Читать книгу Boca diminuta - [Víctor Roura - Страница 9
ОглавлениеIV. ¡Qué pronto se va una mujer de nuestro lado!
Santa, santa maldición,
diabólica pudrición:
me mato por los rubores
de los débiles amores.
•
Un eco en sordina:
anda la catrina
como una delfina.
Miro en la vitrina,
mujer cantarina,
tu decir de harina,
¡cuánta argucia fina!
•
Me he olvidado de los rezos,
¡qué pronto caen los cerezos!
Como vienen los bostezos,
¡se van de a poco los besos!
•
¡Tanto querer marchitado,
tanto sueño interpretado!
¡Y ahora en medio de la vida
la ira en el cuerpo se anida!
•
Así como de súbito llegó,
de tal manera, sigilosamente,
se retira, sin mirar una sola
vez hacia atrás: vino, estuvo, se fue.
No volverá más con el mismo nombre.
Tal vez sí con la misma intensidad,
pero con otra cara (¿más bien máscara?),
con otro gesto, con otra mirada,
con otro cuerpo, con otra promesa.
Y luego el amor se irá nuevamente,
tal como llegó: inesperadamente.
•
Uno quisiera acercarse. Y decirle:
me gustaría fusionar mi vida
con la tuya, seguramente etérea.
Pero se queda uno mejor callado,
contando con disimulo en los dedos
cómo otra mujer se ha ido tan de pronto
—altiva, en silencio— de nuestro lado.
•
Una boca femenina habla
más por lo que insinúa en su
gesto que por sus silenciosas
y sinuosas acotaciones.
•
¡Y pensar que en la
mirada lo dije
todo! ¡Y pensar que ella
se fue tan callada!