Читать книгу Pisagua, 1948. Anticomunismo y militarización política en Chile - Verónica Valdivia Ortiz de Zárate - Страница 10
3.- Resistencia
ОглавлениеLa represión puesta en marcha por el gobierno de Gabriel González y la Ley Maldita suscitó la inmediata organización de los comunistas y de los opositores a aquella y a las leyes de excepción puestas en vigencia. Todos entendían que «la SOLIDARIDAD (sic) con las víctimas de la represión es la primera forma de resistencia […] Es la urgencia de ayudar a los que hoy son arrancados de sus hogares, destituidos de sus empleos, privados de su libertad, trasladados a puntos del país […] mantenidos en calabozos o prisiones arbitrarias o, sencillamente, encerrados entre alambradas ya tristemente célebres»134.
En general se habla de resistencia para referirse a la disposición a combatir una dictadura, aunque también puede tratarse de un determinado régimen en el poder, contra el cual deben definirse objetivos a conseguir, los que pueden apuntar a su derrota, la negociación, el desmantelamiento total del orden creado, o solo parcialidades. Las resistencias pueden actuar de forma autónoma o en alianza con otras, y de ello, muchas veces, depende su éxito. Un aspecto importante es el espacio en el cual se desenvuelve la resistencia, si es el marco impuesto por la dictadura/régimen o fuera de él, lo que depende de si ciertas instituciones siguen existiendo y tienen, o no, capacidad fiscalizadora o de contrapeso, pues ello incidirá en la potencialidad y tipo de resistencias. Las que están fuera de la institucionalidad siguen lógicas distintas. Las resistencias pueden ser pasivas o activas; las primeras son aquellas casi privadas, no militantes, y se manifiestan en actitudes; las activas, en cambio, son más orgánicas: grupos de reflexión, partidos ilegales, organizaciones públicas, movimientos sociales clandestinos, grupos conspirativos135.
En este caso utilizamos el término resistencia para referirnos a aquellos que rechazaron en su totalidad las políticas de represión física (arrestos, relegaciones, torturas, internación en el Campo de Pisagua) como las leyes que suspendían los derechos y libertades garantizados constitucionalmente (facultades extraordinarias, Zonas de Emergencia, Ley de Defensa Permanente de la Democracia) y que se movilizaron en su contra, por su derogación. Es decir, resistencias activas. A nuestro entender es posible hablar de resistencia toda vez que hubo expulsión de un sector político, en el marco de la suspensión de los derechos constitucionales, pretendidamente legitimados en los estados de excepción. Sus militantes debieron pasar a la clandestinidad –un punto clave–, salvo sus parlamentarios, a excepción del senador Pablo Neruda, acusado de injurias al Presidente de la República, por lo que fue perseguido, debiendo huir del país. Entre quienes resistieron incluimos al Partido Comunista y agrupaciones como el Comité de Solidaridad y Libertades Públicas, al que ya hicimos alusión, y el Movimiento por la Paz, ambos de carácter pluriideológico. Asimismo, distintos tipos de resistencia, tanto la abierta como la clandestina, toda vez que, en el caso analizado, subsistió parte de la institucionalidad, ya que los partidos siguieron existiendo –salvo el Comunista que pasó a la clandestinidad–, el Congreso no fue clausurado y mantuvo una importante cuota de autonomía, y las orgánicas sociales fueron perseguidas, pero no cerradas, como la prensa, la cual solo pudo ser censurada. Todo esto permitió cierta oposición abierta, pública, para aquellos que todavía podían utilizar esas instituciones. Aunque fuera de la institucionalidad, hubo también una resistencia abierta de los propios recluidos en Pisagua. Expulsado del sistema político, el Partido Comunista, ilegalizado, resistió desde la clandestinidad.
A diferencia de lo ocurrido bajo la dictadura ibañista de 1927, la resistencia contra el régimen de Gabriel González fue políticamente amplia, en la cual los comunistas no lucharon aislados, logrando unirse a sectores políticos socialcristianos, algunos radicales, otros socialistas, posibilitando el accionar en distintos ámbitos. El propósito de estas resistencias no era el derrocamiento del gobierno, sino la eliminación de las medidas de excepción constitucional, impedir la aprobación de la Ley de Defensa de la Democracia y, posteriormente, su derogación, y de las medidas de represión tomadas al amparo de esas normas excepcionales: el fin de las relegaciones y el cierre del Campo de Pisagua. En el entender de la resistencia, su acción buscaba la defensa de la democracia: «los Comités de Solidaridad y Defensa de las Libertades Públicas y de Recuperación de estas mismas libertades han tomado la iniciativa de promover un amplio movimiento nacional que cohesione las energías y las luchas de todos los ciudadanos que aman de veras la democracia, a fin de instaurar un régimen conforme a la voluntad de la mayoría del país. Al mismo tiempo han elaborado un proyecto de ley sobre la derogación de la Ley de Defensa de la Democracia y un programa de trabajo para obtener la aprobación de él por el Parlamento, la libertad de los innumerables presos, relegados y perseguidos políticos […] la derogación de las Zonas de Emergencia, la restitución de los derechos cívicos a los eliminados de los Registros Electorales […]la disolución de la policía política, el castigo a los flageladores y la reincorporación de los obreros y empleados exonerados de sus cargos por razones políticas»136.
La primera resistencia fue la del Partido Comunista, el que anteriormente, en la dictadura ibañista (1927-1931), enfrentó la persecución, el exilio y el confinamiento de sus más altos dirigentes en la isla Más Afuera en el archipiélago Juan Fernández, así como la relegación y apresamiento de decenas de militantes. En ese momento su proceso de bolchevización apenas había comenzado, careciendo de los conocimientos y herramientas para afrontar con éxito la arremetida de la dictadura, por lo que sus dirigentes fueron rápidamente detenidos, confinados o exiliados y rotos sus lazos con los trabajadores. La dictadura consiguió, también, fracturar a la naciente izquierda y al movimiento obrero, los que reaccionaron de forma diversa respecto a cómo lidiar con ella. Por ejemplo la negativa del PC de sumarse a otros grupos que resistían, implicó su aislamiento político. Cuando emergió de la dictadura, había perdido parte sustancial de sus militantes, su conexión con las bases sociales, estando muy debilitado137.
El Partido Comunista chileno de 1948 enfrentó la nueva persecución en condiciones muy diferentes y con la decisión de evitar los golpes demoledores de 1927. Su Secretario General, Ricardo Fonseca, definió el tipo de resistencia comunista y los espacios en los que se desarrollaría. Lo primero fue desechar una resistencia armada para derrocar al gobierno, considerando las divisiones que afectaban al movimiento obrero tras la ruptura de la CTCH y el quiebre entre comunistas y socialistas, al igual que el distanciamiento político con radicales. Siguiendo las enseñanzas de Lenin, «Con la vanguardia sola es imposible triunfar […] Los partidos comunistas […] han aprendido a atacar. Ahora deben comprender que esta ciencia tiene que estar completada con la de saber replegarse con el mayor acierto». La opción fue «pelear, pero retirándose organizadamente […] y combatiendo, resistir y resistir, salvando la organización y los cuadros»138. En consecuencia, la primera preocupación fue salvaguardar a los dirigentes, evitando su captura por los organismos policiales estatales, de modo de asegurar el paso del partido a la ilegalidad, con su organización y cuadros intactos, a la vez que Fonseca montó un secretariado en la clandestinidad. Dispersó a lo largo del país a los viejos dirigentes que habían combatido a la dictadura ibañista para enseñar a la nueva generación, inexperta en esas lides. La lucha se enfocó en mantener la solidaridad con los trabajadores que declaraban huelgas, impulsando paralizaciones o movilizaciones por aumentos salariales, precio de los alimentos y artículos de primera necesidad –las «subsistencias»– y los canon de arrendamiento, buscando incorporar nuevos grupos a la «lucha contra la dictadura y los planes imperialistas»139. En el panfleto «Con el fantasma de la cesantía se da un nuevo golpe al estómago del pueblo», los comunistas explicaban la exigencia de la empresa salitrera (CSTA) a que los trabajadores moderaran sus «aspiraciones» como una forma de asegurar un gran incremento de sus utilidades a costa de las condiciones salariales y de vida de los obreros. Por ello, desde la clandestinidad sostenía su política de movilización de los trabajadores, quienes debían insistir, en el caso de los salitreros, en un reajuste de un 40% y un aumento en el racionamiento de carne y pan, abriéndose a un comercio mundial amplio y evitando el cierre de muchas oficinas. Los obreros no debían permitir que el acoso represivo del gobierno detuviera sus luchas sociales: «¡CIUDADANOS, LUCHAD CONTRA LAS ALZAS Y LAS FACULTADES […] Luchemos en los sindicatos y en todos los organismos por aumentos de salarios y sueldos, contra toda alza, por viviendas, por el cumplimiento de los convenios, por igual salario del hombre y de la mujer. Por la formación de un gobierno popular que dé solución a los problemas»140.
