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Introducción

Los portafolios docentes y sus tres décadas de historia en la educación superior *

ZOIA BOZU**

El uso del portafolio se ha ido convirtiendo en los últimos años en una herramienta educativa muy popular a nivel internacional. El concepto se maneja desde hace mucho tiempo en múltiples ámbitos y con una visión amplia. Los que elaboran un portafolio, sean artistas, fotógrafos, compositores, arquitectos, estudiantes o profesores, se enfrentan a la misma tarea o propósito de mostrar la calidad y el valor de su trabajo, exhibiendo cierto dominio o falta de él. Cada uno elabora un portafolio único y diferente. Y lo hace mediante una colección de imágenes, productos, archivos, biografías y relatos de experiencias, evidencias de aprendizaje, actividades manifiestas en la práctica docente o méritos profesionales, etc. Pero aquí nos centraremos en el portafolio elaborado por un profesor/a1 en el ámbito de la educación superior.

El inicio de la historia del portafolio docente se remonta al año 1985, cuando Lee Shulman y sus colegas de la Universidad de Stanford desarrollaron un trabajo sobre la evaluación docente (teacher assessment project) que les condujo, al final, al desarrollo y a la utilización de la metodología del portafolio o carpeta2. En la investigación que desarrollaron, eran varias las preocupaciones sobre el conocimiento del profesor y los contenidos que enseñaba en sus clases y que dieron lugar a una serie de interrogantes que desafiaban las concepciones tradicionales tanto de la enseñanza como de la evaluación. Así pues, encontrar respuestas a preguntas tales como ¿de dónde provienen las explicaciones del docente? ¿Cómo decide el maestro qué enseñar, cómo representarlo, cómo interrogar a los estudiantes al respecto? ¿Cuáles son las fuentes de sus conocimientos? ¿Cómo adquieren los nuevos conocimientos, cómo se recuerdan los viejos y cómo se combinan unos y otros para formar una nueva base del saber?, les abrieron el camino hacia el surgimiento de nuevas maneras de evaluar y evidenciar cómo trabaja un docente y, en definitiva, al nacimiento y la posterior expansión del uso del portafolio como instrumento de evaluación de la actividad docente.

Por otra parte, en el ámbito de la educación superior fue la Asociación Canadiense de Profesores de Universidad quien introdujo por primera vez el concepto de portafolio docente (teacher portfolio) en la década de los ochenta con la finalidad de acreditación y de certificación de las competencias profesionales adquiridas por el profesorado universitario durante un proceso formativo o a lo largo de su trayectoria profesional. Ahora bien, a lo largo de estos años, tal como indica Shulman (1999), el uso del portafolio no se limitó a ser solamente un modelo de evaluación, sino que se convirtió en una potente herramienta para la formación docente.

No obstante, cabe señalar que en estas casi tres décadas de experiencia en el uso y la implementación de los portafolios docentes, sobre todo para la mayoría de las universidades anglosajonas y canadiense y algo menos para las universidades iberoamericanas, la temática en cuestión ha suscitado un creciente interés en la comunidad académica.

En este sentido, es significativo evidenciar que han sido muchas las definiciones de esta herramienta educativa que se han aportado. En un intento de apretada síntesis, podríamos afirmar que el portafolio docente se ha venido entendiendo en todos estos años tanto como producto, es decir, como colección de evidencias, documentos y trabajos que muestran la efectividad de la práctica docente de un profesor, pero también como proceso, incorporando así la dimensión más reflexiva, de espacio para la elaboración personal y experiencia de aprendizaje en sí misma. O, expresado de otra manera, el repaso de la multitud de definiciones que se han aportado nos revela dos miradas diferentes sobre el portafolio docente —la visión procesual o formativa y la visión de producto de la enseñanza— que se interrelacionan y se complementan dentro de una misma acepción (Bozu, 2012).

Por otra parte, prueba del creciente interés por estudiar o seguir trabajando con los portafolios, a pesar de que hayan pasado tantos años desde el surgimiento de esta metodología educativa, es el buen número de artículos publicados en revistas científicas y de divulgación (Bird, 1997; Cordero, 2002; Fernández, 2004; Cano e Imbernón, 2003; Bozu e Imbernón, 2012; Jarauta y Bozu, 2013), a los que habría que añadir las publicaciones en formato de libro (Knapper y Wilcox, 2003; Cano, 2005; Arbesú y Díaz Barriga, 2013; Pujolà, 2019) o guías prácticas para su elaboración (Seldin y Miller, 2013).

