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CAPÍTULO 1. EL TRATAMIENTO DE LA CORRUPCIÓN EN LAS CAMPAÑAS PRESIDENCIALES: EMOCIONES Y RAZONES

CAROLINA ISAZA ESPINOSA

INTRODUCCIÓN

El lenguaje configura el pensamiento. La manera en que se dice algo afecta la forma en que se piensa, y las palabras que se eligen para hablar de un tema lo acotan, destacando aspectos y dejando otros de lado, en particular, a partir del uso cotidiano de metáforas para construir los conceptos abstractos. Esta forma de entender la relación entre la palabra y el pensamiento viene de la sociolingüística y de la filosofía del lenguaje, con antecedentes importantes en el pensamiento alemán del siglo XIX (Nerlich y Clarke, 2001), pero más recientemente desarrolladas por autores estadounidenses como Lakoff y Johnson (2006; 2003).

Desde este enfoque, existe un trabajo previo sobre el discurso de la corrupción en Colombia (Isaza y Sandoval, 2018), que analiza la forma en que las columnas de opinión del país hablan sobre la corrupción, así como la relación que crean los usuarios con el discurso a través de los comentarios en las páginas web de esas columnas. En ese trabajo se encontraron metáforas y tipologías de la corrupción que son comunes en la opinión pública colombiana.

El propósito de esta línea de trabajo es continuar aportando a la identificación de la forma en que se habla sobre la corrupción en Colombia y, de esta manera, la forma en la que se piensa sobre este problema público. Esta a su vez influye sobre la construcción de soluciones, políticas públicas y otras medidas. Varios académicos coinciden en que estas medidas han sido ampliamente ineficaces en Colombia (Corredor y Cortés, 2018; Isaza, 2011). A través del estudio del lenguaje y su impacto sobre la interpretación del fenómeno, se intenta identificar posibles caminos para modificar las actitudes sociales y políticas al respecto.

Este capítulo continúa ese trayecto, esta vez desde la perspectiva de los candidatos a la presidencia colombiana y sus mensajes sobre la corrupción durante la campaña electoral de 2018 (primera vuelta). En esa medida, entra en el ámbito de la comunicación política, aunque desde una perspectiva filosófica y sociológica, pues el interés principal es entender el discurso y el uso del concepto de corrupción, más que las dinámicas de las campañas políticas en sí mismas. Sin embargo, también se consideró relevante analizar los tipos de estrategias persuasivas que usaron los candidatos al hablar de la corrupción y, en particular, la campaña negativa contra los oponentes, pues en otros contextos se ha notado que la acusación de corrupción puede ser usada como criterio de reputación en la competencia estratégica por el poder (Simon, 2015).

Así, las preguntas de investigación son: ¿cuáles son las formas en que las campañas por la presidencia de Colombia en 2018 tratan el tema de la corrupción? En particular, ¿los candidatos usan estrategias persuasivas de tipo racional o emocional en relación con la corrupción? Y ¿usan el concepto de corrupción como parte de una campaña negativa?

El análisis del discurso permite preguntarse por las formas en que un mensaje se usa para hacer algo significativo, para hacer que otros reconozcan un problema, para atribuir identidades a otros o construir una propia, conectar o desconectar problemas, entre otros propósitos (Gee, 2011). Este capítulo usa las herramientas del análisis del discurso cualitativo, con algunos apoyos cuantitativos como el conteo de frecuencia de las palabras.

Se analizaron las propuestas de los candidatos sobre corrupción y también los comentarios de estos en Twitter que mencionan la corrupción. Se tomaron los cinco candidatos que lideraban las encuestas y que tuvieron votaciones significativas: Humberto de la Calle, Iván Duque, Sergio Fajardo, Gustavo Petro y Germán Vargas Lleras. Las fuentes para el análisis fueron las propuestas de las campañas, en particular los apartados sobre corrupción, y las cuentas de Twitter de los candidatos, buscando en el API de esta red social con las palabras clave “corrupción” o “corrupto” entre el 1 de enero y el 26 de mayo de 2018; es decir, entre el inicio efectivo de la campaña para primera vuelta y la fecha de las elecciones.

Sobre estas fuentes se hizo un estudio cualitativo por categorías para construir un análisis del discurso. Las propuestas de campaña se clasificaron según el tipo de acción frente a la corrupción que se estuviera proponiendo, por ejemplo, educativa, punitiva, etc. Los mensajes en Twitter se clasificaron según los tipos de persuasión utilizados por los candidatos. Esto se presentará detalladamente en los resultados, después de un breve marco teórico sobre el análisis del discurso político. Las conclusiones exploran el estilo particular de cada candidato frente al tema de la corrupción.

TEORÍAS DEL LENGUAJE Y POLÍTICA

El lenguaje es a la vez información, acción e identidad (decir, hacer y ser). El lenguaje tiene sentido en el contexto de prácticas en las que rige una lógica de lo adecuado y en las que se involucra la distribución de bienes sociales, incluida la reputación. En ese sentido, todo lenguaje es político (Gee, 2011). En el caso de este capítulo, el discurso analizado está específicamente en el ámbito de la política electoral y el principal bien en disputa es el apoyo político, es decir, los votos para alcanzar eventualmente el poder.

