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Misionero en Misiones

Siguiendo mi llamado, recalé en Argentina, tierra que amo y siento como mía, y donde pude experimentar Su amor, Su providencia y Sus milagros, hasta el día de hoy.

Por el pastor Olaf Smolich

Argentina para toda la vida; así dice una imagen que colgué en mi oficina. Ya se van a cumplir cuarenta años desde que contraje matrimonio conscientemente con una argentina. Tenía 27 cuando me casé, y había tenido muchas oportunidades de elegir alguna otra mujer con el objetivo de que sea la mejor de todas. Con sólo decir que durante cuatro años estudié en una facultad donde, de los ciento treinta estudiantes de mi curso, cien eran mujeres (hermosas mujeres).

Pero sin duda, cuando conocí Argentina y los diferentes matices, la variedad de razas y, especialmente, el espíritu de sus mujeres, me enamoré de ellas y de esa tierra. Son las más hermosas, no solamente por sus atributos físicos, sino más aún por su actitud, porque vi a las mujeres argentinas muy diferentes a las europeas. Están orgullosas de su patria, de su tierra, y más aún de su condición de mujeres.

Lamento tanto el movimiento feminista, el cual pude vivir de cerca en Alemania en la facultad, y en el cual parecía que ninguna mujer estaba orgullosa de serlo. Todas querían competir con los hombres, aún hasta el día de hoy. Es en ese punto donde pierden mucho, cuando no están orgullosas de lo que realmente tienen para agradecerle a quien las hizo: Ser mujer les permite ser madres, lo que para mí es lo máximo que Dios pudo crear.

Donde todo comenzó

En abril del año 1981 dimos el sí con mi esposa. Para el momento en que escribo esto, estamos por cumplir cuarenta años de casados y, todavía hoy, debemos aprender cada día a convivir, porque somos muy diferentes. Viví veintitrés años en Alemania, tres años en Brasil como misionero, y el resto del tiempo prácticamente en Argentina, el país más hermoso que he conocido. Visité muchos países, porque pude viajar bastante, pero sin dudas Argentina robó mi alma.

No hay país con tantas diferencias en sus paisajes, sus dialectos, su idiosincrasia, su cultura. Tiene varias cosas europeas, pero también mucha influencia indígena. Debo confesarlo: Estoy enamorado de Argentina. Muchos de los que lean esto probablemente tienen el privilegio de haber nacido aquí. No es mi caso. Pero sí la elegí, la abracé y la abrazo hasta hoy. Y muy probablemente, si Dios quiere, me van a enterrar en Argentina y será un orgullo para mí.

¿Cómo llegué a este país y cómo fue mi vida antes? Bien, nací en julio de 1953 en Berlín, la capital germana. Era la Alemania Oriental, en la cual, después de la Segunda Guerra Mundial, la URSS (fingiendo elecciones) impuso el sistema comunista.

Soy único hijo, y por un milagro mi padre sobrevivió a la guerra, y en especial a una muy seria enfermedad del estómago después de regresar de los campos de batalla. Creo que fue la providencia de Dios la que lo sanó. Él capitalizó ese milagro, y en cuanto tuvo la oportunidad salió con su esposa, su único hijo y su suegra, y se escapó a la parte libre de la nación, a Alemania Occidental.

Allí fue donde pude crecer y donde mi padre trató de darme la mejor escuela, buscando excelencia para mi educación. Puede ser que eso lo haya logrado, pero lamentablemente no supo prepararme para mi llamado. Durante mi niñez Dios me llamó tres veces. En tres oportunidades tuve experiencias extraordinarias (que ahora no vienen al caso) donde sentí Su llamado, y sabía que un día iba a servirle. El problema es que no hubo nadie que me explicara cómo tenía que vivir con esto y prepararme.

Conceptualmente perdido

Así que, en la escuela, que era científica, no cristiana, nadie entendía nada de esto y nada me preparaba para mi llamado. Me empecé a rebelar contra la hipocresía de mis maestros y también de mis padres. Todo el mundo a mi alrededor se decía “cristiano”, pero en el fondo nadie lo era realmente.

Mi maestro de teología de la secundaria, un profesor que hablaba perfectamente hebreo, griego y muy cultivado en su especialidad, cuando le pregunte si él creía en la existencia del diablo, me dijo “No. Es un concepto”. Entonces, en mi corazón decidí que, si ese era un concepto y no una persona, no un poder, entonces tampoco Dios existía, todo era una mentira.