Pero, llegados a este punto, cabe señalar que la intención de este libro no es la de realizar una revisión rigurosa de la literatura especializada en el tema, ya que lo han venido haciendo un gran número de publicaciones comentadas anteriormente con la finalidad de desarrollar, por una parte, los diversos fundamentos teóricos del uso del portafolio en educación superior y, por otra, analizar su sentido y su alcance en un abanico de contextos educativos y para distintos propósitos.

Así pues, el propósito de esta publicación, tal como se intuye incluso desde el título, es proporcionar a los docentes, educadores, investigadores y la comunidad académica en general un recurso recopilatorio de experiencias en el uso del portafolio por parte de profesores que lo han implementado en distintas universidades iberoamericanas pretendiendo demostrar, por una parte, su utilidad, y, por otra, compartir y ayudar a otros colegas o instituciones que se inician por primera vez en el uso de esta valiosa herramienta.

La idea del libro El portafolio del profesorado en educación superior. Uso y experiencias en el contexto iberoamericano surgió en el año 2018 en el marco de las actividades académicas impulsadas por el Centro de Enseñanza, Aprendizaje y Trayectoria Profesoral (CEAP) de la Universidad del Rosario, Colombia, en donde las coordinadoras han coincidido en su interés por el tema del portafolio en el contexto de la docencia universitaria.

Todos los autores invitados a participar en esta obra son, por una parte, importantes especialistas en el tema del portafolio, y, por otra, docentes o investigadores de distintas universidades iberoamericanas que implementan el portafolio en su actividad académica, en distintas titulaciones de grado o posgrado y con distintos enfoques y propósitos.

El libro consta de dos partes: en la primera se comparten diversas experiencias en la planificación y el uso del portafolio docente en tres contextos de educación superior: español, colombiano y mexicano. Aunque en un principio la intención de las autoras era la de contar con las aportaciones de más autores para poder recopilar modelos y experiencias en el uso del portafolio docente en diversos contextos iberoamericanos más allá de los ya mencionados, al final el propósito no fue alcanzado. Quizás una de las razones que justifican esta dificultad para ampliar aún más las miras es que aunque el ámbito español cuenta con una más larga tradición en el uso de esta herramienta pedagógica, en el contexto de la enseñanza universitaria latinoamericana pensamos que todavía es una temática actual y novedosa.

A continuación, presentamos una muy breve reseña sobre cada uno de los seis capítulos que integran esta primera parte del libro. En el capítulo 1, Milena Alcocer, María del Rosario Navarro, Inéride Álvarez y Clara Inés García abordan el uso del portafolio como apoyo al desarrollo profesional a través de la presentación de la experiencia de la Universidad del Rosario, Colombia. La inclusión del portafolio docente en la universidad colombiana es una “apuesta” relativamente reciente que se originó en el año 2014, pero se materializó solo hasta 2016 con el diseño del Sistema Integral de Gestión del Profesor (SIGEPUR), en el que se articularon varios módulos relacionados con la vida académica y la trayectoria del profesor, entre ellos, el portafolio docente. En la experiencia que nos presentan las autoras se parte de la premisa de que el uso de portafolios como estrategia individual e institucional en la educación superior se muestra como una excelente posibilidad para acercarse a los profesores, promover la reflexión sistemática de su quehacer docente y, como consecuencia, avanzar en el desarrollo de procesos de cambio. En este contexto, el portafolio se emplea como instrumento formativo con un gran potencial para la reflexión sistemática y crítica de la práctica pedagógica y como un recurso para la construcción del saber pedagógico.

Por su parte, en el capítulo 2, María Isabel Arbesú nos presenta una experiencia de investigación con profesores de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, cuyo objetivo se centra en el fomento de la reflexión y la autoevaluación de la propia práctica pedagógica a través del empleo del portafolio docente. Al igual que en el caso anterior, la autora nos describe una experiencia que se fundamenta, epistemológicamente hablando, desde la perspectiva formativa y de desarrollo profesional del portafolio, entendiéndolo como un medio para que el docente autoevalúe su práctica de forma crítica y propositiva. No obstante, tras la presentación de los enfoques que sustentan su investigación y la identificación de las bondades o beneficios del portafolio formativo, el capítulo se adentra en la presentación de un taller seminario en el que un grupo de profesores, interesados en mejorar su práctica docente, participaron en la realización de diversas actividades de tipo reflexivo conducentes, al final, a la construcción de su propio portafolio.

