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SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE

Quien esté habituado a escuchar a los que hablan acerca [1 ] de la naturaleza humana en términos que sobrepasan lo estrictamente médico no hallará provecho en esta disertación 1 , pues de ningún modo afirmo que el hombre sea aire, fuego, agua, tierra 2 o cualquier otro elemento que no sea visible 3 en el ser humano, sino que dejo estas ideas a aquel que quiera explicarlas. Además, creo que los que sostienen este tipo de cosas no las conocen bien: ya que, si bien todos se sirven de la misma idea, no exponen lo mismo. Aunque su conclusión sea idéntica —ya que dicen que lo que existe es una unidad y que esto es tanto una unidad como el todo—, no se ponen de acuerdo en los nombres. Uno dice que el aire es lo uno y el todo, otro que el agua, el fuego o la tierra, y cada uno cita en su argumentación pruebas y demostraciones que no conducen a nada. Puesto que todos ellos están de acuerdo en el fondo, pero no en las palabras, es evidente que no saben nada. Cualquiera que asistiera a sus disputas verbales se daría perfecta cuenta de ello 4 : si discuten entre sí los mismos hombres frente a los mismos oyentes, jamás un mismo individuo saldrá vencedor de la discusión tres veces seguidas, sino que una vez se impondrá uno, la siguiente, otro, y después el que por ventura tenga la lengua más fluida ante la audiencia. En realidad, lo justo es que quien pretenda tener un conocimiento firme de las cosas siempre haga prevalecer su argumento, si es verdad que conoce la realidad y la muestra correctamente. En cambio, esta clase de hombres, según creo, se echan a sí mismos por tierra 5 en los términos de sus propias tesis por culpa de su necedad y ponen en pie la tesis de Meliso 6 .

[2 ] Baste con lo dicho acerca de éstos. Por otra parte, algunos médicos sostienen que el hombre es sangre; otros afirman que es bilis; algunos otros, que pituita 7 . Todos hacen el mismo razonamiento: que existe una sustancia única —sea cual sea el nombre que cada uno quiera darle—, que esta sustancia cambia su aspecto y su propiedad forzada por la acción del calor y del frío 8 y que se vuelve dulce o amarga, blanca o negra o de cualquier otra forma. A mi modo de ver, esto no es así.

La mayor parte de la gente opina así o de un modo semejante. En cambio, yo afirmo que, si el hombre fuera una sola sustancia, jamás padecería dolor, ya que, al ser uno, no habría nada que se lo pudiera causar 9 . Además, incluso si lo sufriera, la cura debería ser una, pero de hecho son numerosas, como numerosos son los principios elementales del cuerpo, que, por una acción mutua, se calientan o se enfrían, se secan o se humedecen de manera anormal, produciendo así enfermedades. Por tanto, tan diversos son los tipos de enfermedades como sus tratamientos. Yo le pido a uno de los que asegura que el hombre es sólo y nada más que sangre que me demuestre que ésta no altera su aspecto ni llega a tener todo tipo de formas posibles, y que señale un período del año o de la vida del hombre en el que sea evidente que la sangre sea su único principio elemental; pues es lógico que haya un período de tiempo en el que lo que existe se manifieste en sí y por sí mismo. Lo mismo digo de los que afirman que el hombre es pituita o de los que sostienen que es bilis.

Por mi parte voy a demostrar que aquellos elementos que, en mi opinión, constituyen al hombre de acuerdo al lenguaje corriente y a la naturaleza 10 son siempre invariablemente idénticos, sea éste joven o viejo, sea la estación fría o cálida. Además, presentaré pruebas y revelaré las causas que hacen que un elemento aumente o disminuya en el cuerpo.

[3 ] En primer lugar, es necesario que el nacimiento no se produzca a partir de un único ser 11 . Pues ¿cómo podría un solo ser llegar a engendrar por sí mismo sin unirse a otro? Además, si no se unen seres de la misma especie y que posean las mismas cualidades no se consuma descendencia alguna. Más aún, si no se da una proporción justa y equilibrada entre lo caliente con lo frío y lo seco con lo húmedo, sino que uno predomina sobre el otro —a saber: el más fuerte sobre el más débil— tampoco se logra engendrar. De este modo, ¿cómo puede uno imaginar que un solo ser engendre a otro cuando ni siquiera lo consiguen muchos a no ser que se encuentren adecuadamente mezclados entre sí? 12 .

Ya que es así la naturaleza de todos los demás seres y también la del hombre, es necesario entonces que el hombre no se componga de un único elemento, sino que cada uno de los elementos que contribuyen a su nacimiento se mantenga en el cuerpo con la misma propiedad que aportó. Por otro lado, es también necesario que, una vez que la vida del hombre llega a su fin, cada elemento vuelva a su naturaleza: lo húmedo con lo húmedo, lo seco con lo seco, lo caliente con lo caliente y lo frío con lo frío. Tal es también la naturaleza de los animales y de todos los demás seres vivos. Todo surge así y así termina todo. Por tanto, la naturaleza de los seres se compone de todos estos elementos a los que me he referido y su fin es tal y como he dicho: al mismo sitio de donde cada ser se originó, allí regresa 13 .

[4 ] El cuerpo del hombre tiene en sí mismo sangre, pituita, bilis amarilla y bilis negra 14 ; estos elementos constituyen la naturaleza del cuerpo, y por causa de ellos se está enfermo o sano. Se goza de una salud perfecta cuando están mutuamente proporcionadas sus propiedades y cantidades, así como cuando la mezcla es completa. Por el contrario, se enferma cuando alguno de los elementos se separa en mayor o menor cantidad en el cuerpo y no se mezcla con todos los demás 15 . Así pues, cuando algún elemento se separa y queda solo, necesariamente ha de enfermar tanto la parte de la que se ha segregado como aquella en la que se ha establecido y acumulado, al ser la excesiva concentración causa de dolor y padecimiento. De igual modo, cuando uno de los humores fluye fuera del cuerpo en una cantidad mayor a la que sobra, el vaciamiento provoca dolores. Si, por el contrario, es en el interior del cuerpo donde se producen el vaciamiento, el desplazamiento y la separación de los otros humores 16 , es del todo necesario que se produzca, de acuerdo con lo dicho antes, un padecimiento doble: en el lugar del que ha salido y en el que se ha concentrado en exceso.

[5 ] Ya que he prometido demostrar que los elementos que en mi opinión constituyen un hombre son siempre los mismos según el uso corriente y la naturaleza, afirmo que estos elementos son la sangre, la pituita, la bilis amarilla y la negra. En primer lugar, he de decir que hay distinciones entre sus nombres según el uso corriente 17 y ninguno de ellos lleva el mismo; en segundo lugar, que, según la naturaleza, se distinguen también sus propiedades, pues ni la pituita se asemeja en nada a la sangre, ni la sangre a la bilis, ni tampoco la bilis a la pituita. ¿Cómo iban a asemejarse unos a otros cuando ni sus colores parecen idénticos a la vista, ni tampoco semejantes al tacto? Tampoco es igual la impresión de calor, frío, sequedad o humedad 18 . Dado que tal es la diferencia entre ellos tanto en su forma como en sus propiedades, necesariamente se concluye que no son un mismo elemento, a no ser que el fuego y el agua lo sean. Ésta es la comprobación de que todos estos elementos no son uno solo, sino que cada uno de ellos tiene su propiedad y su naturaleza: si le suministras a un hombre un fármaco que provoca la segregación de pituita, vomitará pituita; si le das uno que provoque la segregación de bilis, vomitará bilis. Por la misma razón también se evacuará la bilis negra en caso de que suministres un fármaco que la segregue 19 ; de igual modo, si haces una herida en un cuerpo mediante un corte, manará sangre. Y sucederán todas estas reacciones tanto de día como de noche, en invierno o en verano, mientras le sea posible inspirar aire y de nuevo exhalarlo, o hasta que quede privado de uno de sus elementos congénitos. Los elementos congénitos son los anteriormente mencionados, ¿cómo no iban a serlo? Es evidente en primer lugar que el hombre tiene continuamente todos estos elementos dentro de sí mientras vive y, además, ha nacido de otro ser humano que también los tenía y ha sido criado en otro ser humano que también estaba formado por esos mismos elementos a los que me he referido en mi demostración.

