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DISCURSOS


CONTRA EUTINO (XXI)

El presente discurso es una acusación privada para reclamar un dinero confiado en depósito (díkē parakatathḗkēs). Durante el gobierno de los Treinta1, un tal Nicias, que ha sido ya despojado de sus derechos cívicos por sus enemigos, y teme algo peor, confía tres talentos2 en depósito a un pariente suyo, Eutino. Algo más tarde, Nicias piensa en marchar del país y reclama el dinero, pero Eutino sólo le devuelve dos talentos. De momento Nicias prefiere guardar silencio, pero cuando cambia la situación política con la restauración de la democracia, demanda a Eutino. El orador es un amigo de Nicias que habla en su nombre, y el proceso ofrece la dificultad de que no hay testigos, circunstancia anormal, ya que sólo los depósitos en casa de banca se hacen sin testigos. Así, habrá que convencer a los jueces sólo mediante razonamientos.

El discurso es deuterológico3, ya que el primer discurso lo ha pronunciado Eutino (16) y, según parece, fue compuesto por Lisias (XCV 70, de la colección Lisíaca).

Su fecha puede situarse poco después del restablecimiento de la democracia (403 a. C.), lo que hace que sea cronológicamente la obra más antigua conservada de Isócrates.

[1] No me faltan motivos para hablar en favor de Nicias, aquí presente; ocurre que es amigo mío, que se encuentra en apuros, que es víctima de una injusticia y que no sabe de oratoria; así que por todas estas circunstancias me veo obligado a hablar en su defensa.

[2] De qué forma pudo llegar a celebrarse el trato entre él y Eutino, os lo contaré de la manera más breve que pueda. Porque este Nicias, cuando se establecieron los Treinta y sus enemigos le privaron de la ciudadanía y le inscribieron en la lista de Lisandro4, temiendo las circunstancias de entonces, hipotecó su vivienda, envió a sus criados fuera del territorio, transportó sus muebles a mi casa, dio a guardar tres talentos de plata a Eutino, y él se retiró al campo y estableció allí su residencia.

[3] No mucho tiempo después, queriendo irse en barco, le reclamó el dinero. Eutino devuelve dos talentos, pero niega el tercero. Nicias no pudo hacer nada en aquel momento; pero entre sus amigos le acusaba, le hacía reproches y manifestaba lo que él había sufrido. Y tan influyente creía a Eutino y tanto temía la situación política que prefirió guardar silencio perdiendo poco a reclamar como otros que no habían perdido nada5.

[4] Esto es lo sucedido. Sin embargo, el asunto se puso difícil para nosotros. Pues nadie, ni libre ni esclavo, estuvo con Nicias cuando depositó el dinero ni cuando lo retiró; de forma que es imposible averiguar los hechos ni por testimonio ni por tortura6, sino que nosotros tenemos que demostrar y vosotros decidir a partir de pruebas conjeturales cuál de los dos dice la verdad.

Creo que todos sabéis que quienes, sin tener bien alguno, [5] son diestros en la oratoria, se dedican sobre todo a acusar falsamente a los que carecen de esta facultad pero pueden pagar dinero. Sucede que Nicias tiene más dinero que Eutino, pero su elocuencia es menor; así que no es posible que se atreva a proceder contra éste injustamente.

Al contrario, de este mismo proceso cualquiera podría [6] deducir que sería mucho más verosímil que Eutino, tras recibir el dinero, lo negara a que Nicias reclamara sin haberlo dado. Pues está claro que todos los que delinquen lo hacen por ganar algo. Los defraudadores consiguen aquello que les lleva a defraudar, pero los que reclaman ni siquiera saben si van a recuperarlo.

Aparte de esto, al estar agitada la situación en la [7] ciudad y no funcionar los tribunales regulares7, Nicias ninguna ventaja tenía al reclamar, Eutino ningún temor en robar. Y así no es cosa sorprendente que, cuando incluso los que pidieron préstamos ante testigos negaban haberlos recibido, éste se quede con lo que recibió sin testigos, a solas los dos. Y tampoco es verosímil que Nicias creyera que iba a recuperar algo, reclamándolo entonces sin fundamento, cuando ni a los que era obligación pagar en justicia les era posible recuperarlo.