Ya en el capítulo 3, Joan-Tomàs Pujolà y Ma Vicenta González Argüello nos presentan una experiencia sobre el portafolio digital docente llevada a cabo en la Universidad de Barcelona, en el marco de un programa de máster a distancia de Formación de Profesores de Enseñanza de Español como Lengua Extranjera (ELE). La aportación de los autores hace hincapié en una “experiencia de acompañamiento”, centrándose sobre todo en explicar el papel que desempeña la tutorización en la elaboración del portafolio por parte de los profesores del programa. Este portafolio digital docente individual fue elaborado con la ayuda de un tutor a lo largo de todo el curso de formación a distancia y tiene como propósito general incorporar la práctica reflexiva a la labor docente y a la formación de los profesores en formación.

En el capítulo 4, Gary Cifuentes nos presenta los resultados de una investigación que pretende responder a la pregunta: ¿cómo integrar el portafolio al sistema de evaluación del trabajo académico de los profesores de la Universidad de los Andes en Colombia? En su aportación, el autor explica cómo la universidad ha venido concibiendo institucionalmente el uso del portafolio como protocolo de evaluación para la mejora tanto de la práctica docente como también de la investigación y el desarrollo institucional. Para tales fines, la universidad planteo en el año 2017 un módulo de formación para sus profesores, para acompañarlos no solamente en el desarrollo de un portafolio que incluyera la docencia, sino que incluyera reflexiones de las demás actividades o responsabilidades como profesor universitario. Así pues, la experiencia narrada por el autor revela que el concepto de portafolio es amplio y que existen diferentes posibilidades de uso, ya que diferencia en este capítulo entre portafolio de docencia y portafolio académico.

En esta misma línea de investigación sobre el portafolio docente, pero en el contexto de la Universidad Autónoma de Yucatán, México, Edith Cisneros y Galo López ponen en escena, en el capítulo 5, tres experiencias en la implementación del portafolio docente por parte de distintos grupos de profesores de su institución: profesores que usan el portafolio como parte de su práctica docente cotidiana, profesores que usan el portafolio como herramienta para la certificación del desempeño docente, y, finalmente, profesores egresados de un programa de habilitación pedagógica que elaboraron “un portafolio que contiene evidencias de su trabajo docente con base en competencias”. Así, en esta aportación los autores evidencian que el portafolio fue utilizado en su institución desde dos concepciones distintas: por una parte, como un instrumento de evaluación formativa por parte de los profesores que participaron en el programa de habilitación institucional, y, por otra, como herramienta de evaluación sumativa por parte de “una instancia externa a la universidad que certifica a sus profesores”. Finalmente, remarcar que el texto ofrece tanto un recuento de las experiencias comentadas como también un análisis de las percepciones de los docentes que participaron en ellas.

Por último, las profesoras Elena Cano y Laia Lluch cierran la primera parte en el capítulo 6 con la aportación de una experiencia implementada en el marco de la formación de maestros. Concretamente, con base en una rigurosa revisión teórica de la literatura sobre el tema, se aborda el uso de esta estrategia en la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, con profesorado y alumnado del grado de maestro de Educación Primaria, vinculando el portafolio al desarrollo de la competencia de aprender a aprender de los maestros en formación. Es en este marco en donde las autoras concluyen que “el uso de portafolios y sus posibilidades puede permitir que su aplicación no sea exclusivamente para la acreditación o evaluación del profesorado con finalidad sumativa, sino también y, sobre todo, para su proceso de formación y de desarrollo competencial y profesional”.

Queremos, finalmente, destacar que cada capítulo tiene su estilo único en cuanto a formato, composición y contenidos aportados, pero que al mismo tiempo todos ellos parten de una estructura común que abarca diversos apartados: desde los procesos de implementación hasta los retos, los beneficios o las recomendaciones sobre el uso del portafolio docente. Constatamos también que casi todas las experiencias que el lector podrá leer en las siguientes páginas enfocan el portafolio bajo la perspectiva o la idea de la reflexión sobre la práctica pedagógica y muestran distintas posibilidades de uso (bien sea como estrategia de evaluación o estrategia formativa) y distintos escenarios de aplicación (en la formación universitaria de los futuros maestros, en programas o procesos de formación permanente de los docentes y en la investigación).

Y es aquí donde el libro que presentamos tiene especial mérito, ya que nos ofrece una amplia visión que enriquece la comprensión de la utilidad del portafolio del profesor y sus posibilidades de aplicación en la educación superior. Sin embargo, es un trabajo abierto que requiere continuación y sería deseable, en un futuro y en próximas publicaciones, contar con otras aplicaciones o modelos en contextos diferentes. Está especialmente pensado para los investigadores que tienen un especial interés en el estudio de esta temática, para los que se dedican a la formación del profesorado y, en parte, para los profesores “noveles” o principiantes en el uso de esta herramienta educativa.