[6 ] Me parece que los que sostienen que el hombre está constituido de una única sustancia aplican este razonamiento: al observar que algunos hombres que toman fármacos y mueren por las purgas excesivas, vomitan unas veces bilis, otras pituita, consideran que el hombre se compone de aquel elemento que le vieron evacuar en el momento de su muerte 20 . También los que pretenden que el hombre es sangre, se sirven de esta misma idea: pues al observar a los degollados y la sangre que mana de sus cuerpos, deducen que éste es el principio vital del hombre. De pruebas de este tipo se valen todos ellos en sus argumentaciones. Pero, realmente, en los casos de purgas excesivas nadie ha muerto jamás vomitando únicamente bilis, sino que, tras ingerir un medicamento que hace segregar bilis, en primer lugar vomita bilis, en segundo lugar, pituita, posteriormente, además, bilis negra y, por último, sangre pura. Lo mismo sucede bajo el efecto de fármacos que producen la segregación de pituita: al principio el vómito es de pituita, luego, de bilis amarilla, posteriormente, de bilis negra y, finalmente, de sangre pura, con lo que sobreviene la muerte. Pues cuando el fármaco entra en el cuerpo, primero atrae aquel elemento del cuerpo más semejante a su naturaleza, después segrega y purga los demás. Al igual que los vegetales que brotan o se siembran, cuando entran en la tierra, absorben aquel elemento de ella más conforme a su naturaleza (éstos son lo ácido, lo amargo, lo dulce, lo salado y todo lo demás); es decir, extraen primero de la tierra la mayor cantidad del elemento más semejante a su naturaleza y después el resto; así también actúan los fármacos en el cuerpo: los que producen la segregación de bilis, producen en primer lugar una bilis absolutamente pura, y a continuación una ya mezclada 21 . También los fármacos para la pituita comienzan por segregar una muy pura y luego una ya mezclada. Asimismo, a los degollados les mana al principio una sangre muy caliente y muy roja para después brotarles sangre ya más mezclada de pituita y bilis.

[7 ] En invierno aumenta la cantidad de pituita en el hombre, pues éste es el humor corporal más semejante a la naturaleza del invierno, al ser el más frío 22 . La prueba de la mayor frialdad de la pituita es la siguiente: si tocas la pituita, la bilis y la sangre, encontrarás que la pituita es la más fría, además es el elemento más viscoso y el que requiere más esfuerzo para ser segregado después de la bilis negra; y todo lo que es movido por una fuerza, se vuelve más caliente bajo el efecto de ésta 23 . No obstante, aparte de esto, la pituita se nos muestra como el elemento más frío por su propia naturaleza. Que el invierno llena el cuerpo de pituita se demuestra así: los esputos y mucosidades de los hombres tienen mayor cantidad de pituita en invierno, además en esta estación sobrevienen hinchazones de color blanco 24 y demás enfermedades flemáticas. En primavera, la pituita mantiene aún cierta fuerza en el cuerpo y la sangre aumenta, pues al remitir los fríos y venir las aguas, la sangre aumenta por causa de las lluvias y de los días cálidos. Por tanto, esta es la parte del año más semejante a la naturaleza de la sangre, al ser húmeda y caliente 25 . Lo comprenderás así: es en primavera y en verano cuando los hombres sucumben en mayor grado a las disenterías, les mana sangre de la nariz y están más calientes y enrojecidos. En verano la sangre aún conserva fuerza, mientras crece la cantidad de bilis en el cuerpo, y esto se mantiene así hasta el otoño. Ya en otoño, la sangre disminuye, al ser el otoño contrario a su naturaleza. En verano es la bilis la que predomina en el cuerpo, al igual que en otoño 26 . Lo comprenderás con lo que sigue: los hombres por sí mismos vomitan bilis en esta estación y, tras la toma de medicamentos, se producen evacuaciones muy biliosas. Esto es también evidente en los casos de fiebres y en la coloración de la piel. Por otra parte, en verano la pituita se vuelve muy débil, por ser esta estación, seca y calurosa, contraria a su naturaleza. La sangre, en cambio, alcanza sus niveles más bajos en otoño, ya que el otoño es seco y el cuerpo del hombre comienza ya a enfriarse. Por el contrario, la bilis negra alcanza su mayor cantidad y fuerza en otoño 27 ; en cambio, al llegar el invierno, la bilis disminuye a causa del frío, y es entonces cuando la pituita vuelve a aumentar merced a la cantidad de lluvias y al alargamiento de las noches.

El cuerpo del hombre alberga siempre estos mismos elementos, pero con los ciclos de las estaciones unas veces aumentan y otras disminuyen, sucesivamente y según su naturaleza. Así, al igual que el año entero participa de todos los elementos: de lo caliente, de lo frío, de lo seco y de lo húmedo —y nada podría subsistir un solo instante sin todos los elementos que componen el orden del mundo 28 , y si faltara uno, todo desaparecería, ya que todos los seres se constituyen y se nutren mutuamente en virtud de una misma ley—, del mismo modo, si le faltara al hombre alguno de sus elementos congénitos, no le sería posible la existencia. En una parte del año predomina el invierno; en otra, la primavera; luego, el verano y, finalmente, el otoño. De manera análoga, también en el hombre predomina una temporada la pituita; luego, la sangre; después, la bilis, primero la amarilla y, finalmente, la llamada bilis negra. La demostración es bien fácil: si a un mismo hombre le das un mismo fármaco cuatro veces en un año, en invierno su vómito tendrá mayor cantidad de pituita; en primavera, mayor humedad; en verano, mayor cantidad de bilis y, en otoño, será más negro.

Por tanto, ya que es así, todas las enfermedades que se [8 ] desarrollan en invierno deben desaparecer en verano; por el contrario, cuantas surgen en verano han de cesar en invierno, excepto las que terminan en un período de días —más adelante hablaré de este período de días 29 . El fin de todas las enfermedades originadas en primavera hay que esperarlo en otoño. Por su parte, las enfermedades otoñales encuentran necesariamente su término en primavera. Si una enfermedad sobrepasa estas estaciones, hay que saber que tendrá un año de duración. Es el deber del médico enfrentarse a las enfermedades con la consideración de que cada una de ellas prevalece en el cuerpo con la llegada de aquella estación del año más conforme a su naturaleza.

[9 ] Es preciso también conocer el siguiente principio: cuantas enfermedades causa la plétora, las cura el vaciamiento; todas las que provoca el vaciamiento, las sana la plétora. Las enfermedades que se originan con el ejercicio físico, las remedia el reposo; aquéllas que produce el exceso de descanso, se tratan con el ejercicio físico 30 . Para conocer la totalidad, el médico debe enfrentarse al carácter regular de las enfermedades, las constituciones, las estaciones y las edades, relajar lo tenso y tensar lo relajado: de este modo la parte enferma logra un mayor alivio y en esto, a mi modo de ver, consiste la curación.

Las enfermedades surgen o de la dieta o del aire que inspiramos al vivir 31 . El diagnóstico de cada uno de estos tipos ha de hacerse del siguiente modo: cuando multitud de personas sucumben a una misma enfermedad en un mismo período de tiempo, se debe atribuir la causa a lo que es más común y de lo que todos nos valemos en mayor grado: esto es, el aire que respiramos.

Es evidente, en este caso, que la dieta de cada uno de nosotros no es la causa, debido a que la enfermedad ataca a todos sin distinción, tanto a jóvenes como a ancianos, a mujeres y a hombres; de igual modo a los que beben vino que a los que beben agua, a los que comen pan de cebada o de trigo, a los que hacen mucho ejercicio y a los que hacen poco. Por tanto, la dieta no podría ser la causa cuando hombres que llevan distinto tipo de dietas sucumben ante la misma enfermedad. En cambio, cuando se originan distintas enfermedades al mismo tiempo, hay que considerar que la dieta es la causa en cada uno de los casos y es necesario un tipo de curación que haga frente al motivo de la enfermedad, como ya he indicado en otro lugar, además de cambiar la dieta, puesto que, evidentemente, el régimen de vida que acostumbra a seguir esa persona no es el adecuado, bien en su totalidad, bien en gran medida, o al menos en una parte. Es preciso examinar esto con precisión antes de proceder al cambio, y considerar la edad del paciente, su constitución, la estación del año y el carácter de la enfermedad antes de efectuar el tratamiento, unas veces quitando, otras añadiendo, como ya he dicho antes, para dirigir la medicación y la dieta a cada edad, estación, constitución y enfermedad.

Pero en caso de que se haya establecido una misma enfermedad en forma de epidemia, es evidente que la dieta no es la causa, sino lo que respiramos: ahí está la causa, y es evidente que daña por contener algún germen nocivo. Se debe en tal situación hacer las siguientes recomendaciones a la gente: no cambiar de régimen, pues no es éste la causa de su dolencia, y procurar que el cuerpo se mantenga lo más delgado y débil que se pueda, mediante una privación progresiva de los alimentos y bebidas acostumbrados. De otro modo, en caso de un cambio brusco de dieta, se corre el riesgo de que el cambio provoque un nuevo mal en el cuerpo 32 . Hay que servirse del régimen sólo cuando no se cause manifiestamente ningún daño. En cuanto a la respiración, conviene poner cuidado en que la cantidad de aire que entre en el cuerpo sea lo más pequeña y fresca que se pueda, además de abandonar, en la medida de lo posible, aquel territorio en el que se haya establecido la enfermedad y hacer que el cuerpo adelgace, que es la mejor manera de conseguir que los pacientes no necesiten una respiración fuerte y atropellada.

Las enfermedades que surgen en las partes más fuertes [10 ] del cuerpo son las más temibles. Si además permanecen allí donde se originaron, la dolencia afecta necesariamente a todo el cuerpo, ya que las partes más resistentes están afectadas. Si, desde las partes fuertes, se propagan a alguna débil, las soluciones son difíciles. Por el contrario, el remedio es más fácil en el caso de aquellas enfermedades que se desplazan desde partes débiles a otras más fuertes, pues, a causa de su resistencia, los humores que fluyan allí serán más fácilmente rechazados.

