Читать книгу Boca diminuta - [Víctor Roura - Страница 12
ОглавлениеVII. Grito enmudecido
No me morí: aquí estoy,
mirando cómo soy
sin tus palabras hoy.
•
Dime si no piensas en las querencias
que se consumen en doce semanas,
en los amores muertos bajo sábanas
de fino tejido: las inocencias
se deforman con los besos insanos
y el estruendo de los decires vanos.
•
De espaldas, con tus labios en la almohada,
mi boca se satura de redondas
fragancias, alteraciones orondas
de etérea piel y olorosa carnada.
•
Mis pesares aún no se marchitan;
muy adentro mío los labios gritan
—en vano— enmudecidos: ¡no te tengo!
¡Cómo olvido que a ti no voy ni vengo!
•
Las tardes a veces son tristes
no sé si porque estás ausente
o porque la vida luego arde
gratuitamente, inútilmente.
•
Miro tu cuerpo sinuoso de espaldas:
una antigua cascada de ansias breves
me remite a lujuriosas moradas
de incandescencias grotescas y leves.
¿Por qué han de callarme tus grandes ojos
si en tu muda boca caigo de hinojos?
•
Me aíslo en las letras calladas:
d de durmiente despoblado,
v de violento viento alado,
c de cadenciosas vaharadas.
¿Por qué el silencio me atormenta,
por qué una boca muda tienta?
¿Por qué callo ante tu presagio,
por qué todo me sabe a plagio?
Me guardo en las calladas letras:
venas abiertas, danzas muertas.
•
Te desnudo con la luna apagada
para buscar, lento, bajo las sábanas
tu boca, tu pecho, tu luz, tu ombligo
y una certeza cuyo nombre olvido.