La relación entre lenguaje y política se ha investigado desde la comunicación política, en particular con respecto a las campañas electorales. Se han analizado los mensajes, medios e impactos (la recepción e interpretación del mensaje por los ciudadanos, también llamados audiencias). En este último punto, los procesos cognitivos relacionados con el lenguaje están siendo estudiados ahora para entender la política y los efectos del discurso político sobre los pensamientos y las representaciones de los ciudadanos (Lilleker, 2014).

En el análisis del discurso político usualmente no se considera la intención de los emisores, solo el discurso mismo y su contenido. Existen diversas formas de análisis del discurso, según el objetivo de investigación y el método que se quiera utilizar.

El tipo de análisis de discurso que se aborda en este capítulo parte de los enfoques interpretativos para las ciencias sociales. En estos se considera que los significados, las creencias, las preferencias y las ideas de las personas son el centro de la investigación social, puesto que configuran las interacciones sociales y las instituciones públicas. Dentro de estos enfoques es común el uso de métodos cualitativos y, en particular, los análisis cualitativos de textos de diversos tipos para identificar las ideas, los significados, los argumentos o los discursos ahí reflejados (Isaza, 2016).

En trabajos anteriores se han emprendido análisis desde el institucionalismo discursivo (Schmidt, 2008) sobre la construcción de un discurso público que tuvo influencia en el cambio institucional y de políticas públicas (Isaza, 2016) y, como se mencionó, un estudio desde la sociolingüística del discurso sobre corrupción. En este capítulo se pretende hacer un análisis descriptivo del discurso usando un enfoque teórico proveniente de la comunicación política, pero el cual conecta con los anteriores marcos conceptuales.

En efecto, la conexión lógica se puede formular así: el lenguaje configura la forma en que las personas construyen los conceptos y piensan en estos (sociolingüística); usando algunos de estos conceptos de forma persuasiva, los discursos políticos inciden en la construcción de representaciones sociales sobre los problemas públicos y contribuyen a formar discursos públicos (comunicación política); estos discursos sobre los problemas públicos tienen efectos en la creación y modificación de instituciones sociales y políticas (institucionalismo discursivo).

Para detenerse en el eslabón intermedio de esta cadena, se puede decir que el lenguaje político se usa usualmente para persuadir al interlocutor o a la audiencia (Martin, 2016). Así, las propuestas de campaña buscan persuadir a los ciudadanos de dar su voto y su apoyo a un candidato o partido. En este trabajo se plantearon, en primer lugar, preguntas de investigación relacionadas con la persuasión política, la cual puede ser de tipo racional o emocional, es decir, puede apelar a razones y argumentos o a sentimientos y pasiones. También puede combinar las dos cosas (Lilleker, 2014).

Adicionalmente, las campañas políticas suelen acudir a estrategias negativas con ataque persuasivo, es decir, a ataques ad hominem contra el oponente, con acusaciones sobre su carácter o sobre sus acciones y políticas anteriores (Benoit, 2017). En el caso de la corrupción, esta se presta particularmente para la campaña negativa, pues acusar al otro de corrupto despierta un inmediato rechazo en la opinión pública. En palabras de Benoit: “los miembros de la audiencia objetivo pueden creer de antemano que una persona (grupo u organización) tiene una característica, o pueden haber aceptado ya la idea de que una característica específica es ofensiva” (2017, p. 13)1.

Es claro que los actos de corrupción son aceptados como algo indeseable en un candidato político, de manera que la simple sugerencia de corrupción es suficiente para desacreditar al oponente frente a la audiencia ciudadana, al introducir la duda frente a su carácter y comportamiento pasado.

El uso de ese tipo de palabras en el lenguaje político sirve para “hacer al enemigo odioso o despreciable afirmando que es como alguien o algo que ya nos disgusta o rechazamos” (Lewis, 1960, p. 323, citado en Godin, 2015). “Se elige una palabra solamente porque el hablante pensó que era la que desagradaría más al enemigo (si la oyera) […] El propósito de todo lenguaje oprobioso no es describir, sino herir” (p. 122).

De la misma manera, Benoit explica que esto puede destruir a personas inocentes, pero también puede exponer malas conductas o crear una conciencia de la existencia de acciones ofensivas. Es decir, la campaña negativa puede estar justificada o apoyada en pruebas, en cuyo caso es útil para ayudar al votante a decidir, pero puede ser destructiva cuando es calumniosa o sin justificación (asesinato de carácter). En ambos casos, suele tener el efecto deseado de restar credibilidad o dañar la reputación del atacado, pero puede también fallar en persuadir a la audiencia.

Sin embargo, desde la ciencia política se ha constatado que las elecciones no castigan a los corruptos, en contra de la teoría del accountability (rendición de cuentas) como responsabilización (Costas-Pérez, Ollé y Navarro, 2011; Ferraz y Finan, 2009; O’Donnell, 2004). Los ciudadanos votan nuevamente por personas que han sido condenadas por corrupción, a veces por desconocimiento, a veces por indiferencia y a veces porque les importan más otros factores, ya sean ideológicos o clientelares. En Colombia es una constante que los alcaldes y gobernadores que están condenados por corrupción vuelven a ser elegidos y a veces van a la cárcel cuando ya se han posesionado. De la misma manera, los partidos políticos que han dado aval a personas condenadas por corrupción no tienen ninguna sanción, ni estos castigan a sus candidatos ni son castigados usualmente en las urnas por el electorado.