Los vasos más gruesos tienen la siguiente naturaleza 33 . [11 ] Hay cuatro pares en el cuerpo. Un par sale de la parte posterior de la cabeza 34 , pasa a través del cuello y continúa externamente a lo largo de ambos lados de la columna vertebral; a continuación, sigue por las caderas hasta las piernas, atraviesa las pantorrillas y los tobillos por su parte exterior y llega a los pies. Así pues, las sangrías para paliar los dolores de espalda y de caderas deben realizarse detrás de las corvas y por la parte exterior de los tobillos.

El segundo par de vasos, los llamados yugulares, parte de la cabeza, baja por el cuello en los lados de las orejas 35 , atraviesa internamente las dos partes de la columna vertebral para llegar, tras bordear las lumbares, a los testículos y los muslos; sigue a través de la parte interior de las corvas; después, por las pantorrillas y por la parte interior de los tobillos hasta llegar a los pies. Las sangrías con vistas a dolores en las lumbares y en los testículos deben hacerse en la parte interior de las corvas y de los tobillos.

El tercer par de vasos 36 arranca de las sienes y sigue a través del cuello y pasa por debajo de los omoplatos para converger luego en el pulmón: un vaso va de derecha a izquierda, bajo el pecho hasta el bazo y el riñón; el otro, en cambio, de izquierda a derecha, sale del pulmón y continúa por debajo del pecho hasta el hígado y el riñón. Ambos finalizan en el ano 37 .

El cuarto par surge de la parte frontal de la cabeza y de los ojos, pasa por debajo del cuello y las clavículas; a continuación, desciende por la parte superior de los brazos hasta los codos y recorre los antebrazos hasta las muñecas y los dedos. Después, desde los dedos, cruza de nuevo las palmas de las manos y los antebrazos hasta subir al codo; desde ahí sigue por la parte inferior de los brazos hasta las axilas. Tras dejar la parte superior de las costillas, un vaso llega al bazo; el otro, al hígado. Finalmente, tras pasar por encima del estómago, terminan ambos en los genitales.

Tal es la disposición natural de los vasos gruesos 38 . También hay un buen y variado número de vasos que salen del vientre y se reparten por el cuerpo; por ellos se expande el alimento a través del organismo. Otros van desde los vasos gruesos hasta el vientre y el resto del cuerpo, tanto exterior como interiormente, y se comunican entre sí, los internos con los externos y los externos con los internos. Por ello, es preciso llevar a cabo las sangrías según las siguientes indicaciones: hay que poner cuidado en hacer los cortes lo más lejos posible de los lugares en donde son frecuentes los dolores y la acumulación de sangre: de este modo se evita una alteración grande y súbita, además de alterar la costumbre de la sangre a acumularse en un mismo lugar.

Los que escupen abundante pus sin sufrir fiebre, los que tienen frecuentes sedimentos de pus en la orina que no producen [12 ] dolor, así como aquellos con deposiciones sanguinolentas crónicas, como en la disentería, en caso de que su edad sea treinta y cinco años o más, sufren todos una enfermedad que tiene una misma causa. Estos hombres han debido llevar durante su juventud una vida dura, de mucho esfuerzo físico e intenso trabajo. Con el tiempo, ya liberados de sus tareas, su carne aumenta de volumen y se vuelve fláccida y muy distinta de la anterior, de suerte que la considerable diferencia entre su constitución anterior y la actual impide que haya acuerdo entre ellas 39 . Cuando alguna enfermedad ataca a los que se encuentran en tal disposición física, inmediatamente la superan, pero después de pasada la enfermedad, con el tiempo, su cuerpo empieza a consumirse y comienza a fluir por los vasos un líquido seroso, por donde quiera que encuentre una vía de paso suficientemente amplia. Si el flujo se desplaza hacia la parte inferior del vientre, permanece en el cuerpo de un modo parecido al de los excrementos: al ser el trayecto inclinado, no permanecen mucho tiempo en el intestino. En cambio, cuando el flujo se desplaza hasta el pecho se vuelve purulento: dado que el tránsito de la evacuación es ascendente, permanece durante largo tiempo en el pecho y se emponzoña, adquiriendo un aspecto purulento 40 . Por último, cuando se vacía en la vejiga, por efecto del calor de esta parte se vuelve blanco y se disgrega: lo más fino se queda arriba, lo más espeso se sedimenta abajo, y esto es lo que llamamos pus.

A los niños se les forman cálculos porque tienen una temperatura más alta tanto en esta parte del cuerpo en concreto como en su totalidad; en cambio, a los adultos no les sucede por la mayor frialdad de su organismo. En relación con esto, es importante saber que el hombre alcanza su temperatura máxima en el primer día de su vida, y la mínima, en el último. Por ello, un cuerpo que está en desarrollo y que realiza sus evacuaciones con dificultad ha de tener necesariamente una temperatura más alta 41 ; por el contrario, cuando el cuerpo comienza a languidecer, se llena con facilidad de flujos y se enfría. Según este mismo principio, como en el primer día el hombre está en su máximo de crecimiento, también ha de estar en su máxima temperatura; en el último de sus días, cuanto mayor sea su declive, menor ha de ser su temperatura.

Los pacientes que tienen tal disposición física recobran la salud por sí solos: la mayoría de ellos en la misma estación en la que comenzaron a consumirse y al cabo de cuarenta y dos días. En los casos en que la enfermedad se prolongue más allá de esa estación, al año recobran la salud por sí solos, si no les daña otro mal.

Las enfermedades originadas por un pequeño desarreglo 42 [13 ] y cuyas causas 43 sean fácilmente inteligibles son las que tienen un pronóstico más seguro. El tratamiento debe hacer frente a la causa de la enfermedad, pues de este modo se podrá eliminar aquello que la provoca en el cuerpo.

[14 ] Los sedimentos arenosos o calcáreos que se forman en la orina provienen de abscesos junto al vaso grueso que supuraron; después, ya que los tumores no se reventaron con rapidez, el pus generó sedimentos calcáreos que, a través del vaso y mezclados con la orina, se vertieron en la vejiga. Cuando la orina está solamente manchada de sangre, los vasos han sufrido daños. En caso de que la orina se haga densa y aparezcan pequeños pedazos de carne semejantes a cabellos, se debe tener en cuenta que éstos proceden de los riñones. Si la orina es limpia, pero de vez en cuando aparece en ella algo semejante a fibras, la vejiga sufre psoriasis.

[15 ] La mayoría de las fiebres provienen de la bilis. Se dividen en cuatro tipos, aparte de las que surgen de dolencias localizadas. Sus nombres son fiebre continua, cotidiana, terciana y cuartana 44 . La llamada fiebre continua es el resultado de la falta de mezcla de una gran cantidad de bilis y sus crisis 45 se desencadenan en un tiempo muy corto: pues el cuerpo, al no poder enfriarse ni un instante, se consume rápidamente por su elevada temperatura. La cotidiana es, después de la continua, la que se produce por una mayor cantidad de bilis. Cesa antes que las otras dos siguientes, sin embargo es más larga que la continua, por el hecho de que la provoca una proporción de bilis menor y además permite algún alivio al cuerpo, cosa que no sucede nunca en la continua. La terciana es aún más duradera que la cotidiana y asimismo es menor la cantidad de bilis que la causa. Ese alivio corporal más prolongado que se experimenta en la terciana respecto a la cotidiana está en relación con la mayor duración de la primera respecto a la segunda. Las cuartanas siguen, por lo general, la misma tónica: su duración es mayor que la de las tercianas, por cuanto es menor la cantidad de bilis que provoca el aumento de calor y más prolongados los momentos de refrigeración del cuerpo. Esta extraordinaria duración y tenacidad proviene de la bilis negra, ya que es el más viscoso de los componentes del cuerpo y el que permanece fijado en un lugar durante más tiempo. Se puede comprobar esto, la vinculación de las fiebres cuartanas con la bilis negra, de la siguiente manera: es generalmente en otoño cuando los hombres padecen fiebres cuartanas, y en una edad comprendida entre los veinticinco y los cuarenta y dos años: precisamente la época de la vida en la que predomina la bilis negra, que, asimismo, predomina en la estación otoñal. Hay que saber que los casos de fiebre cuartana que se den fuera de esta época del año y de esta edad no van a prolongarse durante mucho tiempo, si no les daña otro mal.

[16 ] Ésta es la dieta que hay que poner a los que llevan una vida normal 46 : en invierno, aumentar la cantidad de comida y reducir la de bebida en la medida de lo posible. Conviene beber vino muy puro, comer pan e ingerir únicamente alimentos asados; así como evitar las verduras siempre que se pueda durante esta estación, a fin de mantener el cuerpo seco y caliente.

