósofo de la praxis” y el Cuaderno 13 donde Lenin es el gran teórico del poder y la política entendidos como rela­ciones -tesis…”, (e) el de György Lukács, tal como el pen­sador húngaro lo sintetiza y condensa en su obra Lenin: la coherencia de su pensamiento. A esta extensa lista de clásicos europeos y latinoamericanos, quisiéramos agre­gar un texto más doméstico, local y muchas veces desco­nocido u “olvidado”, pero no de menor importancia, el documento del PRT (IV Congreso): “El marxismo y la cuestión del poder”, en el cual la obra y el pensamiento de Lenin se inserta en una larga secuencia de pensadores del poder y en la figura que logra resolver, al menos para el Tercer mundo, una parte significativa de los enigmas irresueltos que deja abiertos el último Engels en su “tes­tamento político” de 1895 (“Prólogo a La lucha de cla­ses en Francia”). […]

[…] A partir de allí el marxismo se universaliza de verdad y el campo de batalla contra la dominación del capitalismo abarca todo el mundo, pero todo el mundo en serio, no simplemente Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. […]

[…] El imperialismo, fase superior del capitalismo va mucho más allá de estas fuentes primarias, repletas de estadísticas y análisis empíricos sobre la centralización y acumulación del capital, ya que en dicha obra Lenin fun-de y fusiona en una misma teoría diversos paradigmas y constelaciones, excediendo de lejos la literatura econó­mica consultada en la biblioteca de Zurich. Su texto, que tiene una prosa simple ya que fue escrito con fines mili­tantes, contiene tesis de fondo que aún hoy merecen ser discutidas (demostrando, una vez más, que la profundi­dad y agudeza de pensamiento no necesariamente deben ir acompañadas de una prosa barroca, criptica e inacce­sible al común de los mortales). […]

Preguntas abiertas en la agenda contemporánea. ¿Este sistema capitalista internacional de relaciones de ex­plotación, jerarquía y dominaciones varias, así como el es­candaloso reparto del mundo han dejado de tener lugar? ¿Vivimos, como sostuvieron en Imperio (2000) Hardt y Negri, un capitalismo plano y homogéneo, sin centros ni periferias, donde todas las sociedades poseen un desarro­llo con diferencias meramente cuantitativas y sus forma­ciones sociales son fácil y amablemente intercambiables?. ¿Ha dejado de tener lugar la conquista de los territorios de­pendientes y la expropiación/desposesión de sus recursos naturales? ¿Se evaporó la asimetría del sistema mundial? ¿Ya no hay guerras por el petróleo y otros recursos no re­novables como el gas, el agua, la biodiversidad, etc.? La emisión de valores financieros y derivados y la fabricación artificial de deudas externas han dejado de ser mecanis­mos de expoliación y disciplinamiento social? ¿Ya no hay dependencia entre las sociedades? ¿Se acabaron los golpes de estado y la intervención militar y de inteligencia en los asuntos internos de países débiles? ¿No existen más opre­siones nacionales y todo el mundo goza de autonomía cul­tural, lingüística y nacional? ¿Qué características asume el comercio internacional? ¿Desaparecieron las contradiccio­nes antagónicas y el sentido mismo de la revolución socia­lista quedó recluido en el museo de la historia? ¿Ya no tiene validez la resistencia contra el imperialismo? […]

[…] Cualquiera sea la respuesta a cada uno de estos interrogantes, y se mantenga o no la simpatía o la an­tipatía por Lenin y por su obra, creemos no equivocar­nos al sostener que sus preguntas permanecen abiertas y merecen ser incluidas en la agenda contemporánea por parte de las ciencias sociales y de la militancia popular de forma prioritaria como uno de los principales proble­mas a resolver.2

Néstor Kohan

¿Por qué es importante la lectura, o la relectura, de un trabajo escrito en la primera mitad de 1916? y agre­go, en especial para quienes provenimos de experiencias no marxistas, al menos en el sentido clásico del concepto.

Primero porque nos introduce en el siglo XX y nos “anuncia” lo que ya estaba ocurriendo y no todos veían. La concentración monopólica del capitalismo, como úni­ca forma de subsistencia y base a su vez del imperialismo y fundamentalmente, el rol central del capital financie­ro durante todo ese siglo y el que estamos viviendo hoy. No menos importante es que todo esto empieza a fijar un nuevo reparto del mundo y las características de las burguesías nacionales durante ese siglo.