En ese sentido, el discurso de la clandestinidad se mantenía dentro del debate socio-político del período de Gabriel González acerca de la presión obrera por los salarios y los precios de los artículos esenciales, especialmente de los alimentos, los que crecían al ritmo de la espiral inflacionaria y la especulación y que estuvieron en el origen de muchas de las huelgas de los años cuarenta y de la represión posterior.
Asimismo, la resistencia comunista tuvo como objetivo la denuncia del Campo de Pisagua, el imperialismo norteamericano, la defensa de las libertades públicas y el rechazo de la Ley de Defensa de la Democracia. Para ello usaron el Parlamento, la prensa –pública y clandestina– y cualquier tribuna, incluyendo las paredes, para revelar la política gubernativa y acrecentar la movilización en su contra. Este tipo de resistencia era coincidente con la propugnada por el bolchevismo acerca de la «revelación política», es decir, la denuncia, para esclarecer la naturaleza del poder al que se enfrentaban141.
La primera resistencia pública comunista la ofrecieron sus parlamentarios, quienes recurrieron a la institucionalidad vigente aún en pie, para intentar detener el avance coercitivo del estado, presentando una acusación constitucional contra el Ministro del Interior, entre otros motivos por «la detención inhumana de mujeres, como es el caso de las regidoras señorita Blanca Sánchez, de Lota, y señora Julieta Campusano, de Santiago, negándose a la primera hasta el derecho de proveerse de las más indispensables prendas de vestir, y apresándose a la segunda en estado avanzado de embarazo, al extremo de que dio a luz apenas horas después de ser detenida»; y más aún por «el anuncio de que en Pisagua, Huara, Pozo Almonte y otras partes del territorio nacional existen o se preparan verdaderos campos de concentración donde se están reuniendo a muchos relegados políticos trasladados en las peores condiciones que puedan imaginarse, desde todos los puntos del país, entregando su vigilancia a las fuerzas armadas»142. La acusación constitucional lo instaba a responder por la detención de numerosos regidores, alcaldes y secretarios municipales, por la suspensión de las autoridades administrativas, bajo tuición militar por las Zonas de Emergencia, por la prohibición de acceso a ellas, por la expulsión de poblaciones obreras y de trabajadores a la isla Quiriquina sin orden de relegación, así como por las numerosas acciones propiamente castrenses aplicadas por las fuerzas armadas en sus respectivas Zonas. En esa materia, el diputado Óscar Godoy denunció que «2.200 obreros […] fueron sometidos a largos interrogatorios por la autoridad militar con el objeto de establecer quiénes eran los dirigentes que los habían inducido a esa acción incalificable. Del resultado de esta investigación se pudo establecer el nombre y la afiliación de más o menos 300 dirigentes, los que fueron detenidos de inmediato y trasladados a bordo del buque madre Araucano, donde comenzaron ayer mismo a funcionar los tribunales militares […] Los llamados Tribunales Militares han estado conociendo de supuestos delitos de competencia de la Justicia Ordinaria, lo que anula de nulidad absoluta la mayoría de los procesos y de las sentencias que puedan haber dictado»143.
Sin duda, la principal resistencia pública comunista la personificó el poeta Pablo Neruda, quien desde el hemiciclo refutó las acusaciones que en su contra lanzó el gobierno, atribuyéndole injurias al Presidente de la República y sometiéndolo a los Tribunales de Justicia. Fue desaforado y se ordenó su detención. En ese marco, Neruda imputó al Presidente pretender evitar «que desde este recinto se deje escuchar mi crítica a las medidas de represión […] ante el Honorable Senado […] En Chile no hay libertad de palabra, no se vive libre del temor. Centenares de hombres que luchan por que nuestra patria viva libre de miseria son perseguidos, maltratados, ofendidos y condenados […] Hay una petición de desafuero en mi contra. La razón de ella no está en las acusaciones que se me hacen, sino en el hecho, imperdonable para el gobierno, de haber hecho saber al país y al mundo sobre las actuaciones que él quería hacer permanentemente en la sombra espesa, aherrojado el país por las facultades extraordinarias, la censura de prensa y las detenciones»144. Citando al abogado Carlos Vicuña Fuentes, su defensor ante el Pleno de la Corte de Apelaciones, sostuvo que sus cargos políticos a Gabriel González no eran injurias, porque correspondían a hechos ciertos y conocidos en Chile y el mundo, como la intromisión estadounidense en el aparato estatal del país, especialmente en el militar, y la participación de empresas extranjeras en la identificación de los futuros trabajadores detenidos, nacionales y extranjeros.
Los parlamentarios comunistas, falangistas y algunos radicales hicieron del Congreso Nacional un espacio de resistencia a la persecución y las leyes de excepción constitucional. Desde allí Neruda lanzó su feroz «Yo acuso al Presidente de la República, desde esta tribuna, de ejercer la violencia para destruir a las organizaciones sindicales. Yo acuso al Presidente de la República, presidente de las organizaciones franquistas […] Yo acuso al Presidente de la República de la desorganización y descenso de la producción, como fruto de la evacuación en masa de miles de trabajadores»145.
Un elemento clave en la construcción de la memoria nacional respecto de la persecución contra el comunismo hecha por este partido fue el lenguaje, el cómo denominar lo que estaba ocurriendo, en especial la ley exclusoria buscada por el Presidente. Durante la discusión en el Congreso, el senador comunista Carlos Contreras Labarca calificó el proyecto de Ley de Defensa de la Democracia como maldito: «Lleva el estigma de la maldición de todas las conciencias limpias y democráticas de nuestro país; y despoja a la clase obrera del acervo de sus más preciadas conquistas y libertades, y restablece la inquisición y el régimen de San Bruno»146. El senador comunista buscó graficar el tipo de represión en boga, estableciendo una conexión con la persecución en tiempos de la Reconquista española y la lucha por la Independencia nacional, feroz e ilegítima. Al tiempo, vaticinaba su futuro: «He aquí el resultado que ha de traer esta ley maldita. Esta ley no habrá de estabilizar a un gobierno que el país entero repudia y desprecia, y que apenas se sostiene por medio de la violencia y del terror; no habrá de dar luces y sabiduría para el país, a un gobierno que solo atiende las instrucciones que vienen desde Washington; no habrá de dar decencia a un régimen corrompido de traficantes que solo se preocupan de su propio enriquecimiento»147. Más aún, la calificación de maldita para las leyes que coartaban los derechos civiles y políticos, en supuesta defensa de la seguridad, ya había sido levantada por la izquierda durante los años treinta, precisamente para enfrentar la Ley 6026 de Seguridad Interior del Estado, primera ley salida del Congreso Nacional, discutida durante 1936 y aprobada en enero de 1937: «Tal como había ocurrido con las huelgas ferroviarias de 1935 y 1936, que coadyuvaron a acelerar el proceso de unidad sindical, la denominada “ley maldita” fortaleció los lazos entre actores sociales y políticos. Así se desprendía de la coordinación entre el Frente de Unidad Sindical (antecesor de la CTCH), el Frente Popular, La Liga por la Defensa de los Derechos del Hombre y la Federación de Estudiantes de Chile, los que junto a intelectuales y personalidades del país acordaron constituir un organismo unitario para rechazar el proyecto»148. Aunque la denominación de maldita en 1937 no tuvo el impacto que tendría la de 1948, en la batalla por los imaginarios, a las acusaciones a los comunistas de extranjerizantes y propulsores de huelgas revolucionarias, estos respondieron otorgando a la Ley de Defensa de la Democracia su apellido, Maldita.
Una de las armas más utilizadas por los comunistas fue la imprenta, desde donde salieron escritos en distintos formatos. Según el historiador Andrew Barnard, la resistencia en forma de publicaciones clandestinas respondió a la dificultad para seguir resistiendo en el campo sindical, por las limitaciones que imponía el Código del Trabajo, de manera que en la medida que la persecución arreciaba, aquella se fue trasladando a la prensa clandestina149. A nuestro entender, también influyó la cultura política de izquierda y comunista, en particular. Como ya ha sido planteado, la prensa era vista por anarquistas y comunistas como un medio para la organización del movimiento obrero, su movilización, la difusión de su pensamiento político y propaganda, de educación del mundo obrero, por lo que se convirtió en un elemento central en su forma de entender y hacer política. La prensa permitía confrontar a la cultura dominante y articular la propia150. Este era un rasgo muy pronunciado entre los comunistas: «Todo esto venía de antes. Venía de la tradición de Recabarren. Es uno de los factores que explican el hecho de que el Partido Comunista sea el partido político de Chile que nunca ha dejado de tener su propia prensa. Este concepto, esa idea está vinculada a la existencia misma del partido. Recabarren, dondequiera que llegara, fundaba la Federación Obrera (la FOCH), el partido y el periódico»151. En ese marco insertamos la resistencia mediática comunista de los años cuarenta, la lucha por mantener un discurso alternativo al oficial, que desmintiera sus acusaciones y develara lo que se entendía como la naturaleza de su régimen, tras el cierre de la prensa partidaria: El Popular de Antofagasta, El Despertar de Iquique, El Siglo de Coquimbo, Jornada de Valdivia y El Siglo de Santiago. Eje de esa resistencia fue la mantención de imprentas donde editar folletos, panfletos y prensa que mantuvieran viva la voz del partido. En los periódicos asociados al PC en clandestinidad participaba un espectro político variado, como ocurría en Solidaridad y Democracia. En este trabajo nos abocaremos preferentemente a la resistencia de panfletos.
