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Capítulo 2. Algunos viejos del cine
ОглавлениеMasculinidades envejecientes en el cine de Paolo Sorrentino: confidencias y memoria en La juventud (Youth, 2015)1
Valeriano Durán Manso
1.Introducción
Las películas protagonizadas por personajes de la denominada tercera edad no abundan en la gran pantalla. Si bien el mundo de los adultos ha sido omnipresente desde los años del Hollywood clásico y los más mayores solían interpretar roles de carácter secundario, a partir de la década de los 50 se apostó por el de los adolescentes, quienes iban al cine en masa. Así, se convirtieron en el principal público objetivo de una industria que tenía que luchar contra la incipiente competencia de la televisión, surgiendo nuevas estrellas enfocadas a representar a jóvenes airados, rebeldes y en conflicto con sus padres o con su entorno, como, sobre todo, James Dean, Natalie Wood, Warren Beatty, Jean Seberg, Troy Donahue o Sandra Dee, la mayoría procedentes del prestigioso Actor’s Studio2. Por su influencia global, esta tendencia terminó afectando a otras cinematografías del mundo, como la española, que en los 60 vio cómo varios cantantes del momento protagonizaban películas para los jóvenes. Niñas prodigio como Marisol y Rocío Dúrcal, grupos como el Dúo Dinámico, o artistas como Raphael, Julio Iglesias o Camilo Sesto, protagonizaron numerosos filmes en los que cantaban sus últimos éxitos. Sin duda, la industria veía que de esta manera los más jóvenes iban al cine a ver a estos intérpretes y, después, adquirían los discos que contenían los temas que cantaban en la gran pantalla. Aunque los seres de ficción adultos siguieron dominando el celuloide español, los jóvenes habían conseguido hacerse un significativo hueco. De esta manera, quienes empezaron a desaparecer del cine fueron los personajes maduros, ancianos o pertenecientes a la tercera edad, que, aunque seguían presentes en papeles secundarios, no eran los protagonistas.
La cinematografía italiana no ha sido ajena a esta situación. Cierto es que a lo largo de su historia ha ofrecido películas de diversa índole a través del cine de teléfonos blancos, del neorrealismo, de la comedia italiana, del popular spaguetti western3, del giallo o el cine de autor, entre otras tendencias de impacto a nivel internacional, pero la apuesta por un público joven —y, en consecuencia, protagonistas adolescentes—, ha ido desplazando a los más mayores. En la década de los 60 se produjeron en Italia películas protagonizadas por cantantes muy populares como Domenico Modugno, Rita Pavone o Al Bano, que solían dirigirse al sector juvenil, y que, como acontecía en España, se convertían en productos para su lucimiento musical. No obstante, el cine italiano siguió estrenando en estos años importantes títulos que evocaban al periodo neorrealista, se enmarcaban en la comedia o respondían al universo particular de sus creadores; dirigidas por Michelangelo Antonioni, Federico Fellini, Luchino Visconti, Mario Monicelli o Pier Paolo Pasolini4. Salvo ciertas excepciones —como El Gatopardo (Il Gattopardo, 1963), entre otras de Visconti, cuyos protagonistas fueron maduros también en sus filmes de los 70, como revelan Muerte en Venecia (Morte a Venezia, 1971) o Confidencias (Gruppo di familia in un interno, 1974)5—, los personajes mayores o ancianos fueron perdiendo protagonismo. Esto se ha afianzado paulatinamente en las tres últimas décadas, donde estos seres de ficción apenas han tenido roles principales en películas de Fellini, Giuseppe Tornatore o Ettore Scola, como Ginger y Fred (Ginger e Fred, 1986), Cinema Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso, 1988) o Gente de Roma (Gente di Roma, 2003), respectivamente. Entre las más recientes resultan muy destacables los personajes envejecientes de Habemus Papam (Habemus Papam, 2011) y Mia madre (Mia madre, 2015) —ambas dirigidas por Nanni Moretti—, y de Vacaciones de ferragosto (Pranzo di ferragosto, Gianni di Gregorio, 2012).