Entonces, la acusación de “corrupto” hacia el enemigo político se utiliza para deslegitimarlo, con o sin argumentos. La sola amenaza de corrupción de un candidato en algunos casos sí contribuye a restarle fuerza en la competencia electoral, al menos en algunos países. Se podría especular que las acusaciones de corrupción, algunas con pruebas y con condenados, y otras basadas en sospechas sin pruebas, le costaron a la izquierda la alcaldía de Bogotá en 2015.

Pero parecería que en Colombia estos temas se han pasado a la arena judicial más que en otros países. La competencia por hacer quedar al contrincante político como corrupto se da en las investigaciones administrativas, disciplinarias y penales. Se le inicia un proceso al que se quiere “empapelar”, y se le resta credibilidad solo con ese hecho. No importa si al final la persona prueba su inocencia, el daño está hecho. Se dice que “ese tiene varios procesos judiciales”, como si eso fuera prueba suficiente de deshonestidad.

En cambio, a veces cuando las acusaciones resultan en fallos inculpatorios y sancionatorios, ya nadie se escandaliza y los que dieron el aval o el cargo al personaje no son llamados a responder ante la opinión pública. Además, los castigos son insuficientes pues no se centran en recuperar los dineros apropiados de forma indebida, sino en otras medidas que suelen beneficiarse de reducciones y matices. Esta esquizofrenia frente a las acusaciones de corrupción es el resultado de diferentes estrategias de comunicación política utilizadas por los distintos actores.

Algunos logran exitosamente construir un discurso que usa la acusación de corrupción para deslegitimar. Otros no consiguen usar los hechos reales y comprobados de corrupción como bandera para hacer perder apoyos a su contrincante. Se puede pensar que la estrategia de persuasión y la forma de presentar al otro como corrupto determina el efecto que esta tendrá en su apoyo político, mucho más que los hechos reales y las pruebas contundentes.

Ahora bien, este capítulo acude al análisis de dos tipos de fuentes del discurso político: los programas electorales y los mensajes de los candidatos en Twitter. En general, para estudiar el uso del lenguaje en las campañas políticas se han utilizado los mensajes de las campañas en diversos medios (discursos orales y escritos, piezas de comunicación o publicidad política, imágenes, intervenciones en debates, programas de gobierno, etc.). Desde hace una década aproximadamente se ha despertado un interés por el uso político de Twitter y otras redes sociales, y el análisis de la comunicación política en estos medios (Conover et al., 2011; Jungherr, 2015). Estas redes han cambiado significativamente la manera de adelantar las campañas políticas, de forma notoria desde la campaña del expresidente Barack Obama en Estados Unidos.

Cabe recordar que Twitter es un servicio de microblog que permite a los usuarios publicar mensajes cortos en sus perfiles, los cuales son llamados tweets. Además, la plataforma ofrece a los investigadores y programadores un acceso a los mensajes publicados en un periodo de tiempo a través de su plataforma API, lo cual permite recopilar y analizar numerosos textos diferenciados por usuarios, palabras clave o fecha.

Gracias a esta herramienta, varios investigadores interesados en los efectos de estos medios para las campañas políticas han usado cuentas de Twitter de candidatos a la presidencia en otros países (Alemania, Argentina, Brasil y España) para hacer análisis de la comunicación política (Jungherr, 2015; Recuero, 2016; Slimovich, 2016; Zamora y Zurutuza, 2014) o en el nivel municipal (Criado, Martínez-Fuentes y Silván, 2013).

De acuerdo con Jungherr (2015), existen varias aproximaciones metodológicas para hacer este tipo de análisis. Los métodos digitales, las ciencias sociales computacionales o el big data son los más conocidos. El primero usa conjuntos de datos más pequeños y parte de un enfoque cualitativo, mientras los otros dos son cuantitativos y usan grandes volúmenes de información, en particular el big data, que se refiere a gigabytes de datos procesados usando software especializado.

El enfoque de este capítulo es el de los métodos digitales, aunque combinando análisis cuantitativos y cualitativos. Sin embargo, a diferencia de otros trabajos, el interés no es tomar la totalidad de los tweets de los candidatos como corpus. Por el contrario, este se encuentra centrado solamente en el discurso sobre la corrupción de estos candidatos. En ese sentido, se tomaron como fuentes las publicaciones en Twitter y también los programas de gobierno de cada candidato. Para la extracción de los tweets se usó la herramienta Text, del paquete Orange3 de Anaconda (Python). Esta extrae automáticamente la totalidad de los tweets publicados por una cuenta específica en un periodo determinado, usando la herramienta API que proporciona Twitter a los investigadores y desarrolladores. Se seleccionaron todos los tweets de las cuentas oficiales de los candidatos en el periodo electoral (enero-mayo).

Una vez se tuvo ese corpus con los tweets y los programas de gobierno, se analizó con AtlasTi para seleccionar solamente aquellos relativos a corrupción, es decir, que contuvieran la raíz “corrup*”: palabras como corrupción, corrupto/a/s, etc., y todos los párrafos de los programas de gobierno que tuvieran esas mismas palabras. De esta forma, la categoría inicial de análisis fue la mención de la palabra corrupción u otras cercanas a su raíz.

