Читать книгу Educar sin miedo a escuchar - Yolanda Gónzalez Vara - Страница 29

Hacia los tres años

Оглавление

El niño experimenta un salto cualitativo en el proceso de separación-individuación y, por tanto, de diferenciación progresiva con la madre. Ha adquirido una identidad física, pero todavía no puede pensar sobre «sí mismo». Necesita al otro para seguir construyendo su identidad psicológica. Aunque pueda referirse a los demás con su propio nombre, y hacer planes lúdicos, sin embargo todavía no es capaz de emplear símbolos para diferenciar el «sí mismo» de los otros y sus experiencias. Continúa en la fase egocéntrica y omnipotente propia de su edad madurativa. No es capaz de ponerse en el lugar del otro, está restringido a un punto de vista, que es el suyo. Por esta razón, carecen de sentido las explicaciones racionales del adulto, pues chocan contra un egocentrismo evolutivo, que requiere otro lenguaje acorde a su momento: el lenguaje de la magia y la creatividad. Las explicaciones racionales son el autoconsuelo del adulto y representan el intento de estirar el árbol a una posición que, al ser inadecuada, se traduce en frustración innecesaria para ambos.

Pues bien, es al final de la fase (3-6 años) cuando emerge el «sentido del yo», es decir, la autoconciencia como inteligencia intrapersonal (Gardner). Por otro lado, a los tres años se produce un hito evolutivo muy trascendental y bastante desconocido en el contexto educativo y familiar: durante los primeros tres años aproximadamente, un niño todavía no ha interiorizado a su mamá. Desde el psicoanálisis se llama a este proceso «constancia objetal».

Educar sin miedo a escuchar

Подняться наверх