Rompiendo con esta tendencia generalizada, pero siguiendo la estela de estos cineastas italianos tan próximos al cine de autor, se hallan las películas del napolitano y oscarizado Paolo Sorrentino, que suponen una apuesta por los personajes envejecientes que escasean en la gran pantalla. Muchas de ellas están protagonizadas por seres de ficción masculinos que superan los 65 años —y en algunos casos hasta los 80—, ofreciendo un retrato de sus realidades, deseos y reflexiones sobre su pasado y el momento en el que se encuentran. Esto permite vislumbrar la representación de un grupo de edad más heterogéneo de lo que el cine suele mostrar, que posee diferencias a nivel iconográfico, profundidad en el ámbito psicológico, procede de ámbitos sociales, culturales y económicos distintos, y presenta, incluso, diversas orientaciones sexuales. En este sentido, la película La juventud (Youth, 2015) evidencia esta diversidad a través de sus dos personajes principales, Fred y Mick, a quienes dan vida Michael Caine y Harvey Keitel. A través de ellos se pretende observar cómo los personajes envejecientes masculinos constituyen una de las señas de identidad de la cinematografía de Sorrentino, así como un espejo donde poder mirarse.
2.Paolo Sorrentino: aproximación a un cineasta particular
Siguiendo la estela de Federico Fellini, la obra cinematográfica de Paolo Sorrentino juega con la imagen, mostrando al espectador lo que es, lo que puede ser y lo que solo existe en la mente de los personajes. Así, “il tema iconografico dell’apparizione, nel più generale quadro dell’affabulazione”, y el “spettacolo del mondo”6 están muy presentes en su obra a través de sueños, pensamientos o visiones, y de fiestas, locales nocturnos o multitudes, respectivamente, tanto en sus películas como en sus series de televisión. Además de estas constantes, suele también recurrir a los mismos intérpretes para dar vida a sus personajes, especialmente los masculinos, como le sucedía al cineasta de Rimini. Su ópera prima, El hombre de más (L’ uomo in piu, 2001), supone el inicio de su estrecha colaboración con el actor Toni Servillo, quien la protagoniza y consigue sentar las bases del prototipo de personaje masculino principal y maduro que centra sus narraciones:
From his debut feature film One Man Up (2001) to his most recent TV series The Young Pope (2016), the Neapolitan director centers his narrative on defeated and hunted characters who apparently lead “successful” and satisfactory lives. In reality, they hide some dark secrets inside themselves, which inevitably lead them to catastrophic experiences7.
Esto revela que la construcción del personaje es una de las señas de identidad del director, quien presenta un prototipo muy concreto que va repitiendo en sus filmes, profundizando en su composición e insistiendo tanto en su profundidad psicológica como en la forma en que está determinado por sus circunstancias. Se trata de unos seres de ficción —masculinos principalmente—, que no están conformes consigo mismos, pero que, lejos de luchar por cambiar su situación, permanecen impasibles y adoptan un rol de observadores que los llevan a reflexionar sobre su existencia. No obstante, parecen ensimismados y aislados del mundo que les rodea, como si se encontraran realmente en una deriva vital, a pesar de poseer estatus, nivel cultural y reconocimiento social, y estar rodeados de gente.
En cuanto a su universo temático, el primer ámbito que aborda Sorrentino, y al que acude de forma recurrente, es la política y la corrupción italiana. Aquí se enmarca inicialmente Las consecuencias del amor (Le conseguenze dell’amore, 2004), cuyo protagonista, Titta di Girolamo, tiene 50 años y arrastra un terrible pasado. Esta película marcó el inicio a principios del nuevo siglo de una vía en el cine italiano centrada en títulos de autor que abordan el crimen organizado en Italia y resultaron multipremiadas en festivales de cine, tanto nacionales como internacionales8. En esta tendencia se enmarca también Il divo (Il divo, 2008), basada en la controvertida figura del ex presidente Giulio Andreotti. Aunque la película se centra en la representación de un personaje real, el político es mostrado con “una naturale inclinazione alla solitudine che avvicina il politico a molti personaggi del cinema di Sorrentino”9. Esto indica que la plasmación en el celuloide de un personaje tan conocido para los espectadores como el ya anciano Andreotti contó con el estilo particular del cineasta, quien potenció un aspecto clave que poseen la mayoría de sus personajes masculinos maduros. Las dos películas fueron protagonizadas por Toni Servillo, quien consiguió por ambas el prestigioso Premio David di Donatello.
