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Sobre la justicia y la benevolencia

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Por lo tanto, sufrir el ataque del enemigo y no atreverse a entrar en guerra no es justicia; apenarse por los muertos no es benevolencia.

El Dao se utiliza para recuperar los instintos naturales bondadosos de la gente; la “justicia”, para lograr trabajos meritorios; la “estrategia”, para inclinarse hacia lo que es favorable y evitar lo que resulta perjudicial [ventajas y desventajas]; lo “importante” (要) se utiliza para proteger, preservar y consolidar los logros.

El historiador inglés Quentin Skinner explica que Nicolás Maquiavelo estaba interesado por tres de las virtudes que debe tener un príncipe. La primera es la justicia, entendida como la integridad (el mantener las promesas); la segunda es la generosidad o liberalidad, y la tercera, la clemencia.

Para Maquiavelo, la primera obligación del príncipe es hacer todo lo necesario para mantener el Estado, esto es, las instituciones que se le han confiado. Esta obligación suprema lo libera de –si fuera necesario– cumplir con la virtud de la justicia, en especial con los enemigos. A su manera, Wu Qi propone algo similar, aunque en su caso dice que deja de ser justicia algo que queda librado al criterio del soberano.

Sobre la benevolencia, Maquiavelo sostiene que, para preservar el Estado, debe mantener el ejército [listo para ir a la guerra] y debe ser respetado por sus miembros, para lo cual ha de cuidarse de no ser demasiado indulgente. El problema es que el príncipe puede confundir la indulgencia o benevolencia con la clemencia y volverse laxo. Un líder laxo pierde el respeto de sus soldados y prepara el terreno para la insubordinación. El daño no está en la clemencia en sí, sino en la fina línea que la separa de la benevolencia y de la indulgencia. Apenarse de los muertos es no haber actuado con firmeza a tiempo.

El pasaje de Wu Qi plantea varios dilemas éticos para los líderes empresarios de hoy: ¿están justificadas las excepciones en virtud de la justicia cuando se trata de proteger a la organización y a los empleados que viven de esta? ¿Cómo se traza la línea entre la virtud y el vicio? ¿Hasta qué punto se puede ser clemente sin perder el respeto de los colaboradores? Preguntas que mantienen toda su vigencia. Las respuestas deben considerar la obligación suprema de preservar la organización (el Estado de Maquiavelo), y de proteger y consolidar los logros obtenidos.

Discurso Sobre El arte de la guerra

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