Incluso, si nada le impedía a Nicias acusar falsamente, [8] sino que podía y quería hacerlo, es fácil deducir que no habría procedido contra Eutino. Porque los que desean hacer esto no comienzan por sus amigos, sino que junto con ellos proceden contra otros y acusan a los que ni respetan ni temen, y a los que ven ricos, pero [9] aislados e incapaces de reaccionar. A Eutino le ocurre lo contrario de esto; pues resulta que es pariente de Nicias, que tiene más capacidad que éste de hablar y obrar, y aunque tiene poco dinero, son muchos sus amigos. Por ello es la última persona a la que Nicias atacaría. Y me parece, conociendo la familiaridad que se tienen, que ni siquiera Eutino habría defraudado a Nicias si le hubiera sido posible privar a otro cualquiera de este dinero.

[10] Pero ahora el proceso para ellos era más simple...8. Pues es posible acusar al que se quiere, pero no se puede robar sino al que ha hecho el depósito del dinero. Así Nicias, si hubiera querido hacer una falsa acusación, no habría procedido contra Eutino; pero éste, si intentaba robar, no tenía a otro.

[11] Y hay una prueba fuerte y suficiente en todos los aspectos. Cuando se produjo la querella, estaba establecida la oligarquía en la que cada uno de ellos tenía esta situación: Nicias, aunque antes acostumbrase a hacer falsas acusaciones, entonces habría dejado de hacerlo, y Eutino, aunque nunca se le hubiera ocurrido delinquir, entonces se habría dejado arrastrar.

[12] Pues él estaba bien considerado precisamente por sus faltas, pero Nicias era objeto de intrigas por su dinero. Porque todos sabéis que en aquella época era más peligroso ser rico que hacer fechorías; unos, en efecto, tomaban lo ajeno, mientras que otros perdían lo propio. La ciudad estaba en manos de gentes que no castigaban a los delincuentes, sino que desposeían a los que tenían algo y consideraban gente de confianza a los criminales y enemigos a los ricos.

[13] Y por ello, Nicias no tenía que preocuparse de cómo robar lo ajeno mediante una falsa acusación, sino de no sufrir ningún daño aun siendo inocente. En cambio al que tenía tanta influencia como Eutino, le estaba permitido apropiarse de lo que había recibido en depósito e incluso acusar a los que nada le habían prestado; quienes estaban en la situación de Nicias se veían forzados a devolver los préstamos a sus deudores y a entregar su propio dinero a los falsos acusadores.

Y que esto que digo es verdad, el propio Eutino os lo [14] corroboraría; pues sabe que Timoteo le sacó a Nicias treinta minas9, no por reclamarle una deuda, sino con la amenaza de llevarle a juicio. Y entonces ¿cómo se puede creer que Nicias llegase a tal insensatez como para acusar en falso a otro cuando él mismo peligraba en su seguridad personal?

¿Iba a acechar con intrigas los bienes ajenos cuando [15] no podía salvar los propios? ¿Se crearía otros adversarios aparte de los enemigos que ya tenía? ¿Presentaría una reclamación injusta ante aquellos de quienes no era capaz de alcanzar justicia, ni aun estando ellos de acuerdo en que le habían robado? ¿Buscaría estar por encima de los demás cuando no le era posible estar a su misma altura? Y en un momento en que se veía forzado a pagar lo que no había recibido, ¿esperaría entonces obtener lo que no había prestado?