De esta manera, este es un ejercicio de análisis del discurso político particularizado a un tópico específico y no pretende dar una visión global de las estrategias de comunicación política de cada candidato a la presidencia de Colombia en 2018. En esto se diferencia de muchos de los trabajos previos en esta área, pues, como se indicó en la introducción, el objetivo es comprender la forma en que se habla acerca de la corrupción y el tipo de propuestas, mensajes y lenguaje que se usa para proponer soluciones a este problema público. A pesar de esta salvedad, el trabajo acude a las teorías y los métodos de la comunicación política y al análisis de discurso.

Los resultados de ese ejercicio se presentan a continuación.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

La pregunta general de investigación fue ¿cuáles son las formas en que las campañas por la presidencia de Colombia en 2018 tratan el tema de la corrupción? Para responderla, se buscó establecer ¿cuáles son las principales estrategias comunicativas del candidato frente a la corrupción?, ¿qué tan importante es la corrupción para los candidatos? Y ¿cuáles son las soluciones privilegiadas en el discurso de cada uno?

Las categorías de análisis fueron, en primer lugar, las intenciones persuasivas de los candidatos, las cuales se clasificaron usando algunas categorías deductivas de la literatura sobre retórica y comunicación política, y otras categorías inductivas, para crear los códigos: promesa, solución, mención, deseo, lamento, diagnóstico, exhortación, defensa, ataque y uso de ejemplos. Con base en la literatura sobre campañas negativas se hizo un análisis particular de las categorías ataque y defensa.

Esta primera parte aborda las estrategias comunicativas de las campañas en lo relativo a la corrupción. Se clasificaron los tweets de los candidatos en categorías según su intención persuasiva. La tabla 1 muestra los tipos de comunicación preferidos por los candidatos en sus tweets y se señalan en negrilla los más frecuentes por candidato.

Como se observa, De la Calle tiene una estrategia comunicativa que combina promesas, diagnósticos y soluciones concretas frente al problema de la corrupción. Duque tiene más promesas, también un número alto de soluciones y bastantes menciones generales del concepto. Fajardo tiene sobre todo menciones y, en segundo lugar, diagnósticos. En cambio, Petro tiene muchos más ataques que cualquier otra categoría, mientras Vargas mezcla promesas con varios mensajes defensivos (frente a los ataques de Petro, entre otros). Esto indica que los últimos dos candidatos estuvieron ubicados en la campaña negativa de ataque y defensa usando la corrupción como arma, mientras los primeros tres estuvieron en una estrategia en parte racional de analizar el tema y proponer soluciones–, y en parte emocional o demagógica –de hacer promesas o usar la palabra de forma general, sin un contenido específico–.

TABLA 1. CATEGORÍAS TWITTER


Fuente: elaboración propia.

Estos códigos se combinaron de forma inductiva para clasificar los mensajes en tres estilos: racional, emocional o demagógico y neutro. A continuación, se explica el contenido de cada categoría y algunos ejemplos para aclarar qué tipo de mensajes se incluyeron en cada una.

La estrategia Racional incluye las citas de “Diagnóstico”, las cuales presentan una explicación o descripción de la situación de corrupción en el país, por ejemplo: “El problema en Colombia es que la corrupción se convirtió en una cultura” (De la Calle). Por otra parte, en el código “Solución” se presentan propuestas más o menos concretas para enfrentar este problema. Sobre esta categoría se volverá más adelante.

La estrategia Emocional incluye afirmaciones desde la pasión o que buscan mover las emociones de los ciudadanos a través de deseos, exhortaciones, lamentos y promesas. Algunos ejemplos son:

Promesa: este es el código con el conteo más alto, como es natural en una campaña política. La mayoría de los mensajes en Twitter de los candidatos son promesas sobre su acción frente a la corrupción en caso de ser elegidos. Duque es quien más acude a este tipo de mensajes. Por ejemplo: “Enfrentaremos la corrupción de manera decidida. Que empoderemos al ciudadano para denunciar”. (Duque)

Deseo: “Yo quiero como presidente liderar la lucha contra la corrupción sin vacilaciones, y desde la cabeza del Estado empoderar a los ciudadanos para que denuncien”. (Duque)

Exhortación: “Ayúdanos a cuidar nuestros votos para que triunfe la transparencia y la decencia”. (Fajardo)

Lamento: “Estamos mamados de la corrupción”. (De la Calle)

Los códigos “Ataque “y “defensa” se relacionan con la campaña negativa y se incluyeron también en la estrategia emocional.

La categoría “Neutro” se refiere a los mensajes que no tenían un tono ni emocional ni racional, sino que hacían referencia a la corrupción de forma general y un poco abstracta. Se incluye el código “Mención”, en el que simplemente aparece la palabra corrupción o se afirma que esta es un problema, como en “Grandes retos afronta el país en materia de lucha contra la corrupción y fortalecimiento de la ética” (Vargas); y “Ejemplo”, donde se cita un caso de corrupción conocido para ilustrar un argumento: “El fiscal anticorrupción capturado por corrupto. ¿Creen que no se sabía las leyes?”. (Fajardo)

En la figura 1 se ven estas tendencias de forma agregada, para caracterizar el tipo de estrategia comunicativa usado por cada candidato.