En segundo lugar, Sorrentino se centra en hacer una crítica a la sociedad italiana actual y berlusconiana, donde los excesos y el hastío van de la mano. Con ello, compone un cruel retrato de la burguesía y de la clase política del país transalpino, como refleja en La gran belleza (La grande belleza, 2013), cuyo protagonista, el escritor Jep Gambardella, es de nuevo encarnado por Servillo. De esta manera, “en sus interminables y constantes paseos por una Roma bella y decadente, así como en las distintas fiestas a las que acude, trata de luchar contra la desidia y, especialmente, contra el tedio vital que lo abate desde hace décadas”10. Esto se evidencia especialmente cuando cumple los 65 años, una cifra que lo lleva a reflexionar sobre su existencia y a mirar en su interior, a pesar de tener una agitada vida social que no parece desagradarle, pero que, realmente, no le satisface. Testigo de su devenir es la propia capital de Italia, tan monumental como el vacío del personaje11, por la que deambula continuamente, quizá buscándose a sí mismo. Esto apunta “la idea de Gambardella como flâneur posmoderno, como paseante sin destino por una ciudad de Roma en la que trata de hallar un sentido a su crisis entre paseantes sin rostro —los turistas— que nada le dicen”12. Servillo obtuvo de nuevo el citado galardón por su papel.
Esta tendencia por plasmar a personajes de la tercera edad llega a su punto álgido con La juventud, donde son dos los protagonistas que se enmarcan en este grupo de edad. Si bien Sorrentino va profundizando en las anteriores películas sobre los personajes masculinos envejecientes, es aquí donde realiza quizá el retrato más complejo, al mostrar dos caras de un mismo prototipo que, además, son complementarias. Esto evidencia la capacidad del director por construir relatos y personajes en torno a unas dicotomías iconográficas y psicológicas que le permiten plantear muchas posibilidades y ahondar en la polisemia y los significados. Por este motivo, se puede afirmar que “in his films, beauty and youth are always linked to their counterparts: aesthetic unpleasantness and old age”13.
3.La juventud de unos protagonistas envejecientes
Estrenada en el Festival de Cine de Cannes de 2015, el filme se rodó en Roma y en Suiza, donde transcurre la acción, concretamente en un hotel balneario de los Alpes. Aquí están pasando sus vacaciones Fred Ballinger y Mick Boyle, amigos y consuegros, pues la hija del primero, Lena, está casada con el hijo del segundo, Julien. Ambos reflexionan sobre la vida, se enfrentan a sus temores, se relacionan con otros personajes y hablan sobre sus proyectos. A este respecto, el primero parece conforme con su rol de jubilado y el segundo pone todo su tesón en la realización de su última película, la que considera su testamento. A través de ellos, Sorrentino dibuja unos perfiles tan distintos en la forma como similares en el fondo que transmiten una sólida idea: tras el aspecto marchito derivado del paso del tiempo se oculta la ilusión de un alma que todavía es joven. Sin duda, la edad no es excusa para seguir siendo el pilar emocional de una familia o para realizar los sueños, como les ocurre, respectivamente, a Fred y a Mick, quienes observan sus vidas desde el hotel. Esta introspección denota que hay algo del pasado que todavía les hace sufrir; de nuevo, otra constante de la construcción psicológica de los protagonistas masculinos del cineasta:
Sorrentino’s characters are always in desperate search for something missing in their life, or a part they lost, such as a career in One Man Up (2001), love and identity in The Consequence of Love (2004), a hidden past in This Must Be The Place (2011), literary inspiration in The Great Beauty (2013) and a disillusioned childhod in The Young Pope (2016)14.