Nos queda a nosotros el desafío de entender la meto­dología usada por Lenin y aplicarla a estos tiempos, esa sería la mejor “reedición” que podemos hacer.

Julio Macera

El capital financiero internacional es producto y co­rresponde al imperialismo, ETAPA superior del capita­lismo y a su ideología, el fascismo por ser esta ideología la más reaccionaria del capital financiero y a su clase so­cial, la oligarquía terrateniente, industrial y financiera.

Y queriendo dirigir a las masas irredentas, están los fi­libusteros vacilantes, timoratos, lloricones y prostitutos de la clase media pequeña burguesa. En las palabras del gran Lenin (a cien años de la obra El imperialismo), somos no­sotros los trabajadores los enterradores de este sistema in­humano de explotación de la mano de obra asalariada, somos nosotros la clase obrera los que estamos luchando siempre por la igualdad, porque no tenemos nada que per­der, salvo las cadenas que nos atan a una vida miserable.

Es posible que algunos oportunistas cuando lean este libro digan que lo copie a Lenin, toda la vida he leído al gran Lenin y hemos puesto en práctica las ideas del ca­marada, por eso Lenin NO es un icono, es nuestro máxi­mo ideólogo y organizador de la igualdad.

Francisco “Pancho” Montiel

Lenin: Una pregunta, una respuesta, una posición

“…solo caben dos posiciones en la historia: o se está a fa­vor de los monopolios, o se está en contra de los monopolios.”

(Ernesto Che Guevara)

[…] Así, logra definir Lenin al imperialismo como una etapa específica del capitalismo, para de allí encon­trar aquellas características fundamentales del capitalis­mo que han mutado en su contrario, dándole origen. Es con el método dialéctico como herramienta que se puede comprender este salto cualitativo en donde los preceptos del capitalismo se vuelven en opuestos. […]

[…] Como ya desarrollara Marx, este poder centrípe­to del capitalismo monopolista concentra y centraliza el proceso de producción. Lenin añade que la exportación de capitales se vuelve una necesidad, dado que en unos po­cos países el capitalismo ha madurado demasiado, y el ca­pital no encuentra campo para inversiones lucrativas. […]

[…] Como bajo el capitalismo el amo y señor es el ca­pital, el reparto se vuelve proporcional a éste, que no es más que decir proporcional a la fuerza. Pues en la lógica capitalista el único método de división es la fuerza, en­tendida como combinación política y económica. […]

[…] A partir de Lenin, y sus continuadores, los y las marxistas revolucionari@s, encontramos un nuevo eje de contradicción capitalista en los países dependientes con nuevos términos de oposición histórica: nación explota­dora y nación explotada. El antagonismo irreconcilia­ble de estos términos, no elimina la lucha de clases en el seno de ninguna de ambas, pero determina una diferen­cia cualitativa. […]

[…] La concentración de la producción, de la cual surgen los monopolios, es un gigantesco paso en la so­cialización de la producción. Por si se duda de que las condiciones estén o no para avanzar, Lenin conjugan­do la teoría con la practica encontró respuestas teóricas y prácticas.

Para concluir, recuperando el fragmento que citamos al comienzo del Che Guevara, podemos tener la certeza de que el imperialismo ya no nos permite optar si queremos combatir o no combatir. El interrogante que nos arroja es… ¿De qué lado? 3

Maximiliano Riesnik

La vigencia de la obra Leninista

Los voceros del capitalismo repiten que “ya no hay im­perialismo”, que “es antiguo hablar de eso”. Es interesado y falso. El mundo actual sigue bajo dominio de las trans­nacionales y el capital financiero, o sea del imperialismo, con su rol de gendarme global. Así lo confirman el sa­queo de las corporaciones y las deudas externas, los bom­bardeos de EE.UU. y sus aliados en Medio Oriente, el plan de austeridad impuesto a Grecia por la troika euro­pea o el nuevo Tratado Transpacífico de “libre comercio”.

Desde la aparición del texto de Lenin se han producido cambios. Surgieron las multinacionales y, con la globali­zación, el imperialismo aceleró sus dispositivos de domi­nación. En su fase imperialista, el capitalismo acentuó su carácter extractivista y destructor. Sigue la baja ten­dencial de la tasa de ganancia y su crisis ya es sistémica. Aun debilitado, EE.UU. sigue siendo la potencia domi­nante. Y las burguesías nacionales hace rato se volvieron socias menores del imperialismo y por ello subordinadas del todo a él, lo que refuerza aún más el nexo entre las tareas antiimperialistas y anticapitalistas.