Con la llegada de la primavera se debe incrementar la bebida y tomar vino más aguado, pero en pocas cantidades 47 . Los alimentos que se tomen han de ser más suaves y su cantidad, menor; ha de disminuirse la ración de pan de trigo e incorporar a la alimentación el pan de cebada. Asimismo, según este mismo principio, hay que combinar en la dieta carnes asadas y cocidas, y además consumir verduras en pocas cantidades durante la primavera a fin de estar preparados en verano para ingerir únicamente alimentos suaves, carnes cocidas, verduras crudas o cocidas y abundante bebida muy aguada. De este modo no se sufrirá un cambio brusco y repentino con la llegada del verano y la ingestión de una dieta de pan de cebada suave, frecuentes bebidas aguadas y carne únicamente cocida. Cuando llega el verano es preciso llevar un régimen como el indicado para mantener el cuerpo fresco y relajado: la estación es calurosa y seca y esto hace que los cuerpos se encuentren calientes y secos, por lo que hay que prevenirse con los hábitos de vida mencionados.

De acuerdo con el mismo principio, al igual que en primavera se debe controlar el paso del invierno al verano con la disminución de alimentos y el aumento de líquidos, de igual modo, en otoño, se controlará el paso del verano al invierno mediante el procedimiento contrario: el aumento de alimentos más secos y, por tanto, de carnes asadas, así como la disminución de bebidas y su menor disolución, a fin de poder pasar un buen invierno con una dieta escasa en bebidas, pero muy puras, y con la mayor cantidad posible de alimentos secos. Así se consigue estar sanos y no padecer frío, pues la estación es fría y húmeda.

A las constituciones entradas en carnes, blandas y de tez [17 ] roja les viene bien adoptar un régimen seco la mayor parte del año, ya que su naturaleza es húmeda 48 . En cambio, los individuos enjutos, fibrosos y de tez cobriza o morena han de seguir casi siempre un régimen húmedo, ya que sus cuerpos son secos. Por otro lado, la dieta adecuada para los jóvenes es una blanda y húmeda, pues esa edad es seca y los cuerpos están aún fuertes. Los ancianos han de seguir un régimen bastante seco la mayor parte del tiempo, puesto que los cuerpos en esta edad son húmedos, blandos y fríos 49 . Como se ha visto, se debe adaptar el régimen de vida a la edad, a la estación y a la constitución contrarrestando la predominancia del calor o del frío. Es el mejor modo de conseguir una buena salud.

[18 ] También conviene andar con rapidez en invierno y lentamente en verano, a no ser que se camine a pleno sol. La marcha de las personas gruesas ha de ser más rápida, más lenta en el caso de las delgadas. En cuanto a los baños, que sean abundantes en verano y escasos en invierno; además, son más recomendables a los delgados que a las personas gruesas. Las vestimentas del invierno no han de tener apresto; las de verano deben estar protegidas con aceite de oliva 50 .

[19 ] Las personas gruesas que deseen adelgazar deben hacer todos los ejercicios en ayuno y ponerse a comer cuando estén aún jadeantes 51 y no hayan recuperado el aliento; también han de tomar vino mezclado y no demasiado frío. Que sazonen las carnes con sésamo y con otro tipo de especias semejantes, y que sean carnes grasas, pues de este modo se saciarán con menor cantidad 52 . Es conveniente, en la medida de lo posible, hacer una única comida al día, abstenerse de tomar baños, yacer sobre un lecho duro y caminar desnudo. Las personas delgadas que deseen ganar peso han de seguir el régimen contrario, además de no hacer ningún ejercicio físico en ayunas.

Los vómitos y purgas intestinales deben utilizarse del [20 ] siguiente modo: hacer uso de vomitivos durante los seis meses de invierno, pues en este tiempo se segrega más pituita que en verano, además las dolencias se localizan en la región situada entre la cabeza y el diafragma. Con la llegada del calor hay que usar purgas, pues al ser una estación calurosa, aumenta la cantidad de bilis en el cuerpo, por lo que se originan molestias en la zona de los riñones y en las rodillas, así como accesos de fiebre y cólicos gástricos. Es conveniente, por ello, refrescar el cuerpo y evacuar por abajo los humores que se hayan concentrado en esas zonas. Las personas gruesas y húmedas han de tomar purgas saladas y líquidas; aquellos de constitución seca, delgada y débil, purgas grasas y espesas: las grasas y espesas son las que se preparan con leche, con el agua de la cocción de garbanzos y otras legumbres similares; en cambio, las líquidas y saladas se hacen con salmuera y agua de mar.

Los vomitivos se deben emplear del modo siguiente: los hombres gruesos tomarán un vomitivo en ayunas después de correr o de caminar a pie ligero en mitad del día. Prepárese éste con media cotila de hisopo molida en un congio de agua y bébase después de añadir vinagre y sal, a fin de que sea más agradable; al principio hay que tomarlo lentamente, después con mayor rapidez.

Los individuos más delgados y más débiles de constitución han de prepararse los vomitivos después de comer y de la manera siguiente: tras un baño caliente, han de beber una cotila de vino puro y, después, ingerir toda clase de alimentos, con la condición de no beber mientras se come ni después, sino que hay que abstenerse el tiempo que se tarda en recorrer diez estadios. Transcurrido éste, hay que darle para beber una mezcla de tres vinos, uno seco, uno dulce y otro ácido: que primero la tome sin haberla rebajado apenas con agua, en pocas cantidades y con largos intervalos; después, más rebajada con agua, con rapidez y en gran cantidad. El que esté acostumbrado a vomitar dos veces al mes, encontrará un mejor resultado si toma vomitivos dos días seguidos que si lo hace una vez cada quince días, a pesar de que la costumbre sea justo la contraria. Aquellos a los que les beneficia vomitar los alimentos o aquellos cuyos intestinos no excretan con facilidad encontrarán provecho en comer muchas veces a lo largo del día, empleando una dieta variada tanto en los alimentos como en las maneras de prepararlos; asimismo, les interesa beber vinos de dos o tres clases. Quienes no deben vomitar los alimentos o tienen vientres húmedos han de seguir hábitos contrarios a estos.

[21 ] Los baños de los niños de corta edad se han de hacer en agua caliente y prolongadamente; también es bueno darles como bebida vino aguado y no muy frío: el vino que se les dé apenas ha de hinchar el vientre o provocar flatulencia. Estas medidas reducirán el riesgo de espasmos, además de favorecer su crecimiento y el buen color de su piel. Las mujeres 53 han de seguir la dieta más seca que puedan, ya que los alimentos secos son los más adecuados para las carnes blandas, así como las bebidas sin mezclar son las mejores para el útero y el embarazo.

Por lo que respecta a los atletas, han de correr y pelear [22 ] en la palestra en invierno, en el verano deben reducir la actividad en la palestra, abstenerse de correr y aumentar los paseos por el fresco. Aquellos que se encuentren fatigados tras la carrera deben ponerse a luchar; por el contrario, cuantos se agoten en la lucha han de correr: de este modo la parte fatigada del cuerpo puede calentarse y descansar mejor sin interrupción del entrenamiento 54 .

Los atletas que tras un ejercicio físico intenso sufran diarreas, con restos de alimentos sin digerir en las heces, deben disminuir sus ejercicios físicos al menos en un tercio y reducir sus alimentos a la mitad. Es evidente que su vientre no es capaz de generar el calor suficiente para digerir la masa de alimentos ingeridos. Sea ésta su comida: pan muy cocido y desmigajado en vino; la bebida, vino sin mezcla y en escasas cantidades. Han de abstenerse de caminar tras la comida y, por otro lado, durante este periodo deben comer una sola vez por día; de este modo su vientre podrá generar mayor cantidad de calor y hacerse con aquello que se ingiera.

Este tipo de diarrea sobreviene generalmente en individuos de constitución pícnica, cuando, a pesar de tener tal naturaleza, son forzados a alimentarse de carne y los vasos, estrechados, no pueden asimilar los alimentos ingeridos 55 . Es la suya una naturaleza inestable que tiende a extremos, por lo que en esta clase de cuerpos el bienestar apenas se mantiene un breve tiempo. Por el contrario, las constituciones más delgadas e hirsutas admiten bien tanto una dieta estricta de carne como los ejercicios físicos; además, los períodos de bienestar son más largos.

Aquellos que vomitan los alimentos al día siguiente y que tienen los hipocondrios hinchados a causa de una mala digestión han de dormir una mayor cantidad de tiempo, mas sin dejar de someter sus cuerpos a alguna tarea física. Han de beber un vino más puro y en mayor cantidad, además de reducir durante este periodo la cantidad de alimentos: pues es evidente que su vientre, debido a la debilidad y aaexceso de frío, no puede digerir por completo tal masa. Por otro lado, aquellos atletas que sientan sed frecuentemente deben disminuir tanto su alimentación como sus ejercicios, y tomar el vino aguado y lo más frío que puedan. Los que tengan dolores en las vísceras, ya sea por el entrenamiento o por otra tarea física, deben reposar en ayuno y servirse de una bebida que, tomada en pequeñas cantidades, sea altamente diurética, a fin de que los vasos que atraviesan la cavidad intestinal no sufran distensiones por estar llenos: pues a partir de tales estados surgen abscesos y fiebres.

[23 ] Cuando las enfermedades se originan en el encéfalo 56 , primeramente se apodera de la cabeza el aturdimiento, la orina se hace muy frecuente y se padecen los demás síntomas propios de la estranguria: este estado dura nueve días. Si brota agua y mucosidad por la nariz o por los oídos, desaparecerá la enfermedad y cesará la estranguria. Entonces la orina del paciente será abundante, de color blanco y no producirá molestias durante los siguientes veinte días. El dolor de cabeza finaliza, pero en sus ojos desaparece la luz.

