Читать книгу Treinta decasilabos descalzos - [Víctor Roura - Страница 7

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Incluso sin sangre aún palpitan

Dos cuerpos nunca, jamás, son uno.

Y que me lo diga enfrente mío

quien asegure ese tal escándalo.

Por supuesto, hacer el amor no

une a dos personas sino acaso

de manera fugaz, momentánea,

aunque hay los que escapan de ese rito:

vaya uno a saber cómo demonios

permanecen intactos, inmunes,

invulnerables, indiferentes.

Salen ilesos de los ardores

corporales, lejos de las llamas

que incendian, ¡ay!, a los corazones

que, incluso sin sangre, aún palpitan.

Un cuerpo no lo arman dos figuras

en movimiento; sólo aparentan

un pétreo enlace, una conjunción

tonal en perfecta simetría.

¿Quién, pregunto, de los sumergidos

está más compenetrado, más

inmerso en el otro, ajeno, cuerpo?

¿El que ama, tal vez, o el que es amado?

¿Puede amar acaso el que es amado

más que el que ama con todas sus células?

Quizá pierden menos los que no aman

(o no pueden amar, que es distinto):

por eso se dejan querer, débiles;

por eso sus simulacros cálidos

pasan por verídicos, genuinos,

axiomáticos, certificados.

Pero ellos únicamente saben,

pueriles e intensos, que el amor

es sólo un divertimiento extraño:

ingenuo y recio, urgente e insensato,

que eso representa muchas veces

el amor en su hosco anudamiento.

Treinta decasilabos descalzos

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