También hoy sigue vigente el método marxista, mate­rialista dialéctico, con el que un siglo atrás Lenin analizóel surgimiento del imperialismo. Ésta y todas sus obras estuvieron al servicio de construir la herramienta polí­tica, el partido bolchevique y la internacional, para to-mar el poder y hacer la revolución en su país y en todo el mundo. Invito a los jóvenes trabajadores y estudiantes que luchan y quieren cambiar todo, a esas nuevas gene­raciones de militantes y cuadros, a leer y hacer suyo este libro y las enseñanzas del Leninismo, que en lo esencial mantienen plena vigencia.

Alejandro Bodart

El Capitalismo es el Imperialismo

El texto de Lenin sobre el imperialismo es una contri­bución central para la comprensión de la dinámica del capitalismo imperialista, fase superior del capitalismo de libre competencia, que rige el mundo desde hace más de un Siglo. En el plano científico puso en el centro del desarrollo del nuevo capitalismo a los monopolios como desarrollo de la concentración y centralización de la pro­ducción, la emergencia del capital financiero y el avance en la socialización en la producción.

En el plano político señalo la insalvabilidad de las con­frontaciones intermonopólicas e interimperialistas por el dominio del territorio económico mundial, el carácter de clase de estas contradicciones y la presencia permanente de la guerra en el mundo. La paz solo como una tregua, como un tiempo de preparación para una nueva guerra.

Sustentó como tesis de fondo, que solo la revolu­ción de la mano de los trabajadores y de los pueblos oprimidos en la lucha por la liberación social y nacio­nal hará posible un mundo de paz y justicia, un mun­do socialista.

La dinámica de la mundialización capitalista con­tinúa rigiéndose, mas allá de muchas modificaciones, en los marcos de los contenidos teóricos aportados por Lenin. Han aparecido elementos nuevos que no solo no cuestionan el núcleo de su texto sobre el imperialis­mo sino que ayudan a una comprensión más profun­da del mismo.

Continúa siendo una herramienta intelectual imprescin­dible para comprender la dinámica actual del imperialismo.

Jorge Cardelli

Vigencia de Lenin

A 100 años de su aparición, el libro de Lenin sobre el imperialismo, constituye un aporte fundamental a la teo­ría marxista. El siglo XX y lo que va del XXI muestran su vigencia para desentrañar los cambios que se produ­cen en el capitalismo ahondando sus contradicciones y provocando guerras.

En El Capital, Marx demostró con un análisis teórico e histórico que la aparición del monopolio al concentrar­se la producción es una ley general y fundamental de la presente fase del desarrollo del capitalismo.

Kautsky , considerado “la máxima autoridad teorica” de la 2ª Internacional, sostuvo que se delineaba un de­sarrollo pacifico del capitalismo. Según el, los grandes capitalistas de las finanzas realizan sus anhelos -el be­neficio, la sed insaciable de ganancias- por métodos me-nos riesgosos y peligrosos. Ya en 1915, en plena guerra mundial de una ferocidad sin precedentes, Kautsky sos­tuvo que el “ultraimperialismo” significa la sustitución de la lucha de los capitales financieros entre si por la ex­plotación conjunta del mundo por el capitalismo finan­ciero internacional.

Lenin refuta a Kautsky. Estudio la situación objeti­va de las clase dominantes en las Potencias, los funda­mentos de su vida económica, tomando el conjunto de los datos dada la extrema complejidad de la vida social.

No hay imperialismos buenos. Como dice Lenin, las relaciones de dominación y la violencia ligada a ellas es lo típico en la fase contemporánea de desarrollo del capi­talismo como consecuencia inevitable de la constitución de los todopoderosos monopolios económicos.

Es una ilusión cifrar esperanzas en las inversiones de los grupos económicos estatales y privados de las poten­cias imperialistas. Y es una política de entrega nacional la que practican las clases dominantes de nuestro país aso­ciándose y subordinándose a distintos imperialismos que disputan el control de la Argentina.

En síntesis, Lenin desentraña los cambios operados. Demuestra “que el capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamieno colonial y de estrangula­ción financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “adelantados”. El repar­to de este botín se efectúa entre dos o tres potencias rapa­ces y armadas hasta los dientes, que dominan en el mundo (Norteamérica, Inglaterra, Japón) y arrastran a su guerra, por el reparto de su botín a todo el planeta” (Lenin Obras Completas. t.22, Cartago, Buenos Aires, 1960. p-201).

