Читать книгу La semana laboral de 4 horas - Timothy Ferriss - Страница 12

2. REGLAS QUE CAMBIAN LAS REGLAS: TODO LO COMÚNMENTE ACEPTADO COMO CIERTO ES FALSO

Оглавление

«No puedo dar una fórmula segura para tener éxito, pero te puedo ofrecer una fórmula para fracasar: intentar contentar siempre a todo el mundo.»

HERBERT BAYARD SWOPE, periodista norteamericano; primer ganador del Premio Pulitzer

«Todo lo comúnmente aceptado como cierto es falso.»

OSCAR WILDE, La importancia de llamarse Ernesto

Vencer en el juego, no jugarlo

En 1999, poco después de dejar mi segundo trabajo frustrante y comer bocadillitos de mantequilla de cacahuete para sentirme mejor, gané la medalla de oro en los Campeonatos Nacionales Chinos de kickboxing. No gané porque fuera muy bueno dando puñetazos y patadas. Ni por asomo. Eso parecía algo peligroso, teniendo en cuenta que lo hice porque me desafiaron y sólo me preparé durante un mes. Además, tengo una cabeza que parece un buque: un blanco fácil. Gané porque me leí las reglas y busqué vacíos legales que pudiesen beneficiarme. Encontré dos:

1. Se pesaba a los participantes la víspera del campeonato: utilizando técnicas de deshidratación que ahora enseño a levantadores de pesas, perdí 14 kilos en 18 horas, hasta que me pesaron (resultado: 82 kilos), y luego me hiperhidraté hasta volver a los 96 kilos y medio.2 Es difícil luchar contra alguien que pertenece a tres categorías de peso por encima de la tuya. Pobres chiquititos.

2. Había un detalle técnico en la letra pequeña: si un combatiente se caía de la plataforma elevada tres veces en una ronda, su oponente ganaba por incomparecencia del adversario. Decidí que este detalle sería mi única técnica y me limité a empujar a la gente hasta tirarla abajo. Como te puedes imaginar, al final los jueces no eran los chinos más felices del mundo.

¿Resultado? Gané todas mis peleas por fuera de combate técnico y me fui a casa con el campeonato nacional bajo el brazo, algo que el 99% de los participantes con entre 5 y 10 años de experiencia fueron incapaces de hacer.

Pero, ¿empujar a la gente fuera del ring no es cruzar los límites de la ética? En absoluto... No significa más que hacer algo que no es habitual y que está más allá de las normas. La distinción que importa es la que existe entre las normas oficiales y las autoimpuestas.

Fijaos en el siguiente ejemplo, sacado de la página web oficial del movimiento olímpico (www.olympic.org).

Los Juegos Olímpicos de 1968, celebrados en México D.F., supusieron el debut internacional de Dick Fosbury y de su célebre «estilo Fosbury», que revolucionó los saltos de altura. En aquella época, los saltadores [...] giraban la parte externa de los pies en el aire y por encima de la barra [se parecía a un salto de valla, y permitía aterrizar sobre los pies]. Con su técnica, Fosbury empezaba con una carrera hacia la barra a gran velocidad y luego saltaba con el pie derecho (o con la parte externa de éste); después, giraba el cuerpo y pasaba la cabeza por encima de la barra, de espaldas a ésta. Mientras los jueces internacionales negaban con la cabeza, incrédulos, el público quedó absolutamente cautivado por Fosbury y exclamó: «¡Olé!» cuando el atleta saltó la barra. Fosbury saltó 2,22 metros limpiamente y luego superó su récord personal, con 2,24 metros, consiguiendo la medalla de oro.

En 1980, 13 de los 16 finalistas olímpicos saltaron imitando el «estilo Fosbury».

Las técnicas rápidas para perder peso y de lanzamiento fuera de la plataforma son ahora parte integrante de las competiciones de sanshou. No fui yo el responsable; sólo lo vi como algo inevitable, como hicieron otros que comprobaron este enfoque. Ahora es algo habitual.

Los deportes evolucionan cuando se acaba con las costumbres sagradas, cuando se ponen a prueba supuestos elementales.

Y lo mismo ocurre con la vida y los estilos de vida.

Diferencias entre ir en contra de lo establecido y ser tonto

La mayoría de la gente camina por la calle con los pies. ¿Significa esto que camino con las manos? ¿Llevo los calzoncillos por fuera de los pantalones para ser diferente? Normalmente no. La cuestión es que caminar con los pies y mantener el tanga dentro de los pantalones me ha funcionado bien hasta ahora. No arreglo lo que no está roto.

Lo diferente es mejor cuando es más efectivo o más divertido. Si todo el mundo plantea o resuelve un problema de una determinada manera con resultados deficientes, es hora de preguntarse: ¿qué pasaría si hiciera lo contrario?

