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II El viajero toma precauciones para regresar
ОглавлениеEran cerca de las ocho de la noche cuando el carruaje, después de un accidentado viaje, entró por la puerta cochera de la hostería de Arras.
El señor Magdalena descendió y entró al despacho de la posadera. Presentó su pasaporte y le preguntó si podría volver esa misma noche a M. en alguno de los coches de posta. Había precisamente un asiento desocupado y lo tomó.
—Señor —dijo la posadera—, debéis estar aquí a la una de la mañana en punto.
Salió de la posada y caminó unos pasos. Preguntó a un hombre en la calle dónde estaban los Tribunales.
—Si es una causa que queréis ver, ya es tarde porque suelen concluir a las seis —dijo el hombre al indicarle la dirección.
Pero cuando llegó estaban las ventanas iluminadas. Entró.
—¿Hay medio de entrar a la sala de audiencia? —preguntó al portero.
—No se abrirá la puerta —fue la respuesta.
—¿Por qué?
—Porque está llena la sala.
—¿No hay un solo sitio?
—Ninguno. La puerta está cerrada y nadie puede entrar. Sólo hay dos o tres sitios detrás del señor presidente; pero allí sólo pueden sentarse los funcionarios públicos.
Y diciendo esto volvió la espalda. El viajero se retiró con la cabeza baja.
La violenta lucha que se libraba en su interior desde la víspera no había concluido; a cada momento entraba en una nueva crisis. De súbito sacó su cartera, cogió un lápiz y un papel y escribió rápidamente estas palabras: "Señor Magdalena, alcalde de M." Se dirigió al portero, le dio el papel y le dijo con voz de mando:
—Entregad esto al señor presidente.
El portero tomó el papel, lo miró y obedeció.