A diferencia de la dictadura ibañista, cuando la prensa comunista fue escasa, los Prefectos de policía y de Investigaciones de los tiempos de Gabriel González informaban permanentemente al Jefe de Zona de Emergencia de Tarapacá del hallazgo de panfletos en la vía pública: «En calle Pedro Lagos, un panfleto en el que se recuerda la muerte de Luis Emilio Recabarren, y en su parte final se injuria a S. E. el Presidente de la República y su gobierno. Horas más tarde, el carabinero Alberto Villalobos Jiménez encontró, en la Plaza Condell, SIETE (sic) de estos mismos ejemplares y el carabinero Mario Aguirre encontró 15 más en la Plaza Prat»152. Este tipo de denuncia no era excepcional, pues constantemente la Prefectura de la misma provincia informaba sobre volantes y recortes de propaganda encontrados pegados en las “javas” que transportaban los obreros pampinos: «No fue posible ubicar al autor(s) de esa propaganda, pero se presume que llega de otras localidades en encomiendas, sobres y paquetes postales, por lo que esta Prefectura dio instrucciones al Jefe de la Tenencia de Pozo Almonte para que se entrevistara con el Bienestar de las oficinas salitreras de su sector, para controlar la llegada de paquetes a aquellas personas que se encuentren sindicadas de simpatizantes comunistas […] estos mismos volantes y folletos han llegado por intermedio del correo, dirigidos al suscrito y a oficiales de su dependencia […] si esa Jefatura lo estima procedente, disponga que el Gabinete de Identificación trate de individualizar las posibles huellas digitales que puedan encontrarse en su interior»153.
Los impresos comunistas buscaban quebrar la exclusión a que los sometía la política represiva de Gabriel González. Según el testimonio de su militante Samuel Riquelme, «en Santiago se organizaban a cada rato algaradas, “mitines-relámpago”»154, por medio de los cuales vendían el periódico de la JJCC, Mundo Nuevo, y lanzaban «palomitas», es decir, volantes y panfletos. Los panfletos y los rayados en las murallas fueron parte de los medios de comunicación utilizados durante la segunda clandestinidad. El Prefecto de Carabineros denunciaba a la Jefatura de Zona: «En el Cementerio Nº 3 se encontró en la muralla exterior y a todo lo largo, por el lado oeste, escritura con lápiz de cera que decía: “Abajo el Traidor. Abajo González Videla, Viva el Partido Comunista, etc., etc.”. Estas escrituras fueron borradas de inmediato […] A las 6:45 horas, en el Cementerio Nº 2, se encontró en la muralla exterior, por el lado oeste, escrita la siguiente frase con alquitrán: “Viva el Partido Comunista, luchar por el derrocamiento del Tirano, Muera el Rey Títere de la pantalla de ladrones, el Vende Patria, Afuera los asesinos de la Moneda”. Estas frases también fueron borradas. – Octavio Allende Letelier. – Teniente Coronel de Carabineros y Prefecto»155. En las murallas se recalcaba la alianza con Estados Unidos: «En la Bomba No. 8, en la calle Juan Martínez No. 558: “Libertad presos políticos. – Viva el P.C.– Videla de Truman. – 1º. de mayo. – Mueran los traidores…”.Se comunicó este hecho al Servicio de Investigaciones, habiéndose procedido a borrar los motes de que se trata»156.
Los panfletos instalaron al régimen y a la represión de Gabriel González como parte del conflicto político chileno, regional y mundial, leído siempre en clave imperialista. Por ello, los panfletos abordaban distintos aspectos de esa confrontación.
El Partido Comunista interpretó la represión de Gabriel González como parte del alineamiento de Chile con Estados Unidos en el naciente conflicto con la Unión Soviética y la solidificación del dominio norteamericano sobre América Latina. En ese sentido no se trataba de una persecución aislada, sino parte de una nueva configuración del escenario regional-mundial. Uno de los panfletos editados clandestinamente por el PC y dirigido a saludar a la Revolución Bolchevique en su 32 aniversario, se congratulaba del crecimiento del mundo comunista tras el triunfo de la revolución en China en 1949 y la configuración de la Europa del Este (1947-1949), en comparación a lo que calificaba como la agresión imperialista estadounidense en el subcontinente americano: «El Imperialismo Yanky ha elaborado los planes de dominación llamados “Marshall”, “Clayton”, “Truman” y otros, y ha confeccionado pactos obligándolos a aceptarlos a los países débiles, tales como “El Pacto de Rio de Janeiro”, donde se acordó formar un ejército continental al servicio del Estado Mayor yanky con 3.000.000 de soldados a su servicio en caso de guerra puestos por Chile, que serán reclutados entre lo mejor de nuestra Juventud; obreros, empleados, estudiantes, etc., que serán carne de cañón en algún frente de guerra fuera del país, defendiendo los intereses yankys […] Este pacto vergonzoso lo suscribió González Videla como sirviente del imperialismo y la oligarquía, por eso declara la guerra a los obreros de su patria»157. En ese aspecto, la nueva dependencia regional de Chile implicaba no solamente la exclusión de los partidos comunistas de su sistema político y la persecución a sus dirigentes y a su base social, sino también la reorganización del sistema interamericano al servicio de Estados Unidos, como parte de su disputa por la hegemonía mundial158.
Un rechazo abierto a esta forma de dependencia lo constituían los cambios que ello producía en la política internacional de Chile, la que históricamente se había situado a favor de la paz. No obstante, como parte de la conformación de los bloques de la Guerra Fría, los países fueron empujados a adherir públicamente a uno de ellos; en el caso de América Latina y Chile, al liderado por Estados Unidos. A comienzos de la década del cincuenta, los comunistas discrepaban de ese cambio en las relaciones internacionales llevado a cabo por el régimen de Gabriel González. En el volante «Chile no debe ir a la guerra», el PC rechazaba la decisión del Ejecutivo de tomar una posición belicista en la naciente Guerra Fría: «El Presidente de la República ha anunciado el envío inmediato de tropas chilenas a la Guerra de Corea o a cualquier lugar de Europa, Asia, África o donde sea necesario a defender los conceptos de democracia y libertad […] la orden del Presidente […] no basta por sí sola para movilizar soldados chilenos fuera del territorio nacional, en ausencia de razones que justifiquen la adopción de tal medida»159. A juicio comunista, Chile debía mantener su historial de favorecer la solución democrática y pacífica de las disputas, política sostenida por la Cancillería chilena. El folleto «Juventud» llamaba a resistir el alineamiento occidental del país y su apoyo a lo que entendía como agresión a los movimientos descolonizadores: «El imperialismo yanqui está en guerra con los pueblos que luchan por su libertad […] Su intromisión en Corea obedece a convertir ese país en punta de lanza de su ubicación estratégica en Asia para agredir a las naciones libres y democráticas, y desatar la 3ª. GM, e impedir, reprimir los movimientos de liberación nacional que han estallado en ese continente, después de China y Corea, como son Indochina, Birmania, Indonesia, etc.»160. La completa subordinación de Chile a las directrices estadounidenses aparecía como explicación de la política internacional del gobierno, rompiendo con su historial diplomático, como lo ejemplificaban las tratativas confidenciales llevadas adelante por el Presidente para entregar un corredor a Bolivia: «La entrega de Arica […] no es algo que se ventila entre países libres y democráticos, sino […]entre tres tiranuelos, serviles instrumentos del tirano mayor: TRUMAN, las grandes empresas imperialistas yanquis, es el gobierno de traficantes de Norteamérica, quienes exigen y se beneficiarán con esta desmembración de Chile, para construir una nueva base militar, refinerías de petróleo, un cómodo puerto de embarque»161.
Desde ese punto de vista, la resistencia comunista situó el accionar del Presidente y su gobierno en un bando político.
Por su parte, los recluidos en el Campo de Pisagua decidieron resistir de diversas maneras, siendo la primera su reafirmación patriótica: «Los presos de las zonas del carbón, del salitre, del cobre y de Santiago, llevados al norte en el Araucano, barco de la Armada, bajaron y penetraron al Campo de concentración de Pisagua cantando el Himno Nacional»162.