No sigas un modelo que no funcione. Si la receta es una porquería, no importa lo buen cocinero que seas.

Cuando me dedicaba a vender almacenamiento de datos, mi primer bolo tras salir de la facultad, me di cuenta de que, en mis llamadas comerciales, no conseguía hablar con la persona que buscaba casi nunca por una razón: los cancerberos. Si hacía las llamadas de 8 a 8:30 de la mañana y de 6 a 6:30 de la tarde, dedicando a ello una hora en total, me quitaba de encima a las secretarias y concertaba más del doble de citas que los directivos de ventas que llamaban de 9 a 5. En otras palabras, conseguía el doble de resultados invirtiendo 1/8 del tiempo.

De Japón a Mónaco, de madres solteras trotamundos a conductores de coches de carreras multimillonarios, las reglas básicas de los NR de éxito son sorprendentemente uniformes y predeciblemente divergentes de lo que hace el resto del mundo.

Las siguientes reglas son los diferenciadores fundamentales que deberás tener presentes mientras lees este libro.

1. La jubilación es un seguro por si ocurre lo peor.

Planear la jubilación es como hacerse un seguro de vida. Debería verse únicamente como una valla protectora frente a la peor situación posible: en este caso, quedarse físicamente incapaz de trabajar y necesitar una reserva de capital para sobrevivir.

Considerar la jubilación como la meta o redención final es erróneo, al menos por tres razones de peso:

a. Parte del supuesto de que no te gusta lo que vas a hacer durante los años de mayor capacidad física de tu vida.

Esta idea es inaceptable: nada justifica este sacrificio.

b. Tras la jubilación, la mayoría de la gente nunca podrá mantener un nivel de vida ni de cenas a base de perritos calientes. Incluso un millón es calderilla en un mundo en el que la jubilación entendida como hasta ahora puede durar 30 años y la inflación recorta tu capacidad adquisitiva un 2-4% anual. Las cuentas no salen.3 Los años dorados se convierten así en la vuelta a la clase media-baja. Un final agridulce.

c. Si las cuentas salen, significará que eres una máquina de trabajar ambiciosa. Si es así, ¿sabes qué? Una semana después de jubilarte, estarás tan aburrido que querrás hacerte el harakiri. Probablemente terminarás buscando otro trabajo o montando otra empresa. ¿A que ahora esperar empieza a perder sentido?

No estoy diciendo que no preveas lo peor: yo tengo planes de pensiones e inversiones para mi jubilación, sobre todo por cuestiones fiscales. Pero no te engañes: la meta no es la jubilación.

2. El interés y la energía son cíclicos.

Si te ofreciera 10.000.000 por trabajar 24 horas al día durante 15 años y luego jubilarte, ¿lo harías? Claro que no; no podrías. Es insostenible, exactamente igual que lo que la mayoría describe como carrera profesional: hacer lo mismo durante más de 8 horas al día hasta caer rendido o tener suficiente dinero para dejarlo para siempre.

¿Cómo si no mis amigos treintañeros parecen un cruce entre Donald Trump y Joan Rivers? Horroroso: envejecimiento prematuro fomentado por frapuccinos triples en vena y horarios de trabajo imposibles.

Alternar períodos de actividad y de descanso es necesario para sobrevivir, no digamos para crecer. La capacidad, el interés y la resistencia mental son como la luna: crecen y después menguan. Organízate en consecuencia.

Los NR aspiran a repartir «minijubilaciones» a lo largo de la vida, en lugar de acumular la recuperación y el disfrute para la quimera del retiro dorado. Trabajando sólo cuando eres más eficaz, serás más productivo y disfrutarás más de la vida. Es el ejemplo perfecto de cómo nadar y guardar la ropa.

Personalmente intento ahora pasar un mes en el extranjero o inmerso en el aprendizaje de algo (tango, lucha, lo que sea) por cada dos meses que dedico a proyectos de trabajo.

3. Hacer menos no es vagancia.

Hacer menos trabajo fútil para concentrarse en cosas de mayor importancia personal para uno NO es pereza. Esto nos resulta difícil de aceptar a la mayoría porque nuestra cultura recompensa el sacrificio personal en lugar de la productividad personal.

Pocos escogen (o pueden) medir los resultados de sus acciones y, por consiguiente, cuantificar su contribución en tiempo. Más tiempo equivale a mayor autovaloración y más refuerzo por parte de los superiores y de quienes te rodean. Los NR, a pesar de estar menos horas en la oficina, producen más resultados importantes que una docena de no NR juntos.

Definamos de nuevo «vagancia»: soportar una existencia de lo más normal, dejando que las circunstancias u otros decidan tu vida por ti, o amasar una fortuna mientras pasas por la vida como un espectador, desde la ventana de una oficina. El volumen de tu cuenta corriente no cambia esto, ni la cantidad de horas que fiches, contestando a correos triviales o resolviendo chorradas.