Para mí el cristianismo se había convertido en la religión más mentirosa e hipócrita de todas. Una creencia en la que tanto hablaban del amor, pero lo que no se ve entre las iglesias y entre los pastores es amor; donde tanto hablaban de paz, pero ninguna otra religión causó dos guerras mundiales, sino los pueblos cristianos. Así que, con rechazo en mi corazón, comencé a buscar el sentir de la vida lejos de la cultura occidental.

Comenzó en esa época el movimiento hippie, y me volqué totalmente a esta novedosa corriente, basada en la protesta contra la cultura, la política y la religión occidental. Regalábamos flores a policías y soldados. Nuestro slogan era “Haz el amor, no la guerra”. Obviamente, tampoco éramos mejores. En ese tiempo empecé a experimentar con drogas, primero hachís, luego LSD, y me perdí totalmente.

La verdad revelada

Todo se volvió extremo. Tres de mis mejores amigos se suicidaron, y yo estaba muy cerca de eso, cuando un pastor argentino de visita en Alemania oró conmigo. Durante su oración tuve una experiencia que es imposible ponerla en palabras. Vi la gloria de Dios y entendí que Jesucristo murió por mí. Tuve que reconocer mi horrendo pecado. Había atentado contra todas las leyes de Dios. Estaba totalmente pervertido. No hay expresión para describir mi culpa y mi pecado.

Pero en un momento me mostró que Él, y solamente Él, murió en mi lugar y me lavó con Su sangre. En el mismo instante me habló, y me dijo “Tú predicarás mi palabra”, lo que me humilló hasta el polvo. Hasta ese día había blasfemado contra el Dios cristiano, me había burlado de Él en público, había hablado en Su contra palabras que no puedo repetir. Lo odiaba. Pero Él me puso en el ministerio. Y como si fuese poco, en ese tiempo estaba muy enfermo, había perdido mucha sangre y Él me sanó. Nunca más volvió esa enfermedad.

Pude terminar mis estudios en la facultad católica y entendí que la teología era la peor enemiga de mi nueva fe. Los teólogos no creen que Jesús resucitó y que volverá a buscar a Su Iglesia. Toda la Biblia comenzaba a tener sentido para mí. Me daba cuenta de que es la palabra de Dios revelada, inspirada totalmente por el Espíritu Santo.

Después de terminar mis estudios, el Señor me guio para ir como misionero a Brasil, donde alguien experimentado me introdujo al trabajo de campo. Tuve que aprender a trabajar con mis manos. Edificamos muchas casas, templos, pero también hicimos evangelismo, seminarios, enseñanzas. En el año 1981 me casé en Oberá, Misiones, con la hija de aquel pastor que había orado conmigo.

Milagro macroeconómico

En julio de 1982 nos asentamos definitivamente en Misiones, Argentina. En esa época terminaba la guerra de las Malvinas y al poco tiempo, Alfonsín asumía el gobierno en la vuelta de la democracia. El dinero que había llevado a ese país para comenzar mi existencia como misionero en Misiones, no alcanzaba para comprar ni siquiera un auto económico, como lo era un Renault 6.

Así que oré y clamé al Señor una noche, y le prometí “Si Tú cambias la economía en Argentina de tal manera que pueda comprar el auto que realmente necesito, un terreno para la iglesia y para mi casa, y algunos muebles para empezar la vida aquí, lo que me pueda ahorrar lo voy a dar para Tu obra, donde no lo aproveche yo”. Pensaba en hacer un pozo de agua en el hogar de niños de Oberá.

La mañana después de esa oración mi suegro trajo el periódico: Alfonsín había liberado el mercado económico. El dólar a las dos semanas valía mucho más. Tanto que podía comprar un buen auto, dos terrenos (uno para la iglesia y otro para mí), muebles para empezar a vivir una vida digna y hasta alquilar una casita para empezar una obra en Jardín América, donde abrimos una iglesia que se llama Peniel.

Comenzamos con lo que yo llamaba “sana doctrina de Alemania”, pensando que lo que había aprendido en mi país era mejor. ¡Oh, cuánto tenía que aprender! Mi choque cultural no demoró mucho. No voy a contar cuántos problemas tuve con mi mentalidad alemana, pero recién cuando me frustré totalmente con mi “sana doctrina” fue que empezó un pequeño avivamiento. Acepté que algunos hermanos argentinos me ayudaran con una carpa, y de ese evento unas cincuenta personas se convirtieron. Fue un pequeño avivamiento que terminó formando el núcleo de la nueva iglesia.

