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Agradecimientos

El punto de partida de este volumen no podría ser otro, sino la expresión de nuestro profundo agradecimiento a las increíbles mujeres mayores de las comunas de Independencia, Santiago Centro1 y Providencia (en la Región Metropolitana de Chile), que han compartido con nosotras sus aventuras cotidianas: sus alegrías y tristezas, problemas y luchas, afectos y dolencias. Les expresamos nuestro inmenso reconocimiento, además, por algo que resulta central en este libro. Invitándonos a participar de las actividades de los clubes de recreación, arte y cuidado mutuo por ellas gestionados, hicieron mucho más que enseñarnos sobre sus experiencias: nos integraron a una parte de sus vidas con una generosidad que difícilmente podríamos sintetizar en palabras. Y es gracias a esta generosidad y sororidad femeninas que, en las páginas que siguen, el cuidado es una experiencia que cruza fronteras: es una teoría encarnada, sentida desde nuestras diversas experiencias femeninas. Una teoría nacida de la tríada de la reciprocidad –del dar, recibir y retribuir– al que las protagonistas de este libro nos socializaron mientras tejían, moldeaban y pintaban.

Por lo mismo, nuestro primer agradecimiento va a cada una de las mujeres mayores que nos han acompañado durante los tres años que ha durado la investigación. Ellas han sido el motivo por el cual nos hemos acercado al estudio del envejecimiento femenino en Santiago de Chile, pero también el impulso para investigar un tema que aún enfrenta muchas resistencias en las ciencias sociales en general, y en el feminismo en particular. La acogida que tuvimos de parte de cada una de ellas fue fundamental. Un reconocimiento especial, se lo dedicamos a las presidentas de estos clubes, quienes apoyaron la investigación desde el primer momento, comprometidas, además, con ayudar en la producción de conocimientos académicos sobre el envejecimiento femenino. También reconocemos el apoyo dado por las profesoras de los talleres, a quienes les agradecemos su paciencia en guiarnos en el papel que asumimos como alumnas de tejido, bordado y cerámica y su orientación fundamental para ir construyendo nuestra pertenencia a los clubes. Cada una de nosotras dedicaría especiales agradecimientos a diferentes figuras femeninas con la cuales interactuamos en los clubes, construyendo relaciones de mucha cercanía y afecto. No lo hacemos aquí por nuestro compromiso ético con mantener sus identidades protegidas, pero les guiñamos el ojo, enviándoles nuestro más tierno abrazo. Desde la camaradería construida, ellas sabrán recibir estos gestos y nuestro cariño genuino.

Pero, además de sostenerse en las redes humanas y afectivas, las investigaciones antropológicas también necesitan apoyarse en redes institucionales. El trabajo que realizamos fue posible gracias al respaldo de la entonces denominada Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Chile (actualmente, Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo). Todo el proceso de investigación que da origen a este volumen (elaborado entre 2016 y 2019) fue financiado con recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Chile, a través del Proyecto Fondecyt Regular 1160683: “Ser Mujer Mayor en Santiago de Chile: organización social de los cuidados, feminización del envejecimiento y desigualdades acumuladas”, dirigido por Herminia Gonzálvez.

El financiamiento nos permitió algo fundamental para cualquier investigación social: componer un equipo con labores sostenidas a lo largo de tres años. En este equipo, contamos con jóvenes investigadoras interesadas por comprender las relaciones entre género, envejecimiento y cuidados, con quienes compartimos las experiencias etnográficas y el análisis que deslindamos en las páginas que siguen. Esta colaboración es parte fundamental del libro y está plasmada en la autoría de sus capítulos: Francisca Ortiz, Sofia Larrazabal, Alfonsina Ramírez y Catalina Cano, asistentes de investigación, han trabajado con nosotras en la elaboración de varios textos de este volumen y estamos muy agradecidas de su compromiso y colaboración. Pero también quisiéramos expresar nuestra gratitud a las colegas que nos han asistido en momentos puntuales del desarrollo del trabajo: Macarena Huaquimilla, Javiera Carrasco, Florencia Borquez y Natalia Arévalo; cada una de ellas responsables por contribuciones importantes para la etnografía que desarrollamos. El trabajo de cada una de estas colegas nutrió las reflexiones que, unidas, conforman este documento.

Por último, quisiéramos cerrar esta sección dirigiendo estas palabras de gratitud hacia Dolors Comas d’Argemir i Cendra, Joan Prat, Yolanda Bodoque y Montserrat Soronellas y, desde ellos, al Departamento de Antropología y Trabajo Social de la Universidad de Tarragona (Estado Español), cuya acogida fue fundamental para avanzar en la edición de este manuscrito. Una mención especial está dirigida a Dolors Comas d’Argemir i Cendra, quien no solo recibió a Herminia Gonzálvez en su casa, sino que también le abrió las puertas de su hogar, en Altafulla, convirtiéndola en un espacio fundamental de cuidado y de apoyo para la escritura. Su generosidad infinita confirma que una genealogía feminista transnacional (en este caso, entre el Estado Español y Chile) no solo es posible, sino que es necesaria. A Joan Prat, vecino de Altafulla, le dedicamos las últimas palabras de estos agradecimientos. Su curiosidad por conocer los avances semanales de la edición del manuscrito fue un bello y necesario impulso para finalizarlo.

Herminia Gonzálvez y Menara Guizardi

Santiago de Chile, mayo de 2020

Las trincheras de los cuidados comunitarios

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