Concéntrate en ser productivo, no en estar ocupado.

4. Nunca es buen momento.

Una vez le pregunté a mi madre cómo decidió tener su primer hijo, el pequeño yo. Su respuesta fue sencilla: «Era algo que queríamos y decidimos que no tenía sentido retrasarlo. Nunca es buen momento para tener un bebé». Y así es.

Para la mayoría de las cosas importantes, el momento siempre es pésimo.

¿Estás esperando un buen momento para dejar tu trabajo? Las estrellas nunca se alinearán y los semáforos de la vida nunca se pondrán todos verdes al mismo tiempo. El universo no conspira contra ti, pero tampoco se volverá loco para apartarte obstáculos del camino. Las condiciones nunca serán las ideales. «Algún día» es una enfermedad que hará que te lleves tus sueños a la tumba. Hacer listas de pros y contras tampoco ayuda.

Si algo es importante para ti y quieres hacerlo «algún día», hazlo y corrige el rumbo mientras caminas.

5. Mejor pedir perdón que pedir permiso.

Si no va a destrozar a quienes te rodean, inténtalo y luego justifícate. La gente —ya sean padres, parejas o jefes— te niega cosas por razones emocionales que pueden llegar a aceptar cuando sean un hecho consumado. Si el daño potencial es moderado o reversible, no des a los demás la oportunidad de decirte que no. La mayoría de la gente se apresurará a detenerte antes de empezar, pero dudarán en meterse si ya te estás moviendo. Aprende a montar follones y a disculparte cuando la fastidies de verdad.

6. No te esfuerces por corregir tus debilidades; potencia tus fortalezas.

La mayoría somos buenos en unas cuantas cosas y desastrosamente malos en muchas otras. A mí se me da fenomenal idear productos y pensar cómo promocionarlos, pero fatal hacer todo lo que viene después.

Mi cuerpo está hecho para levantar objetos pesados y lanzarlos. Eso es todo. Hice caso omiso de esta verdad durante mucho tiempo. Probé a nadar y parecía un mono ahogándose. Probé el baloncesto y parecía un troglodita. Luego me hice luchador y despegué.

Es de lejos mucho más lucrativo y divertido aprovechar tus fortalezas en lugar de tratar de arreglar todos tus puntos débiles. Se trata de elegir entre multiplicar resultados ayudándote de tus fortalezas o incrementar el grado de mejora fortaleciendo debilidades para, como mucho, alcanzar un nivel mediocre. Concéntrate en utilizar con mayor destreza tus mejores armas en vez de repararte continuamente.

7. Las cosas llevadas al exceso se convierten en lo contrario. Es posible tener demasiado de algo bueno. En exceso, muchos empeños y posesiones adquieren las características de sus opuestos. De esta manera:

• Los pacifistas se convierten en militantes.

• Los que luchan por la paz, en tiranos.

• Las bendiciones se vuelven maldiciones.

• La ayuda se transforma en molestia.

• Y más en menos.4

Lo que quieres, en demasiada cantidad y demasiado a menudo se convierte en lo que no quieres. Esto es cierto de las posesiones e incluso del tiempo.

Por consiguiente, cuando hablamos de diseño de vida no nos interesa crear un exceso de tiempo ocioso, algo venenoso, sino utilizar el tiempo libre de forma positiva, es decir, sencillamente hacer lo que quieras frente a hacer lo que te sientes obligado a hacer.

8. El dinero por sí mismo no es la solución.

Mucho se podría decir del poder del dinero como moneda (yo mismo soy un gran fan), pero tener más no es la solución tan a menudo como se podría pensar. En parte, el problema es que somos vagos. «Si tuviera más dinero» es la manera más fácil de posponer realizar una autocrítica profunda que te lleve a tomar las decisiones necesarias para crear una vida de la que disfrutar: ahora y no después. Usar el dinero como cabeza de turco y dejar consumir toda tu energía en la rutina del trabajo hace que te niegues el tiempo para hacer algo más. «John, me gustaría quedarme a hablar del vacío enorme que siento en mi vida, la desolación que me da una patada en el estómago cada vez que enciendo el ordenador por la mañana, ¡pero tengo un montón de trabajo por hacer! Me esperan al menos 3 horas contestando correos sin importancia antes de llamar a los clientes potenciales que me dijeron ayer que nones. ¡Me voy corriendo!»

Mantente ocupado con la rutina de la rueda del dinero, finge que así se cura todo y crearás artificialmente una distracción constante que te impedirá ver que lo que haces no tiene ningún sentido. En el fondo sabrás que es una ilusión, pero con todo el mundo jugando a hacer que las cosas son así, es fácil olvidarse.