Alicia

Quiero contar una sola historia, la que más me quedó e impresionó. Hace poco la conté a mis amigos en Gobernador Virasoro, Corrientes, donde vivo ahora. Una vez vino una mujer muy pobre, tanto como no he conocido nadie en toda mi vida. Vivía en una casita afuera de Jardín América. Había tenido ya dieciséis hijos, y con los dos o tres que ahora convivía, compartía una gran necesidad.

Así que tenía que decidir cómo ayudarla, porque muchas veces no tenía para comer. En invierno no tenían cómo calentarse y estaban casi desnudos. En una ocasión le llevé algunas cosas y me preguntaba qué iban a decir los vecinos cuando me vieran con mi auto llevar leña, comida, etc., siendo ella más o menos de mi edad. Temía por mi testimonio, pero por otro lado no podía dejarla sola, porque los niños y ella necesitaban ayuda.

Oré frente a su casa y pregunté a Dios qué tenía que hacer, si debía cuidar mi testimonio, o a una de las primeras almas de la iglesia. Entonces, tuve una visión: Vi a esta persona, llamada Alicia Sosa, en ropas blancas resplandecientes. Y escuché una voz que me dijo: “Quiero que ella esté conmigo en el cielo”. Esto me humilló terriblemente; ¿por qué había dudado en atenderla? ¿Qué importaba lo que decían los vecinos? Había que ayudarla, por lo que seguí asistiéndola.

El milagro de Cristóbal

Pronto, después de bautizarse, tuvo otro hijo, y este nació paralítico. Un día la visité con un pastor amigo de Alemania que tenía el don de profecía. Mientras orábamos con la familia, él dijo “Este niño, Cristóbal, va a caminar”. Me lo guardé bien, porque soy muy crítico con las profecías; si no se cumplen, los profetas deben ser denunciados. Así que observé a este niño durante años, y no caminaba.

Un día, Alicia llegó a la iglesia con Cristóbal en su carrito, quien más o menos tenía tres años. Mi suegro predicó y al finalizar oró por el niño. Le dijo “Cristóbal, levántate y anda”, y el niño, que nunca había caminado, se levantó de su carrito e hizo los primeros pasos.

Al tiempo ella tuvo que dejar a este niño en el hogar de mi suegro, y lo vi allí durante un tiempo, y experimenté algo maravilloso: él era el guía de un niño ciego, caminaba y lo tomaba de las manos, llevándolo por todos lados. Nunca me olvidaré de esa pareja, Cristóbal y el cieguito. Lamento haber perdido el contacto con Alicia, porque ella se fue a vivir a Posadas, donde una vez más la visité, y fue la última vez que la vi.

Luego de contarle esto a mis hermanos en Corrientes, me arrodillé junto a mi cama y pedí a Dios: “Señor, tú sabes dónde está Alicia, si vive, y si Cristóbal está bien. No quisiera contar historias que no son verídicas”. Hacía más o menos 35 años que no había visto ni escuchado nada sobre ella. Después de esa oración, pasaron dos semanas y un tal César me escribió un whatsapp: “Usted es mi pastor, quien en Jardín América tocaba la trompeta”.

“Si” le dije “Eso es verdad. Pero ¿quién eres?”.

“Soy César Sosa”, respondió.

Le pregunté “¿Cómo se llama tu mamá?”.

“Alicia Sosa” me contestó. Dios había hecho un milagro. César Sosa, el hijo mayor de Alicia, milagrosamente se comunicó conmigo. Nunca habíamos tenido contacto, ni por teléfono ni por whatsapp ni por nada. La última vez lo había visto en Jardín América treinta años atrás.

Comencé a tener contacto con Alicia, con Cristóbal (que sigue caminando, y tiene una fábrica de ladrillos y lajas en Posadas), y con muchos de los otros hijos. Pensamos encontrarnos en Posadas después de la pandemia y agradecer a Dios por sus milagros, y sobre todo por haberme elegido para ser misionero en Misiones.