Un hombre sabio, que considere que la salud es lo más [24 ] valioso para los seres humanos, ha de saber servirse de su capacidad de juicio ante la enfermedad.


1 Al igual que en otros preámbulos del Corpus Hippocraticum (Sobre la medicina antigua o Sobre la enfermedad sagrada) , el autor comienza su exposición con un ataque directo. Hay que tener presente que la investigación sobre la naturaleza de los seres vivos fue el ámbito de discusión de médicos, cosmólogos o sofistas y que, como testimonia la obra presente, las polémicas entre escuelas debían ser tan comunes como enconadas: no hay que olvidar que a figuras como Diógenes de Apolonia, Demócrito o Pródico de Ceos se les atribuyen obras tituladas Perì phýseōs anthrṓpou . Aquí, aunque de un modo más ambiguo y menos beligerante que en el comienzo de Sobre la medicina antigua , se condena toda investigación sobre la naturaleza humana que parta únicamente de los elementos primarios del universo, en suma, una subordinación de la medicina a la physiología filosófica. Para esta corriente, la terapéutica debía deducirse del conocimiento de la constitución original del hombre, por lo que la medicina debía tener su punto de partida en un saber exterior a ella. Textos como Sobre la medicina antigua y NH reivindicarán la autonomía de la ciencia médica como téchnē independiente y de la figura del médico como experto practicante manual, cheirotéchnēs en Sobre la medicina antigua 1. El término «disertación» traduce el lógos del texto original, siguiendo la traducción de Alsina, término que se puede referir tanto a una exposición oral como escrita.

2 El autor comienza su refutación de los monistas jonios, de un modo semejante a las críticas de Meliso de Samos o las posteriores de ARISTÓTELES (Metafísica 988b). El hecho de que sea el aire el primer elemento mencionado es interpretado por Jouanna como un testimonio de la influencia de las teorías de Anaxímenes y, sobre todo, de Diógenes de Apolonia, que veían en este elemento una importancia primordial, idea que se encuentra en el tratado hipocrático Sobre las ventosidades , y que continuará en la doctrina del pneûma en la medicina romana de época imperial. La referencia al fuego se dirige contra el floreciente heraclitismo de finales del siglo V y comienzos del IV (PLATÓN , Crátilo 430 y ss.; Fedón 96 B; Teeteto 179d-180b). No obstante, no se encuentra en el Corpus ningún tratado que postule que el hombre esté constituido únicamente de fuego. Respecto al agua, fueron los discípulos de Tales de Mileto los que aplicaron sus teorías a la antropología. Uno de ellos, Hipón (ARISTÓTELES , Acerca del alma 405 b y Anonymus Londinensis XI 22), deducía que el alma era agua a partir del semen de los animales, siendo la humedad el criterio para la determinación de la salud. Finalmente, en cuanto a la tierra como elemento primordial, no tenemos ningún testimonio relativo a dicha teoría. ARISTÓTELES (Metafísica 988b30) afirma que ningún fisico pensó en la tierra como hypokeímenon . Su inclusión puede estar relacionada con una enumeración tradicional posterior a Empédocles.

3 Al principio del tratado el autor postula lo visible (phanerón) como único ámbito de conocimiento y práctica médica. Frente a aquellos que ponían en duda los testimonios de los sentidos (ANAXÁGORAS , 59 B 21 DIELS -KRANZ ; MELISO , 30 B 7 D-K) tanto Sobre la medicina antigua como NH defienden que los fenómenos no perceptibles por los sentidos (aphanéa ) no son objeto de conocimiento exacto. Frente a ellos, dentro del propio Corpus Hippocraticum , el autor de Sobre las ventosidades , tratado influido por los discípulos de Heráclito, declara que las realidades no perceptibles sensorialmente son inteligibles por la razón.

4 En este pasaje tenemos un testimonio sobre la antilogía, una de las prácticas dialécticas de la época. Según el testimonio de PLATÓN (Gorgias 456b-c), los médicos, bien en su propia oficina, bien ante un público, tenían que enfrentarse a los sofistas omniscientes, a otros colegas de profesión o al auditorio de la pólis a fin de obtener el puesto de médico público.

5 Katabállein , verbo de evidentes connotaciones pugilísticas. J. JOUANNA (Hippocrate , París, 1992, pág. 121) señala que las disputas oratorias podían enfrentar a dos oradores exactamente como si fueran dos luchadores frente a un público que desempeñaba el papel de árbitro. La metáfora de la lucha en la que se debía vencer tres veces seguidas, expresa adecuadamente lo que podía haber de espectacular y agonístico en esas disputas oratorias. Se puede rastrear el uso de esta analogía pugilística en pasajes de ESQUILO (Agamenón 171; Coéforas 339; Euménides 589) o PLATÓN (Eutidemo 277d). Tenemos noticia, además, de una obra de PROTÁGORAS titulada Lógoi katabállontes (80 B 1 DIELS -KRANZ ).

6 Esta imagen sirve para arremeter finalmente contra el discípulo de Parménides. Nuestro autor se ha venido sirviendo a lo largo de su exposición de las críticas de Meliso contra los monistas jonios, incluso de sus mismas palabras: el empleo de eónta para referirse a los elementos primordiales está también atestiguado en MELISO (tà eónta ginṓskein , 30 B8, 3). No obstante, no se critica ninguna teoría del eleata, defensor de la existencia de una sustancia única, ingenerada, indestructible e ilimitada. Por otro lado, el empleo del verbo orthoûn parece tener un doble sentido: «poner en pie» y «volver exactos». Pese a que ambas escuelas discrepen —para Jouanna este prólogo es un testimonio de la polémica entre Meliso de Samos y Diógenes de Apolonia—, el hecho de que los jonios sean presa de disputas internas sobre la designación de la sustancia única no significa sino que dan la razón a la idea de Meliso: lo que existe es una unidad y esto es tanto una unidad como el todo. Para la polémica entre Diógenes y Meliso, véase J. JOUANNA , «Rapports entre Melissos de Samos y Diogène d’Apollonie á la lumière du traité hippocratique De natura hominis» Revue des Études Anciennes 67 (1965), 306-323.

7 Tras la crítica a los filósofos monistas, es el turno de los médicos defensores de la idea de la existencia de una sustancia única en el cuerpo humano. La refutación comienza por la teoría de la sangre como ese elemento primordial, atribuida a Trasímaco de Sardes por el Anonymus Londinensis (XI 43 y XII 8), que, en paralelo con la mención en primer lugar del agua en el capítulo anterior, quizá estuviera muy en boga entre los médicos contemporáneos de nuestro autor. Trasímaco atribuía las enfermedades a las modificaciones de la sangre. La acción del calor o del frío la convertía en pus, pituita o bilis, sustancias nocivas para el recto equilibrio de la salud. ARISTÓTELES (Acerca del alma 405b) proporciona otro testimonio de esta teoría, sostenida en este caso por Critias, que consideraba que la sangre era el elemento primordial del hombre y causa de susensibilidad. En cuanto a la bilis o la pituita, señala Galeno en su comentario a este tratado que no fueron postulados por ningún médico como humores primordiales. Siguiendo a Jouanna, se hace difícil admitir que nuestro autor haga en dos lugares referencia a estas teorías si no existían.

8 Es frecuente la consideración de la influencia de la temperatura sobre el ser humano. Trasímaco de Sardes atribuía las enfermedades a trastornos producidos en la sangre, el humor primordial, por el efecto de un exceso de calor o frío. También en el tratado Sobre las hebdómadas (IX 442 LITTRÉ ) se hace referencia a esta idea. Para DIÓGENES DE APOLONIA (64 B 5 DIELS -KRANZ ) la cantidad de calor era uno de los factores de diferenciación entre los seres. El autor de Sobre la medicina antigua (16 JONES ) resta importancia a esta influencia: para él son los principios activos menos importantes.

9 Referencia a uno de los puntos de discordia entre los sistemas monistas: la explicación del dolor en una sustancia única. DIÓGENES DE APOLONIA (64 B 2 DIELS -KRANZ ) negaba la posibilidad de la existencia del dolor en un sistema pluralista: la capacidad de un ser para provocar daño a otro, como también el hecho de que se puedan mezclar, significa que su composición de ambos es la misma. Por el contrario, nuestro autor afirma que el monismo no puede explicar el dolor, porque su existencia presupone la alteridad, la existencia de un contrario. MELISO DE SAMOS (30 B 7, 2 DIELS -KRANZ ) utiliza un argumento semejante, aunque con opuesta intención, para rebatir a los monistas jonios: «No tiene dolor; no podría ser un todo si tuviese dolor. En efecto, una cosa que tiene dolor no puede ser siempre, ni podría tener una fuerza igual a la sana; y no sería tampoco homogénea, si tuviese dolor: sufriría, ciertamente, si algo se le quitase o agregase, y no sería, por tanto, ya homogénea. Tampoco lo que es sano podría tener dolor: perecería, en efecto, lo que es sano —lo que es— si se generase lo que no es» (Los filósofos presocráticos , B. C. G. 24), Madrid, 1986. Trad. de F. J. OLIVERI ).

