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¿Se consideró persona al Espíritu?

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Los hebreos describían al Espíritu con términos antropomórficos: «Enojaban al Espíritu»44. «El Espíritu guiaba a los hombres»45 y «los instruía»46, «les invitaba al descanso»47 o «se apoderaba de ellos»48. Hay razones para creer que este lenguaje es más que metafórico. Kirk hace notar que hay una analogía entre espíritus malignos y Espíritu de Dios49. Tanto los espíritus malignos como el Espíritu de Dios podían dominar las acciones del ser humano. A los espíritus malignos se les concibe personalmente, y esto hace razonable suponer que el Espíritu de Dios es también concebido personalmente. Kirk sostiene también que el Espíritu en el Antiguo Testamento tiene la característica de iniciativa al elegir, que es lo que distingue lo personal de lo impersonal.

«El Espíritu no es lo mismo para todos; se trate de una “cosa” o de un estimulante, escoge sus receptores entre los hombres, como a él (o a Yavé) le place. Es digno de atención el hecho de que los cuatro evangelistas, al comparar el Espíritu al viento, escogen como punto de comparación un rasgo en el que justamente el viento es menos impersonal (aunque la verdad es que de ninguna manera constituye una característica suya): su entera libertad de iniciativa. En lo tocante a los hombres, por consiguiente, no iremos más allá de la evidencia, si decimos que el Espíritu en el Antiguo Testamento se comporta con respecto a ellos como persona»50.

Está claro, sin embargo, como admite Kirk, que en general la iniciativa en los actos del Espíritu es la iniciativa de Yavé. Dice que en un más tardío judaísmo al Espíritu se le adjudicaba «carácter hipostático» en relación a Yavé; y cita Ag 2, 5: «Cuando vosotros salgáis de Egipto, y mi Espíritu more entre vosotros»51. Pero aún en este ejemplo no existe insinuación de interacción entre Yavé y su Espíritu. La acción es en una sola dirección, Dios actuando a través del Espíritu.

La palabra ruah, que se traduce «espíritu», significa «viento» o «aliento», y esto sugiere que al espíritu se le consideraba como algo material o físico52. En un judaísmo posterior al Espíritu se le consideraba como una clase de luz, o como un sonido, o como un objeto que tiene peso53. Pero, aunque el Espíritu sea considerado como físico en cierto sentido, no se sigue que el Espíritu deba ser impersonal54. Las cualidades personales del Espíritu son la capacidad de guiar, de enseñar, de apenarse, cualidades que no son propias del viento, del aliento, de la luz, del sonido o de los cuerpos sólidos como tales. Pero no existen indicios de que los judíos considerasen al Espíritu como personal hasta tal punto que pudiera comprometer su monoteísmo.

La Trinidad en el Nuevo Testamento

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