Proyecto “Misión Guaraní”: Fase Uno

Entre los años 1983 y 2003 visité semanalmente las aldeas Cuñá-Pirú, Línea Cuchilla y Sapukái, donde hicimos amistad con varias familias, la cual perdura hasta hoy. En 1985 se inauguró la primera casita de oración, y en el mismo día los creyentes fueron expulsados violentamente de su aldea y se dispersaron. Durante veinte años hubo varios avivamientos pequeños y bautismos, siempre con el triste resultado de una expulsión y dispersión de los creyentes. El fruto no se podía preservar en una iglesia autóctona.

En el año 1992 atravesé una profunda crisis en mi ministerio, durante la cual tuve que rendir cuentas ante mi propia conciencia sobre mi trabajo y tomar una decisión respecto a si iba a volver a Alemania o seguiría ministrando en Argentina. Después de varios meses de intensa oración tuve la siguiente visión: sobre una plataforma estaban parados los miembros de mi Iglesia Misionera de Alemania. No reconocí a nadie en especial, mas sabía que era mi iglesia, aquella que me había enviado junto a nueve misioneros y nos había sustentado con mucha perseverancia y amor durante tantos años.

En la visión pude ver sobre sus cabezas una inmensa corona. Entendí en mi corazón que esta corona pertenece a las iglesias misioneras en todo el mundo, las cuales se jugaron por el último gran mandato de Jesús y así probaron la más desinteresada consagración, los mayores sacrificios, la mayor disposición a sufrir, y demostraron unidad, paciencia y madurez espiritual.

Entendí que los verdaderos héroes y vencedores que engrandecieron países y continentes delante de Dios fueron gente como ellos. Por causa de estos cristianos verdaderos, en su época Dios engrandeció países como Inglaterra, Alemania, Suecia, Estados Unidos y Corea.

Después cambió la visión, y vi multitudes de hermanos latinoamericanos en un movimiento creciente, como niños entusiasmados. Dentro de mí percibí la voz de Dios que decía: “Ayuda a mi pueblo en Sudamérica a hacer misión. También a ellos quiero alcanzar esta corona”. Junto con estas palabras fueron renovadas mis fuerzas, mi fe y mi unción. Sé que la mayor bendición espiritual o material no es la que recibimos, sino la que damos.

A partir de esta experiencia, como iglesia hemos podido realizar muchos cultos misioneros, conferencias, proyectos y misiones en Cuba, Paraguay, Bolivia y muchos lugares de Argentina. Se abrieron puertas como nunca lo habíamos soñado. No todas las congregaciones se abren a la visión, pero las que lo hacen experimentan una renovación de su mente, como dice Romanos 12:2. Son cambiados en su mentalidad teológica, trasladados de una laguna de sal a la rivera de un río maravilloso como dice Ezequiel 47.

En Mateo 24 el Señor predice el desenvolvimiento de la historia cristiana. En los versículos 1 al 13 muchas señales negativas asustan y paralizan. Desde afuera: guerras, terremotos, pestes, etc.; desde adentro: seducción, traición y enfriamiento. Muchos movimientos cristianos a lo largo de la historia se transformaron en lagunas de sal.

Mas Mateo 24:14 nos da esperanza: habrá cristianismo verdadero, vivo, no solo teológicamente limpio. Este río se caracteriza por cumplir el mandato de Jesucristo de predicar el evangelio en todos los grupos étnicos de esta tierra. Sabemos que recién hemos puesto los pies en el borde del río. Dios nos dio pruebas de su fidelidad y bondad. Debemos avanzar los próximos mil codos.

Entonces, el Señor llamó nuestra atención a la necesidad de los aborígenes guaraníes Mbyá. Fue como si Él nos hubiera dicho: “Si ustedes no logran implantar un verdadero y permanente testimonio, una iglesia autóctona en este grupo étnico de los guaraníes Mbyá, vuestra visión de misión permanecerá en el nivel del deseo, del sueño de un niño”. La primera conferencia de Misión Guaraní se realizó en la iglesia Peniel, en Jardín América en 1997.

Fase Dos

Sucedió entre los años 2003 y 2013. El número de comunidades Mbyá registradas y permitidas en la provincia de Misiones aumentó de veinticinco a más de cien. Durante la “Fase Uno” y a pesar de una creciente frustración, Dios confirmó la visión de “hacer misión en y desde Argentina”, especialmente entre etnias menos alcanzadas, es decir, sin iglesias autóctonas.

