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4.2 Los tiempos del pasado en español 4.2.1 Denominaciones y particularidades

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En grosso modo similar a las demás lenguas románicas, el español diferencia entre dos niveles del pasado. Mientras que hábitos, acciones continuas y descripciones de estados aparecen con el imperfecto (cantaba), eventos singulares, ocurrencias puntuales y narraciones de sucesos delimitados y completados requieren las formas del pretérito perfecto. De este último, en español existen dos alternativas que se diferencian respecto al punto de referencia: el pretérito perfecto simple (canté), o indefinido en otras terminologías, que implica un término de las acciones sin relación con el momento del habla. El pretérito perfecto compuesto (he cantado), en cambio, sí presenta tal relación.1 Como se va a mostrar en los siguientes apartados esta relación puede ser de varios tipos y hay una gran diversidad dentro de las distintas variedades hispánicas. Además de estas tres formas básicas, el sistema verbal español dispone de la posibilidad de marcar el aspecto progresivo mediante la combinación entre una forma conjugada del verbo estar y el gerundio del verbo léxico (estuve/estaba/he estado cantando).

Gutiérrez Araus (1997) advierte que debido a la multitud de tradiciones lingüísticas es necesario aclarar la terminología, ya que la denominación de los tiempos verbales del español resulta igual de variada que la terminología lingüística en cuanto al estudio del aspecto verbal (→3.6).

“En el Esbozo de la RAE se propugna la conservación de los términos que no contradigan conceptos lingüísticos, a fin de respetar una tradición” (Gutiérrez Araus 1997:17).

De acuerdo con esta filosofía, a continuación, se procederá con las designaciones pretérito imperfecto, pretérito indefinido, pretérito perfecto, pretérito pluscuamperfecto y pretérito anterior. Estas etiquetas corresponden a las usadas en varias gramáticas y cursos para extranjeros (cf. Gómez Torrego 2007), y permiten la omisión de la palabra pretérito siempre que el contexto lo permite. El uso del término indefinido, que en realidad corresponde a un tiempo que es “cualquier cosa menos indefinido” (Gutiérrez Araus 1997:18), está justificado por la conveniencia de así poder usar la expresión perfecto de manera unívoca para referirse al perfecto compuesto.

Según la Real Academia Española, los tiempos verbales pueden clasificarse según su morfología en tiempos compuestos y tiempos simples, según su anclaje temporal en tiempos absolutos y tiempos relativos, y según su aspecto en tiempos perfectivos e imperfectivos (RAE 2009: 1675, §. 23.1g). Sin embargo, se admite que solo el primer criterio es objetivo, mientras que las “clasificaciones que se establecen atendiendo a los criterios 2 y 3 son polémicas” (RAE 2009: 1675-1676, §. 23.1g). La razón por dicha polémica yace en el hecho de una multitud de usos posibles que ofrecen los tiempos.

La RAE define el pretérito indefinido como tiempo deíctico con referencia al pasado con valor perfectivo. Su uso “implica, como se ha indicado, que han de suponerse los límites inicial y final del evento” (RAE 2009: 1737, §. 23.9c). Además, su uso suele ser de naturaleza icónica tal que el orden de los verbos en la frase corresponde a la cronología real. En ambas propiedades contrasta con el imperfecto. Es importante resaltar que es compatible con cualquier clase léxica, y no hay restricciones en cuanto al aspecto léxico. Según la RAE (2009: 1736, §. 23.9b) esto se debe a que el indefinido marca una delimitación externa, que se produce por el contexto de la oración, y no por el significado léxico de los verbos.

El indefinido, además, puede ser usado para enfocar “el inicio de la actividad, más que la actividad misma” (RAE 2009: 1738, §. 23.9f). Un ejemplo, en este contexto, es la frase (18a) que ilustra la lectura del indefinido como inicio de una acción atélica. Igualmente, sin embargo, se advierte que este significado no es necesario como se ilustra en (18b).

(18a) En cuanto habló, vimos que era sevillano.

(18b) En cuanto habló claro Pedro Juan, se encalabrinó por la Marta.

(ejemplos según RAE 2009: 1738)

Común a todos estos usos, es la noción de la delimitación y del pasado. La RAE (2009) especifica que, cuando el indefinido caracteriza estados, esta delimitación puede ser parcial o existencial. Con estas expresiones se refiere al hecho de que el estado descrito puede haber dejado de existir o por un cambio del estado o por una cesión de un argumento exterior que se caracterizó por dicho estado. En ambos casos, no obstante, es importante resaltar que el indefinido sigue siendo un tiempo del pasado, puesto que los estados ya no existen en el presente correspondiente.

En el caso del imperfecto, en cambio, no importan los límites de la acción (Gómez Torrego 2006: 443) por lo que este tiempo se caracteriza por su imperfectividad. Según la Nueva Gramática de la lengua española (RAE 2009: 1748-1767), la caracterización del imperfecto puede subdividirse en dos valores: por un lado, según sus rasgos aspectuales, y por otro lado según su función como copretérito. Cuál de las nociones subyace la otra es una cuestión teórica importante que es tema de la sección 4.2.2.

El valor imperfectivo, que generó la designación imperfecto utilizada también aquí, se deduce de los usos en los que el imperfecto expresa una duración indeterminada o una habitualidad (RAE 2009: 1755, §. 23.12a). Otros elementos lingüísticos como adverbios pueden contribuir a esta interpretación (RAE 2009: 1756, §. 23.12d). Así, en el ejemplo (19), el complemento adverbial cada mañana apoya la lectura habitual.