Carlos Echagüe

A cien años, leer El Imperialismo es imprescindible

Los rasgos centrales del imperialismo definidos por Lenin, Rosa y Hilferding se presentan ahora más agu­dos y críticos, en esta fase que llamamos globalización o mundialización del capital.

Para Lenin el imperialismo es, en esencia, concen­tración del capital. Usando una expresión del Informe Erwon de este año, es “tenerlo todo para querer más”. Según ese informe, la riqueza de las 80 personas más ri­cas del mundo se ha duplicado entre 2009 y 2014, mien­tras que la del 50% más pobre se redujo en más del 20%. Investigaciones de Duménil y Lévy muestran que 50 sociedades financieras y holdings ejercen un control decisivo en la red del conglomerado mundial de las cor­poraciones. Y contra quienes piensan que la hegemonía terminó y ahora domina la multipolaridad y no el im­perialismo, el dominio de ellas por los EE.UU. es aplas­tante: tienen la mitad.

Al “parasitismo y descomposición” del imperialismo de Lenin se han agregado otros elementos que refuerzan ese carácter. Entre ellos la acción destructiva de la na­turaleza, el extractivismo y la acumulación rentista por desposesión de la que habla Harvey.

Lenin fue el mayor pensador y dirigente de la teoría de la revolución porque hizo teoría para unirla a la ac­ción, para hacer “análisis concreto de la situación concreta”. La teoría del imperialismo le permitió ver que en Rusia estaba planteada una revolución socialista y que ella era parte de un proceso mundial. Esta es la actualidad de Lenin y la revolución.

Pedro Fuentes

Lenin, en El Imperialismo fase superior….analiza y anticipa las fenomenales transformaciones del capita­lismo en el siglo XX, señalando sus rasgos distintivos: monopolio, una usurera oligarquía financiera, guerras de rapiña, saqueo de los recursos naturales y ambienta­les y un mundo dividido, por un lado, en un gran nú­mero de naciones oprimidas y, por otro, en un número insignificante de naciones opresoras, que acumulan ri­quezas colosales y una enorme fuerza militar.

De resultas, una sociedad desigual que condena a los obreros y las masas explotadas y ata la suerte de países capitalistas dependientes como el nuestro a la revolución, la liberación y el socialismo. Hoy, en medio de una in­édita crisis del imperialismo, al decir del mismo Lenin: “Ahora hay que “demostrar” con la práctica que los partidos revolucionarios que tienen suficiente grado de conciencia, organización, ligazón con las masas explotadas, decisión y habilidad a fin de aprovechar esta crisis para llevar a cabo con éxito la revolución victoriosa.”

Eduardo C. Furno

A cien años de la primera edición de esta obra fun­damental de Lenin, adquiere renovada vigencia su es­tudio para la comprensión de los fenómenos actuales -económicos, sociales y políticos - del mundo domina­do por el sistema capitalista, transformado en capitalis­mo imperialista.

Un mundo que los capitalistas llaman “globalizado”, para negar la feroz disputa por su reparto entre las aso­ciaciones monopolistas y las oligarquías de las potencias imperialistas que los expresan, con desigual desarrollo que lleva a agudizar las contradicciones entre ellos y con los explotados y oprimidos en todos los países.

De ahí la renovada vigencia de esta obra para com­prender en profundidad la base económica de las cri­sis y las guerras que caracterizan la época actual, y de las crecientes luchas sociales y políticas de los traba­jadores y los pueblos oprimidos de todos los países del mundo que las enfrentan, delimitando los campos en­tre los oportunistas y los revolucionarios, como lo seña­ló Lenin en su momento.