La impotencia nos llevó a reconocer que no se puede lograr el objetivo de una iglesia “autóctona” sin obreros que dediquen su vida entera primeramente a aprender la cultura y el idioma Mbyá. En 2001 nuestra desesperada oración fue: “Dios, danos una pareja joven y algo de tierra cerca de las aldeas donde no puedan expulsarnos más”. Al cabo de dos meses, Dios respondió esta oración y llamó a una pareja joven, mientras unos amigos nos prestaron terrenos pegados a varias aldeas.

Aquella joven pareja de misioneros, Jorge y Marilina Kelm, escribieron lo siguiente: “Luego de casarnos en el año 2003, realizamos juntos la Capacitación Misionera Transcultural en Córdoba y decidimos renunciar a nuestra vida y dedicarla al Señor en la obra misionera para servir y acompañar al pueblo guaraní Mbyá, que es el menos alcanzado de nuestro país”. Para más información, se pueden visitar los videos del canal de YouTube “MGM, Misión Guaraní Mbyá”, programas cuatro al seis.

Adoptados como Misioneros por la iglesia de Virasoro, Corrientes, en el año 2005 nos mudamos a Cuñá Pirú comenzando la tarea pionera en la Misión Guaraní, viviendo en el contexto al lado de las comunidades. A partir del año 2008 conocimos a Erich Bertuzzi y el equipo misionero de la Iglesia del Centro (Rosario). Desde entonces nos apoyan junto con otras iglesias. Actualmente desarrollamos la revisión y adaptación de la Biblia en el idioma guaraní Mbyá con dos traductores de Wycliffe: Bob Dooley y Ralph Reed, y Rodolfo Senn como consultor.

Es el tercer año consecutivo que recibimos del CCMT alumnos, futuros misioneros, por tres meses para realizar la parte práctica o inmersión transcultural, de los cuales tres actualmente están en el equipo de misión guaraní.

Pedimos oración por el trabajo de revisión, por el crecimiento espiritual de los líderes Mbyá que estamos discipulando en diferentes aldeas de la provincia, por las aldeas que abren sus puertas al evangelio, por los encuentros de familias que realizamos una vez al mes con hermanos guaraníes de más de diez aldeas y por el proyecto del primer instituto bíblico en el contexto guaraní en Cuñá Pirú.

A continuación, un resumen de los sucesos más importantes en esta segunda fase:

 2002: Hicimos una oración decisiva para que Dios envíe una pareja joven de misioneros y a la vez podamos conseguir un terreno para las reuniones.

 2003-2004: Hicimos la preparación transcultural de los Kelm.

 2004: Tuvimos contacto con los Mbyá en Brasil, y junto con Manfred Weidh y Bob Dooley presentamos la Biblia Mbyá en Brasil.

 2004-2005: Edificamos la Casa de los Misioneros en el terreno MG.

 2005: Llegada del evangelista Mbyá, Brígido, desde Paraguay.

 2006: Edificación del albergue en el terreno MG.

 2007: Conseguimos agua para la comunidad de Cuñá-Pirú, donde también edificamos la Casa de oración.

 2013: Expulsión de Brígido y el proyecto de la comunidad de “Nueva Esperanza”.

 2015: Comienza la revisión de la Biblia “Mbyá” por el equipo Bob Dooley y Ralph Reed.

 2016: El puente, albergue, escuela y futuro instituto bíblico para Nueva Esperanza.

Fase Tres

Se dio en el período comprendido entre 2013 y 2021, y si bien la fase dos significaba una intensificación enorme del trabajo, la meta de una iglesia autóctona Mbyá no se realizó. Las expulsiones y desaparición de los creyentes seguían, quienes eran vistos como una minoría. En 2009 me había retirado del pastorado de la iglesia Elías y comencé prioritariamente a supervisar Misión Guaraní. La iglesia local Peniel, de Jardín América, me llamó nuevamente al pastorado.

El número de comunidades Mbyá en la provincia se multiplicó a más de doscientas. Nuevamente surgió una oración desesperada: una sola pareja de misioneros no podía promover un movimiento. Las iglesias en Argentina difícilmente envían misioneros para un ministerio a largo plazo, que aun después de tres a cinco años no pueden sustentar su propio pastor. “¡Señor, envíanos más misioneros!”.