Esta figura muestra que De la Calle fue el candidato más racional frente al tema de la corrupción, mientras Duque, Vargas y Petro fueron más emocionales. Fajardo es el más neutros o genérico en sus mensajes.

FIGURA 1. ESTILO DE COMUNICACIÓN EN TWITTER


Fuente: elaboración propia.

Por otra parte, en lo que concierne específicamente a la campaña negativa (ataque y defensa usando el concepto de corrupción para atacar al otro) esta no estuvo tan presente como se hubiera esperado. En un estudio de la Misión de Observación Electoral (MOE) se vio que el segundo tema usado para atacar a los candidatos en la campaña presidencial fue la corrupción, pues se utilizó en el 26 % de los mensajes negativos en redes sociales entre enero y marzo y en el 29 % entre marzo y mayo (MOE, 2018).

Al analizar únicamente los tweets sobre corrupción de los candidatos, los resultados son más modestos (tabla 2).

TABLA 2. CAMPAÑA NEGATIVA


Fuente: elaboración propia.

Es claro que, en las cuentas de los candidatos, el uso de la corrupción como parte de una campaña negativa ocurrió principalmente entre Petro y Vargas. El primero en el rol de atacante de varios de sus contendores, pero también del establecimiento político en general, y el segundo en un rol más defensivo, respondiendo a acusaciones muchas veces no identificadas de corrupción. El mensaje de Petro se puede resumir como “todos son corruptos menos yo”, el de Vargas como “yo no soy corrupto porque tomé medidas contra la corrupción”.

Estos resultados son consistentes con el citado informe de la MOE sobre la intolerancia en las campañas, el cual mostró que, entre enero y marzo, los candidatos Vargas y Petro fueron quienes más propiciaron la intolerancia con sus mensajes sobre los oponentes en redes sociales en general. En ese estudio, Vargas aparece ligeramente por encima de Petro (23 % de sus mensajes propician la intolerancia, frente a 22 % de Petro); los dos también aparecen de lejos como quienes más reciben ataques e intolerancia de los otros candidatos (37 % Vargas y 35 % Petro) (MOE, 2018).

Para ilustrar el tipo de campaña negativa, estos son algunos ejemplos de los mensajes de Petro: “Lo que se enfrenta el domingo en las urnas es la ciudadanía contra la corrupción. Alguna prensa le llama a la corrupción la maquinaria para tapar su olor. A la corrupción la representan Duque y Vargas”. Sin embargo, Petro no solo ataca directamente a sus oponentes en la campaña presidencial, sino también a sus partidos y a otras figuras públicas a quienes asocia con estos, tales como Peñalosa, Uribe y Santos, entre otros.

Pero también hay ataques más directos: “Una seguridad fuerte implica quitarle la Política a la corrupción y la Justicia a la política, lo contrario de lo que ha hecho Cambio Radical. La Política ya no se divide en izquierda y derecha candidato @German_Vargas sino en políticas de la vida o políticas de la muerte”.

En el Twitter de Germán Vargas priman en cambio los mensajes en que se defiende de acusaciones o reivindica su carácter de persona no corrupta: “Germán Vargas Lleras ha luchado contra la corrupción durante toda su carrera. Como Ministro del Interior, impulsó el Estatuto Anticorrupción. Desde entonces, las sanciones por delitos en contra de la Administración Pública han aumentado en un 61 %”.

Sin embargo, es interesante que la mayoría de los candidatos no usó la corrupción como parte de una campaña negativa, a pesar de que todos tuvieron a la corrupción como un tema importante en sus campañas, como se mostró. En particular, la campaña de Fajardo habló mucho de la corrupción como un tema de gobierno, pero se quedó en la generalidad y no cayó en el ataque personalizado de corrupción. En ese sentido, la respuesta a la pregunta sobre el uso de la corrupción como parte de una campaña negativa es que este no fue un recurso importante en la campaña por la presidencia en 2018.

Como segunda parte del análisis, se abordaron las preguntas: ¿qué tan importante es la corrupción para los candidatos? y ¿cuáles son las soluciones privilegiadas en el discurso de cada uno? La primera, se responde en primera instancia con datos de frecuencia de mención de la palabra en los mensajes de los candidatos. La segunda, se trata de forma cualitativa con un análisis del peso y la solidez de las propuestas presentadas por cada uno de estos, tomando solamente la categoría “Solución” de la tabla 1, y los contenidos de los programas de gobierno relacionados con corrupción.

La tabla 4 muestra la cantidad de tweets con la palabra corrupción o corrupto publicados por los cinco candidatos durante el periodo de estudio. Se puede ver que quien más utilizó este concepto fue Iván Duque, el eventual ganador; mientras que Vargas fue quien menos lo usó.

Sin embargo, hay que ponderar estos números frente al total de tweets de cada candidato durante el periodo, pues el uso de esta red fue diferente entre ellos. En la segunda columna aparece el número total de tweets sobre todos los temas, y en la tercera el porcentaje sobre ese total. Se puede inferir que el tema de la corrupción tuvo un peso relativamente bajo frente a otros temas de campaña.