La decisión era enfrentar la nueva detención sin dejarse batir: «Haremos de esta prisión una escuela […] tenemos que volvernos más fuertes […] Seremos el batallón que lucha en el desierto de manera silenciosa [hay que] hacer de Pisagua una escuela, una forma de lucha y no una caleta de amargura»163. Esta disposición fue idéntica a la mantenida por los confinados en Más Afuera durante la dictadura de Ibáñez, quienes fueron calificados de «irreformables» por la policía a cargo de su vigilancia, debido a la reafirmación de su ideología, habiendo transformado su prisión en un espacio para la lectura política, incluso intentando instruir a los delincuentes comunes que se encontraban en la isla. En esta segunda experiencia de 1947-1949, reiteraron esa actitud. Por eso, junto con los víveres y frazadas que llevaban los distintos comités de ayuda y solidaridad, siempre se enviaban «revistas y libros de lectura que necesitan impostergablemente los relegados, detenidos»164.
Quienes visitaron el campo en sus inicios –el diputado Díaz, el director de El Despertar y un dirigente del comité– fueron informados que los maestros organizaron doce cursos de enseñanza, «que comprenden un grupo de alfabetización y otro de cultura general y en cuyo desarrollo participó la casi totalidad de los trasladados. Estos cursos se realizan no obstante la carencia de medios necesarios, tales como textos de enseñanza, cuadernos, lápices, etc.»165. Esta tarea educadora fue resaltada por el periodista de El Siglo que visitó el Campo de Pisagua: «Es emocionante […]aprovechar su estada para aprender nuevos conocimientos que sirvan mañana al pueblo y los trabajadores; funcionan numerosos cursos de alfabetización, estudios superiores; tienen conjuntos artísticos y se preocupan del deporte»166. A su juicio, requerían de parlantes para poder escuchar música, tema que abordaría con el Jefe de Zona de Emergencia, General Guillermo Aldana.
Como parte de su rechazo al mote de satélite soviético, la resistencia comunista destacó, contrariamente, el carácter profundamente chileno del partido, enraizado en la historia nacional: «Lo fundaron obreros chilenos y siempre han militado en él los mejores hijos de la clase obrera. Recogimos la bandera de la patria y de la justicia, levantada por O’Higgins en 1810»167. Parte de esa lucha se expresó entre los recluidos en el Campo en la conmemoración de la Toma de Pisagua, durante la Guerra del Pacífico, una tierra conquistada con el conocimiento territorial de los miles de peones chilenos que fueron incorporados al Ejército y que trabajaban en las salitreras desde antes de la guerra: «Los pobladores de este pueblo y los dirigentes comunistas y sindicales que se encuentran relegados en este puerto, conmemoraron […] esta fecha […] los relegados organizaron un acto en que el Capitán de Ejército Luis Alberto Boero hizo una breve reseña histórica de la fecha conmemorada. Luego se desarrolló un programa artístico […] iniciándose con la Canción Nacional […] la delegación de relegados de Valparaíso cantó su himno intitulado “La despedida del 25 de octubre” en la barcaza “Bolados” y se agradeció la facilidad del Capitán, Comandante del destacamento del grupo “Salvo” en Pisagua»168.
En ese sentido, la reclusión en el Campo de Pisagua no provocó la deserción política de sus militantes, como había ocurrido en 1927, sino se mantuvieron dentro de su colectividad y unidos en la lucha contra los estados de excepción constitucionales de Gabriel González. Por eso, una de sus batallas fue la demanda por el cierre de Pisagua, calificado como campo de concentración, como lo explicitó el manifiesto lanzado por el Comité de Relegados de Pisagua: «Pedimos solidaridad a todos los hombres y mujeres demócratas del país: que se termine la vergüenza de los campos de concentración. Defendemos elementales principios humanos y derechos atropellados. Las Naciones Unidas han condenado estos bárbaros métodos y procedimientos. Llamamos a todos los chilenos conscientes a luchar por la defensa de nuestro régimen democrático. Por la libertad de los presos políticos y por la derogación de las leyes represivas [...] Que Chile no sea una mancha tenebrosa en un mundo que marcha hacia una democracia más alta […] Reclamamos […] se liquide este maldito campo de concentración y vuelva la seguridad y el honor a nuestra patria»169.
La posibilidad de este tipo de resistencia se relacionó con la subsistencia del Congreso y los partidos, que permitieron acceso al campo y comunicación con los allí recluidos, de modo que las resistencias actuaban coordinadamente. Por ello, la fuerza de la demanda por cerrar Pisagua, deslegitimar las leyes represivas y la urgencia de su derogación provenían de ese carácter del régimen contra el cual se luchaba. Este manifiesto al pueblo de Chile formaba parte de la resistencia que oponía relatos alternativos a los del gobierno, desmintiendo sus afirmaciones e impidiendo su monopolio informativo y el manejo de la opinión pública que ello le posibilitaba.
Parte de esa contienda fue la decisión de los recluidos de declararse en huelga de hambre, tal como lo anunció el Gobernador de Pisagua al Intendente: «Doy cuenta a US. que ayer siete horas ciudadanos trasladados a esta localidad declaráronse (sic) en huelga de hambre. Prácticamente no reviste tal carácter, sino han resuelto no recibir rancho fiscal […] Se sabe extraoficialmente que esta determinación tiene carácter indefinido»170. Esta decisión respondió a la aprobación parlamentaria de las cuartas facultades extraordinarias solicitadas por el Presidente de la República, las cuales le permitían seguir manteniendo el Campo de Pisagua, las prisiones y la suspensión de los derechos constitucionales: «Estos y otros hechos que denunciamos a la opinión pública del país, han determinado que hayamos adoptado la gravísima resolución de ir a una HUELGA DE HAMBRE (sic) a contar del 21 de noviembre de este año, como única arma de que disponemos para defender la poca vida que nos queda […] y protestar por el nuevo período de opresión que vivirá nuestra patria. Con ello ponemos en peligro nuestras vidas, pero lo hacemos con firmeza y decisión, teniendo conciencia de que es preferible la muerte de una vez a la muerte lenta y dolorosa a que estamos sometidos y porque, al mismo tiempo, sabemos que luchamos por la restauración de la democracia chilena»171. Estas expresiones aludían no solo al tema de la alimentación, el agua y las malas condiciones existentes en el lugar, sino a los muchos enfermos en Pisagua y los muertos: Félix Morales, Ángel Veas, Isaías Fuentes, exgobernador de Coronel, José Bello Oliva, exgobernador de San Vicente, sacado agónico del Campo y fallecido en Rancagua. Según el teniente Coronel de Carabineros, Octavio Allende, solo siete de los 312 recluidos en Pisagua, en noviembre de 1948, no se sumaron a la huelga de hambre. Tras una semana, la huelga fue depuesta momentáneamente, cuando recibieron una comunicación telegráfica de los parlamentarios comunistas en Santiago, en la cual también se les señalaba que se gestionaba su libertad.
En el contexto de la huelga de hambre, algunos recluidos en Pisagua decidieron emprender la fuga. Así fue informado por la Prefectura de Tarapacá a la Jefatura de Zona en la misma comunicación que se daba cuenta de la huelga de hambre: «A la lista faltaron los trasladados Salvador Araya Araya, Amador Cortés Araya y Luis Droguet Rodríguez, quienes se presume se hayan fugado por mar». Meses antes, en julio de 1948, ya se había observado la ausencia en la lista de seis recluidos, situación que se repitió en enero del año siguiente, cuando el Prefecto comunicó la falta de otros seis172. Poco después se fugó desde el Hospital Regional de Iquique «el trasladado Julio de la Jara, que se encontraba hospitalizado en la cama No. 36, sala 5, del 2º piso. Al parecer se había fugado por no encontrarse en las diversas dependencias del establecimiento». Según lo averiguado, se escapó en medio de tratamientos en distintos pabellones del recinto, del cual sería devuelto al Campo de Pisagua, una vez dado de alta, mientras otros cinco fugados a mediados de diciembre de 1949, fueron capturados en Caleta Buena. Uno de los fugados fue Gavino Baltasar Supanta, 38 años, casado, carnet N.00997879, de Iquique, agricultor, quien había abandonado el puerto de Pisagua, por lo que de inmediato se impartieron las instrucciones consiguientes con el fin de ubicar su paradero, pero «hasta la fecha no se han obtenido resultados favorables»173. Como mencionamos antes, la esposa de Gavino Baltasar Supanta solicitó reunirse con él, lo cual le fue negado por el Jefe de Zona.