A partir del 2014 comenzaron a llegar más misioneros para formar un equipo interdenominacional e intercultural. Desde Alemania vinieron los Friese (2014-2020), desde Bolivia vino Orfa, desde Perú llegó Lorena (2017-2021), desde La Rioja, Argentina, Daniel Martínez y Rafael Montivero, con su esposa Ivi. En ese momento esperábamos desde Mendoza a Daniel Lezcano y Mónica, que nos escribieron lo siguiente:

“Fuimos llamados al ministerio de misiones en el 2018. Nuestro corazón está puesto en el pueblo Mbyá guaraní, en la provincia de Misiones, Argentina. Hemos tomado capacitaciones transculturales y alfabetización. Nuestro anhelo es poder capacitar y discipular un grupo de nativos Mbyá para que ellos mismos puedan levantar una iglesia autóctona dentro de su pueblo, y sientan de esta forma el llamado a las misiones. Si Dios quiere, que misioneros salgan desde el pueblo Mbyá.

A partir del mes de marzo del año 2021 nos trasladaremos a Misiones desde Mendoza, que es nuestra ciudad natal. Hemos estado esperando este momento con muchas ansias y expectativas, y confiando en los pasos que el Señor nos va mostrando para dar.”

Este es un resumen de los sucesos más importantes en esta tercera fase, durante la cual los seminarios de “Transformación integral comunitaria” (“TIC”) han sido de gran importancia para nuestro trabajo:

 Junio 2016: Tuvimos un seminario de visión “TIC” en la iglesia Peniel, en Jardín América, con treinta participantes de dos aldeas Mbyá y dos iglesias.

 Septiembre 2017: Participamos de un nuevo seminario “TIC”, CDC 1 (Capacitación de Capacitadores), con veinticinco participantes de seis comunidades Mbyá y miembros de la etnia Qom.

 Noviembre 2017: Otro Seminario, CDC 2, con dieciséis participantes de cuatro comunidades y dos iglesias.

 Abril 2017: Cumplimos el sueño de muchos años y pudimos formar la fundación “MG, Misión Guaraní Mbyá”.

 Abril 2018: Tuvimos otro seminario CDC 1, con quince participantes de cinco comunidades, y tres misioneros.

 Marzo 2019: Hicimos un nuevo seminario lingüístico llamado “Letra”, para el aprendizaje del Mbyá. Con 5 mentores Mbyá nos ha dado otra herramienta sumamente importante.

Pedimos a Dios en este año 2021 poder terminar con la traducción del Nuevo Testamento en Mbyá y el comienzo de un instituto bíblico para futuros líderes Mbyá. Rogamos nos acompañen en oración, intercediendo por el nacimiento de una iglesia autóctona Mbyá en la provincia de Misiones.

Agradecimientos

Agradecemos que ya no estamos solos, sino que varias otras instituciones apoyan, cooperan o tienen un acuerdo con nosotros como:

 IEPyM (Iglesia Evangélica Pentecostal y Misionera).

 Iglesia “Peniel” de Jardín América.

 Iglesia Bautista de Aristóbulo Del Valle.

 Iglesia Bautista de Rosario.

 Iglesia de los Libres de Mendoza.

 Iglesia FCG Aachen de Alemania.

 Iglesia Arche de Hamburgo, Alemania.

 Velberter Mission Alemania.

 Embajadores Médicos.

 IDD (Iglesia de Dios), de Virasoro.

 Iglesia Luz a las Naciones, de Virasoro.

Responsables de la Fundación Misión Guaraní Mbyá:

Presidente: Olaf Smolich

Mail: smolicholaf@gmail.com

Teléfono: +54 9 3756-465032

Secretario: Jorge Kelm

Mail: jormarkelm@yahoo.com.ar

Teléfono: +54 9 3743 435529

Canal de YouTube: MGM Misión Guaraní Mbyá.

Olaf Smolich nació en Berlín, Alemania. Estudió en la Facultad Católica de Aachen. Está casado con Gladys Menge y tienen una hija, Hadassa, quien les ha alegrado la vida con tres nietos. Fue misionero en Brasil (1976-1979), fundador de la iglesia Peniel en Jardín América (1982-1998), pastor en Virasoro, Corrientes (1998-2009), supervisor de Misión Guaraní (desde 2005) y presidente de la Fundación Misión Guaraní Mbyá (desde 2017).

Email: smolicholaf@gmail.com

WhatsApp y Telegram: +54(3756)46-5032


Antología 8: Felicidad comienza con fe

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