TABLA 3. PESO DE LOS TWEETS SOBRE CORRUPCIÓN


Fuente: elaboración propia con base en datos de Twitter API.

Ahora bien, el análisis cualitativo de los programas y de las propuestas presentadas a través de las cuentas de Twitter se hizo por categorías según el tipo de solución para el problema de la corrupción. Se clasificaron las comunicaciones como se muestra en la tabla 4, incluyendo propuestas mencionadas al menos por dos candidatos. Más adelante se hablará de las propuestas diferenciadoras, que solo uno de ellos planteó.

TABLA 4. PROPUESTAS FRENTE A LA CORRUPCIÓN POR TIPO


Nota: para facilitar la comprensión de la tabla se marcan en negrilla los dos tipos de propuestas más frecuentes de cada candidato.

Fuente: elaboración propia con Atlas.ti ©

Esta lista incluye la mayoría de las medidas contra la corrupción mencionadas en la literatura académica y que son comúnmente identificadas por los colombianos como posibles soluciones frente al problema.

Si se analizan los códigos individuales referidos a tipos de solución, es claro que los primeros cinco códigos agrupan las medidas más mencionadas por los cinco candidatos. En este sentido, hay una alta coherencia en el discurso de los cinco, en cuanto a las prioridades de acción frente a la corrupción: mayor transparencia, más y mejores castigos, eliminar el clientelismo, fomentar y proteger la denuncia ciudadana y fortalecer el sistema judicial para reducir la impunidad.

Es claro en la tabla que la transparencia es la medida más mencionada, y todos los candidatos la tienen entre sus primeras soluciones, en particular los que se encuentran más a la derecha del espectro político. Sin embargo, se nota también una fuerte tendencia punitiva que es congruente con características culturales observadas en Colombia y otros países pero que no es el tipo de medida que tenga evidencia de ser efectiva.

En un segundo nivel aparecen medidas como reducir el clientelismo y corregir prácticas dentro de los partidos políticos (la llamada mermelada, que fue un tema de campaña en la medida en que se criticaba al gobierno saliente por haber acudido a estas prácticas), la denuncia ciudadana y el control social, el fortalecimiento del sistema judicial y la reducción de la impunidad, la extinción de dominio para personas que se apropian del erario y medidas para reducir la corrupción en la contratación y en las elecciones.

En un tercer nivel, hay numerosas otras propuestas de diversa índole, y en los números más bajos se pueden apreciar las ideas originales de cada candidato, es decir, las que fueron mencionadas solo por uno o dos de ellos.

Esta clasificación de propuestas se agregó en un segundo momento de acuerdo con el actor que se considera responsable por la medida para reducir la corrupción. Esto se ve en la tabla 5.

TABLA 5. PRINCIPAL RESPONSABLE DE IMPLEMENTAR LAS MEDIDAS CONTRA LA CORRUPCIÓN

ResponsableConteo
Estado198
Judicial64
Ejecutivo34
Legislativo6
Ciudadano50
Partidos31
Sector privado5

Fuente: elaboración propia.

Se observa una tendencia a identificar al Estado en general como el actor responsable de reducir la corrupción en Colombia, lo cual es comprensible dado que la fuente es el discurso de candidatos a la presidencia que están proponiendo lo que harían desde el Ejecutivo. Sin embargo, dentro de esta categoría el actor más identificado es la Rama Judicial y, por el contrario, el Legislativo tiene muy pocas menciones. Esto llama la atención dado que es el Legislativo el identificado como el actor institucional en el que menos confían los colombianos según numerosas encuestas. Por otra parte, aparece el ciudadano como responsable por encima de los partidos políticos (también muy desprestigiados entre la opinión pública en general) y el sector privado, el cual tiene muy pocas menciones.

Esto es relevante, pues en trabajos anteriores se encontró que el discurso sobre la corrupción suele ser impersonal y no identificar responsables (Isaza y Sandoval, 2018). Además, estas propuestas son hechas por candidatos a la presidencia que están pensando en medidas que eventualmente tendrían la capacidad de implementar como presidentes, de forma que sorprende un énfasis mayor en la Rama Judicial que en la Ejecutiva, por ejemplo.

Sin embargo, el objetivo de este análisis es entender el discurso de cada candidato sobre la corrupción. Así, se presenta a continuación una caracterización de cada uno de los cinco discursos de acuerdo con los énfasis y estilos de soluciones propuestas durante las campañas.

En cuanto a la atribución de responsabilidad, para De la Calle, Fajardo y Petro el responsable es el Estado en general, pero ninguno de los tres responsabiliza al Legislativo; mientras para Duque y Vargas hay más énfasis en la Rama Judicial y Duque incluye también en el mismo nivel al ciudadano. Cabe mencionar que, para Petro, el código individual con mayor frecuencia es “sistema judicial”, referido a reformas que afectan a este para reducir la impunidad y aumentar la eficiencia en el tratamiento de casos de corrupción.

El candidato que tiene un conteo más alto de citas referidas a soluciones es De la Calle (n = 102). Esto significa que fue quien más habló de medidas concretas, si bien repitiendo muchas veces algunas de las ideas. Las dos más mencionadas por este candidato son la transparencia y el castigo. Las propuestas de transparencia no son específicas, con excepción de un sistema de transparencia para la paz y la publicación de declaraciones de bienes y otros documentos de servidores públicos. La transparencia se usa más bien de forma metafórica y retórica en este discurso.