3.1. Fred Ballinger
Este prestigioso compositor y director de orquesta vive retirado por decisión propia. Nada parece hacerle volver a los escenarios, ni siquiera una petición de la Reina Isabel II de Inglaterra, quien se lo propone a través de uno de sus emisarios, desplazado expresamente hasta Suiza para convencerlo. Con 80 años, no le apetece celebrar el concierto que tanto le solicita ‘Su Graciosa Majestad’, gran admiradora de su talento. Alto, elegante y todavía apuesto, ha decidido cuidarse en un entorno idílico, rodeado de la naturaleza y lejos del mundanal ruido. Para ello, toma baños y le hacen masajes que le vienen muy bien para la tonificación del cuerpo. Sin embargo, sus largos silencios, su tono bajo de voz, las pocas palabras que emplea para expresarse o las pesadillas que sufre, indican que hay algo que lo altera por dentro. El cuidado externo que consigue en el hotel no se corresponde con el cuidado de su espíritu, ese que tanto necesita para alcanzar el equilibrio.
El carácter estable de Fred se advierte en su actitud serena, así como en la cordialidad con la que se dirige a los demás. En todo momento hace gala de su excelente educación, sus buenos modales y un correcto comportamiento, tanto con su entorno próximo como con los trabajadores del balneario. Su hija, interpretada por Rachel Weisz, es la persona que mejor lo conoce. Lena, que trabaja como su asistente, atraviesa una dura crisis. No puede ocultar el dolor que siente porque su marido la ha abandonado para iniciar una relación con la joven estrella del pop británico Paloma Faith. Refugiada en su padre para superar el desamor, se termina resignando, y consigue iniciar una relación con un escalador que trabaja en el hotel, Luca Moroder, quien se fija en ella. Aunque al principio no le atrae demasiado, decide acercarse a él y conocerlo, pues ambos son víctimas de la soledad. Mientras Lena se confiesa con su progenitor, este solo transmite sus preocupaciones a su mejor amigo, Mick, y a su médico, con quien habla de sus posibles problemas de próstata y de otras cuestiones más personales, sobre todo al final del filme. Asimismo, establece una relación muy especial con un niño que está encantado de conocerlo porque su maestro le está enseñando a tocar el violín con sus obras. Para él, conocer a Fred es un privilegio, y para Fred es un privilegio que siendo tan pequeño interprete sus partituras.
El protagonista es una persona conservadora, como se manifiesta tanto en su actitud como en su pensamiento, y muy metódico en su día a día. Quizá esta sea una de las claves por las que ha alcanzado tanto prestigio en su carrera musical; de hecho, trató personalmente con Igor Stravinsky, a quien lleva flores a su tumba en Venecia. Además, es sensible y disfruta de los sonidos de la naturaleza y del afecto de Lena y de Mick, con quienes pasa la mayor parte del tiempo. A pesar de que no llora con los problemas sentimentales de su hija —a la que escucha y consuela—, lo hace cuando pierde a su amigo, eso sí, una vez que está totalmente solo mirando unas vacas en la libertad del prado.
Uno de los aspectos de su vida que asume con resignación pero que lo ha llevado a alejarse de su verdadera pasión, la música, es su mujer, Melanie. Ausente durante toda la trama, pero presente en diversas conversaciones entre padre e hija, se descubre finalmente que está internada en una clínica de Venecia debido al alzhéimer que padece, como se puede vislumbrar en la expresión que desprende su rostro. De nuevo, la espléndida decadencia de una ciudad italiana, en este caso la capital del Véneto, acoge la silenciosa decrepitud de un personaje, como es habitual en la obra sorrentiniana. Melanie interpretaba las piezas de Fred y para él es muy doloroso que ya no pueda hacerlo, es más, parece atormentado por esta realidad. Además, a pesar de quererla, le fue infiel durante el matrimonio, como le reprocha duramente Lena, y esto acentúa su culpabilidad. No obstante, la existencia de su esposa es fundamental para la propia existencia de Fred, quien solo tras visitarla en el hospital consigue enfrentarse al concierto que le pide la Reina de Inglaterra y que contará con una afamada soprano asiática. De esta manera, mirar a la verdad con franqueza tiene un efecto positivo en la evolución psicológica que experimenta el protagonista.
