Читать книгу Yo no pedí ser oro - Patricia Adrianzén de Vergara - Страница 16

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UN ALUD DE LÁGRIMAS

“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”.

(Proverbios 17:17)

A veces es inevitable el llanto. Si imaginas los pulmones enfermos de tu bebé puede desbordarse en un alud. Pero lo contengo. El médico dijo que no contagiaría, sin embargo, evito llevarla al salón cuna cuando llego al templo por precaución.

La mujer frágil me observa. Conversamos hace unos minutos y estuvo de acuerdo conmigo, mi bebé podría llevarse a la boca los juguetes y luego otro niño hacer lo mismo, mejor evitar. Pero mi niña es inquieta, dejó de lado los juguetes que le traje y no sé que hacer con ella, empieza a interrumpir el servicio. La mujer frágil se acerca, ella siempre quiere ayudarme y ahora sí que tengo que esforzarme por contener el llanto, porque resuelta y tierna me ofrece los juguetes de su hijo para que mi niña se tranquilice y haga con ellos lo que quiera, aún llevárselos a la boca, y yo comprendo que es la forma más silenciosa en que puede decirme que me ama y disipar mi niebla.

Yo no pedí ser oro

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