En cuanto al castigo, se incluyen consideraciones como reducir la impunidad de altos funcionarios, evitar que los sancionados puedan ocupar otros cargos en el futuro, crear responsabilidad penal para personas jurídicas, no reducir penas, entre otros. En este tema hay medidas muy concretas de aumentar el costo que tiene ser sindicado por corrupción, por ejemplo: “Necesitamos mejorar la punibilidad, subir las penas, no permitir la casa por cárcel”.

Por último, De la Calle incluye varias medidas relacionadas con el control del clientelismo y los partidos políticos, y otros temas acerca de control social, denuncia, cultura y rol de los ciudadanos en no tolerar la corrupción. Las propuestas diferenciadoras de este candidato son varias: frenos y contrapesos, ejemplo, equidad, modernización y rechazo social.

El rol del ejemplo y del rechazo social son coherentes con las teorías sociales sobre comportamientos indebidos. Los frenos y contrapesos en el Estado hacen parte de la rendición de cuentas horizontal, eje del diseño institucional democrático moderno. En sus palabras, “El sistema de contrapesos con que fue diseñada la institucionalidad colombiana es una de las herramientas más efectivas para luchar contra la corrupción”.

El tema de la equidad está estrechamente relacionado con la corrupción en contextos internacionales, pero este es el único candidato que lo toca. Finalmente, la modernización del Estado se entiende como una estrategia contra la corrupción en la medida en que se relaciona con la eficiencia y la transparencia.

En segundo lugar, el eventual ganador de las elecciones, Iván Duque, tiene un conteo de n = 87 menciones de soluciones para la corrupción. Los temas más importantes dentro de su discurso son el castigo, la denuncia, la transparencia y la extinción de dominio. Duque menciona 11 veces la “la extinción de dominio exprés”. Este parece ser el sello de su discurso sobre corrupción. Este es un tipo de castigo, pero su discurso también tiene un énfasis muy fuerte en otras medidas en la categoría de castigo, por ejemplo: “cero casa por cárcel y cero reducción de penas, hasta el último día en cárceles con barrotes”.

La denuncia y la transparencia son sus soluciones más sonadas en los medios analizados. En su programa de gobierno afirma que “Activaremos mecanismos de denuncia y recaudación de pruebas sobre actos de corrupción o enriquecimiento ilícito, aprovechando redes sociales y líneas telefónicas con protección para la colaboración ciudadana”, y en Twitter dice varias veces que va a “empoderar a los ciudadanos para que denuncien”.

Otro de los elementos recurrentes en su discurso se refiere a la contratación pública: “eliminar los carteles de únicos proponentes y acabar con los abusos de la contratación directa”. Esta frase, en varias formas, aparece en tweets durante todo el periodo de análisis.

Además, Duque tiene un paquete de medidas que solo son propuestas por él: evaluación, gobierno en línea, límite para los periodos en corporaciones públicas, no discrecionalidad y corrupción en los POT. La evaluación se refiere a la creación de una “unidad de evaluación y eficiencia presupuestal”. Si bien otros candidatos hablan de gobierno abierto y de transparencia, este menciona el gobierno en línea específicamente. El tema bastante recurrente de corrupción en los POT ha sido presentado por personas de otros partidos en debates en el Congreso, pero Duque es el único que propone atenderlo.

En las propuestas de Gustavo Petro, los temas centrales están muy claros: por un lado, los temas políticos del clientelismo, la democracia y el sistema electoral. Por ejemplo, dice que “Queremos un sistema electoral capaz de ejercer auditoría a los partidos políticos y con la responsabilidad de velar por el ejercicio ético y legal de las campañas políticas”.

Por otro lado, las medidas relacionadas con el sistema judicial, en cuanto a su eficacia y transparencia, pero también nuevamente con acabar el clientelismo, como: “Despolitización y meritocracia: los miembros de las altas Cortes serán elegidos en función de sus méritos, su experiencia, su ética y transparencia en su hoja de vida, con independencia de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y libremente de las injerencias de terceros o intereses particulares”.

Petro es el único candidato en mencionar la descentralización y propone profundizarla para reducir la corrupción. Sus otras banderas son la libertad de prensa y la protección de derechos de la oposición, que usualmente no se asocian al tema de corrupción, pero que fueron relacionados con este en sus mensajes de campaña en el contexto de vigilar y denunciar: “El papel de la prensa en mi gobierno si logra aprender de las lecciones que arroja este artículo, será el de la independencia, nos sirve para erradicar la corrupción”.

Vargas tiene el mismo número de mensajes relacionados con soluciones que Petro (38). Su énfasis es en el castigo y el sistema judicial: en su programa habla de “Justicia que no tolere la impunidad”, y en su Twitter propone “que los corruptos paguen penas severas por sus delitos”. También toca varias veces la transparencia y los datos abiertos. No tiene ningún mensaje único frente a los otros candidatos, aunque comparte con Fajardo el tema del gobierno abierto como medio para lograr más transparencia.