10 Katà nómon y katà phýsin . P. LAÍN ENTRALGO (La Medicina Hipocrática , Madrid, 1987) analiza en varios lugares el empleo de esta expresión en el Corpus Hippocraticum , especialmente a la luz del tratado Aires, aguas y lugares .

11 El nacimiento de un ser sólo es posible a partir de otros dos seres de la misma especie que posean las mismas cualidades (dynámeis) . Por tanto, la necesidad de mezcla supone alteridad, lo que niega la hipótesis de una sustancia única. Jouanna interpreta los argumentos de nuestro autor como inversiones de las críticas de Meliso a Diógenes de Apolonia. Para Diógenes la reproducción, como cualquier interacción entre los seres naturales, demuestra la existencia de una unidad sustancial. Frente a esta idea, la noción de ser de MELISO excluye el nacimiento (30 B 1, B 2 y A 5 DIELS -KRANZ ), al igual que excluye todo cambio, límite o movimiento. Tras dos capítulos de crítica a las concepciones monistas en filosofia y medicina, el autor aboga por una teoría pluralista que es una transposición de la teoría de la phýsis de Empédocles al plano de la naturaleza humana. Sobre la influencia de Empédocles, véase J. JOUANNA «Présence d’Empedocle dans la collection hippocratique», Bulletin de l’Association Guillaume Budé, Lettres d’Humanité , XX (1961), 452-463.

12 El concepto de mezcla (krâsis, krêsis) es fundamental dentro de la teoría humoral. La salud es el estado que resulta del recto equilibrio de la mezcla de las diversas cualidades —aquí lo frío, lo cálido, lo húmedo y lo seco, cualidades fundamentales de los cuatro principios de Empédocles: agua, fuego, aire y tierra— y de los humores que integran la naturaleza del ser humano. ARISTÓTELES (Sobre las partes de los animales 673b250 y Reproducción de los animales 744a30) utiliza el término eukrasía (mezcla bien temperada), no atestiguado en el CH , para denominar dicho estado. Para el concepto de krâsis dentro de la medicina hipocrática, véase P. LAÍN ENTRALGO , La medicina ...

13 El hombre se compone de distintos principios que se reúnen en su nacimiento y, a su muerte, vuelven a su lugar de origen en virtud de la ley de atracción entre semejantes, que explica en NH el ciclo de los humores, el mecanismo de la nutrición y los efectos de la ingestión de purgas. Sobre las enfermedades IV 17 recoge la misma teoría acerca de la disgregación de las cualidades fundamentales. Asimismo, varios fragmentos de EMPÉDOCLES (1 A 85 y 31 B 62, 6 DIELS -KRANZ ) atestiguan esta misma idea, de la que se hacen eco EURÍPIDES (Suplicantes 532-534), JENOFONTE (Ciropedia VIII 7, 20) y CICERÓN (Sobre la vejez , 22). En relación con la atracción entre semejantes, cabe recordar también el proverbio «espontáneamente los buenos van a las comidas de los buenos» (autómatoi d’agathoí agathôn epì daîta íasi) recogido en un juego de palabras por PLATÓN en Banquete (174 b). Por otra parte, esta ley es un punto de partida de la iniciación dialéctica que Diotima lleva a cabo con Sócrates en la obra citada.

14 Primera mención en el tratado de los cuatro humores que constituyen la naturaleza del hombre. Cabe decir que, aunque NH es el tratado hipocrático que mejor recoge y formula la teoría humoral, no aparece una palabra específica para referirse a estos elementos, sino que alternan tà eónta, tà eneónta, tà syngenónta y chymós . P. LAÍN ENTRALGO (La medicina ..., pág 147 y ss.) define humor como «un elemento secundario del cuerpo animal, caracterizado genéricamente por su elementalidad biológica —esto es, por el hecho de funcionar en la vida normal como sustancia que no se descompone en otras más simples—, por su fluidez, aunque esta sea tan escasa en la bilis negra, y por su mixcibilidad». Este esquema de cuatro humores coincide con el expuesto en el tratado Sobre los humores y para Laín Entralgo era la teoría común de la escuela de Cos, que pasó a la posteridad a través de Galeno. El propio LAÍN ENTRALGO (La medicina ..., pág. 152) menciona el paralelismo entre esta teoría humoral de resonancias empedocleas y la doctrina india de los elementos del organismo. Según ésta, los últimos elementos del universo (tridâthu) son el viento, el fuego y el agua, que se corresponden con los tres principios fundamentales del cuerpo humano: el soplo (prâna) , la bilis (pitta) y la pituita (kapha o çesman) , a los que se añade, en segundo orden, la sangre (rakta) . Los desordenes cardinales de la salud (tridosa) son también tres, en consonancia con los elementos fundamentales. Sobre la presencia de la bilis negra, véase la introductión al presente tratado.

15 Explicación de la salud como igualdad de fuerzas, elementos o principios (isonomía tôn dynámeōn) . El primer testimonio que tenemos de esta explicación de la salud y la enfermedad mediante una expresión que encierra una metáfora política —la isonomía era una de las reivindicaciones políticas de los ciudadanos griegos que aspiraban a la igualdad legal en los siglos VI y V a. C.— fue formulado por ALCMEÓN DE CROTONA (24 B 4 DIELS -KRANZ ), médico contemporáneo de Pitágoras, y volverá a aparecer en otros médicos de la Magna Grecia, como Filistión de Locres (Anonymus Londinensis , XX, 34-37), y PLATÓN (Timeo , 82 a). Sobre la influencia de la medicina siciliana en el Timeo , véase R. JOLY , «Platon et la medecine», Bulletin de l’Association Guillaume Budé, Lettres d’Humanité 20 [1961], 439-451). Esta misma idea, aunque dentro de una visión estrictamente dietista, aparece en Sobre la medicina antigua 14, en donde la cocción (pépsis ) es el criterio de determinación de la salud. Sobre la ausencia del concepto de cocción de un humor en NH , véase la introducción de J. JOUANNA a la edición de Sobre la medicina antigua (De I’Ancienne Medecine , París, 1990, pág. 62).

16 La alteración del recto equilibrio en la mezcla de los humores produce la separación de éstos (apókrisis) , y su segregación, ya hacia el exterior del cuerpo, ya en su interior, es la causa de las enfermedades, bien por el vaciamiento (kénōsis) derivado del exceso en la evacuación, bien por el excesivo almacenamiento de un humor producido por su desplazamiento (metástasis) hacia otra zona del cuerpo. Kénōsis, metástasis y apókrisis son términos del lenguaje médico. La lengua de los médicos contribuyó a la extensión de los sustantivos abstractos en -sis . El término apókrisis en el sentido de separación de los humores dentro del cuerpo aparece también en Sobre la medicina antigua 14. Sobre el uso en el Corpus Hippocraticum de estos conceptos de la anatomía patológica, véase LAÍN ENTRALGO , La medicina ..., pág. 204 y ss. En Sobre las enfermedades I 20 y Sobre los lugares en el hombre 10 se atribuyen a las segregaciones de humores los mismos efectos dañinos sobre la salud.

17 Seguimos la sugerencia de Jouanna de traducir nómos por «uso corriente», no por «ley» ni «convención» (Jones). Parece deducirse de aquí que para nuestro autor no existe una antítesis real entre la convención y la naturaleza, la conocida oposición nómos/phýsis , sino una correspondencia entre las palabras y las realidades que designan, contrariamente a las radicales tesis de los sofistas en cuanto a la separación entre los dos ámbitos. Para Jouanna, este texto es un testimonio de que a finales del siglo V la antítesis entre estos dos conceptos no siempre reflejaba la oposición entre un valor positivo y otro negativo.

18 El autor recurre aquí a la observación empírica como criterio de demostración de sus tesis. En varias ocasiones a lo largo del tratado intenta demostrar que sus ideas son una deducción correcta de los datos de lo visible (tò phanerón) , aportando explicaciones concretas de fenómenos que ocurren en el cuerpo humano, e incluso analogías con procesos animales y vegetales, frente a las teorías de los filósofos y médicos monistas, incapaces de demostrar sus tesis en el ámbito de lo sensible.

19 Es frecuente en el Corpus la referencia a purgas de pituita y de bilis, especialmente en tratados de inspiratión cnidia. Así, Sobre las enfermedades I 8; Sobre las enfermedades II 13 y 15; Sobre las enfermedades III 10 y 16; Sobre los lugares en el hombre 28; Sobre la naturaleza de la mujer 22. Los medicamentos para evacuar la bilis negra sólo son citados en Sobre las afecciones 36.

20 Nueva crítica a la metodología de algunos médicos monistas que pretenden deducir sus tesis a partir de datos sensibles. La discusión contra los médicos monistas se sitúa plenamente en el ámbito de la experiencia (tò phanerón) . Por otra parte, el vómito de alguno de los humores es uno de los elementos del diagnóstico en el Corpus; véase Pronóstico 13; Aforismos IV 25; Aforismos VII 37; Enfermedades III 14; Prenociones de Cos 545.