A esta resistencia interna se sumó la internacional, la que perseguía rebatir las noticias que circulaban acerca de la situación de Chile, enviada por agencias norteamericanas. Pablo Neruda fue la voz de la resistencia comunista en el exterior. Apenas organizados los campos de detenidos y la expulsión en masa de obreros y sus familias a lo largo del territorio nacional, el poeta-senador comunista escribió una Carta íntima para millones de hombres, publicada en el diario venezolano El Nacional, de Caracas174. Así lo explicaba: «Quiero informar a todos mis amigos del continente sobre los desdichados acontecimientos ocurridos en Chile. Comprendo que gran parte de la opinión se sentirá desorientada y sorprendida […] esta tradición democrática, patrimonio central de los chilenos y orgullo del continente, está siendo hoy aplastada y deshecha por la obra conjugada de la presión extranjera y la traición política de un Presidente elegido por el pueblo»175. La carta daba cuenta de los atropellos que estaban ocurriendo en el país, detallando sus motivaciones y describiendo sus distintas facetas. Neruda delató lo que entendía como un contubernio entre el Presidente «traidor» y el imperialismo norteamericano, aliados para abortar el programa de gobierno, aprobado en una convención democrática, denunciando la injerencia de «la Guggenheim, la Chile Exploration Corp., la Anaconda Cooper, la Anglo Chilean Nitrate, la Braden Cooper Co., la Bethlehem Steel […] organizaciones tentaculares que poseen todos los depósitos minerales de Chile, se movían cercando al Presidente recién elegido»176, además de grandes banqueros. A ello se habrían sumado las gestiones diplomáticas del Embajador de Chile en Washington, Félix Nieto del Río, y del General Barrios Tirado, a quienes acusó de colaborar en la entrega, por parte de Gabriel González, de información acerca del territorio costero nacional, «secretos militares de las defensas al Estado Mayor norteamericano; y nuevas y numerosas misiones militares y policiales de esa nación actúan, sin ningún control del gobierno chileno, dentro del territorio nacional». Neruda describió a sus lectores la vida y el trabajo en subterra177, bajo el mar hasta ocho kilómetros, invadidos por el polvo grisú, con salarios inferiores a US$00.50 diarios, en jornadas de doce horas y viviendo en piezas junto a seis personas o más, condiciones que hacían comprensible la existencia de movimientos obreros fuertes y combativos: «Sin embargo, ahora y por primera vez, un Presidente elegido precisamente por esos obreros –para que alguna vez se escuchara el clamor que sube desde su infierno– ha declarado en público que el movimiento huelguístico no se debe a las espantosas condiciones existentes en la zona del carbón, sino a complots internacionales»178.
El poeta-senador quiso desmitificar el calificativo de democrático que se aplicaba a Chile en el concierto continental, en un momento en que todas las libertades eran conculcadas y la represión arreciaba. Voceó al mundo la militarización de la región carbonífera, así como la utilización de aviones y de tribunales militares en tiempo de guerra. Y la apertura de «dos campos de concentración se han habilitado permanentemente en esta guerra contra el pueblo chileno […] El terror, la intimidación, la censura de prensa y de radio, y la delación instigada por el gobierno reina en este momento. No hay garantías individuales, ninguna libertad es respetada por el estado policial de González Videla»179.
El gobierno interpuso una querella judicial contra Neruda por injurias y calumnias contra el Presidente de la República, delito contemplado en la Ley 6026, sobre Seguridad Interior del Estado, poniéndolo a disposición de los tribunales, para lo cual fue, poco después, desaforado. El vate, como es sabido, huyó del país y continuó su lucha en el extranjero, desde el mundo de la cultura.
La Guerra Fría no fue solo militar, sino además cultural, siendo una confrontación por las mentes de la población, para la que se utilizaron métodos de guerra psicológica, es decir, la persuasión, toda vez que la pugna entre distintos modelos de sociedad se jugó en los estudios universitarios, el cine, la literatura, las historietas y en las distintas expresiones sociales. En esta Guerra Fría cultural, los intelectuales desempeñaron un importante papel, al igual que la propaganda, dirigida a influir en el pensamiento, las opiniones, actitudes, emociones y comportamientos de las personas180. Los Estados Unidos utilizaron este tipo de guerra para destruir la atracción que ejercía el marxismo y la Unión Soviética entre la intelectualidad europea tras la Segunda Guerra Mundial y atraerla hacia su política exterior, tarea en la que la CIA tuvo un protagonismo clave, desarrollando acciones encubiertas. La Unión Soviética tenía una mayor experiencia en el uso de la cultura como herramienta de persuasión, desarrollada durante la Revolución Bolchevique, la guerra civil-internacional que le siguió y la consolidación del estado soviético. Parte de esta naciente Guerra Fría cultural fue el Congreso Mundial por la Paz, cuyo origen estuvo en el Congreso de Escritores en Berlín del Este, en 1947, y que tomó forma definitiva en París, en 1949, en el Comité Mundial de Partidarios de la Paz y finalmente en 1950, en el Consejo Mundial de la Paz, tras el llamado de Estocolmo. Acusándola de fachada para sus planes de conquista mundial, Estados Unidos contrapuso el Congreso por la Libertad de la Cultura, organizado por la CIA.
El Consejo Mundial por la Paz promovía el antiimperialismo, el desarme nuclear, la coexistencia pacífica y la independencia de los pueblos181. El Partido Comunista de Chile se hizo parte de ese movimiento mundial: «El PC fue parte fundamental de la organización del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento de los Partidarios de la Paz, contrario a la guerra en países lejanos geográficamente de Chile y América Latina –como Corea– que no habían amenazado su “interés nacional”», condenando cualquier agresión armada en su contra y la presión sobre Chile para enviar tropas. Todos los esfuerzos debían estar, contrariamente, en la lucha contra la pobreza del pueblo chileno: «El Movimiento Nacional de los Partidarios de la Paz manifiesta que los preparativos para enviar un contingente militar chileno al extranjero serán gravemente atentatorios en contra de los intereses nacionales, en contra de su desarrollo y progreso»182.
Pablo Neruda, poeta chileno comunista, fue uno de los escritores que, junto a artistas e intelectuales de todo el mundo, participaron en el Comité Mundial de Partidarios de la Paz, en París en 1949, ciudad donde llegó tras su huida de Chile, siendo incorporado a las sesiones en su última jornada y aclamado183. La participación de Neruda en este consejo permitió la llegada de su voz y las denuncias contra el régimen de Gabriel González en Chile y una resistencia internacional-cultural. En el comité, Neruda acusó al Presidente estadounidense Harry Truman de ser el mayor responsable de la Guerra Fría, denunciando su ofensiva contra América Latina, subcontinente al que buscaba someter mediante presiones económicas y amenazas a la libertad, como había ocurrido en Puerto Rico y Guatemala. En ese contexto cabía Chile, donde bajo el gobierno de Gabriel González se había lanzado al Partido Comunista a la ilegalidad, rompiendo relaciones con la órbita soviética y persiguiendo a sus militantes y a él mismo184.
El movimiento realizó numerosas actividades en distintos países, para relevar los valores promovidos, aprobando una serie de resoluciones. En la primavera de 1949, Chile fue sede de la Semana Internacional de la Paz, en la cual participaron obreros, empleados, estudiantes e intelectuales, con actos en sindicatos, radios, el local de la FECH y del MEMCH. En México se celebró el Congreso Americano pro Paz, donde se condenó los regímenes «supervivientes del fascismo», las responsabilidades del «capital monopolista» y la absorción de las economías latinoamericanas, acciones que, en lugar de buscar la paz, impulsaban la guerra y violaban las libertades185.
La participación del Partido Comunista chileno en ese movimiento internacional colocó su resistencia en el contexto mundial de la Guerra Fría.
La causa de los recluidos en Pisagua, la Ley de Defensa de la Democracia y el efecto del alineamiento latinoamericano respecto de Estados Unidos pusieron al gobierno de González Videla en un lugar en la historia nacional, regional y mundial del momento, en tanto no se trató de un evento aislado, sino conectado a múltiples procesos de la época. En ese sentido, el Campo de Pisagua sintetizó una variedad de procesos internos e internacionales, con proyecciones a futuro.
22 Testimonio de Carmen Vivanco, esposa de Óscar Ramos Garrido, encargado de la Juventud Regional de Antofagasta, ambos militantes comunistas, en José Miguel Varas, Los Tenaces, Santiago, LOM, 2010, p. 77.
23 Testimonio de Samuel Riquelme, militante comunista, en José Miguel Varas, op. cit., pp. 109-110. El senador socialista Marmaduque Grove denunció en el Congreso la brutalidad con que los carboníferos y sus familias fueron tratadas y expulsadas.
24 La Nación, 21 de agosto de 1947, p. 1.
25 Gabriel González. Memorias. Santiago, Editora Nacional Gabriela Mistral, 1975, vol. I, p. 734.
26 El Rancagüino, 8 de octubre de 1947, p. 3.
27 La Nación, 21 de agosto de 1947, p. 1.
28 Archivo Nacional. Fondo Gabriel González Videla (en adelante AGGV), vol. 99 Discursos, p. 70.
29 Las partes de las Memorias del General Barrios Tirado que se citan, están contenidas en las Memorias de Gabriel González, quien asegura que la viuda del General, señora Elena Merino, se las facilitó y lo autorizó para reproducir algunos capítulos del Tomo V.