3.2. Mick Boyle
A diferencia de Fred, este cineasta es muy activo y está trabajando en el guion de la que será su próxima película, que piensa titular de forma profética: Life’s Last Day. Para ello, trabaja junto a cinco jóvenes graduados en cine y pretende fervientemente contar como protagonista con su musa, Brenda Morel —encarnada por Jane Fonda—, a la que ha dirigido en once ocasiones. De hecho, confiesa que ella, formada en el Actor’s Studio, se convirtió en una diva gracias a sus películas. Con un aspecto poco cuidado, pero juvenil, Mick tiene 79 años, es sonriente y resulta muy cercano. Disfruta mucho en la piscina y en las demás instalaciones del balneario, mientras piensa con ilusión cómo será su testamento fílmico. Esta vitalidad le ayuda a sobrellevar su delicada salud, pues toma muchas medicinas y se lamenta de su rápida pérdida de memoria. A este respecto, le confiesa con tristeza a Fred que ya no se acuerda bien ni de sus padres ni de su infancia.
Este personaje tiene un carácter afable que se percibe muy bien en el trato cercano que tiene con los demás. Así se manifiesta especialmente con sus jóvenes colaboradores, a los que trata como iguales, rompiendo la habitual barrera que suele haber entre un cineasta consagrado y unos principiantes. Con ellos habla continuamente del proyecto, busca las localizaciones y, además, reflexiona sobre la búsqueda de la verdad, entre otras cuestiones existenciales, en medio del paisaje alpino. Sin embargo, con su hijo Julien no se advierte una relación muy profunda, entre otras cosas porque no trabaja con él ni está pasando las vacaciones en el spa. Cuando Fred le dice que ha abandonado a su hija, no puede creerlo, y lo llama inmediatamente para que vaya a hablar con él. En la única secuencia que ambos comparten, Mick manifiesta su rechazo por la forma en que ha abandonado a su mujer, le expone todas las cualidades que tiene Lena y le hace entrar en razón, pero Julien no está dispuesto a dar marcha atrás. Además, el joven, que acude a la cita con su nueva novia, le dice que su madre también lo abandonó y no se reconciliaron. Posicionándose del lado de Lena, Mick muestra la integridad de su pensamiento, pues, quizá por haberla sufrido, condena la infidelidad. Esto revela también el valor que otorga a los sentimientos y a la lealtad en el ámbito de la pareja, en el de la amistad o en el profesional. En este sentido, le sigue produciendo una enorme fascinación Brenda Morel, a la que conoce desde hace 53 años y a la que le escribe la película que será su “testamento sentimental, intelectual y moral”15. Habla maravillas de ella y, en el fondo, está enamorado.
Con un aspecto perfectamente cuidado que pone en valor su atractivo envejecimiento, la actriz mantiene intacto su divismo, como demuestra cuando visita a Mick en el hotel. Ella tiene una fuerte personalidad, sabe cómo dirigir su carrera y no necesita ni las insistencias ni el sentimentalismo del cineasta para seguir trabajando en una industria que cada vez presta menos atención a los mayores. Por ello, no duda en confesarle todo lo que piensa del cine que hace y le dice que no va a participar en su filme porque le han ofrecido un contrato de tres años en Nuevo México para interpretar en una serie de televisión a una abuela alcohólica. Esto sorprende mucho a Mick, quien considera que la pequeña pantalla no tiene el prestigio de la grande, pero, aunque intenta convencerla preguntándole cómo puede cambiar el cine por la televisión, Brenda le expone que la televisión es el futuro16. Sin duda, su idealismo choca con el realismo directo de ella. Esto se acentúa más cuando la actriz le espeta que sus últimas tres películas han sido una ‘mierda’, que su carrera ha terminado y que a nadie le interesa ya el testamento cinematográfico que pretende rodar; eso sí, admite que se lo dice porque lo quiere. Sus crueles palabras le hacen mucho daño, logran tambalear la confianza que tenía en sí mismo y lo hunden. Lejos de lo que podía parecer por su talante jovial, tras el reencuentro con Brenda pierde toda esperanza y sufre una evolución psicológica que tiene un resultado drástico: el suicidio.