21 El recurso a la analogía entre la naturaleza humana y el ámbito vegetal es frecuente en el Corpus; cf. Sobre los humores 11; Sobre la dieta 68; Sobre la generación-Sobre la naturaleza del niño-Sobre las enfermedades IV. Asimismo, EMPÉDOCLES (31 A 70 DIELS -KRANZ ), autor de manifiesta influencia sobre el tratado que nos ocupa, se sirve de un razonamiento analógico similar para comparar el desarrollo de los brotes en los árboles y el crecimiento de los embriones. Para REGENBOGEN («Einer Forschungmethode antiker Naturwissenschaft», Kleine Schriften , Munich, 1961, págs. 131 y ss.) tales comparaciones son un método para explicar los fenómenos invisibles a partir de los visibles. JOUANNA («Présence d’Empedocle...», 456) interpreta el razonamiento analógico de nuestro autor como una reafirmación del carácter empírico de la medicina y como reivindicación de ésta como un saber autónomo con una metodología propia, no vicaria de la filosofía. Cabe señalar también que la comparación establecida en este texto se fundamenta en la ley de la atracción entre lo semejante —véase supra nota 13— aunque nuestro autor añade un matiz al indicar que primero se extrae la sustancia más semejante y, a continuación, el resto.

22 Esta relación entre el invierno y la pituita (phlégma) aparece también en Aires, aguas y lugares 7 y 10. Asimismo, la consideración de la pituita como el humor más frío es común a los tratados de influencia cnidia y de la escuela de Cos, véase Aires, aguas y lugares 10; Sobre la enfermedad sagrada 6 (10 GRENSEMANN ); Sobre las afecciones 24; Sobre las enfermedades I 24 y Sobre las enfermedades II 8. Otros autores derivaban etimológicamente phlégma del verbo phlégein («encender, inflamar»). Así, FILOLAO (44 A 27 DIELS -KRANZ ) y DEMÓCRITO (68 A 159 DIELS -KRANZ ) consideraban la pituita un humor caliente, tambien PRÓDICO (84 B 4 DIELS -KRANZ ), que llamaba blénna al humor frío, generalmente llamado phlégma , y reservaba este nombre para una excesiva cocción de los humores, como Protágoras. En cambio, PLATÓN (Timeo 85b) critica a los que ponen en relación la flema y las inflamaciones del cuerpo, que para él se deben a subidas de temperature de la bilis.

23 Principio fisico general que encontrará su reflejo en el capítulo 12 para explicar la mayor temperatura del cuerpo de los hombres durante su juventud. Para Jouanna estas referencias internas son pruebas de la unidad del tratado y de la intención sistematizadora del autor.

24 Sobre la relación entre las hinchazones de color blanco, la flema y el invierno, véase también Aires, aguas y lugares 7 y Enfermedades II 71.

25 A causa de la ley de los semejantes, la sangre, caliente y húmeda, aumenta en primavera. Sobre la consideración de la sangre como un humor caliente, véase Sobre la enfermedad sagrada 7 (12 GRENSEMANN ) y Sobre las enfermedades I 24. La relación entre la sangre y la primavera (recuérdese el dicho popular), en cambio, no está atestiguada antes de este tratado y se puede deber a la voluntad del autor de elaborar un sistema cerrado basado en el número cuatro: cuatro humores, cuatro cualidades fundamentales y cuatro estaciones.

26 La bilis amarilla, seca y caliente, alcanza su dominio en verano, estación con la que se corresponde según la ley de semejantes. En el tratado coico Aires, aguas y lugares 7 se pone en relación el verano y la bilis, pero no es una constante en el Corpus hasta la aparición de NH y de los tratados redactados bajo su influencia (Sobre los humores 14, Sobre las afecciones 14, Sobre las afecciones internas 28)

27 La bilis negra aparece en NH con el rango de humor y con naturaleza propia, en lo que parece ser un planteamiento original de nuestro autor, quizá para cerrar coherentemente su sistema cuaternario. Tal consideración de la bilis negra no aparece en los tratados de la escuela de Cos anteriores a NH , pero sí en los posteriores (Epidemias IV 16).

28 Áneu pántōn tôn eneóntōn en tôde tô kósmō , comparar con DIÓGENES DE APOLONIA (DIELS –KRANZ , 64 B 2): tà en tôde tô kósmō eónta y en tôde tô kósmō eónta . Para Jouanna el uso de kósmos con el sentido de «orden del mundo» o «mundo ordenado», significado técnico de la palabra en el siglo IV (JENOFONTE , Recuerdos de Sócrates I 11, y PLATÓN , Gorgias 507e–508a), no es frecuente en el siglo V , aunque admite queestán bastante cerca de él fragmentos de HERÁCLITO (22 B 30 DIELS –KRANZ ), EMPÉDOCLES (31 B 134 DIELS –KRANZ ) O ANAXÁGORAS (59 B 8 DIELS –KRANZ ). Kósmos significa «mundo» como totalidad de seres estructurados y vinculados por una misma ley (anánkē) , por las causas necesarias que gobiernan los fenómenos naturales y las realidades concretas de la phýsis , relacionadas entre sí según un esquema macrocosmos–microcosmos. Sobre la dieta VI 484 define el cuerpo del hombre como imitación del todo (apomímēsis toû hólou) y Sobre las hebdómadas , en un texto con paralelos indios e iranios, hace corresponder las diferentes partes de la anatomía humana con los elementos del mundo: el firmamento, con la piel; las estrellas y el Sol, con el calor subcutáneo; la Luna, con el diafragma; el aire, con el pneûma , el aliento; el agua, con el vientre; la tierra, con los huesos, la carne, el cerebro, la médula, el esperma, la sangre, la vejiga y el ano. Acerca de estos conceptos y, más específícamente, sobre la relación macrocosmos–microcosmos en el Corpus , véase P. LAÍN ENTRALGO , La medicina ..., págs. 124 y ss.

29 Referencia a las fiebres, clasificadas por su duratión, de las que se ocupará en el capítulo 15. Cabe señalar que Fredrich, en un estudio sobre el tratado, consideraba el capítulo 8 como el final lógico del tratado, ya que desde un punto de vista retórico cierra un lógos sobre la naturaleza humana. En cambio, algunos de los partidarios de la unidad del tratado, como Schöne y Deichgräber, creen que con él concluye una exposición general y se da paso a un desarrollo más técnico sobre la patología; otros, como Jouanna, consideran que el capítulo 8 es el comienzo de la sección dedicada a la patología y la terapéutica: el ciclo de las estaciones es un factor que favorece el desarrollo de enfermedades, aunque no su causa determinante. El hecho de que un humor predomine durante un período de tiempo no conlleva necesariamente un desequilibrio en la mezcla de los humores, es el predominio excesivo lo que provoca la ruptura de la harmonía. Las causas reales de las enfermedades (régimen, aire, desplazamientos de humores y fiebres) serán estudiadas en el capítulo 9.

30 Principio terapéutico de antipatía o alopatía, curación mediante contrarios para restablecer el equilibrio perdido. Un paralelo a este texto lo encontramos en Aforismos II 22 y Sobre las ventosidades 1. La medicina hipocrática se sirvió principalmente del tratamiento alopático, aunque recurrió a la homeopatía si los casos concretos lo precisaban (Sobre los lugares del hombre 42). Por otra parte, PLATÓN (Banquete 186c) pone los mismos términos de vaciamiento (kénōsis) y plétora (plesmonḗ) en boca del médico Erixímaco, que define la medicina como el «conocimiento de las tendencias amorosas del cuerpo respecto a llenarse y a vaciarse» (trad. L. GIL , Barcelona, 1983, pág. 50). Es interesante comprobar ciertas concomitancias entre el discurso de Erixímaco y nuestro tratado, ya que el médico caracterizado por Platón está profundamente influido por las teorías de Empédocles y la medicina de la Magna Grecia, vinculada con la definición de salud de Alcmeón de Crotona como equilibrio y armonía.

31 Esta lúcida distinción entre enfermedades provocadas por la dieta y epidemias causadas por miasmas en el aire es común a Sobre los aires, aguas y lugares 2 y Sobre las ventosidades 6-7. El Anonymus Londinensis atribuye esta doctrina al propio Hipócrates. Sobre los testimonios de este papiro, véase C. GARCÍA GUAL , «Introducción general», Tratados Hipocráticos I , B. C. G. 63, Madrid, 1990, págs. 37 y ss

32 La recomendación de que todo cambio (metabolḗ) en los hábitos de vida sea mesurado y paulatino es una doctrina muy difundida en el Corpus y se relaciona con la invitación a la mesura y el rechazo del exceso tan frecuente en los textos griegos. Véase Sobre la dieta en las enfermedades agudas IX; Aforismos II 51. En este caso el cambio ha de ser de grado, no radical, y con la intención de adelgazar para disminuir la actividad respiratoria e inspirar una menor cantidad de miasmas. Por otra parte, aunque estas recomendaciones parezcan ingenuas, es un hecho probado que la obesidad disminuye la resistencia del paciente a la enfermedad.