30 Gabriel González. Memorias, op. cit., p. 655.
31 Ibid., p. 656.
32 El Sur (Concepción), 5 de octubre de 1947, p. 1.
33 Gabriel González Videla. Memorias, p. 661.
34 El Sur (Concepción), 6 de octubre de 1947, p. 1
35 Boletín de Sesiones del Senado (en adelante BSS), 14 de octubre de 1947, p. 94.
36 El Sur (Concepción), 6 y 8 de octubre de 1947, p. 1; Gabriel González V. Memorias, op. cit., p. 656. El Jefe de Zona en la provincia de O’Higgins fue el teniente Coronel Rafael Ordóñez Pumarino, Comandante del grupo Membrillar. Siguieron las detenciones de dirigentes comunistas en el mineral El Teniente y a quienes no volvieran al trabajo se amenazó con el desalojo de sus familias. El Rancagüino, 23, 24 y 27 de octubre de 1947, pp. 2 y 3, respectivamente.
37 Lira y Loveman. Poder Judicial, op. cit., p. 457. Jody Pavilack también afirma el uso de gran violencia.
38 Barco chato de proa y popa.
39 El Sur (Concepción), 7 de octubre de 1947.
40 «Concepción, 7 de enero de 1948», FGGV, vol. 111 (1942-1948).
41 Gabriel González V. Memorias, pp. 656-657.
42 Reunión de Barrios Tirado con autoridades de la zona, el 14 de octubre, en el cuartel general de la III División en Concepción. Gabriel González. Memorias, p. 658.
43 AGGV, vol. 99. Discursos, p. 88.
44 Gabriel González V. Memorias, op. cit., p. 659
45 BSS, 14 de octubre de 1947, p. 82.
46 Solidaridad (Santiago), agosto de 1948, Año 2, No. 2, p. 2; Gabriel González V. Memorias, op. cit., p. 691. El decreto designando Jefe de Zona en Tarapacá: «Telegrama del Subsecretario del Interior a Intendente (urgente), 23 de octubre, 1947: Decreto del Ministerio de Defensa Nacional, Subsecretaría Guerra, Nº 2284, de fecha 23 del actual, dispone en su parte resolutiva lo siguiente: Declárase Zona de Emergencia la Provincia de Tarapacá y nómbrase Jefe Militar de dicha Zona al General de División Don Guillermo Aldana S. [...] Firmado por Gabriel González Videla, Guillermo Tirado y Manuel Holger». Se ordenaba comunicarlo a gobernadores y demás autoridades de la provincia. Fondo Intendencia de Tarapacá (ITAR), vol. 1853, Ministerio del Interior, 1947-1948.
47 El Siglo, 3 de julio de 1963.
48 El Despertar (Iquique), 2 noviembre de 1947. Entre los 20 relegados consignados en el artículo estaban el abogado Mario Rojas Díaz, Augusto Fernández, el exdiputado Reinaldo Núñez Álvarez, el regidor Mario Hermosilla Venegas, Humberto Arce Aránguiz y Enrique Kirberg (para el 11 de septiembre de 1973, rector de la Universidad Técnica del Estado). Según el diario radical El Tarapacá, del 2 de noviembre de 1947, en el Araucano llegaron 144 militantes comunistas.
La fuente de donde extractamos esta información, El despertar de los trabajadores, comenzó a reeditarse en Santiago en agosto de 1940, como lo informó el Intendente de Santiago al Director de Investigaciones. En Iquique se publicó entre diciembre de 1946 y febrero de 1948. Archivo Intendencia de Santiago (AIS), 30 de agosto de 1940, vol. 1073, Prefectos, 1940.
49 El Despertar, 4 noviembre de 1947.
50 Hemos destacado en negrillas –y lo seguiremos haciendo– los distintos términos (trasladados, relegados, concentrados, detenidos) que las autoridades utilizaban para referirse a la orden de reclusión en Pisagua, para denotar la imprecisión legal que inundaba el proceso.
51 Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados (en adelante BSCD), 4 de noviembre de 1947.
52 Ibid.
53 El Despertar (Iquique), 4 de noviembre de 1947.
54 El Despertar (Iquique), 15 de noviembre de 1947.
55 José Miguel Varas. Los tenaces, op. cit., pp. 107-108; El Despertar (Iquique), 25 de noviembre de 1947. La narración de los relegados a Melinka en Solidaridad, junio de 1948, p. 4. Otros estaban en lugares tan apartados como era el caso del comunista Eugenio Vallejos, relegado en Chilcaya, o de Isaías Pardo en Guallatiri, ambos en la actual comuna de Putre, a más de 4 mil metros de altura; otros en Cosapilla, Subdelegación de General Lagos, Departamento de Arica en la provincia de Tarapacá.
56 El Tarapacá (Iquique), 29 de octubre de 1947, p. 5; también 23 y 25 de octubre, pp. 2 y 5; Documento No. 1, Solidaridad (Santiago), agosto de 1948, Año 2, No. 2, p. 2. Aparecen muchos nombres; El Rancagüino, 20 de noviembre de 1947, p. 3.
57 El Siglo (Santiago), 3-4 de julio de 1963, p. 5. Según Levensberg, en octubre de 1947 era Jefe de Plaza de la oficina “Alianza”, en Tarapacá.
58 Augusto Pinochet. El día decisivo. Santiago, Andrés Bello, 1979, pp. 23 y 72-77.
59 Prefectura de Tarapacá, Reservado No. 20, ITAR, vol. 1839. Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
60 El Despertar (Iquique), 16 de diciembre de 1947; El Norte (Coquimbo), 25 de octubre de 1947, p. 1.
61 El Despertar (Iquique), 11, 16, 22, 25 y 27 noviembre de 1947. Según el teniente (r) Levensberg, los apresados en Humberstone llegaron a Pisagua en la barcaza Bolados. El Siglo, 4 de julio de 1963, p. 5.
62 «Telegrama del Ministerio del Interior a Intendencia de Tarapacá, 29 de noviembre de 1947». ITAR, vol. 1853, Ministerio del Interior (1947-1948). La experiencia de relegación en lugares distintos de Pisagua en Salgado, op. cit., cap. 3.
63 El Despertar (Iquique), 1 de enero de 1948. Era el caso del alcalde y del regidor de Pisagua, Domingo Espinoza y Gabino Baltazar, dirigentes sindicales de la oficina Aguada y del encargado del diario El Despertar.
64 «Ministerio del Interior a Intendente, 11 de agosto de 1948». ITAR, vol. 1853, Ministerio del Interior (1947-1948).
65 ITAR, vol. 1853, Ministerio del Interior (1947-1948).
66 «Prefecto a Jefe de Zona», 10 y 28 de noviembre de 1949, ITAR, vol. 1865. Carabineros e Investigaciones (1949). Doris tenía 18 años al momento de su detención. Es posible encontrar los decretos del Ejecutivo ordenando el «traslado» a Pisagua de numerosas personas, firmados por el Presidente y sus ministros del Interior y Defensa en mayo de 1948, en ITAR, vol. 1853, Ministerio del Interior (1947-1948).
67 Alberto Carrasco García, General de Brigada, VI División de Ejército, Of. Confidencial No. 15, 8 de febrero de 1949, ITAR, vol. 1809, Reparticiones Militares (1943-1950).
68 «Inspector Jefe provincial de Investigaciones a Jefatura de Zona de Emergencia», No. 227 y parte de novedades No. 4, Iquique, 14 de septiembre y 29 de agosto de 1949, ITAR, vol. 1865. Carabineros e Investigaciones (1949). En noviembre llegó personal del diario comunista El Popular, de Antofagasta, acusado de «imprimir panfletos subversivos en contra del gobierno». El Tarapacá, 1 de noviembre 1947, p. 1.
69 Ministerio del Interior, Circular Confidencial No. 1936, 10 de mayo de 1949, ITAR, vol. 1851, circulares de los ministerios (1947-1953)
70 General Alberto Carrasco García, 2 de septiembre de 1949, ITAR, vol. 1809, Reparticiones Militares (1943-1950). El caso de Tristán Barrera puede seguirse en el vol. 1854, Oficios Generales (1948-1949). Epifanio Flores parece haber sido liberado en septiembre de 1949, considerando el informe a su favor enviado por el General Carrasco.
71 Intendente Justo Pastor Rivera a Jefe de Zona de Emergencia, 29 de agosto de 1949, ITAR, vol. 1854, Oficios Generales (1948-1949).
72 Intendencia a Jefe de Zona de Emergencia, decreto No. 398, 30 de agosto de 1949, ITAR, vol. 1854, Oficios Generales (1948-1949).
73 La Prensa Austral (Punta Arenas), 5 de diciembre de 1947, p. 8. Las Zonas de Emergencia terminaron, momentáneamente, en los primeros meses de 1950.
74 Gabriel González. Memorias, op. cit., p. 692.
75 «Gobernador de Pisagua a Intendente, Oficio No. 122, 28 de febrero de 1946» (Memoria correspondiente al año 1945), ITAR, vol. 1838, Gobernaciones (1946-1948).
