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Trayendo desdichas corporales

Contemplas aquellos asuntos que convienen a veces para seguir entendiendo que te vienen a servir para coincidir con lo que a otros les encanta ver en ti. Cuando haces esta valoración de tus actos comprendes que sigues intentando querer estar en otros y no en la persona indicada, de la cual te alejas cada vez más.

Esa persona que intenta estar en ti mismo, la vas sofocando, porque si sale del comprender quién eres, te alumbra un problema que quizá no se puede resolver nunca, a los intentos de proponer a otros un cambio de tu persona, y comienzan señalando a todo aquel que se arriesga a ser criticado y entendido como informal y descuidado de sus actos.

Si intentas estar en ti, dejas de caber en sus planes, así que comienzan a rechazarte y deciden pocas veces proponer la cualidad de entenderte en tu proceso, en lo cual entiendes que van por otro instinto y no por el que corresponde a cada ser humano.

Procuras imponer barreras a los que sí pueden en un alcance a ti comenzar a cuidar tu destino y en el allegado asunto que duele comienzas a escapar. Siendo así, entiendes que no quieres comenzar una nueva vida en la que intentas fortalecer el cuerpo al estructurar una enseñanza a la forma actual de la vida en común; es decir, cometes errores que alcanzan a veces hasta la destrucción de un verdadero destino.

Te atreves a estar unido a ese entorno que puede propagar cierta fortaleza al progresar en lo evidente, pero alcanza también a destruir tu potencial por la vida en un placer de vivir, perdiendo la oportunidad de convivir estando justo donde debes y no en otros caminos que no tienen ni qué ver en ti mismo.

Patentas la desdicha de haber caminado por donde no quieres ni hacerlo otra vez; sin embargo, no te quitas de allí, te quitas de donde pudiste estar más fiel y no insistes en cuidar de caminar por donde puedes estar inmerso en un cuidado profundo de tu persona, de tu encanto de vida, de placer, de estar conviviendo en una enorme fidelidad en tu ser.

Ese ser que llevas dentro y que está día a día intentando recordarte qué fuiste antes, lo puedes traer de nuevo y volver a ser en una sincera causa de poder actuar con base en criterios propios, estructurados por el don de conducirte con el bien que traes en ese interior al cuidar el alma que convertiste en desdicha también.

No solo el cuerpo te grita que seas benévolos en él, sino también esa forma de sentirte en una calma que trae consigo la importante estructura de un ser noble y sincero al hacerte un bien, cuidando los sentires en beneficio común; es decir, en los que comparten su vida contigo y a los cuales invitas a cuidar de ellos y de ti mismo.

La cualidad que portas en un descuido llega y no te das cuenta. El cuerpo avisa que le duele y no le escuchas, hasta que ya no puede dirigir tu camino, vislumbrando que, desde luego no es el que viene a ser destinado a un ser que se enferma, dado la cualidad enorme que tiene tu organismo de avisar que tiene algo que le acompaña al sentirse sano o sentirse enfermo.

Crees que cuidas de no estar enfermo, confundiendo a veces con que solo debes ir con un especialista en lo que se está padeciendo y no es así que recuperas la salud física; también se requiere un cambio de régimen de vida, que te indica por donde vino la enfermedad y por donde ya no seguir caminando.

Cubres las estructuras que se indican por parte de un núcleo que se integra al iniciar un estilo que conforma un grupo de personas; en este caso solo pueden ser los que te incluyen en sus vidas, como los que trabajan con tiempos parecidos a los tuyos, los que conviven en familia, los que invitan en convivencia de amistades, etcétera.

Estás a solo un descuido de seguir en eso que llamas lo que demanda tu social estancia en vida y no despejas la mayor de tus convivencias que es con tu cuerpo, con tu alma, con tu ser, dando más importancia, así como determinar con sabiduría infinita que la mayor de la atención que debes dar es al ser que llevas dentro.

Tu ser interior va indicando cuándo sí o cuándo no, cómo sí o cómo no estás haciendo lo que concierne a desdichas o benevolencias en ti, ya que andas pisando por destellos de luz o de infinito poder en lo que puede ser tu salvación a un peligro de enfermar el cuerpo, el alma o tu infinito ser pudiente de rescatarte del mal.

La tendencia a enfermar está implícita en el alma de cada ser humano, traes implícito el destino que anhelas y no te percatas de eso al desunir justo lo que eres, por igualar haceres con las costumbres de otros que hacen lo mismo ante las convicciones que no son tuyas sino del ajeno influyente en ti.

Ya no es necesario continuar repitiendo tus patrones si no dan un fruto deseado y eso se debe a que estás poniendo en otros tus asuntos que vienen a conducirse por tu propio interés de cuidar y velar por el que viene a cumplir un destino y una misión única en esta vida.

Traes señalado ya eso que andas por descubrir en todo lo que allega al encuentro de ti en tu ser interior, que se resguarda en lo íntimo para tenerte al tanto de todo aquello que viene a desprender y desbordar ideas en las cuales puedes rendir frutos a una sociedad que vendrá a beneficiarse por así desempeñar lo que sí vienes a cumplir en este encuentro de ti mismo.

Esto traerá a la vida personas que te entiendan en lo cual estás cayendo en un descuido total de lo que sí andas haciendo, al darte cuenta de que estás propiciando la enferma situación en vida de tantas formas de incluir la desdicha al alma y al ser espiritual, por el sendero elegido en lo que cabe con la obediencia en otros.


Contemplación del cuerpo para sanar la mente

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