33 Esta descripción de los vasos aparece citada en parte por ARISTÓTELES en su Investigación sobre los animales III 3, 512b–513a, y en el tratado Sobre la naturaleza de los huesos 9. Su inclusión aquí obedece a la necesidad de conocer las trayectorias de los vasos sanguíneos para poder llevar a cabo flebotomías en aquellas partes en las que los humores, por haberse aislado y acumulado de modo aberrante, son causa de dolencias, tal como se ha indicado en el capítulo 4. Esta relación interna entre la exposición general, la patología y la terapéutica es uno de los argumentos aducidos a favor de la unidad formal y de contenido del texto. Por otra parte, sigo la recomendación de Jouanna de traducir phlébes por «vasos», no por «venas», ya que nuestro autor no conocía la diferencia entre arterias y venas. Sobre la importancia de esta descripción de los vasos sanguíneos en la polémica acerca de la datación y autoría del texto, véase la introducción al tratado.

34 Para la teoría de que los vasos sanguíneos parten de la cabeza, cf. Sobre la naturaleza de los huesos 8. En Sobre los aires, aguas y lugares se señala que un corte en las venas situadas detrás de la cabeza producía impotencia y Alcmeón de Crotona afirmaba que el semen procedía del cerebro.

35 Este par de vasos transportan el líquido seminal desde el cerebro a los órganos genitales en Sobre los aires, aguas y lugares 22.

36 El tercer par corresponde a los dos vasos grandes descritos por Sienesis de Chipre (cf. Sobre la naturaleza de los huesos 8).

37 La idea del cruce de los vasos es común en los textos. La encontramos en Sienesis de Chipre, en DIÓGENES DE APOLONIA (64, B 6 DIELS-KRANZ ) y en PLATÓN (Timeo, 77 e). También está presente en la medicina india.

38 Sorprende que el autor no haga ninguna referencia al corazón en la descripción del sistema sanguíneo, cuando varios de sus antecesores y contemporáneos consideraban que tenía una función dentro de éste. Así, EMPÉDOCLES (31 B 105 DIELS -KRANZ ), DIÓGENES DE APOLONIA (64 B 6 DIELS -KRANZ ) y algunos tratados hipocráticos (Sobre la enfermedad sagrada 3 [GRENSEMANN , 6]; Enfermedades IV 33; Carnes 6). Esto ha llevado a pensar que es una de las teorías más arcaicas del Corpus , aunque debía ser bastante célebre en su época a tenor de la larga cita de la Investigación sobre los animales de ARISTÓTELES .

39 La idea de que el ablandamiento de la carne provoca un flujo de humores nocivos aparece también en PLATÓN (Timeo 82e ). En este capítulo el autor continúa con el estudio de las causas de las enfermedades, aunque de un modo restringido a individuos de determinada edad y constitución física.

40 La teoría de que el pus es sangre corrompida se encuentra también en Sobre las enfermedades I 15; Sobre las enfermedades IV 14 y Sobre las ventosidades 10.

41 Frente a los que sostienen que este pasaje es una interpolación (Willamowitz, Fredrich) o los que consideran que es un fragmento desplazado de su lugar en un posible epítome (Schöne), Jouanna interpreta la demostración concreta del principio general expuesto en el capítulo 7, en el que se afirmaba que todo lo que es movido por una fuerza, aumenta su temperatura bajo el efecto de ella. Añade Jouanna que no hay una ruptura en el razonamiento, como interpreta Fredrich, sino que el autor quiere indicar aquí que el proceso de separación de la orina descrito en las líneas previas provoca en el caso de los niños, por su mayor temperatura corporal, la formación de cálculos en la vejiga, lo que no sucede en los adultos. Se encuentra un paralelo en Aires, aguas y lugares 9.

42 Los comentarios discrepan sobre el sentido de la expresión ex olígou . Littré, Jones y Vegetti entienden que se refiere a enfermedades cuyo período de incubación es corto. Para Jouanna esta interpretación es incorrecta, ya que en el Corpus no aparece la idea de incubación. Tendría, por tanto, un sentido cuantitativo, no temporal (Enfermedades II 14 y 51; Enfermedades IV 38; y Sobre la dieta 32 y 90).

43 El uso del término próphasis en el Corpus ha sido objeto de varios estudios. Para una visión de las diversas teorías, véase K. DEICHGRÄBER , «Próphasis . Eine terminologische Studie», Quellen und Studien zur Gesichte der Naturwissenschaft und der Medizin III 4, 1933, págs. 1-17; y LAÍN ENTRALGO , La medicina ..., págs. 83–85, y 194–200. En buena parte de los casos se refiere a un fenómeno que precede a la enfermedad o que es el punto de partida de la misma (Epidemias III 4 y VII 120), frente a aítion , que alude a la causa profunda (Aires, aguas y lugares 4). En este contexto, sin embargo, próphasis es sinónimo de aítion (así también en Sobre la enfermedad sagrada 2), lo que dificulta una especialización clara entre los dos términos. Este sentido técnico de próphasis aparece también en PLATÓN (República VIII 556; y Timeo 66b y 92a).

44 En griego, sýnochos, amphēmerinós, tritaîos y tetartaîos . La fiebre continua (sýnochos) no tiene remisión y está atestiguada también en Epidemias I, 4 (synecheîs) . La cotidiana (amphēmerinós) aparece también en Sobre la enfermedad sagrada 1, Epidemias I 4 y en PLATÓN , Timeo 86 a, donde la causa de su origen es el exceso de aire. Para la terciana (tritaîos) , véase Epidemias I 11 y Aforismos III 21. La cuartana (tetartaîos) es considerada por los médicos del Corpus como la de mayor duración (Epidemias I 11 y Aforismos II 25, en donde se distingue entre cuartanas de verano y de invierno). En ningún otro tratado se relaciona esta fiebre con la bilis negra, debido a la importancia que da este tratado a la bilis negra Así hará también GALENO (De placitis Hippocratis et Platonis) .

45 Para el concepto de krísis en la medicina hipocrática, véase LAÍN ENTRALGO , La medicina ..., pág. 213 y ss.: «es en esencia una modificación más o menos súbita del estado de la enfermedad, que cuando es perfecta anuncia la curación, y cuando no lo es deja la vía abierta a la recidiva y acaso a la terminación letal del proceso morboso». Añade el mismo autor que esta palabra pudo tener connotaciones jurídicas (cf. ESQUILO , Agamenón 1289: theôn krísei ).

46 Toùs idiṓtas: para el término véase también Sobre las afecciones I 33, 45; Sobre la dieta 3, 68. JAEGER (Paideia , Buenos Aires, 1993) lleva a cabo una interesante disquisición sobre la diferencia entre el médico como hombre de actuación pública y el idiṓtēs (el ciudadano privado) como objeto de la actividad demiúrgica del médico a partir de la progresiva especialización de la medicina. Los capítulos 16-24 son considerados por algunos editores (Littré, Jones, etc.) como un tratado independiente al que titulan Sobre el régimen salubre .

47 Continúa la idea de que todo cambio ha de ser paulatino y gradual para evitar trastornos en el cuerpo derivadas de modificaciones drásticas en el modo de vida.

48 El autor distingue dos tipos humanos según su sequedad o humedad. El régimen ha de buscar el equilibrio de estos principios y evitar la predominancia de uno de ellos. Esta clasificación corresponde a la oposición tradicional en el Corpus entre biliosos y flemáticos. Sobre la cuestión de los tipos fisiológicos, véase. H. L. DITTMER , Konstitutionstypen im Corpus Hippocraticum , Diss., Jena, 1940.

49 Distinción clásica en el Corpus entre jóvenes, cuyos cuerpos son secos y calientes, y ancianos, de cuerpos húmedos y fríos. Así también en Sobre la dieta 33.

50 Recomendación bastante insólita y que no ha logrado ser satisfactoriamente explicada por los comentaristas. Jouanna trae a colación que en Sobre la dieta 65 el aceite es considerado caliente.

51 Asthmaínontas , término poético atestiguado en HOMERO (Ilíada X 376), ESQUILO (Euménides 651) y PÍNDARO (Nemeas III 48), que pasó al vocabulario médico con el significado de «jadear tras un esfuerzo» (Enfermedades III 7 Y Epidemias VII 9).

52 En Sobre la dieta 45 se indica que el sésamo provoca una sensación de hartazgo al que lo come.

53 Las mujeres deben seguir un régimen más seco que los hombres, ya que su constitución es más húmeda (Sobre los aires, aguas y lugares 11; Sobre la dieta 34 y Sobre las enfermedades de las mujeres I 1).

54 Después de tratar el régimen de los que llevan una vida normal, el autor aborda el régimen de los atletas en una serie de breves consejos dirigidos más a la salud de los atletas que al rendimiento deportivo. Para una comparación con los consejos de entrenamiento, véase Sobre la dieta 68.

55 Según FILÓSTRATO (Gimnástico 43), el régimen de los atletas consistía en carne de buey, toro, vaca y antílope.

56 Estos dos capítulos finales son unánimemente considerados como una interpolación. Además, el capítulo 23 corresponde con el comienzo de Sobre las enfermedades II. Esta coincidencia ha sido interpretada como testimonio de un orden antiguo en el Corpus; véase el comentario de JOUANNA , pág. 310.

Tratados hipocráticos VIII

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