76 Tomás Rivera Muñoz «Gobernador a Intendente, Oficio No. 65», 23 de mayo de 1946 y «Prefecto de Carabineros a Intendente, Oficio No. 198, 10 de febrero de 1947», ambos documentos en ITAR, vol. 1838, Gobernaciones (1946-1948); La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1. Las autoridades regionales denunciaron la decadencia del puerto ya en 1943, reiterándose en 1945 al extremo que se propuso el traslado del Departamento de Pisagua a Zapiga. Consultar: ITAR, vols. 1802, 1828 y 1832, Ministerio del interior, 1943 y Oficios a los Ministerios (1945-1947), Ministerio del Interior, 1946, respectivamente.
77 La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1.
78 Gabriel González V., Memorias, op. cit., p. 692 y 695. Asegura que esa información coincidía con la del periodista Mario Planet y del diputado José Avilés (2ª agrupación departamental de Antofagasta, Tocopilla, El Loa y Tal Tal; radical), quienes habrían visitado Pisagua. Según la información comunista, las barracas se comenzaron a construir en diciembre. El Despertar, 1 de diciembre de 1947. Según la declaración del detenido en Pisagua, Carlos Luis Jorquera, Planet envió un reportaje a la revista Time, donde calificaba al Campo de Pisagua como un «country club». El Siglo, 20 de julio de 1963, p. 2.
79 Solidaridad, agosto de 1948, Año 1, No. 2, p. 2.
80 General Guillermo Aldana en La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1.
81 Testimonio del teniente (r) Levensberg, El Siglo, 4 de julio de 1963, p. 5.
82 Las cifras de detenidos provienen del informe del General Aldana en Gabriel González, Memorias, op. cit., pp. 693-694. En la entrevista del General Aldana, de enero de 1948, él aseveró que en Pisagua había 487 trasladados y 113 familias, de los cuales cien eran de Tarapacá. La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1. Un análisis del tipo de militante que fue perseguido y confinado en Pisagua y otros puntos en relación al género y la edad, en Alfonso Salgado, op. cit., pp. 135 y ss.
83 El Tarapacá (Iquique), 11 de noviembre de 1947, p. 5.
84 El Tarapacá (Iquique), 4 de noviembre de 1947, p. 5.
85 Reservado No. 20, 1 de septiembre de 1948, ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
86 Solidaridad, agosto de 1948, Año 1, No. 2, pp. 1 y 3. La descripción que haremos de la vida en el Campo proviene de esta misma fuente.
87 El Siglo, 4 de julio de 1963, p. 5.
88 El Despertar, 1 de diciembre de 1947.
89 El Despertar, 21 y 27 de enero de 1948.
90 El Despertar, 4 de febrero de 1948.
91 Solidaridad, Año 1, No. 2, agosto de 1948, p. 2.
92 Ibid., El Tarapacá (Iquique), 26 de noviembre de 1947, p. 5; el General Aldana en entrevista con La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1. En el caso de los «confinados de Más Afuera» de 1927-1929, ellos mismos debían cocinar, pues era parte de la distribución de tareas ordenada por los carabineros a cargo.
93 Solidaridad, agosto de 1948, Año. I, No. 2, p. 1; El Tarapacá (Iquique), 26 de noviembre y 12 de diciembre. de 1947, pp. 5 y 7, respectivamente.
94 La Nación, 24 de enero de 1948, p. 1.
95 Alfredo Muñoz Eyzaguirre, Teniente Coronel de Carabineros y Prefecto a Intendencia de la Provincia, 29 de septiembre de 1947, ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e investigaciones (1946-1948).
96 El Siglo, 22 de julio de 1963, p. 2. Según el testimonio de Jorquera, una comisión investigadora de la Cámara viajó a Pisagua en enero de 1949, entregándosele un resumen de las atenciones médicas, las que, a su juicio, reflejaban el mal estado de salud de los reclusos en Pisagua.
97 El Despertar, 20 de noviembre de 1947. Ese fue, también, el caso de Reinaldo Núñez y de la regidora y directora de la Escuela de Lota, Blanca Sánchez, 16 de diciembre de 1947.
98 Alfredo Muñoz Eyzaguirre, Teniente Coronel de Carabineros y Prefecto a Intendente, 3 de octubre de 1947, ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
99 «Prefecto de Carabineros a Jefe de Zona de Emergencia», Memorándum 45, 15 de noviembre de 1947, ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949).
100 El Despertar, 24 de enero de 1948. Félix Morales Cortés fue militante de la JJCC desde 1930 y Secretario Regional de la Juventud Comunista en 1934; el Presidente Pedro Aguirre Cerda lo nombró en 1940 Secretario de la Gobernación de Arica, cargo en el que permaneció hasta 1944, para luego trabajar como pintor en la oficina Victoria. Era escritor y poeta. En 1946 comenzó a colaborar en El Despertar. Su historia es relatada por Volodia Teitelboim en Pisagua.
101 Félix Morales envió un telegrama al Ministerio del Interior, reclamando por su detención y demandando que se le liberara. Sin embargo, el Ministerio confirmó la orden de detención, solicitada por el Jefe de la Zona de Emergencia. «Ministerio del Interior a Intendente (urgente)», 7 de enero de 1948, ITAR, vol. 1853 Ministerio del Interior (1947-1948). Según la prensa fue llevado grave al Hospital de Iquique, pero falleció. El Despertar, 9 de diciembre de 1947.
102 «Intendente a Secretario General de Gobierno», Oficio No. 125, 20 de noviembre de 1948, ITAR, vol. 1853, Ministerio del Interior (1947-1948).
103 Confidencial No. 15214, 15 diciembre de 1948, ITAR, vol. 1853 Ministerio del Interior (1947-1948)
104 El Despertar (Iquique), 4 de noviembre de 1947.
105 El Despertar (Iquique), 11, 15 y 20 de noviembre de 1947.
106 Solidaridad (Santiago), junio de 1948, Año I, No. I.
107 El Despertar (Iquique), 15 y 13 noviembre de 1947.
108 El Despertar (Iquique), 22, 26 y 27 de noviembre de 1947; 4 y 5 de diciembre de 1947.
109 El Despertar (Iquique), 9 de diciembre de 1947; 1 y 16 de enero de 1948.
110 El Despertar, 28 de enero de 1948. Entre las donaciones llegadas desde Santiago estaban las del senador Elías Lafertte y del diputado falangista Radomiro Tomic.
111 Solidaridad, junio de 1948, Año I, No. I.
112 El Despertar (Iquique), 25 de diciembre de 1947; también 20 y 21.
113 El Despertar (Iquique), 21 y 28 de noviembre de 1947.
114 Solidaridad (Santiago), Año 2, No. 2, octubre de 1949, p. 8. El comité fue informado al Congreso por el senador Guillermo Guevara, BSS, 4 de noviembre de 1947.
115 Comité de Solidaridad y Defensa de las Libertades Públicas. El Estado Policial o la Ley de Defensa de la Democracia Santiago, 1951, pp. 83; Rolando Álvarez «Frente Popular. Democratización y represión en Chile (1938-1952)» en Rolando Álvarez Forjando la vía chilena al socialismo. El Partido Comunista de Chile en la disputa por la democracia y los movimientos sociales (1931-1970), Valparaíso, América en Movimiento, 2020, p.89 ; la incorporación de la FECH fue rememorada en Democracia (Santiago), 13 de marzo de 1950.
116 Rolando Álvarez. «Frente Popular», op. cit, p. 89.
117 El Despertar (Iquique), 29 de noviembre 1947.
118 Solidaridad (Santiago), Año 1, No. 2, agosto de 1948, p. 2.
119 Solidaridad (Santiago), Año 1, No. 2, agosto de 1948, p. 2. La cita es de este mismo artículo; Año 2, No. 2, octubre de 1949, p. 5.
120 Solidaridad (Santiago), Año 2, No. 2, octubre de 1949, p. 7.
121 El Estado Policial, op. cit., pp. 79-80.
122 Solidaridad, Año 1, No. 2, agosto de 1948, p. 2.
123 Solidaridad (Santiago), Año 1, No. 2, agosto de 1948, p. 3. El énfasis es nuestro.
124 Solidaridad (Santiago), segunda quincena de junio, 1951, p. 3.
125 Solidaridad (Santiago), Año 2, No. 2, octubre de 1949. El comité estuvo formado por Miguel Lawner, Rudecindo Ortega, Óscar Waiss, Mireya Lafuente, Víctor Galleguillos, Humberto Martones, Santiago Wilson, Carlos Vicuña, Domiciano Soto, Manuel Eduardo Hübner y representantes de las organizaciones que adhirieron.
126 Solidaridad (Santiago), ibid., p. 4.
127 El Tarapacá (Iquique), 27 de enero de 1949, p. 1.
128 El Tarapacá (Iquique), 27 de enero de 1949, p. 1.
129 El Tarapacá (Iquique), 31 de enero de 1949, p. 2. La comisión parlamentaria no dictaminó el carácter de Pisagua ni el estado de los reclusos, pues sus miembros renunciaron. Fue solo un diagnóstico supuestamente verbal que Errázuriz le habría dado.
