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Crear un espacio sagrado

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Tu templo: para dar con el lugar deseado, debemos hacer un scouting de locaciones. En cine se llama así al proceso de selección de los lugares en los que se filma. Nosotras haremos lo mismo en nuestro hogar. Vamos a recorrer los espacios hasta elegir el lugar donde instalarnos. Vamos por lo posible y dejamos de lado los ideales. Puede ser el escritorio, un rincón en la habitación o en la sala, un espacio libre en el taller, cualquier lugar es válido. No es necesario un gran espacio, lo importante es la intención y lo fundamental, el amor. Ya instalada en el lugar, cerrás los ojos, respirás algunas veces lento y profundo, traés a la mente la intención de encontrar el mejor sitio para este propósito. Las sensaciones que brindan tu cuerpo y tu intuición –esa brújula interna– te van a indicar cuando estés en el lugar correcto.

Podés delimitarlo con una alfombra, tener un almohadón para meditar, una manta. Nuestro espacio nos representa y nos cobija. Ya veremos cómo se irá transformando junto con nosotras. Es posible que expanda sus límites y lleguemos a comprender que todo espacio que habitamos deviene sagrado porque nosotras somos sagradas.

Tu altar: una vez elegida la locación, pasamos al armado. ¿Qué elementos te representan? Una planta, velas, cristales, alguna foto, amuleto, aromas.

Un altar te recuerda quién sos, te lleva a reconocerte y a reafirmar el poder y el amor que hay en vos. Cada imagen y elemento emana la energía amorosa del que nos regaló el amuleto, de la persona o dibujo que está en la foto, del lugar de origen del cristal o la piedra elegida. Cada una tiene o encontrará los objetos sagrados que la acompañarán durante el viaje.

Tu ritual de apertura y cierre: al momento de ingresar a tu espacio sagrado, ¿qué es lo primero que hacés y qué será lo último antes de salir?

En mi caso, antes de realizar mi práctica (respirar, meditar, escribir), preparo lo necesario. Me descalzo, enciendo una vela con la intención de que mi maestro me guíe y me proteja, quemo palo santo y me dispongo para la experiencia.

Al terminar, me tomo unos minutos para agradecer la guía y la protección y a mí misma por haberme dedicado este tiempo. Así, mi rutina se convierte en un ritual, no hay acciones mecánicas, hay presencia; estoy ahí con lo que me sucede.

Podés probar haciendo algo similar, una acción simple y honesta que abra y otra que cierre, una experiencia que salga de tu corazón y que irás afinando con el correr de los días.

Pero atención, porque estos espacios funcionan como imanes, emanan energía que atrae a curiosos (personas y mascotas), y debemos estar preparadas para poner límites amables cuando, en medio de la práctica, sintamos que quieren invadir nuestro lugar de paz.

Tu libro sagrado: los libros sagrados fueron escritos por seres con el espíritu desarrollado, dotados de “inspiración divina”. En nuestro caso, podemos dejar que nuestro verdadero ser emerja y se exprese a través de un registro diario. Empezamos por elegir el cuaderno que nos acompañará durante el recorrido y será nuestro libro sagrado. Encontrar el cuaderno que te enamore significa regalarte algo que te merecés. De ahí que te tomes tiempo para dar con él, incluso podés hacerlo con tus propias manos.

Luego de haberlo creado, te disponés a comenzar una nueva rutina. La experiencia de estar presente y tener un sadhana diario te dará una visión más clara de dónde estás y hacia dónde querés ir.

Fuerza Matriz

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