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Descanso para los que están agotados

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Las tentaciones que asaltan al médico son intensas, porque con frecuencia está más recargado de lo que puede soportar, con exceso de trabajo, agotado. Pero si encomienda el cuidado de su alma a Dios como fiel Creador, encontrará reposo y paz. Lo envolverá una reconfortante influencia procedente de Jesús.

Los médicos infieles abundan. No se dejan iluminar por la misma luz que ilumina a otros. Exaltan el yo, y pierden las ventajas espirituales y eternas. Pero los médicos que reciben la influencia de la verdad sobre la mente y el corazón, son hábiles en el uso de remedios tanto para el alma como para el cuerpo enfermos por el pecado. Asistidos por la sabiduría del cielo, pronuncian palabras que despertarán melodías en el alma a causa del crecimiento espiritual.

Usted es pastor del alma tanto como médico del cuerpo. Necesita ayuda divina, y podrá recibirla si se aproxima al Señor con la actitud de un niñito. Usted puede tener una abundante experiencia; pero no debe agotarse con demasiadas preocupaciones y esfuerzo excesivo. Si goza del equilibrio proporcionado por el Espíritu Santo buscará en primer lugar el reino de Dios y su justicia [Mat. 6:33]; y se colocará en una posición donde la verdad para este tiempo le será manifestada en rayos de luz claros y definidos. Discernirá la verdad en lo que concierne al tiempo presente, y su experiencia estará en armonía absoluta con el mensaje del tercer ángel...

Contemplemos lo eterno y lo invisible

No podemos mantener nuestra vista fija en las cosas visibles y al mismo tiempo apreciar las realidades eternas. Necesitamos, y especialmente usted que está tan agobiado por las aflicciones y las necesidades de la humanidad, mantener el ojo de la fe contemplando lo eterno y lo invisible, para que cada vez pueda conocer mejor el gran plan de Dios para ayudar a los sufrientes a discernir el valor del alma humana. Debe estimar el reproche de Cristo como una riqueza de más valor que los tesoros de Egipto [Heb. 11:26].

Sé que usted pasa por momentos de desánimo y pruebas que agobian su alma, hasta el punto de que casi olvida que Jesús es su Auxiliador, y que su ojo lo observa en todo momento. En el desarrollo de sus planes en favor de la bendición y el alivio de la humanidad, recuerde siempre que no es usted quien está realizando el trabajo. Cristo requiere que lleve su yugo y levante su carga. El gran corazón de Cristo, lleno de simpatía, siempre se está identificando con la humanidad doliente. Usted no puede hacer nada por su propia cuenta. Considérese como un instrumento en las manos de Dios, y deje que su mente, su paz y su gracia gobiernen su corazón y su vida.

Sea el hilo de Dios con el cual él teja su diseño. Nunca podrá manejarse a sí mismo. Tampoco podrá ubicarse con éxito en una posición adecuada. Debe trabajar como agente que colabora con Dios. “Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” [Fil. 2: 12, 13]. Aquí están los elementos combinados: Dios y el agente humano, ambos trabajando en armonía.–Carta 97, 1894.

El ministerio médico

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