Eugenio Gastiazoro

El Imperialismo hoy

El imperialismo, la burguesía financiera imperialista transita el camino de su ocaso. Dejando al desnudo el ver­dadero carácter, rapaz y parasitario del capital financiero. Ha subyugado y puesto bajo su dominio a todos los es­tados burgueses de los países desarrollados y sus vasallos. Intenta imponer al mundo las leyes dictadas por sus ban­cos y sus corporaciones transnacionales, a través de trata­dos o por la fuerza de sus ejércitos. Lo hace en un contexto de un desarrollo capitalista desigual, en lo económico, en lo social y en lo político militar. Por tal razón se enfrenta a países y burguesías que se oponen a sus planes de “nue­vo reparto del mundo”, que cuestionan su “excepcionali­dad” y que no creen que sea enviado de ningún “dios”, que no acatan y mucho menos forman parte de “su gobierno mundial” como pretende erigirse el Club Bildelberg, go­bierno mundial de neto corte fascista, como correspon­de al predominio del capital financiero. Esencialmente, lo que demuestra el imperio es la monumental incapaci­dad para resolver los problemas del desarrollo de las fuer­zas productivas, a la vez que pone al descubierto, que el sistema capitalista es un freno para el desarrollo y el bien­estar de la humanidad. El proletariado mundial comien­za a movilizarse, todavía sin coordinación, pero no cabe duda que esas movilizaciones parirán una conciencia su­perior, una organización capaz de enfrentar y revertir las muertes y miserias, en una salida de esperanzas y felici­dad para los trabajadores y los pueblos explotados y opri­midos. A vencer o morir por la Argentina.

Carlos Ponce de León

La lucha de clases en el seno del capitalismo tiene dos momentos sustanciales. Uno: la defensa de las aspiracio­nes y derechos del pueblo trabajador, frente a la voracidad explotadora del sistema. Otro: la posibilidad de construir una sociedad más libre y democrática, la sociedad socia­lista. Unir estos dos momentos en un espacio y tiempo histórico determinado resultan en una revolución. Una cumbre de este proceso se vivió en 1917. “El imperialismo es el preludio de la revolución social” dirá Lenin después de interpretar los cambios que se había producido. Tras la experiencia histórica de los pueblos y las mutaciones que sobrevinieron en el capitalismo (ya en su ocaso); resulta del todo oportuno recordar aquel estudio como aporte a la comprensión del mundo que nos toca transformar.

Mario Mazzitelli

El paso del capitalismo competitivo al capitalismo mo­nopólico, que caracteriza al imperialismo, obviamente también se hizo sentir nuestro país. En esta enjundio­sa obra de Lenin algunas de esas características apare­cen mencionadas.

Lenin alude a la Argentina como, “otra forma” de un país “dependiente aunque políticamente independien­te”, algo parecido a una semicolonia atada por el capital financiero y nuestra burguesía a los intereses británicos. Un siglo después, ésa sigue siendo nuestra lastimosa rea­lidad aunque sean otros los encargados de sujetar la soga que rodea a nuestros cuellos.

Hablando del rol de los ferrocarriles, en nuestro caso funcionales al diseño de nuestra economía agroexpor­tadora, Lenin introduce reflexiones sobre el rol opresorde “múltiples lazos capitalistas”. Éstos están profunda­mente arraigados en nuestra cultura, historia y economía constituyendo la base sobre la cual se asienta el extracti­vismo agroexportador. El mismo que está en la raíz del modelo socio-económico dominante instaurado por la “Generación del 80” y que hasta la fecha, salvo pocas y re­lativamente breves excepciones, se ha mantenido incólume.

Roberto Perdía

Hace 100 años, pocos habían abierto los ojos a la rea­lidad que transformaba el librecambio de mercancías del capitalismo por su evolución: la concentración del capital, la conformación de los monopolios y el nacimiento del capital financiero que abrazó con sus tentáculos a todos los países subdesarrollados del mundo. En el principio de esta nueva etapa, consecuencia del modo de produc­ción capitalista, nadie lo describió más cabalmente que Lenin en “El Imperialismo…”.

Así como Marx y Engels sentaron las bases científicas de la lucha revolucionaria a mediados del siglo XIX, Lenin puso los puntos sobre las íes en el concepto de la lucha an­tiimperialista. Dejando en claro que no hay tal cosa si los pueblos se someten a los designios del poder monopólico de las multinacionales y a la trampa del sistema financiero imperialista, como hoy nos quieren hacer creer los voceros de la progresía mundial y sobre todo, nuestramericana. La única forma de liberar a la Humanidad de todas sus cade­nas, exige romper con esa estructura de dominación crea­da por la burguesía imperialista que tan cristalinamente describe Lenin. Lo demás es pura cháchara.

Gustavo Robles

1 Párrafos seleccionados debido a la extensión del articulo. Puede acceder a la versión completa enviando solicitud a la Comisión Centenario de la Revolución de Octubre. (octubredel17@gmail.com)

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El Imperialismo, fase superior del capitalismo

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