El problema va más allá del dinero.

9. Importan más los ingresos relativos que los absolutos.

Existe un debate abierto entre dietistas y nutricionistas acerca del valor de una caloría. ¿Es una caloría una caloría, igual que una rosa es una rosa? ¿Para perder grasa hay que gastar más calorías de las que se consumen y ya está o importa de dónde provengan esas calorías? Basándome en mi experiencia con deportistas de elite, me decanto por la segunda opción.

¿Qué ocurre con los ingresos? ¿Es un dólar siempre un dólar? Los Nuevos Ricos creen que no.

Miremos la cuestión como un problema de matemáticas de quinto de primaria. Dos muchachotes trabajadores se dirigen el uno hacia el otro. El muchachote A se mueve a un ritmo de 80 horas por semana y el muchachote B a 10 horas por semana.

Los dos ganan 50.000 dólares al año. ¿Quién será más rico cuando se crucen en mitad de la noche? Si contestaste que el B, has acertado y ésa es la diferencia entre ingresos absolutos y relativos.

Los ingresos absolutos se miden usando una variable sagrada e inalterable: el todopoderoso dólar en estado puro. Fulanita gana 100.000 dólares al año y, por lo tanto, es el doble de rica que Fulanito, que gana 50.000 al año.

Los ingresos relativos se calculan usando dos variables: el dólar y el tiempo, normalmente expresado en horas. El concepto «al año» es arbitrario, lo que hace muy fácil engañarse a uno mismo. Veamos cuál es la realidad. Fulanita gana 100.000 dólares al año, 2.000 cada una de las 50 semanas que trabaja al año, y cada semana trabaja 80 horas. Por tanto, Fulanita gana 25 dólares la hora.

Fulanito gana 50.000 dólares al año, 1.000 cada una de las 50 semanas que trabaja al año, pero trabaja 10 horas por semana, por lo que gana 100 dólares la hora. Considerando sus ingresos relativos, Fulanito es cuatro veces más rico.

Por supuesto, los ingresos relativos tienen que llegar al mínimo necesario para hacer realidad tus metas. Si gano 100 dólares por hora pero sólo trabajo una hora por semana, me va a resultar muy difícil vivir la vida loca. Suponiendo que mis ingresos absolutos totales son los que necesito para vivir la vida de mis sueños (no una cantidad arbitraria para quedar por encima de otros), los ingresos relativos son la verdadera medida de riqueza para los Nuevos Ricos.

Los inconformistas Nuevos Ricos más avezados ganan por lo menos 5.000 dólares por hora.

Recién salido de la facultad, empecé ganando 5. Con mi ayuda te parecerás más a ellos.

10. El distrés es malo, el eustrés es bueno.

Pocos bípedos amantes de la diversión lo saben, pero no todo el estrés es malo. Pues sí, los Nuevos Ricos no buscan eliminar todo el estrés. En absoluto. Existen dos clases distintas de estrés, tan diferentes entre ellas como la euforia y su raramente mencionada emoción opuesta, la disforia.

Por distrés se entiende un conjunto de estímulos dañinos que te debilitan, te restan confianza en ti mismo y fuerza para actuar. Ejemplos son la crítica destructiva, los jefes ofensivos y pegarte una guaya dando una curva. Este tipo de cosas hay que evitarlas.

Eustrés, por otro lado, es una palabra que la mayoría probablemente nunca haya escuchado. Eu-, el prefijo griego que significa «saludable», se usa en el mismo sentido en la palabra «euforia». Los ejemplos a seguir que nos impulsan a superar nuestras limitaciones, el entrenamiento físico gracias al que nos deshacemos de nuestros michelines y correr los riesgos que nos sacan de nuestra cómoda esfera de actuación son ejemplos de eustrés: estrés sano que constituye un estímulo para crecer.

Quienes evitan las críticas fracasan. Hay que evitar la crítica destructiva, no toda forma de crítica. De igual manera, no se puede avanzar sin eustrés, y cuanto más eustrés podamos crear o aplicar a nuestra vida, antes haremos nuestros sueños realidad.

El secreto es saber distinguir uno de otro.

Los Nuevos Ricos se esfuerzan tanto en eliminar el distrés como en producir eustrés.

P y A: PREGUNTAS Y ACCIONES

1. ¿De qué manera ser «realista» o «responsable» ha impedido que tengas la vida que quieres?

2. ¿De qué manera hacer lo que «debías» se ha traducido en experiencias insatisfactorias o arrepentimiento por no haber hecho otras cosas?

3. Fíjate en lo que haces actualmente y pregúntate: «¿Qué pasaría si hiciera lo contrario que los que me rodean? ¿Qué voy a sacrificar si continúo así durante 5, 10 o 20 años más?».

La semana laboral de 4 horas

Подняться наверх