3.3. Fred y Mick
El paisaje natural es el espacio que acoge los largos paseos que dan los protagonistas por las proximidades del balneario. Las montañas, los prados y los animales son los testigos de las conversaciones que mantienen, en las que hablan sobre el presente —son conscientes de que el futuro, tan incierto como inminente, no entra en sus planes—, y de sus temores, principalmente la soledad y la rutina. Frente a la naturalidad con la que Fred afronta su vida de jubilado, Mick no quiere dejar de rodar películas por miedo a no saber qué hacer después con su vida y, lo que es peor, sentirse acabado. Los dos han disfrutado del éxito profesional, pero la forma en que encaran el ámbito laboral en la tercera edad es diferente. Otro aspecto que abordan y les preocupa es la salud. Como se ha mencionado, Fred teme enfrentarse a la enfermedad y Mick, que tiene que tomar muchos medicamentos, procura no hablar demasiado de ello. Asimismo, en los recuerdos que comparten se advierte algo alarmante, la pérdida de memoria del cineasta, algo inevitable debido a la edad.
Un aspecto interesante que va más allá de sus dimensiones interiores y profesionales es su papel como padres. Mientras que Lena está muy próxima a Fred, Julien tiene una vida independiente y ajena profesionalmente a Mick. Sin embargo, ambos dedican buena parte de su tiempo a reflexionar sobre los problemas de sus vástagos. Les preocupa la ruptura sentimental que han sufrido y les provoca incertidumbre pensar cómo van a dirigir ahora sus vidas por separado. Fred vive en primera persona el sufrimiento y la desilusión de su hija porque están juntos en el hotel, y Mick, quien tiene lejos a su hijo, no duda en hablarle seriamente del error que está cometiendo. A pesar de que son conscientes de que sus hijos tienen ya una edad para saber lo que hacen y aprender por sí mismos, consideran que son un importante pilar emocional para ellos y que deben orientarles como mejor saben. Así se evidencia en los consejos que Fred le da a Lena y en la conversación que Mick tiene con Julien. La ausencia de la figura materna —la mujer del primero por enfermedad y la del segundo por abandono—, acentúa también su rol de padres protectores, comprometidos y hasta confidentes de unos hijos no tan jóvenes a los que quieren ayudar:
The characters are apparently involved in trivial activities, such as enjoying massages, taking walks, having daydreams and participating in nighttime revelries. However, they are all living in a sort of liminal place (the hotel) where they are all working-through minor and/or major life crises. The underlying issues they are facing, including love, death, senility and the meaning of life, are all rather substantial17.
En cuanto a las relaciones que entablan con otros personajes, hay que tener en cuenta que Fred es más distante en el trato, culto y distinguido, y que Mick es más accesible, sencillo y natural, pero esto no impide que ambos sean sociables. En las distintas actividades de deporte o salud que realizan entran en contacto con trabajadores y con clientes de su edad, más mayores o más jóvenes, entre quienes se encuentran incluso el ex futbolista Diego Armando Maradona, quien necesita un respirador y firma autógrafos a sus fans. Ambos comparten interesantes confidencias con el famoso actor Jimmy Tree, quien se ha aislado en el spa para construir su próximo personaje. Además, una niña lo reconoce y le confiesa su admiración, al igual que el niño violinista hace con Fred. Asimismo, las cuidadoras y fisioterapeutas van descubriendo los males que les afectan a través del contacto con el cuerpo. De esta manera, se producen conexiones interesantes entre personajes de distintas edades que a priori no tendrían relación pero que tienen muchos puntos en común.
En lo que respecta al ámbito sexual, ambos están encantados con la joven Miss Universo que llega al hotel. Sus miradas de deseo reflejan que, a pesar del paso del tiempo, siguen sintiéndose muy atraídos por las mujeres jóvenes; de hecho, Fred sueña con ella antes de conocerla y Mick se queda hipnotizado al verla entrar desnuda en la piscina donde ellos se están bañando. Como suele suceder en la obra de Sorrentino, la mujer joven aparece de forma escultural, potenciando la mirada masculina sobre ella y desnuda en bastantes ocasiones. No obstante, la modelo representa una utopía para los protagonistas, quienes son conscientes de la edad que tienen y de sus verdaderos sentimientos. Por ello, siguen enamorados, respetivamente, de dos mujeres de su generación: Melanie, la mujer y madre de la hija de Fred, y Brenda, la musa y amor platónico de Mick.
