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Tecnologías políticas del cuerpo: excluir

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En la historia del capitalismo la relación entre el capital y la fuerza de trabajo ha requerido de la socialización de los trabajadores a las condiciones de producción y el uso de controles en función de la acumulación capitalista. Como he argumentado anteriormente, la crisis del modelo fordista-keynesiano,32 y la tercera revolución industrial implicaron tanto la reestructuración de las clases sociales como la estructura del empleo lo cual ha conducido a la reorganización del proceso productivo según diversas modalidades de precarización del empleo, flexibilización, subempleo o subcontratación. Estos cambios se han acentuado con la incorporación de la informática y la automatización. Sin embargo, no significan el fin del trabajo, por el contrario, a nivel mundial, se proletarizan nuevos sectores como la clase media, disminuyen los trabajadores con empleo estable y se internacionalizan las relaciones salariales.

Según Claudio Katz33 tres fenómenos confluyen en el incremento de la tasa de explotación: la desregulación laboral, la masificación del desempleo y la expansión de la pobreza. Los recortes de los derechos de los trabajadores han reforzado el control de las empresas y han conducido a un estancamiento de los salarios en los países avanzados, y a un retroceso en la mayoría de los países.

El desempleo en gran escala no es una consecuencia del cambio tecnológico, tampoco significa el «fin del trabajo», es un mecanismo para la precarización de las condiciones laborales, pues la ampliación de la masa de desocupados se debe a la reorganización capitalista del proceso del trabajo que tiende a dualizar los ingresos y las calificaciones laborales. En suma, es la privatización de todo tipo de actividades económicas y la «universalización del capital» a nivel planetario.

En una lógica semejante, Harvey sostiene que las consecuencias de este régimen de acumulación son altos niveles de desempleo «estructural», así como el desplazamiento del empleo regular hacia los contratos o subcontratos temporales o de medio tiempo y al retroceso del poder sindical. El poder de la acumulación flexible es el capital financiero lo que a su vez ha entrañado una «compresión espacio-temporal» en el mundo capitalista.

La exclusión masiva de la población ha recaído fundamentalmente sobre el trabajador asalariado y el migrante de origen campesino y/o urbano. Esto ha sido posible gracias a la violencia de la ley ejercida en contra de los derechos sociales que había garantizado el Estado de Bienestar desde el término de la segunda Guerra Mundial hasta la crisis de los setenta.34 Por lo tanto, el aumento de la pobreza y la concentración de la riqueza son efectos de la biopolítica contemporánea que libera ejércitos de desocupados, subempleados, trabajadores parciales, los que se constituyen en un factor de presión frente a los trabajadores que tienen empleo estable y un mecanismo que permite aumentar la tasa de explotación de los obreros y disminuir el salario. La desregulación laboral, la masificación del desempleo y la expansión de la pobreza se han extremado a través de las reformas del Estado vulnerando —una vez más— la inestable relación entre exclusión e inclusión de los sujetos al sistema social.

El cuerpo exceptuado

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