Por ello, en la segunda parte de la publicación, con un carácter más práctico, se presenta una guía de actividades que pretende ser un recurso y una ayuda para todos aquellos profesores o investigadores que se inician en la metodología del portafolio docente. La guía es concebida como un instrumento de autoevaluación y reflexión con un doble objetivo: por una parte, invita a los docentes a cuestionarse sobre diversos aspectos acerca de las características actuales de la docencia universitaria y del perfil del profesorado universitario en la sociedad del conocimiento y, por otra, a desarrollar un pensamiento reflexivo sobre la propia actuación docente. No obstante, las actividades propuestas en esta guía conducen finalmente al profesor que las realiza al abordaje del reto de esbozar una primera estructura de su propio portafolio docente.

Sin más, agradecemos sinceramente a la Editorial Universidad del Rosario de Colombia la oportunidad de poner este trabajo a disposición de la comunidad académica y de los profesores y los investigadores que están interesados en la metodología del portafolio docente y su implementación en la educación superior.

Asimismo, queremos agradecer al profesor Francisco Imbernón, catedrático de la Universidad de Barcelona y experto en diversos temas relacionados con el ámbito de la formación de profesores, por la realización del prólogo de este libro.

Referencias

Arbesú García, M. I. y Díaz Barriga, F. (2013). Portafolio docente. Fundamentos, modelos y experiencias. Ediciones Díaz de Santos.

Bird, T. (1997). El portafolios del profesor: un ensayo sobre las posibilidades. En J. Millman y D. Hammond (eds.), Manual para la evaluación del profesorado (pp. 332-351). La Muralla.

Bozu, Z. (2012). Cómo elaborar un portafolio para mejorar la docencia universitaria. Una experiencia de formación del profesorado novel. Octaedro.

Bozu, Z. e Imbernón, F. (2012). El portafolio docente como estrategia formativa innovadora del profesorado novel universitario: un estudio de casos. Revista de Educación, 358, 238-257.

Cano, E. (2005). El portafolios del profesorado universitario. Un instrumento para la evaluación y para el desarrollo profesional. Octaedro.

Cano, E. e Imbernón, F. (2003). La carpeta docente como instrumento de desarrollo profesional del profesorado universitario. Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 17(2), 43-51.

Cordero, G. (2002). Consideraciones generales sobre el uso del portafolio de desempeño docente en educación superior. Acción Pedagógica, 11(2),76-83.

Fernández, A. (2004). El portafolio como estrategia formativa y de desarrollo profesional. Educar, 33, 127-142.

Jarauta, B. y Bozu, Z. (2013). Portafolio docente y formación pedagógica inicial del profesorado universitario: un estudio cualitativo en la Universidad de Barcelona. Educación XX1, 16(2), 343-362.

Knapper, C. y Wilcox, S. (2003). El portafolios docente. Monografías de la Red-U.

Pujolà, J. T. (Ed.) (2019). El portafolio digital en la docencia universitaria. Octaedro-IDP/ICE.

Seldin, P. y Miller, J. (2013). El portafolio docente. Guía práctica para un mejor desempeño y para la toma de decisiones relacionadas con titularidad y ascensos. Codeu.

Shulman, L. (1999). Portafolios del docente: una actividad teórica. En N. Lyons (comp.), El uso del portafolios. Propuestas para un nuevo profesionalismo docente (pp. 45-62). Amorrortu.

Notas

* Un agradecimiento especial al Centro de Enseñanza, Aprendizaje y Trayectoria Profesoral (CEAP) de la Universidad del Rosario por el apoyo en la materialización de este libro.

** Universidad de Barcelona, España. zoiabozu@ub.edu

1 A lo largo del texto utilizáremos las palabras profesor/es o docente/s, maestro/s e investigador/es como lenguaje inclusivo independientemente del género.

2 En la literatura científica se suelen emplear diversos sinónimos para hacer referencia a un mismo concepto: portafolios, portafolio, carpeta, dossier, etc. Asimismo, en este libro, los autores y autoras de cada una de las experiencias presentadas hacen uso de distintas terminologías para referirse a la metodología del portafolio (portafolio docente, el portafolios docente, portafolio de aprendizaje del profesor, portafolio de docencia, portafolio académico, etc.).

El portafolio del profesorado en educación superior

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