4.Repercusión de La juventud en la tercera edad de Sorrentino
Dos de las producciones más recientes de Sorrentino donde se perciben una gran variedad de personajes masculinos envejecientes son las series The Young Pope (2016) y The New Pope (2019), emitidas en la plataforma HBO. Ambientadas en el Vaticano, se centran en las intrigas de la curia, las políticas de la Iglesia Católica y los enfrentamientos entre unos cardenales con luces, muchas sombras y marcados por la ambición. Si bien es cierto que el protagonista de la primera, Lenny Belardo, el Papa Pío XIII —encarnado por Jude Law—, es más joven, pues solo tiene 47 años, el de la segunda, Sir John Brannox, el Papa Juan Pablo III —interpretado por John Malkowich—, ronda los 60. Además, la mayoría de los cardenales superan también esta edad, como Voiello, que es el Secretario de Estado; el cardenal Aguirre; o el cardenal Spencer, que, con más de 70 años, es de los más mayores. No obstante, uno de los que desempeñan un papel más relevante en la labor de los citados papas y, en definitiva, en el desarrollo de la serie es el cardenal Gutiérrez —a quien da vida Javier Cámara—, quien es algo más joven que los anteriores, pero se acerca a los 50 años. Con ellos, se evidencia que un espacio como el Vaticano, donde los hombres son mucho más numerosos que las mujeres, los cardenales suelen superar el medio siglo de vida y la mayoría de los aspirantes a Papa ronda entre los 60 y los 75 años, es idóneo para abordar estas representaciones de la masculinidad envejeciente en la pantalla.
Otra de las obras dirigidas por Sorrentino, en este caso cinematográfica, es Silvio (y los otros) (Loro, 2018), película cuya versión original estrenada en Italia se articuló en dos partes, Loro 1 y Loro 2. Enmarcada en su línea de representación de la política italiana, se centra en la figura de Silvio Berlusconi —de nuevo encarnado por Toni Servillo—, quien está fuera del gobierno y se enfrenta a acusaciones de corrupción. Este ex presidente, de 82 años en el año de estreno de la película, se convierte en el eje de un título que ahonda en su vida profesional y personal, ofreciendo Sorrentino una mirada sobre una persona de la tercera edad, pero activa, de plena actualidad y polémica. Así, alguien de este grupo de edad es el absoluto protagonista de la historia y transmite a los espectadores una imagen que rompe con los estereotipos de los personajes mayores que aparecen en el cine.
5.Reflexiones finales
Los personajes envejecientes tienen una representación escasa en la gran pantalla, donde parecen relegados a ocupar roles secundarios que suelen estar estereotipados. Además, su presencia como protagonistas apenas se observa en las películas más comerciales. Para romper con esta tendencia, el cine de autor constituye una ventana hacia la visibilidad a través de directores que apuestan por crear seres de ficción diversos, de diferentes grupos sociales y de distintas edades. A este respecto, la obra de Paolo Sorrentino ocupa un lugar destacado. El director, influido por la obra de Fellini, es un autor esencial del cine italiano actual y sus filmes tienen repercusión internacional y se mueven en circuitos comerciales. Esto favorece que sus numerosas historias sobre personas mayores tengan una difusión global y que los espectadores mayores puedan verse representados.
Así se produce en La juventud, cuyos protagonistas, Fred y Mick, se conocen muy bien, se respetan, saben qué inquieta al otro y son excelentes amigos a sus 80 años. A través de ellos, el cineasta realiza un retrato muy natural de dos señores que reflexionan sobre sus vidas, les preocupan los problemas de salud y ayudan a sus hijos a ser felices. Ambos han disfrutado del éxito y responden a perfiles distintos pero reconocibles y universales. Así, Fred, que parece más melancólico, se enfrenta a su compleja realidad para seguir adelante, mientras que Mick, bastante más activo, se desmorona al sentir el fracaso. En la obra de Sorrentino los personajes masculinos están más desarrollados que los femeninos, aunque, en este caso, Brenda Morel posee unos matices bien perfilados que permiten conocer su pasado y entender cómo puede mirar al futuro siendo una diva de más de 70 años.