Sobre esto, basta lo dicho. Pero quizá Eutino dirá, [16] como ya hizo antes, que, de intentar delinquir, no habría devuelto dos partes del depósito confiado, y, en cambio, retenido la tercera, sino que habría tenido una misma actitud sobre toda la suma, ya tuviera la intención de delinquir, ya la decisión de ser honrado. Yo, [17] en cambio, creo que todos sabéis que todos los hombres, cuando se disponen a cometer un delito, al mismo tiempo se preparan una defensa. De forma que no hay que admirarse si Eutino cometió así su delito, para tener estos argumentos. Incluso podría señalar también a otros que, tras recibir dinero, devolvieron la mayor parte y se quedaron con un poco, y cometiendo fraudes en pequeños contratos, se comportaron como hombres honrados en los grandes. Así que Eutino no fue el único [18] ni el primero en obrar así. Debéis considerar que, si dais por buenos a los que razonan de este modo, estableceréis una ley sobre cómo se debe hacer un fraude; y de esta forma, en el futuro, devolverán una parte y se quedarán el resto. Pues les vendrá bien si piensan que, al utilizar como prueba lo que devuelvan, no sufrirán castigo por lo que roben.

[19] Mirad también qué fácil es hablar en favor de Nicias con una defensa parecida a la usada por Eutino. Pues cuando recobró los dos talentos, nadie estuvo como testigo; así que, si quería y decidía acusarle falsamente, es evidente que ni siquiera habría reconocido haber cobrado los dos talentos, sino que habría reclamado todo el dinero. Y, entonces, Eutino correría el riesgo de ser condenado a pagar una suma mayor, y, además, no habría tenido las pruebas que ahora usa.

[20] En lo que se refiere a Nicias, ciertamente nadie podría señalar por qué motivo acusó así, pero es fácil conocer los motivos por los que Eutino delinquió de esta manera. Cuando Nicias estaba en mala situación, todos sus parientes y amigos sabían que había confiado a Eutino el dinero que tenía.

[21] Por tanto, Eutino sabía que muchos tenían conocimiento de que el dinero estaba en su poder, pero que nadie conocía su cuantía; así que pensó que no sería descubierto si tomaba algo del total, pero que si cogía todo, quedaría en evidencia. Por ello, tras quedarse con lo suficiente, prefirió dejar una coartada para el futuro antes que no poder negarlo, si no devolvía nada.


1 A finales de abril del año 404 a. C., Atenas pierde la guerra del Peloponeso; con la ayuda de los espartanos (que mantienen en la Acrópolis una guarnición de 700 hombres), los oligarcas cambian la constitución, nombrando una comisión de treinta ciudadanos para que elaboren otra de acuerdo con principios aristocráticos; fue una época de arreglo de cuentas y de terror; cf. los testimonios de contemporáneos como JENOFONTE en Helénicas, PLATÓN en su célebre Carta VII, LISIAS en Contra Eratóstenes o lo que nos dice ARISTÓTELES en la Constitución de Atenas.

2 El talento era una suma de oro o plata, de valor variable en cada ciudad griega; en Atenas, el talento era de 60 minas de plata (unos 27 kgs.); el talento de oro valía diez veces más.

3 Esto es, segundo discurso o discurso de respuesta.

4 Según JENOFONTE (Helénicas II 3, 17-19), los treinta tiranos, apoyados por el almirante espartano Lisandro, excluyeron de derechos políticos a todos los ciudadanos, salvo a 3.000.

5 Este pasaje resulta difícil; el texto dice literalmente «que con mucha más prontitud guardó silencio privado de poco que reclamó sin haber perdido nada»; Nicias prefiere pasar desapercibido: no puede presentarse ante un tribunal hostil; en contraste, con afán de pleitos típico, en Atenas muchos reclaman aunque nadie les haya quitado nada; Nicias ni siquiera puede hacer una reclamación.

6 A los esclavos se les puede aplicar el tormento para obtener su testimonio; veremos en el discurso Sobre un asunto de banca más detalles sobre este hecho.

7 Durante el régimen de los Treinta todas las funciones judiciales las asumió el Consejo (boulḗ).

8 Texto corrupto.

9 La mina era a la vez una unidad de peso y monetaria. Equivalía a 436 gramos y se dividía en 100 dracmas. Diez minas de plata equivalían a una mina de oro.

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