(19) Cada mañana salía a dar un paseo. (RAE 2009: 1756).

Los valores aspectuales se perciben particularmente al considerar que la combinación con predicados atélicos da lugar a una lectura de continuidad (RAE 2009: 1758, §. 23.12j) mientras que con predicados télicos la interpretación resulta progresiva (RAE 2009: 1762, §. 23.12t) o de conato (RAE 2009: 1759, §. 23.12n). La última propiedad hace referencia a un valor de intencionalidad ilustrado en ejemplo (20).

(20) Yo salía de casa en ese preciso momento. (RAE 2009: 1760, subr. en orig.)

En este caso, la forma salía equivale a ‘iba a salir’ o ‘me disponía a salir’ y enfoca la intención inmediata.

Dada su complejidad en cuanto a sus rasgos, el imperfecto posee una multitud de usos modales o desviados que integran la descripción de sueños o imaginaciones (RAE 2009: 1749, §. 23.11b) y la expresión de cortesía (RAE 2009: 1750, §. 23.11f). Además, puede emplearse como imperfecto lúdico en juegos infantiles para asignarse papeles entre los jugadores (RAE 2009: 1750, §. 23.11d).

Finalmente, otra función del imperfecto es un valor de ruptura (RAE 2009: 1761, §. 23.12p) que se utiliza en textos narrativos en combinación con predicados télicos. El así llamado imperfecto narrativo forma parte del lenguaje culto, y expresa una disociación de una acción específica al presentarla “como desenlace de otras introducidas secuencialmente” (RAE 2009: 1761).

Tanto el imperfecto y el indefinido son tiempos simples, y así formalmente contrastan con el perfecto compuesto. Este, que por su generación en el latín vulgar posee equivalencias en todas las lenguas románicas (→4.4.2), no presenta una imagen panhispánica homogénea, por lo que será tratado en más detalle en la sección sobre la variación (→4.2.3). La diferencia yace en la relación con el momento del habla: mientras que las acciones marcadas con el indefinido se presentan como completadas y enteramente disociadas del presente, el perfecto compuesto necesita interpretarse con un valor relativo. Este valor se sigue del hecho de que el auxiliar (el verbo haber) está conjugado en presente.

Un uso especial del indefinido seguido de su perfectividad y del marcaje de las fases iniciales de una acción es su combinación con los verbos estativos saber y conocer. En estos casos, nos hallamos ante una coerción en el sentido de Moens & Steedman (1988, →3.5). Así, la forma supo puede traducirse con “enterarse de algo, adquirir conocimiento de ello” (RAE 2009: 1739, §. 23.9j). Asimismo, el verbo conocer equivale a “tener conocimiento de algo” cuando se combina con un tiempo imperfectivo (tanto con el presente como con el imperfecto), y “entrar en contacto con alguien” cuando aparece en una forma perfectiva (RAE 2009: 1739, §. 23.9j).

En estos usos se evidencia también la similitud entre el perfecto (21) y el indefinido (22), mientras que ambos tiempos contrastan con el imperfecto (23).

(21) He sabido la noticia.

(22) Supe la noticia.

(23) Sabía la noticia.

Es, sin embargo, esencial advertir que las traducciones mencionadas son aproximaciones que no se corresponden de manera absoluta con el uso perfectivo con estos tiempos en todos sus usos (Palancar 2005). 2 Cuando se produce un efecto de coerción, el uso de las formas supo y conoció frente a sabía y conocía representa un caso claro del margen de la gramática. Mientras que puede considerarse que el contraste entre acciones puntuales únicas y costumbre habituales repetidas representa un uso del núcleo de la gramática, las interacciones entre los estados saber y conocer y el aspecto gramatical conciernen a la interfaz entre sintaxis y semántica.

Otro fenómeno parecido se trata en el estudio de Slabakova & Montrul (2008) quienes comentan el siguiente ejemplo en el cual también interfieren implicaturas pragmáticas:

(24) Los González vendían la casa pero nadie la compró.

(Slabakova & Montrul 2008: 463)

En (24) se combina, de manera no-prototípica, un predicado télico con el imperfecto. La segunda parte de la frase justifica la razón: el indefinido, en el mismo contexto, implicaría una conclusión de la acción, y consiguientemente resultaría contradictorio con la negación añadida. Solo el imperfecto, en cambio, deja abierta la conclusión de la acción, ya que “se oculta al oyente cualquier información relativa a sus límites” (RAE 2009: 1743, §. 23.10a). Por tanto, el imperfecto en combinación con un verbo télico elimina el entrañamiento de un término, y resulta compatible tanto con una culminación como con la interrupción de la realización (→3.5). El uso también representa una coerción especial en la que interactúan aspecto gramatical y léxico.

Como ha mostrado de Swart (1998, 2000), dichas interacciones entre los distintos niveles aspectuales que, de manera similar, se encuentran también en otras lenguas con un marcaje aspectual del imperfecto o progresivo son casos claros del fenómeno de la coerción. Las contradicciones que se producen a causa de la combinación entre la telicidad y la imperfectividad solo pueden resolverse al tener en cuenta todos los correspondientes rasgos pragmáticos, semánticos y gramaticales.

La adquisición del sistema verbal español por aprendices alemanes y el papel del aspecto gramatical

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