Por último, Fajardo es quien menos menciones hace de propuestas para el tema de corrupción, con n = 25. Como se aprecia en la tabla 4, sus ejes centrales son el clientelismo (mermelada) y la transparencia. Algunos ejemplos de sus propuestas son: “Muchos ojos y pocas manos en la contratación estatal” y “El que nada teme, nada oculta. El Presidente de la República, todos los funcionarios directivos del gobierno y todos los electos por voto popular deberán publicar y actualizar anualmente su registro de bienes y patrimonio, sus declaraciones y pagos de impuestos y sus conflictos de interés. También rendirán cuentas de forma periódica a la ciudadanía”. La única propuesta que solo él menciona es la no evasión de impuestos como un tipo de corrupción ciudadana.

Como se observa, se encuentran temas comunes a todos los candidatos y temas únicos que solo son propuestos por uno de ellos, y, en conjunto, se pudo caracterizar el discurso sobre la corrupción de cada cual, con diferencias tanto en el tipo de estrategias comunicativas como en el tipo de soluciones preferidas en el discurso.

CONCLUSIONES

En este capítulo se parte de la idea de la incidencia del lenguaje en el pensamiento y en la acción. Usando conceptos de la sociolingüística, la comunicación política y el institucionalismo discursivo se abordó la forma en que los candidatos a la presidencia en las elecciones colombianas de 2018 hablaron sobre la corrupción.

Se abordaron preguntas sobre la importancia y el tratamiento del tema en el discurso de los candidatos, sus estrategias comunicativas o persuasivas, el tono de sus mensajes y, finalmente, sobre las soluciones propuestas por cada uno frente al problema de la corrupción.

El estudio se hizo con las herramientas del análisis del discurso, con elementos cuantitativos y cualitativos, y con el apoyo en los métodos digitales de aprovechamiento de la información pública de las redes sociales. Se utilizaron las propuestas de las campañas, en particular los apartados sobre corrupción, y las cuentas de Twitter de los candidatos en el periodo electoral.

Como resultado, se observan diferencias y similitudes en los discursos de los cinco candidatos.

En primer lugar, aunque no se identificó a De la Calle como el candidato anticorrupción, fue de lejos quien más habló de este tema en un tono propositivo, incluyendo su programa de gobierno y sus tweets. De la Calle fue el candidato más racional frente al tema de la corrupción, de acuerdo con el tono y el tipo de sus mensajes.

El candidato que más habló de corrupción en general fue Duque, pero la mayoría de sus intervenciones fueron abstractas y ambiguas, sin asuntos muy específicos, excepto unos pocos como la propuesta de extinción de dominio para bienes resultado de actos de corrupción. Duque, por otra parte, emitió mensajes de tono más emocional que racional, por ejemplo, promesas.

Fajardo, quien sí era parte del partido que enarbolaba la bandera de la corrupción, delegó este tema en otras personas del partido, prácticamente no lo tocó en su Twitter y solo de forma muy general y escueta en el programa de gobierno, en un tono entre emocional y neutro. Sorprende que el candidato presidencial no haya recogido esta bandera en los medios analizados.

Vargas es quien menos menciones tiene de la corrupción, la mayoría de tipo emocional y con presencia de estrategias de defensa frente a ataques de este flagelo.

Por último, Petro fue el candidato con mensajes más emocionales y el único que acudió a una campaña negativa usando la corrupción para atacar a sus contrincantes, en concordancia con su estrategia comunicativa en general y en las redes sociales en particular.

El número de mensajes sobre la corrupción varía mucho entre los candidatos, pero esto se puede deber a las diferencias en el uso de Twitter y a la variación en el número total de trinos de los candidatos durante el periodo de análisis.

Hay una alta coherencia en el discurso de los cinco en cuanto a las prioridades de acción frente a la corrupción: mayor transparencia, más y mejores castigos, eliminar el clientelismo, fomentar y proteger la denuncia ciudadana y fortalecer el sistema judicial para reducir la impunidad. Sin embargo, cada uno presentó algunas ideas propias y soluciones diferentes a las de los demás, excepto Vargas.

Por otra parte, se identifica al Estado en general como el actor garante de reducir la corrupción en Colombia, pero la Rama Judicial es la más señalada como responsable; en cambio, el Legislativo tiene muy pocas menciones. El ciudadano se identificó como responsable más que los partidos políticos y el sector privado, lo cual refleja actitudes y creencias de la cultura política colombiana en general y coincide con trabajos previos de análisis de prensa (Isaza y Sandoval, 2018).

Resulta interesante que solamente los candidatos Petro y Vargas se enzarzaron en una campaña negativa, con Petro haciendo uso del ataque persuasivo y Vargas sobre todo en posición defensiva o de reivindicarse frente al tema de la corrupción. Este tema no se ha trabajado antes en Colombia, por lo cual amerita mayores análisis futuros con datos de otras campañas electorales, para identificar qué tan común es la campaña negativa, en particular con el uso de la corrupción como acusación contra el contrincante.

Para otros trabajos, sería interesante profundizar en una línea de investigación sobre la forma en que se habla de diversos temas de interés político a través de las redes sociales, así como en la relación entre el discurso de actores políticos y sus acciones una vez llegan al poder, para establecer hasta qué punto sus mensajes son solo electorales y retóricos, o si hay alguna coherencia con las medidas propuestas en el ejercicio de su cargo.

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Elecciones 2018 en Colombia

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