130 El Tarapacá (Iquique), 28 de enero de 1949, p. 4.
131 El Tarapacá (Iquique), 29 de enero de 1949, p. 8.
132 Democracia (Santiago), 28 de septiembre de 1949.
133 Democracia, 28 de septiembre de 1949, sin número de página.
134 Solidaridad, Año I, No. I, junio de 1948, p. 2.
135 Bárbara Koehn. La resistencia alemana contra Hitler, 1933-1945. Madrid, Alianza, 2005.
136 Comité de Solidaridad y libertades Públicas El Estado policial, op. cit., p.9.
137 Hemos analizado esto en Verónica Valdivia Subversión, cohesión y consenso, op. cit., cap.II
138 Luis Corvalán. Fonseca, combatiente ejemplar. Talleres Gráficos Lautaro, 1949, pp. 166-167.
139 Ibid., p. 168.
140 «Inspector Jefe de Investigaciones a Intendente», No. 231, Confidencial, 18 de septiembre de 1949, ITAR, vol. 1865 (1949); véase también el volante «El pueblo dice ¡Basta ya con tantas alzas, miseria y cesantía!», ITAR, vol. 1883, Carabineros e Investigaciones (1951).
141 Jean-Marie Domenach. La propaganda política. Buenos Aires, Eudeba, 2009, p. 24.
142 BSCD, 28 de octubre de 1947. Firmaron la acusación los diputados Andrés Escobar, Oscar Baeza, Natalio Berman, Cipriano Pontigo, Bernardo Araya, Juan Vargas Puebla, Carlos Rosales, Víctor Contreras, Alfredo Escobar y Luis Valenzuela.
143 BSCD, 4 de noviembre de 1947.
144 Pablo Neruda. Yo acuso. BSS, 6 de enero de 1948.
145 Ibid.
146 BSS, 22 de junio de 1948, p. 768.
147 BSS, 22 de junio de 1948, p. 768.
148 Frente Popular, 30 de diciembre de 1936. Agradezco a Rolando Álvarez esta información.
149 Andrew Barnard. El Partido Comunista de Chile, 1922-1947, Santiago, Ariadna, 2017, p. 242.
150 Karen Donoso Fritz. «Las mordazas a la prensa obrera. Los mecanismos de la censura política en Chile, 1919-1925». Izquierdas, No. 28, julio de 2016, pp. 191-225.
151 Testimonio del militante comunista Américo Zorrilla en José Miguel Varas, Los tenaces, p. 45.
152 «Prefecto a Jefe de Zona», 20 de diciembre de 1949 e Inspector Jefe provincial de Investigaciones a Intendente, No. 198, Confidencial, 25 de agosto de 1949, ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949). En el documento de agosto, el Inspector señalaba que en el allanamiento al exlocal de la CTCH en Iquique se habían encontrado 14 publicaciones comunistas entre novelas y folletos, las que aparecen identificadas por sus títulos.
153 «Prefectura de Tarapacá No. 1 a Jefatura de Zona de Emergencia», 2 de diciembre de 1948», ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e investigaciones (1946-1948).
154 José Miguel Varas. Los tenaces, op. cit., p. 107. Carabineros e Investigaciones procedieron a «recoger cuantos panfletos les fue posible», Confidencial No.81, 3 de septiembre de 1949, ITAR, vol. 1865 Carabineros e Investigaciones (1949).
155 «Memorándum No. 38», 2 de noviembre de 1949, ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949).
156 «Prefecto a Jefe de Zona de Emergencia», 19 de abril de 1948, ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
157 «A la URSS en su 32 aniversario», Prefecto a Jefatura de Zona de Emergencia, 11 de noviembre de 1949, ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949). En el mismo volumen consúltese también el Memorándum No. 37 de la Prefectura al Jefe de Zona, del 26 de octubre de 1949, y el del 22 de octubre sobre la paralización de las oficinas del grupo Nebraska, que implicaría la cesantía de 45.000 obreros y empleados.
158 En uno de los panfletos encontrados en la oficina Victoria y el mercado municipal de Iquique, se argumentaba el cierre de la prensa comunista «por denunciar los desaciertos gubernativos de González Videla, los robos de la camarilla que le rodea, la entrega de nuestras materias primas y nuestra independencia política, económica y militar a los deseos de los banqueros de Wall Street (Pacto del Atlántico)», «Prefecto a Intendente», Iquique, 1 de mayo de 1949, ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949).
159 Prefecto accidental a Intendente, No. 159, 6 de febrero de 1951, ITAR, vol. 1883, Carabineros e Investigaciones (1951).
160 ITAR, vol. 1866, gobernaciones y subdelegaciones (1948-1950).
161 «No solteís el Morro», en ITAR, vol. 1866, gobernaciones y subdelegaciones (1948-1950).
162 Senador Carlos Contreras Labarca, BSS, 19 de noviembre de 1947.
163 Ángel Veas en Volodia Teitelboim. Pisagua, op. cit., p. 36.
164 Solidaridad, Año I, No. 2, agosto de 1948, p. 2.
165 El Despertar (Iquique), 22 de noviembre de 1947.
166 El Despertar (Iquique), 1 de diciembre de 1947.
167 Luis Corvalán Ricardo Fonseca, op. cit., p. 170. Sobre el impacto de la experiencia frentepopulista en la cultura política comunista y su carácter nacional, ver Marco González M. «Comunismo chileno y Frente Popular. Las representaciones de los comunistas chilenos a través de la revista Principios, 1935-1947». Izquierdas, No. 11, 2011, pp. 54-69; Jaime Massardo. La formación del imaginario político de Luis Emilio Recabarren. Contribución al estudio crítico de la cultura política de los grupos subalternos de la sociedad chilena. Santiago, LOM, 2008.
168 El Despertar, 5 de noviembre de 1947.
169 «Los relegados de Pisagua se dirigen al país», noviembre de 1948, en ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
170 «Luis Saldes Walker, Mayor Gobernador suplente a Intendente de Tarapacá», 23 de noviembre de 1948, ITAR, vol. 1838, gobernaciones (1946-1948).
171 «Los relegados de Pisagua se dirigen al país», ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948).
172 La cita en «Prefecto a Jefe de Zona, 22 de noviembre 1948»; además «Prefecto a Intendente, 2 de julio de 1948», ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948) y «Confidencial No. 8, 21 de enero de 1949», ITAR, vol. 1865, Carabineros e Investigaciones (1949).
173 «Froilán Lagos Lillo, Prefecto accidental a Intendencia», 26 de diciciembre de 1948, ITAR, vol. 1839, Oficios Enviados desde Carabineros e Investigaciones (1946-1948). En el mismo volumen, los documentos de 16 de septiembre de 1948 y del 14 de diciembre del mismo año.
174 Pablo Neruda. «Carta para millones de hombres», en Para nacer he nacido. Cuaderno No. 6.
<www.librosmaravillosos.com>.
175 Ibid., p. 179.
176 Ibid., p. 180.
177 Baldomero Lillo. Subterra, subsole. Concepción, 1904.
178 Pablo Neruda. «Carta íntima a millones de hombres», op. cit., p. 189.
179 Ibid., p. 197.
180 Frances Stonor Saunders. La CIA y la Guerra Fría Cultural. España, Debate, segunda edición en español, 2013. La participación de intelectuales en la lucha política de los gobiernos comenzó durante la Segunda Guerra Mundial. Max Hastings. La guerra secreta. Espías, códigos y guerrillas, 1939-1945. Barcelona, Crítica, 2016, cap. 3. Los conservadores chilenos trataron de rechazar la tesis de la seducción del marxismo entre la intelectualidad, siendo, a su juicio, solo una minoría. El Diario Ilustrado, 6 de marzo de 1948, p. 3..
181 Ibid., caps. 2-4; Jean-Marie Domenach. La propaganda política. Buenos Aires, Eudeba, tercera reimpresión, 2009; Bernarda Calandra y Marina Franco (editoras). La Guerra Fría Cultural en América Latina, Buenos Aires, Colihue, 2012.
182 «Chile no debe ir a la guerra», noviembre de 1950, (Fdo.) Olga Poblete y Guillermo del Pedregal, «Prefecto accidental a Intendente», No. 159, 6 de febrero de 1951, ITAR, vol. 1883, Carabineros e Investigaciones (1951). Véase también el «Memorándum No. 6, Confidencial», 28 de julio de 1951, en el mismo volumen.
183 Germán Albuquerque. La trinchera letrada. Intelectuales latinoamericanos y Guerra Fría. Santiago, segunda edición, Ariadna Ediciones, 2017, pp. 35-38 y 41; Adriana Petra. «Cultura comunista y Guerra Fría: los intelectuales y el Movimiento por la Paz en Argentina». Cuadernos de Historia, No. 38, 2013, pp. 99-130.
184 Germán Albuquerque, op. cit., p. 49-50.
185 Democracia, 5, 8 y 19 de octubre de 1948, pp. 1, 4 y 3, respectivamente.