Estos personajes envejecientes evidencian la necesidad de más relatos fílmicos en los que sean los protagonistas, pues responden a unos perfiles actuales, libres de estereotipos y muy próximos al público de esta amplia franja de edad. En los últimos años, las películas de los veteranos Woody Allen, Michael Haneke o Claude Lelouch han potenciado esta representación con acierto desde la comedia y el drama, abordando temas vitales como la soledad, el amor o la pérdida. Por este motivo, la exitosa producción de Sorrentino resulta fundamental para que los cineastas jóvenes puedan también apostar por ellos.
Todo esto puede oírse en el episodio 2 del programa de radio La isla etaria18, que estará dedicado a la construcción de los personajes envejecientes en roles protagonistas en el cine actual y abordará las aportaciones de Paolo Sorrentino. Además de un resumen de estas páginas, se podrán oír entrevistas a expertos en historia del cine y a una espectadora que se encamina a la madurez y está preocupada por estas representaciones fílmicas.
1 Este capítulo procede de una investigación sobre Paolo Sorrentino que se desarrolló entre mayo y julio de 2019 en el Dipartamento di Scienze della Formazione, Psicologia, Comunicazione de la Università degli Studi di Bari Aldo Moro (Italia) con una ayuda del Plan Propio de la Universidad de Cádiz.
2 Frome, S. (2001). The Actors Studio. A History. Jefferson/ London: Mcfarland & Co. Publishers. p. 26.
3 BRIZIO-SKOV, F. (2014). “Spaghetti Westerns and Their Audience”. En BONDANELLO, P. (ed.) The Italian Cinema Book. Nueva York: Palgrave MacMillan, p. 184.
4 WAGSTAFF, C. (2014). “Production Around 1960”. En BONDANELLO, P., Op. cit., p. 152.
5 Liandrat-Guigues, S. (1997). Luchino Visconti. Madrid: Ediciones Cátedra. Signo e Imagen. p. 158.
6 RIGOLA, G. (2014). “Mascheramento del visibile e lógica dell’accumulo: La grande belleza”. Fata Morgana, 22, pp. 234-235.
7 MARIANI, A. (2018). “The antithetical coherence in Sorrentino’s Youth: Visual (ab)use and Male Dominance”. South Central Review, 35.2, p. 117. Recuperado de https://muse.jhu.edu/article/700678
8 HOLDAWAY, D. (2016). “Boss in Sala. Cultural Legitimacy and Italia Mafia Films”. Comunicazioni Sociali, 3, p. 445. Recuperado de https://comunicazionisociali.vitaepensiero.it/scheda-articolo_digital/dom-holdaway/boss-in-sala-cultural-legitimacy-and-italian-mafia-films-001200_2016_0003_0445-334170.html
9 MONDELLA, D. (2014). “Il volto della solitudine: Il divo”. Fata Morgana, 22, p. 228.
10 MENDIETA-RODRÍGUEZ, E. (2019). “El tedio crónico en el sujeto contemporáneo. Estudio del ennui en La grande belleza (Paolo Sorrentino, 2013)”. Escritura e Imagen, 15, p. 326. Recuperado de https://revistas.ucm.es/index.php/ESIM/article/view/66746/4564456552733
11 DURÁN MANSO, V. (2018): “La ciudad de Roma como imagen de marca en el cine: presencia y evolución en Vacaciones en Roma, La Dolce Vita y La gran belleza”. En MIGUEL BORRÁS, M. (ed.) ¿Qué es el cine? IX Congreso Internacional de Análisis Textual. Valladolid: Ediciones Universidad de Valladolid, p. 555. Recuperado de https://uvadoc.uva.es/handle/10324/32191
12 MENDIETA-RODRÍGUEZ, E., Op. cit., p. 329.
13 MARIANI, A., Op. cit., p. 119.
14 MARIANI, A., Op. cit., p. 121.
15 Mick pronuncia estas palabras en el minuto 0:55:11
16 Esta confesión se produce del minuto 1:24:20 al minuto 1:24:31
17 MARIANI, A., Op. cit., pp. 121-122.
18 El programa correspondiente a este capítulo puede ser escuchado en este enlace: https://radio.us.es/programa/la-isla-etaria/